lunes, 30 de noviembre de 2009

Vixtor Henández Roncero

Radio Unión Tenerife. Programa La Puerta. Invitado: Víctor Hernández Roncero. Tema principal: El lector. 18.00 horas.

viernes, 27 de noviembre de 2009

rondando en la rueda del libro

Bien es verdad lo que dicen de que los mejores humoristas son los judíos. Eso de Radio Tijuana Libre es un acierto que merece un brindis con buena cerveza bávara, cantando Lilih Marlen... Un acierto de mi amigo Lizundia el judío. (Aún no tengo la fortuna de tenerlo como enemigo.) Eso de rebautizar es fruto de la voluntad del pueblo. Aquí en San Andrés es raro quien escape de un mombre. Un nombrete. Aquí en San Andrés y en Pekín, no vaya a creer Ramón que sólo hablo de San Andrés. Hablando de Ramón, el otro día me regaló unos tenis. Tengo que arreglar un desperfecto pero me van a quedar... Ahora Ramón está un tanto mosquiado porque lo llamé archivero. Archivero es una cosa que a mí me hubiera gustado ser. Soy tan desordenado que le tengo envidia a esa gente que tiene un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio. Y por lo demás, mientras vígilo encontrar a Campanilla, en el terreno amoroso, en la zona política crece mi fulgor por Dulce Xerach. Yo sé lo que me digo. Por mucho que diga José María, tengo olfato político. Soy mejor político que escritor. Y con más moral que el Alcoyano. No estoy ni creo en ningún partido, pero sé que voy a prosperar. Dicen que de los buenos delincuentes salen excelentes policías... y diestros políticos. Ya verán.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Dijo Jubiabá (santero brasileiro) que en el ente humano (y animal, por extesión) un ojo era el de maldad y el otro el ojo de bondad. Y añadía que debemos equilibrar la mirada. Aconsejaba Jubiabá no apagar el ojo de bondad, porque entonces nos volvemos crueles, húmedos y fríos, gente perversa. Caemos ensoñados en el fango. Pero tampoco debemos apagar el ojo de maldad, porque si lo hacemos, entonces nos volvemos tontos.
Otro hombre de conocimiento, Don Juan, el indio yaqui, decía que el ente humano (y animal, por extensión) tenía que luchar por perder la forma humana, si queremos convertirnos en seres de poder (en hombres de poder, con la palabra "hombre" añadiendo a las mujeres, pero con cierto reparo). Y uno de los modos de perder la forma humana, es perder la importancia personal. Mientras seamos egos fijados a nuestra propia imagen judicial, no tenemos nada que hacer. Hay uno de esos hombres de conocimiento a quienes esos indios llaman el nagual. Es el capacitado/a para guiar a los otros guerreros. Ataca sin piedad a quienes tiene enlazados en el camino del conocimiento. Si yo fuese un nagual, a José María Lizundia lo llamaría Mortadelo. Su parecido con Mortadelo es inexplicablemente exacto. Aunque es verdad que lo disimula con la elegancia en su vestir. Y con la elegancia de su discurso. Lizundia es un boxeador que pelea a la contra. Ramón Hernández Armas tiene otras tácticas de combate. Se siente cómodo en el barril de Diógenes y desde allí quiere hacer valer su voz contra el socrático Lizundia. Ay, estos hombres, cuándo crecerán.
Ramón H. Armas, teñido de rubio, sería el vivo retrato de Crispín, el valido del Capitán Trueno. Anghel Morales, en cambio, es lo más parecido al sargento Bazooka... En fin, dejo aquí a los amigos de la radio Tijuana, , con Antonio Curbelo tras el cristal de Alicia en el País..., y Juan Royo que busca tres días libres en un paisaje lunar, y el oyente Marcelino, y la oyente Susana la argentina, y Campanilla, etc. Este es el tiempo de los burros.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

paréntesis o nota a pie de página

Anghel me manda una carta en relación con la entrada anterior. Anghel es un maestro del humor, y el humor es la más alta expresión literaria (según Aristóteles), y fue el brujo de Viena (como lo llamó Nabokov el de Lolita) Freud quien descubrió la destreza del humor para saltar sobre la doble o triple moral e iluminar la auténtica realidad social de la vida humana. Malos humoristas, como malos novelitas y horrendos poetas y médicos matasanos y abogadas de oficio hay a punta pala, por eso se agradece el humor de Anghel, incisivo y sin piedad. Pero con la carta que me envió descubro también al hombre serio, al que sabe ponerse en su sitio sin necesidad de hacer reir ni de hacer llorar. Al hombre que sabe ponerse serio cuando hay que ponerse serio. Decía ayer Juan Royo que literatura era sólo la ficción.
La ficción sin la vida no vale nada. Y literatura es todo lo que se muestra a través de la lengua hablada o de la lengua escrita. Una sentencia judicial es literatura, literatura judicial. Y las cartas son uno de los mejores exponentes de la buena literatura, por lo menos para los que pensamos que la escritura más efectiva y con más fuerza es la que mayor relación tiene con la lengua hablada. En fin, me hubiera gustado reproducir aquí la carta de Anghel, pero él tiene establecida las fronteras entre el blog y la correspondencia, que no haya interferencia entre ambos. Aunque me quedan por dentro deseos de traicionarlo, porque la moral literaria ya saben los entendidos en qué consiste y... no voy a seguir hablando porque corro el peligro de traspasar los límites de las leyes, las leyes que vienen de España y las leyes (a veces no escritas sino impuestas por la actitud de los caciques) generadas por los políticos de aquí. En fin, a otra cosa.
El otro día cuando José María contestó a mi afán de protagonismo por estar en la lista negra del TEA, se permitio el chiste fácil de adjudicarme 4000 entradas, es decir, más de un millar de lectores. Y ahora veo que el fraile ese lo ataca a él de lo mismo. De tener pocas entradas. No todo lo que tiene muchos lectores es mierda, pero la mierda más apestosa es la que mayor cantidad tiene de moscas verdes. Hay obras y autores que quedaron en el olvido, hasta que... Bah, no sé ni por qué me entretengo con estas sandeces. Recuerdo a mi maestro de Igueste. Decía que hubiera escrito aunque hubiese estado condenado a la soledad, a no tener ni un lector.
Y este tema de lectores y demás, me ayuda a recordarles, a los lectores, que este blog (en combinación con los que leo, los que tengo linkeados (¿se dice así?) y el de Anghel Morales y el de Dulce Xerach) no pretende ser sino una obra literaria más, y esta vez en el significado que quiere Juan Royo darle al fenómeno literario. O dicho de otro modo, copiando a Robert Louis Stevenson: que tenga el lector siempre presente que este blog no es una transcripción de la vida, al que se deba juzgar por su exactitud, sino una simplificación de algún lado o aspecto de la vida, que se sostendrá o caerá según su significativa simplicidad... Quedan advertidos los + ó - 4 lectores y los + ó - 3 lectores-coautores. He dicho.

martes, 24 de noviembre de 2009

Viva la vida

A veces subir pa la radio es un rollo cuesta arriba... ya me lo decía Víctor Ramírez, "Habrá días que no tengas ganas, pero no dejes esto, porque esto es importante"... Bueno, supongo que sí, aunque esos días de marra uno no esté inspirado ni para elegir un poema ajeno... Menos mal que Juan Royo y Lizundia dieron cancha, porque Ramón se dedicó a hacer fotos... ¿pa qué?... pa tenerlas en archivo... esta gente del Sur son archivadores natos... aparte de pelearse entre ellos, archivan toda clase de cosas... Al final, entre tantos novelistas, entre tantos poetas, entre tantos teóricos de la política (los canarios, lo reconozco, no son tan ilustrados como los vascongados), comiéndose el terreno unos a otros, los que van a quedar en la historia literaria de este tiempo serán los archivadores del Sur. Y esto lo digo porque esta vez en vez de posprograma hubo viaje al salón noble del Cabildo, y Lizundia se lo perdió que no quiso ir... Allí estaban Agustín Pacheco y Anghel Morales con su camiseta verde carmesí... a un extremo de la mesa principal, el cónsul de Argentina, un hombre muy correcto, y al otro extremo, Jerez, que hizo una buena presentación del libro de la argentina de la que ya conozco aventuras por el camino largo de La Laguna pero no recuerdo su nombre... Anghel dice que su novela es una amalgama de El pintor asesino y Agosta escribe, y me dieron ganas de pegarle un macanazo, pero el salón noble está poblado con las pinturas del gomero pintor, así que a portarse noblemente... y en el centro de la mesa el gran censurador... Y luego, con Agustín y Juan Royo en la calle esa que sube de la plaza España (hay varias, pues una) me entero de quién manda en la literatura de las islas, por lo menos de Tenerife... Mano, yo me mando a mudar... si quienes mandan son esos/as, a mí que me borren... Nadie como Juan podría contar lo que pasó en la primera casa de comida adonde fuimos... el hombre quedó tan corrido, que nos volvió a invitar a otra de enfrente... Nos jartamos los tres, de buen vino y buenos platos gaditanos y buena conversación... Luego ellos se fueron al tranvía y yo cogí el coche, con gasolina en la reserva, y pa San Andrés... todos los semáforos en rojo... Tres llamadas de Beba en el móvil... pos nada, a ver qué quiere Beba...
En el Monterrey: Chani, Beba, Pedro, Bea, Pakito... Ambiente de Roberto Arlt cruzado con Bukowski, autores que andaban con gente con la que tenías que cuidar la cartera (no me refiero a Hacienda ni a Justicia), porque esa gente no tenía otra cosa pero tenía la palabra, y sólo los judíos saben el valor de la palabra... Pero el valor de la palabra es para llorar, o para reír, en unas islas donde son botarates esos/as que dominan el tinglado de lo que llaman cultura...
En el programa, Lizundia se reía cada vez que nombraba a Dulce Xerach... El autor del Diario de un abogado mundano y vecino de blog no sabe adónde puede llegar una mujer... importa poco de donde haya salido, lo que interesa es adónde puede llegar...
En fin, Chani en el Monterrey que vengo que me voy...
--Jesús, la verdad es amiga de la mentira...
--Y la suerte y la muerte andan juntas --dijo Fernin.
--Bylli Jhon se cortó un dedo / en el aserradero / y ya no puede tocar el violín --canta Pedro.
--Estoy solito, hecho polvo, y no vienes a preguntar por mí... eres un traidor --dice Chani.
--Yo sé que en la empresa tengo fama de borracho... ni yo soy encargado de nadie, ni quiero que nadie se encargue de mí... pero un día me cogen medio colocado... Ya el nota se estaba tomando el caso al vacilón, pero es un alcahuete, porque el que dice las cosas por detrás es un alcahuete... Mira, Fernandito, te voy a decir una cosa, yo he sido el hombre más feliz del mundo sin tener nada en los bolsillos...
--En este mundo, para ser feliz no hace falta ser poderoso ni mucho menos...
Y cuando cerró el Monterrey, fuimos al Castillo. Inenarrable. El bar Castillo es cada día más un lugar de cine, la literatura no tiene nada que hacer allí dentro.

lunes, 23 de noviembre de 2009

radio martes

Martes, programa La Puerta, Radio Unión Tenerife, 18.00 horas:
Equipo: Juan Royo, José María Lizundia, Ramón Hernández, Anghel Morales y yo. Director de la emisora: Antonio Curbelo.
Asuntos: El Tea, el Tanque... Valor y contravalores de los espacios públicos en Santa Cruz & La Laguna... Lugares de encuentros, lugares de paso... lugares donde ir y donde no ir... Lugares marcados y lugares comunes... También, si cuadra, crónica de los aconteceres culturales, filósoficos, históricos de la semana... Y lo que surja.

sábado, 21 de noviembre de 2009

a Fray Liberto, el de José María.

A fray bertoli presumido,
esmerado cizañador,
yo le quiero con candor
invitar a meter ruido
por la parte de babor.

Que se la meta un sipote
que le dé gusto y placer
no vaya, hombre, a jacer
su oficio de monigote
donde no puede ser.

querido diario

Querido diario, como tú eres el único que me oye y me comprende, a ti te digo mis pesquizas del alma y del mundo. En el mundo, predomina la palabra ALAKRANA. Me gustaría saber quién le puso el nombre al barco. Las historias de barcos tienen algo que no tienen las de tierra adentro, tienen algo así como Haidur en Lanzarote. Tres barcos célebres son los que primero acuden a la memoria. Titanic, Santa María y Alakrana. El hundimiento del Titanic, víctima de un iceberg; el secuestro del Santa María, y el abordaje del Alakrana. Si pudiera, si fuese hombre cabal, viajaría ahora a Lanzarote y me pondría en huelga de hambre junto a esa mujer. Tal vez las causas necesiten mártires, pero más que nada necesitan héroes. Nombres que sean como flor de loto. Ghandi por ejemplo. A quien nombra mucho el Gran Editorialista. Esto lo salva, porque tal declamador de las editoriales de El Día, se gana el perdón sólo con nombrar a Ghandi, aunque rara vez nombra a Nicolás Estévanez, el padre de la Independencia canaria, poeta y general, que enseñó (quiero imaginarlo) a Secundino Delgado que la sangre ni importaba si era goda, judía o aborigen, que lo que importa es el espíritu, y nuestro espiritu es isleño, como estas isleñas rocas. Del poeta se río el filósofo Unamuno, sin conocer la poesía satírica, decisiva como un balazo, que Nicolás Estévanez escribió cuando estuvo en Asturias. Porque conocí esa su poesía asturiana, sé que Nicolás hubiese tumbado a Miguel, con dos versos contundentes. La poesía es una diosa que no deja que cualquier papafrita le toque el coño. Mmm, el coño de una diosa, quién pudiera. Un filósofo no es nada al lado de un poeta, eso es lo único que tengo claro. El filósofo sabe una parte y el poeta lo sabe todo, es un sabelotodo. Cuidado con los poetas. Pero de vez en cuando surge alguno que redime a todos los demás. Manuel Machado y Miguel Hernández redimen a Lorca y a Alberti. Alonso Quesada, de Las Palmas de Canaria, redime a todos los demás poetas canarios. Pero ni Alonso Quesada ha tumbado la endecha a la muerte de Guillén Piraza, murió en La Palma, no eres Palma, eres retama..., ni el general Estévanez tampoco. Si yo recordara esos versos que escribió Nicolás Estévanez en Asturias, sería capaz de tumbar a la endecha. Pero no los recuerdo. Recuerdo su contundencia. Su contundencia para tumbar al contrario con una palabra que era un puñetazo. Y ahora se me fue el santo al cielo, querido Diario, deséame buenas noches y que sueñe con Anghel.

nota de sociedad

Noche de relajo en el Kambak, inauguración del bar restaurante de Henri con la Puerta en peso allí dentro y calor de mujeres bellas y sabias y con buena savia por los cuatro costados, todas bellas, preciosas y con voces cantarinas... Sí, aunque faltó el oyente Marcelino, allí estaba La Puerta en peso, Anghel mirando a ver si llegaba Campanilla, que no llegó, qué pena... Sí fueron mi hermana y mi cuñado, e intenté que Juan Royo, con su poder de convicción, le quitara a mi cuñado la matraquilla de reconstruir castillos, pero resulta que Juan estaba a favor de la reconstrucción... así que salté a la oyente argentina que in illo tempore se escandalizó con un poema de Panero... y un actor cubano... y Lorenzo... a ver si pone las fotos en su página y me acuerdo de más cosas... y luego subimos al Parra, zona de José María, con su mujer, su hermano y Ramón y Nicolás Estévanez... Lástima que me tuviera que ir, porque hoy toca campiña en La Orotava... También vi, en el Kambak, a Zenaido, y hablamos un momento de Roberto, que está preparado una gran comida... Roberto es un gran cocinero, lástima que... en fin, luce un sol espléndido de otoño...

viernes, 20 de noviembre de 2009

A veces se me hace cuesta arriba el acto físico de escribir. Necesita uno un buche de algo para cogerle sabor a las palabras.
--¿Con qué te animas tú? --me preguntó Isaac de Vega una tarde en Igueste.
En aquel tiempo sin sustancias espirituales no había poesía. Hoy tampoco. Y la sustancia de ayer por la tarde fue el vino. Un buen vino en El Puntero, con el amigo Berto. Hablando de la influencia de las mujeres como ente espiritual en la creación de nuestras buenas obras. No todas. La hay capadoras, meticonas, manipuladoras, mosquitas muertas o mosquitas vivas. A veces, sin embargo, tenemos suerte y pillamos canela en rama. Pero la suerte, si no sabemos cuidarla, nos hace aún más merecedores de que nos den por saco.
Más las buenas amigas, pero también los buenos amigos son espíritus favorecedores. Yo no me puedo quejar. Tengo más amigos de los que me corresponden por mis meritos. Con sus defectos, como es natural, pero con más valías que desconches. Y quien le hace algo a mi amigo, me lo hace a mí.
Así que el Liberto ese de la mierda, que se vaya a mamarla. Pero cuidado. Raro es que detrás de un fraile cobarde, no ronde un yago hijo de puta.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La primera noticia que tuve de Chaxiraxi (la grafía es dudosa) fue en la novela de Javier Hernández La identidad fragmentada. Esta obra de Javier hacía una incursión en la historia antigua antes saltar a la época actual. Chaxiraxi (la diosa guanche Madre del Sol) marcaba no sólo el poder celestial sino el poder político. La novela, si no recuerdo mal, sugería que el penúltimo mencey guanche suplantó el poder que entonces le correspondía a una mujer. Luego la novela salta al presente y el mismo dilema se mantiene. Los herederos de la aristocracia guanche están organizando la independencia. El problema es cuando surge la necesidad de que el poder cambie de rumbo y siga una línea femenina.



Mi intuición sobre la relación entre Chaxiraxi y Xerach no estaba cayendo en saco roto. La diosa antigua y la humana actual están intimamente conectadas. Tienen las mismas consonantes. CH - X - R. Y si tenemos en cuenta que i+i=e, también las mismas vocales. Más claro el agua. Los poderosos isleños no querían que ninguna mujer, y menos una joven delgada y esbelta, les quitara la corona y se comiera la guinda de la tarta política. A menudo donde hay una diosa, hay una puta cerca. Pero ya había decidido dejar el caso. Encontrar los puntos débiles de una diosa o las virtudes de su puta ya no era de mi incumbencia.

Decidí visitar al señor de las canas. Es gente con poder. Y sé dónde está su palacio. Su palacio de poder está más allá del chorro de la nueva plaza España. Pero antes subí a la calle Miraflores, a ver cómo había quedado el envite. La partida era larga. Aquellos seis hombres todavía estaban jugando.

--Los canarios no tienen por qué dejar de ser españoles --dijo Lizundia.

--No tenemos ninguna necesidad de ser españoles --respondió Anghel.

--Antes muerto que borbónico --dijo Victor Rámirez, y tiró sobre la mesa un tres de bastos.

Apoyada en la barra, una de las chicas, y me sorprendió que fuese ella, levantaba su falda hasta los muslos. Pensé en el consejo de Anghel. No estaba mal, era tentador. Tuve ganas de sentir muy cerca aquella piel ardiente y prieta. Confieso que me sentí atraído como un perro por la gracia elástica de su silueta de maniquí. Pero mi cartera sólo guardaba un billete de diez euros y la tarjeta de crédito la tenía en rojo. Así que consideré que todo esto era irreal, fruto de mi imaginación, y salí de allí y llevé a la imaginación al palacio del hombre de poder.

Lo avisaron desde abajo y me recibió enseguida. Su despacho me deslumbró, no estoy acostumbrado a estar en sitios tan lujosos.

--Muy bien, muchacho --me recibió con un afectuoso apretón de mano--, ¿cual es su talón de aquiles?

--No lo sé --mentí--, y no creo que lo encuentre.

Tardó un largo segundo en reponerse de la sorpresa. Casi me dejo llevar por la curiosidad y estuve a punto de preguntarle por qué negaban la entrada a Anghel Morales y a Dulce Xerach en los ordenadores públicos del TEA. Me contuve. Hubiese sido un error por mi parte.

--Abandono el caso, señor... --recordé que no quería que pronunciase su nombre.

--No me lo creo --dijo--, los hombres como tú, siempre quieren ganar un buen dinero.

--Esta vez no --dije, con un tono que no daba lugar a réplica.

--No me lo puedo creer. Sé que estás salado... ¿no sabes todavía dónde está la sal de la tierra?

Aparte del lujo asiático de su amplio despacho, las vistas al mar y al puerto de Santa Cruz eran envidiables.

--No, creo que no lo sé... Tiene los talones inmaculados. Olvídese de esa mujer.

--No puedo olvidarla --suspiró.

--Ocurre a menudo, amigo --dije, y saqué los diez euros de la cartera y los dejé sobre su masa de madera de tea. Sonreí al ver el estupor de sus ojos, y antes de que reaccionara abandoné su despacho. El chorro de la plaza de España estaba funcionando, y el cantar del agua me pareció que repetía chaxiraxi, chaxiraxi, chaxiraxi... La gente sonreía. La realidad, a pesar de todos los vaticinios, no era tan mala.

sábado, 14 de noviembre de 2009

investigando

Aunque tenga que irme a marmarla por ahí, me contengo, porque no puedo iniciar algo y dejarlo sin resolver. Me puse a reordenar las letras de DULCE XERACH, y encontré el sintagma "LUCE la DICHA en la ERA". Ni el mejor poetastro, con la experiencia de más de un millón de poemastros salidos de su numen, haría un verso tan cursi. Tuve que dejar fuera la X para poder construir esa frasecita sin porvenir. Así que me concentré en la X. X de México. X como número romano (10). X como signo de multiplicación. X como la incógnita de una ecuación. X de Texas. Pocas palabras, busqué en el diccionario, comienzan por X. X también señala la cruz de San Andrés. Y también es (ver Cirlot) símbolo de la inversión. Temí que si me centraba en la X, me iba a introducir en caminos que no llevan a ninguna parte. Sólo pude poner múltiples hipótesis disparatadas sobre la mesa de mi despacho de detective de tres al cuarto. Deducir, por ejemplo, que X tenía vocación de santa, un oculto masoquismo psicológico que la hacía deseosa del martirio. O podía deducir una mente cartesiana, siempre sabedora de que era una pensadora cabal, y por tanto existía. O podía deducir que, secretamente, anhelaba un viaje a México o a Texas. Pero no vi porvenir en ninguna de estas líneas de investigación. Un corazón deseoso de santidad no es ningún pecado. Una mente que piensa, luego existe, no es ningún defecto. Un alma deseosa de viajar, es del todo comprensible, moderno y a favor de la corriente de la Historia. Me quedaba el símbolo de la inversión, y no sabía bien qué hacer con eso. Tal vez era una rubia que se teñía de negro (para parecer más étnica); tal vez, en el fondo de su inconsciente, soñaba con un pelotazo por la escuadra política y hacerse plenamente rica y totalmente deseada. O sea, que estaba rompiéndome la cabeza, y casi arrepentido de haber aceptado el caso Xerach. Entonces me surgió en la memoria la transcripción española del nombre de la diosa guanche Chaxiraxi. Y leí los consejos de Campanilla y de Anghel. Y se hizo una luz en mi investigación. Pero ahora me voy a acostar. Espero que la música del baile en la plaza del pueblo no me impida dormir.
Soñé que la calle Miraflores era igual que cuando la conocí, en la década de los sesenta. En uno de los bares, con puertas tipo saloon de las películas del oeste, jugaban una partida de envite Antonio Cubillo, Anghel Morales y Víctor Ramírez contra José María Lizundia, Paco Pomares y Alberto Linares. Reconocí a algunas chicas del saloon, isleñas todas ellas... y entre los clientes, mirones mudos de la partida, estaban Marcelino, Ramón, Chani, Cristo... Hasta en sueños, tengo un universo limitado. Yo también miraba la partida, hasta que alguien me preguntó si yo era detective. No lo soy, pero la necesidad obliga. Si me hubiese preguntado si yo era ingeniero químico, mi respuesta hubiese sido "sí". Le dije que sí.
Era un señor mayor, canoso, bien trajeado, y con cara de buena gente. Salimos del grupo de mirones, nos acercamos a la barra y me invitó a un ron.
--Quiero que investigues a Dulce Xerach. ¿Podrás hacerlo?
--¿Usted es...?
--Chitón --me cortó--, en ningún momento debes pronunciar mi nombre. ¿Cuáles son tus honorarios?... Quiero que descubras todas sus debilidades, políticas, privadas... y sobre todo, los defectos de su cabellera.
--¿Quiére cortársela?
--Lo que quiero es un trabajo serio, y nada de preguntas.
Me dio la dirección del blog de Dulce Xerach y me fui del saloon y, en el cíber de la calle El Castillo, inicié la investigación. Vi que su cabellera era esplendorosa, y resaltaba la viveza de sus ojos y de sus marcados labios. Un cabello que hablaba de la noche y de las aguas de la Luna. Tal vez es el tinte, pensé. En lo sucesivo tendría que vigilar sus visitas a la peluquería. Vi también que sus propuestas políticas estaban buen expuestas, en un idioma claro, aunque con falta de algunas comas, y eran de mi gusto: recuperar el cine Víctor, adecentar la carretera vieja del norte, y se daba perfecta cuenta de que "en la calle domina un profundo malestar y todo lo público y lo privado está bajo sospecha". Además, un parlamentario socialista la había acusado de intependentista por proponer el registro ".ic". Por ahí tampoco vi, por lo pronto, ninguna mácula que pudiera servirle a mi cliente.
Me llamó la atención que, en los ordenadores de las bibliotecas púbicas (no sólo la del TEA), ella estaba vetada, como Anghel y yo mismo, denegado el acceso a su blog.
Decidí comunicarme con Ramón, por si él podía enterarse quién era la peluquera de la investigada. Estaba marcando el número del móvil de Ramón cuando me despertó el gallo de las vecinas, al que le contestaba Thor con sus ladridos.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Estar rascado tiene sus ventajas. En lugar de leer sólo El Día, en la barra del Castillo, hojeo más periódicos, en la pantalla del ordenador. Me centro ahora en el debate público sobre la independencia. 1. Lizundia versus Cubillo. 2. Las proclamas panfletarias de Anghel Morales versus narrativa de Francisco Pomares, y 3., el sainete del gran editorialista versus coro de voces blancas.

Por una parte el mundo reflexivo y briosamente político (Lizundia y Cubillo), por otra parte los cronistas (Anghel y Pomares) y por otra el ruido de fondo. Tres pisos para una pimámide de siete.

Faltan cuatro.

La base es la solidez del discurso (Lizundia & Cubillo).
El segundo plano, la aleatoria narracción de los hechos (Anghel & Pomares).
El tercer escalón: el insulto, el bulo, la mentira, la estampa goyesca del ruido de la voluntad del pueblo.

Se me ocurre un cuarto escalón: la filosofía de Víctor Rámirez (sin ningún oponente antindependentista que esté a su altura, que yo sepa).

En el quinto escalón, ahora no sé muy bien, pero por lo pronto pongo a un mono. A mi amigo Alberto Linares. El mono que sostiene la espada en la carta X del Tarot de Marsella (La Roue de Fortune). 5 es un número de poder, anghelical ó diábolico, y cinco son las letras de la palabra del nombre familiar de mi amigo del distrito de Arona: BERTO. Tocayo del alcalde. A mí el alcalde de Arona me cayó bien, la verdad, el día que presentamos, en la Casa de la Cultura, de Los Cristianos, Barandal Paraíso, de mi amigo y colega narrativo Berto Linares. Yo presenté ese libro. Esa noche me di cuenta que el alcalde es un hombre que sabe medir la realidad de la vida, y en cambio mi amigo Berto se quedó ensoñado. Quedar ensoñado es mala cosa para un guerrero del acecho. Mi amigo el mono de La Rueda de la Fortuna es un guerrero del acecho. Estar ensoñado no, largarto. Su intento de polémica con Agustín Pacheco quedó en fracaso, porque una vez más se equivocó el mono. Agustín Pacheco es como la patria, la sabia sombra de un almendro. En fin, el quinto escalón está tambaleante. Si yo fuera el enemigo, atacaría por aquí.

El sexto escalón está destinado a la poesía. Sólo un poema, unos putos versos, podrían librarnos de todos los males que padecemos en estas monagescas islas (monagesca en honor de Pepe Monagas, de Las Palmas de Gran Canaria), un poema que apague esa endecha a la maldición a la isla de La Palma (ojalá te coman los volcanes), que es el primer poema conocido de la literatura canaria en español. Necesitamos algo más fuerte que la sombra de un almendro. Razón tenía el bueno de Unamuno.

El séptimo escalón le corresponde a una mujer, una mujer que sea el símbolo de Chaxiraxi. Yo voto por Dulce Xerach. Sé que estoy loco votando por esa mujer. Pero Erasmo ya lo dijo: el origen de la locura está en las Islas Canarias.

Luego podríase añadir un cuarto escalón: el de la isla de San Borondón. Donde ondea ya la bandera de las siete estrellas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

de Guillermo de Aquitania (+ ó -)

Voy a hacer un poema
que no diga nada,
que no hable de ti ni de mí,
escrito sobre el coche
repostando gasolina,
que ni diga ni paz ni guerra,
que no diga ni verdad ni mentira,
un poema que no hable de nada
ni hable de amor ni de odio,
ni del intento, hace una hora,
de ponerle un comentario
al blog de Anghel,
informarle del veto
que sufrimos en el TEA.
Un poema que no hable
de políticos ni de poetas,
ni de Lorenzo Olarte
ni del degüello a la manzana
ni de Eva ni de Adán,
un poema que no hable del mar
ni de la tierra, escrito
una noche, en un surtidor.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Bioy Casares es un petulante. Un comemoscas. Lo único que lo justifica como autor en este mundo es su amistad con Borges. El intelectualoide y el genio. Sábato le da tres vueltas y medias, y cuatro y cinco si le da la gana. Sábato conoció a Oscar Domíguez, y sospecho que el pintor canario lo puso derecho. Gracias a Domínguez, sospecho, Sábato es un escritor de categoría, y Bioy Casares, a pesar de Borges, se quedó en dos tonterías y media, que sólo dan el pego a los idiotas. Viva Maradona, y la Fifa esa sólo merece que el cocainómano la mande a marmarla por ahí. Y al director del TEA, si lo conociera.
Yo no lo conozco, pero ya empiezo a saber de la pata que cojea. Hoy estuve por allí. Otra vez. A ver unos cortos de un canario que la verdad, guárdame un cachorro. Lo malo tiene su gracia, pero lo mediocre ninguna. Había ido a llevar a mi hermana a Los Rodeos porque mi sobrina en La Palma (no eres palma, eres retama / retama mala de triste rama) cogió la gripe, y la fue a cuidar. Y después bajé a S/C y aparque junto a la recova. Como era temprano bajé a los ordenadores del TEA. Descubrí que Anghel y yo estamos vetados en esos ordenadores, prohibidos por... ¿por qué? Democracia, libertad de expresión. Me acuerdo de Víctor, el hermano de Lizundia. Una vez me dijo:
--Eso que tú dices puedes pensarlo, pero no puedes decirlo. La ley te lo prohibe.
Estupendo. La ley no me prohibe poner lo que pongo en este blog, porque después del trato con la Justicia soy cuidadoso y procuro medir lo que digo, pero en el TEA estoy vetado. "Este individuo está prohibido aquí, vaya a otro proveedor". ¡Aleluya! ¡Viva la democracia!
Después de los cortos fuimos, Marcelino y yo, al bar del chino. Allí uno ya conocido, que siempre está hablando de Hacienda y de la enjundia que la parió. Como el dinero está escaso, no fuimos al puticlub de La Matanza, a filosofar con las mujeres del oficio.
El viejo amigo había soñado que Idea le publicaba el Morlou Diesel y las basuritas que está escribiendo ahora. Despertó con una sonrisa hasta que la realidad lo devolvió al sitio donde están realmente su pies en este mundo cane. Y yo le conté que soñe que mi primo David se convertía en domador de animales muertos y que por la mañana desperté con el aullido lobezno de un perro... Despues del bar del chino nos retiramos, él a su Plaza de los Patos y yo a San Andrés.
En bar X (mierda, ya hasta temor me da hablar claro), H me cuenta un chiste:

"--¿Sabes lo que es poesía? --le pregunta uno a otro.
--¿Poesía? La que se llevó a mi hermano y lo metieron en la cárcel.
--Policía no, poesía, poema...
--¿Poema?... el poema es pa sacarlo."

Y la chica del bar me da una servilleta y un bolígrafo, y me dice que escriba:

"Te quiero como a la mierda,
no te olvido ni cagando,
cada pedo que me tiro
es un beso que te mando"

y... Bueno, vuelvo a acordarme de Víctor el abogado... Hay cosas que se pueden vivir pero no se pueden contar. TEA por medio.

martes, 10 de noviembre de 2009

--Cojonudo, salió un programa cojonudo --dijo, en el Sanabria Park, Marcelino, el oyente chavista. Contento estaba el hombre porque Campanilla lo había invitado, por fin, a su Nunca Jamás, y se hacía ilusiones con los futuros polvos dorados de la habitante de la tetera. Y el Alcorcón le plantaba cara al Real Madrid. Lo eliminaba, como agua sucia, de la eliminatoria de la Copa del Rey.
--Los ratones están ganando... Esto hay que pregúntarselo a Lizundia, si se romperá ahora el equilibrio mundial... --dijo.
Pero estoy poniendo el carro delante de los bueyes. La historia comenzó por la tarde, después de ver a mi navarrica en cinemascope y color de luxe, gracias a los nuevos paradigmas de la posmodernidad. Llevé una carretilla con basura a los contenedores sobre el puente del pueblo y a la vuelta comí unas lentejas que hizo mi padre y fui caminando a Santa Cruz. Me ahorré el euro de la guagua. Pasé por la oficina de Orange, pero allí había mucha gente y dejé para otro día arreglar lo de unos malditos mensajes-servicios que me están cobrando, no sé por qué. 20 euros para terminar el mes y esos hideputas cobrando mercancía que no quiero para nada. En fin, nueva carretera de San Andrés. Cuevas de mi infancia, dos lágrimas les debo; fábrica de cemento, Balneario (bella es la ruina, la música del acabamiento), Valleseco, Muelle Norte, Avenida de Anaga... Plaza de los Patos, casa de Marcelino, una cerveza, un café y el hombre arreglando los cristales de la puerta de la cocina. Buen marinero, buen mecánico, buen carpintero, buen filósofo, mejor narrador... y soltero. Comprendo que mi cuñado se aturda cada vez que piensa en Marcelino. Lo dejé con su laboro y emprendí viaje a la radio. Me fijé, por primera vez, en las construcciones lizundianas sobre el barranco Santos, sobre el puente Serrador. Me solidaricé con la estética, en el buen sentido, de mi amigo y compañero de La Puerta de la Sinagoga (terminología anghelical). De hecho, hoy fue el único que acudió. Ramón, mudo últimamente, está averiado como Cristiano Ronaldo. Juan Royo tenía problemas y no pudo ir. Anghel Morales estaba centrado en sus coplas y tampoco fue. Pero nos defendimos bien, según el oyente Marcelino.
En el posprograma, estuvimos un rato en el bar Santa Cruz José María y yo. Repasamos vida y milagros de parte de la hagiografía tinerfeña. En la tv del bar, el Real Madrid no marcaba ni convocando a los dioses de la jungla. En el descanso del partido, nos despedimos hasta el próximo martes, espero que esta vez con los otros interfectos, y con otro José María, el rubio de San Andrés, que quiere que lo ayude a promocionar su Cd de Chubasco en el Ghetto. Chubascaba amablemente sobre Santa Cruz. Llegué a Sanabria Park justo cuando comenzaba la segunda parte del partido.
--Que los ratones se coman el queso blanco augura en el orden mundial una época mejor... Fíjate que los del Alcorcón no llevan el nombre en la camiseta... es un detalle significativo, la metáfora del pobre... Paulino Rivero pidiendo por las calles, Florentino escondiéndose bajo la mesa del despacho... Hay que informar a Lizundia de todo esto, se está alterando el orden mundial... No es una cuestión de fútbol, sino de orden mundial... Es una revolución que los sinnombres ganen a los connombres... ¿Sabes lo que contaba Montaigne sobre el elefante y la vendedora de flores?... El elefante se acercaba todos los días al mercado y ponía su trompa en los pechos de la vendedora de flores... Benditos escépticos, benditos a los que señaló Seneca como disfrutadores de la vida...
--Bueno, viejo, paga tú esto que yo estoy rascado --dije, primero en las mesitas del parque y luego en los bares frente a la Sindical.
El Barça sí que no se dejaba sorprender. Resolvió el partido en el segundo tiempo. Por algo Guardiola es icono de las mujeres de España, en cambio Peligrini (?)...
Me despedí del oyente chavista y me fui pa San Andrés en el coche. Pasé por el Monterrey a echar la penúltima.
--Oye --preguntó Fernin--, ¿de quién es aquello de volverán las golondrinas a tus balcones?
Carmita, la hermana de Fernin, iba de un lado a otro, con un bolígrafo bamboleando sobre sus pechos. Me acordé de Montaigne.
--Ese bolígrafo se está llenando de magia --le dije a Carmita.
--Si algún día --dijo Carmita-- a mí me pasa algo, voy a firmar un papel para que a Jesús le den mis tetas.
--J. J. dijo: manos arriba, y le llenó de plomo la barriga --dijo Fernin.
--Oye, ¿tú conoces al Charasca, el constructor? --preguntó Pedro, el hombre que construyó el molino que está en el bar, debajo de la tele...
Y me despedí de todos ellos, y la noche era una hermosa noche de otoño sobre el pueblo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Hoy programa, sin Juan ni Ramón... a ver si va Anghel y José María (puro fuego la foto en la última entrada de su blog) y trastocamos todos los planes. Necesito unas vacaciones. Mi materia gris está pal arrastre.
Hoy la peli de Cajacanarias, yo me dormí y el sueñó fue otra película, y Marcelino compungido porque Campanilla... Bueno, lo explico en estos adversos escritos en el reverso de la entrada:

El pobrecito Marcelino
navega en un mar de llanto
porque siente con espanto
que Campanilla lo ha excluido
de su lista de preferidos.
Tan compungido se ve
que no deja de beber
para matar su desgracia
y con Li Po hasta Asia
enloquecido se fue

con su destino al revés.
No lo consuela Li Po
que la otra china le dejó.
Listo el poeta que fue
con Marcelino el marino, yes.
Emperrado en Campanilla
no quiso otra chiquilla
y de dolor se murió.
Su destino no aceptó
y se murió en una silla.

Y leyendo luego las quejas de un concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz, y puestos a malversear como últimamente tengo por costumbre, escribí:

"Yo soy muy español", deja
dicho Guimerá, qué luz
de la ciudad de Cruz
sin Santa que la protega,
ciudad que el culo de la pelleja
cagó sin mucho perdón.
"Yo no fui ese nerón
--dijo el rico concejal--
que del nazismo notorio
hizo festín y jolgorio
con camisa azul mahón".

domingo, 8 de noviembre de 2009

Mientras Li Po vigila el rumbo de las dos mujeres cuando desembarcan, sigo navegando en este pueblo (San Andrés) que han calificado de peligroso. Al poeta O. una vez le dieron una patada por la espalda, sin respetar que era del pueblo, y le robaron la mariconera. Quizá se lo merecía, su petulancia era insultante. Sacudí a Chani para que se moviera y le devolvieron el bolso, dinero incluido. Pero la patada quedó ahí, es historia. Como es historia, una historia que todos parecen olvidar, Manolo el cojo ahorcado, de cara a una ventana que da a la muralla. Ese día yo estaba con Manolo y con Chani en el bar de la cofradía de pescadores, y volvimos al pueblo y cuando pasábamos por el castillo, Manolo dijo adiós. Sufría porque su chica lo había abandonado y porque ya no tenía ni un céntimo. Lo único que tenía era salud. Se cuidaba, era un hombre atlético, había dado clases en un gimnasio. Para él el peligro fue la soledad y la pobreza, y se quitó la vida para evitar el peligro. La vida es peligrosa. Pondría aquí lo que escribieron Chinasqui o Roberto Arlt sobre por qué ellos preferían tratar con fueras de la ley, si los textos los tuviera a mano. Pero no los tengo. El caso es que yo también estoy con los peligrosos. Por lo menos en parte. Me agrada la mentira bien contada y no me gusta la hipocresía burguesa. En fin, hay muchas cosas que no me gustan y que tengo que tragar.
Dejé de pensar, saqué a Thor a cagar y luego bajé al bar Castillo. Me sentía desfraudado. Ni los laureles de la muralla me levantaban la moral. Creí, ingenuo, en que las reflexiones de mi vecino de blog y amigo, publicadas en Diario de Avisos, provocarían un debate más inteligente sobre la independencia. Nada de nada. La idea de la independencia está derrotada. Ni Maquiavelo. El gran editorialista es suficiente. Si esa es la batalla por la independencia, adiós camaradas, yo me retiro. Además no soy antiespañol. Mi mujer era española y mis hijas Atteneri y Sibisse lo son. Y si yo pudiera, me iría a Navarra a vivir, por motivos personales. Y además habité 30 años en España, sin que mi independentismo canario me impidiese prosperar, abrirme camino. Volví a mi tierra porque aquí está mi idioma. Pero estoy con Isaac de Vega en su cuento La posesión. Leánlo, merece la pena.
En bar Castillo, Quico Rivero el pescador hablaba de los tiempos de la música de Triana, "Patio", "Hijo del agobio", Sombra y luz"... y habló de Casiopea, y del hemisferio norte, de la Estrella Polar... Y yo pensaba en Campanilla. Ay, si pudiera haber dormido con ella esta noche, y más noches...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Del testamento de Anghel Morales

Anghelito me toca el pito
cuando quedo fuera de juego
y donde dije digo diego,
viva el pito de ese maldito
que versea como un bendito
porque tiene el don el cabrón
de tocarte medio cojón
por no tocártelo entero.
Si muere y no deja dinero
ni deja el culo a un maricón

ni su pinga a mí me toca
en el papel de su herencia,
que tenga el nota querencia,
yo le pido con mi boca,
un potosí de favor,
que me deje con calor
su ingenio de gran poeta
manejador de mil tretas
en su rudo blogspot.com.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Noche mágica con Marcelino. Primero en la zona lizundiana por excelencia, el TEA. Y curiosamente, aquello animado como nunca lo vimos. Sólo faltaban los travestis, con paraguas esperando clientes en los alrededores, intentando sembrar estrellas en la noche. Y el chino del bar de las amantes del emperador, contándonos las historias de esas mujeres que nadie podía ni mirar sin poner en riesgo su vida. Cien era el número que gozaba el gran hombre, en esos otros tiempos y en otras latitudes.
--El 5 es amarillo, y el 7 es negro --dijo el chino, vertiendo en los vasos un Havana 5, y nos contó la historia de Li Po, cuando dos enamoradas viajaban a su encuentro en la misma barca por el río, en busca del poeta, sin conocerse entre sí y anhelando al hombre ebrio que cantaba a la luna y a su sombra.
Más tarde, el coche viajó a San Andrés. Quedó aparcado en la muralla y fuimos a La Tasca. José María el rubio estaba celebrando el nuevo CD de Chubasco en el Ghetto. Él y otro pibe a la guitarra. Gentío por dentro y por fuera. De Las Palmas, de La Gomera... Y una chica de María Jiménez cantaba. Oh Dios, qué voz, qué maravilla. Aunque Chani se empañase en acompañar con voz atronadora, y no había manera de callarlo, y Cristo entre canción y canción gritaba:
--¡Viva Canarias! ¡Viva la mujer canaria!
Y la mujer canaria cantaba corridos, boleros, malagueñas y folías.

Como canaria que soy
no quiero que nadie manche
por donde quiera que voy
el honor del hombre guanche

--¡Independencia! ¡Viva Canarias Libre! --clamó el gentío.
--No me interesa la razón. Yo soy hombre de corazón --dijo Chani.
Y el resto de la noche, que lo cuente el lento Marcelino.

la vampiro disfrazado

Con su cagada podrida
el vampiro adelantado
convencido me ha dejado,
ha dejado convertida
las estrellas de la vida
en verdes moscas de mierda.
Forzó en el cuello la cuerda
al isleño y lo remata
esa embravecida rata,
ese enemigo, esa perra,

que de amigo se disfraza.
Y las gentes del poblado
se arraciman a su lado
y ríen las tristes gracias
del sapo de las falacias.
Y bendicen a esa fiera
de papel. Ay quien tuviera
una palabra de plata
y acabar con esa rata
de una manera certera.






que come de nuestro plato

jueves, 5 de noviembre de 2009

trancadas trompetas

El trabajo publicado en Diario de Avisos de José María Lizundia, necesario contrincante dialéctico, establece un terrero de teoría política idóneo para ir mucho más allá del panfleto y aclarar las ideas. Mi independentismo es emocional, estético como él bien dice, y menos mal que en el buen sentido. Mi contestación a "Fanfarronas Fanfarrias" las he dejado escritas en un comentario de la antrada anterior, debajo de las coplas que me dedica mi amigo Anghel. Poco más puedo añadir, salvo citar a Secundino Delgado, a Nicolás Estévanez... y algunos hechos que pasaron trecientos años después de la conquista, y las cartas que en los años sesenta un tío mío enviaba desde Venezuela, intentando convencernos de que España era nuestra enfermedad, y poco más. Reconozco que, en el terrero político, estoy en parbulario todavía, a gran distancia de mi amigo bilbaíno. Corro el peligro de que sus ideas terminen convenciéndome, pero no estoy de acuerdo con su hermano. El asunto no es arcaico. Es actual.

Recurría Antonio Cubillo, hace unos días, a Schopenhauer, argumento de autoridad, para arremeter contra los insultadores. Antonio Cubillo es un hombre de respeto, y a él y a algunos amigos le debo el fulgor de la conciencia independentista. Pero no comprendo que Antonio Cubillo esté aliado con el gran insultador, el insultador nato, el (he intuido) descendiente del adelantado (no la persona en sí, sino lo que representa esa figura), con una labor que está haciendo más daño que bien a las pretensiones de la independencia.

Decía otro filósofo alemán, el de la voluntad de poder, que escuchamos un elogio (o un insulto) y nos parece vulgar, pero si supiéramos la sutil venganza que hay detrás de un elogio (o un insulto) nos quitaríamos el sombrero. Por otra parte, el insulto (según Borges) es un arte nada despreciable, si se sabe usar.

Y volviendo a Schopenhauer, cito textualmente: "No ven [ciertas personas, no digo cuálas para evitar más enredos] más que lo que tienen delante de los ojos, se fijan sólo en lo presente, toman las apariencias por la realidad y prefieren las fruslerías a las cosas más importantes. Lo que distingue al hombre del animal es la razón. Confiado en el presente, se vuelve hacia el pasado y sueña con el porvenir; de aquí su prudencia, sus cuidados, sus frecuentes aprensiones. En cambio, la débil razón de ... [censura] no participa de esas ventajas ni de esos inconvenientes. Padece miopía intelectual que, por una especie de intuición, le permite ver de un modo penetrante las cosas próximas; pero su horizonte es muy pequeño y se le escapan las cosas lejanas. De ahí viene el que todo cuanto no es inmediato o sea lo pasado y lo venidero, obre más debilmente sobre ... que sobre nosotros."

Valga la reflexión de Schopenhauer para seguir dilucidando sobre las apariencia y las realidades.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

a mi amigo Anghel Morales

Como no puedo yo entrar
en el blog de don Morales
le dejo aquí estas coplas
pa que cure los sus males.

Que venga pa San Andrés
y me invite a El Petón
do mi amiga doña Beba
cocina de lo mejor.

Con vino tinto brindemos
por la gran independencia
con capital en Las Palmas
que lo bonito es decencia,

y al santa de Santa Cruz
que le quiten esa Santa
y a Zapatero le den
esperanzera una manta.

Coplero de lo mejor,
mi don Anghel herreño,
no desespere, usted,
que un día vendrán los sueños

en que nosotros seremos
libres de todo el empeño
y libres de tal España
y pronto seremos dueños

de estas islas gran canayas
donde el canayo gobierna,
se lo digo, buen amigo,
con mi palabra más tierna.

Yo soy independentista
arbitrario tal la lengua,
pero no quiero babiecas
que la bandera mantengan.

Animo, amigo Anghel,
y sea usted lo que es
que si florece la flor
sobra todo el saber.
Digo que la poesía es estremecedora y terrorífica porque últimamente no veo más allá de mis narices, y la única poesía que veo últimamente es la dama de negro. Puro poema de la voluntad del pueblo. Ayer me llamó de nuevo por la noche. Dijo que estaba de incógnito en Tenerife y que quería verme otra vez. Yo encantado, es tan bella, tan hermosa la ruina. En el hotel estaba registrada como C. P. Llegué, subí a un primer piso y entré en la habitación. La señora de alcurnia fue honesta. Me informó de que habían pillado in fraganti al ente que me arregló la deuda y que la cosa volvía a estar como antes. Me informó de que sólo podían embargarme el 30 por ciento de seiscientos euros, y me aconsejó sacar todo lo que tenía en el banco, para evitar el embargo, y que no me preocupara, que en la cárcel no me iban a meter. Pasé la noche con ella, no soy un hombre rencoroso. A la mañana siguiente, rechacé otra vez el cheque y le dije que me dijera un número para jugar a los ciegos. No sé, creo que tiene algo de bruja esa señora, y tal vez acierte. El dinero llama dinero.

Salí del hotel y ya bajaba por la calle del Castillo cuando llamó al móvil el poeta Orlando Cova, para resolver un negocio pendiente. Él estaba en la plaza España, viendo el chorro, extasiado. La verdad, tiene su cosa ese chorro. Luego fuimos juntos a San Andrés en la guagua. Palique normal, el mismo de siempre. A veces tengo la sensación de que el amigo está sordo y no oye lo que uno dice, pero bueno, yo también estoy sordo. En la guagua no seantamos en la parte de atrás, yo al lado de una chica no sé si de Mozambique o brasileña. Leía un premio Planeta, una novela titulada En la noche no hay caminos. Belleza azabache, voz encantadora, con una sonrisa que la recibes y ya no importan las penas mundanas. Me dijo que tenía en la casa todos los premios Planeta, y quería leerlos todos para aprender bien el español. Me acordé de lo que decía ayer mi amigo, vecino de blog y compañero de radio José María Lizundia sobre los premios Nóbel y los premios Planeta. En las antípodas uno de otro. Como Anghel Morales y José María en los terreros políticos. Como El fulgor del barranco y Nadie contó los días exactos . Como... "Oh amigo --pensé decirle a Orlando--, no lo tomes a mal si te abandono para seguir las huellas de otra grata compañía". La bella mujer se apeó en La Dársena pero no me invitó a seguir sus huellas.

Nosotros nos apeamos en San Andrés, hablando de la presentación en el Ateneo de La Laguna este lunes que viene. Su novela y la de Juan Royo. La cosa animó un poco más la conversación. Una de antes de la guerra, otra de después, una con un godo, otra con un moro, etc.

martes, 3 de noviembre de 2009

"Palimpsesto" es una palabra clave en el primer libro, o mejor dicho, cuadernillo que me publicaron, en 1982, Proserpina... "Palimpsestos de la historia común", escribí en ese poemario de una época surrealista. Hoy el surrealismo, aunque ha muerto en la literatura, reina en la vida. Mi amigo Lizundia me ha recordado hoy esa palabra. Lo leí en su blog después de un programa que sí, pero se puede mejorar. Yo llegué cansado y no estuve muy fino para sacarles a los sabios lo mejor de sí mismos.
--Estaba acertado lo que tú planteabas --dijo Marcelino, mientras íbamos al parque a ver el partido Milan-Real Madrid--, pero ninguno quiso entrar al trapo. Incluso Lizundia se refugió en lo que dicen los técnicos...
No, ninguno quiso entrar al trapo... En fin, librarme del puteo de Hacienda me costó energías y tuve que pagarlas. Encefalograma plano.
Ahora estoy con la mente en el evento del Ateneo de La Laguna el próximo día 9. Y en una reflexión sobre la poesía. Hay gestos de Orlando Cova, el llamado poeta palestino, que me recuerdan a Essenin, el poeta ruso que fue amante de Isadora Duncan. "Mis padres no creen en mis versos /, piensan que pierdo el tiempo, / pero serían capaces / de clavarle un rastrillo / a cualquiera que haga daño a su hijo" (traducción libre), y no sé, leyendo la última entrega en el blog de lizundia, me da por sentir que la poesía es estremecedora y terrorífica o no es.

prerradio

Los relojes de la casa siguen con la hora de verano. Odio eso del cambio de hora, pero el odio no es buen consejero. Ni siquiera odio a Franco. Franco, por mi parte, que descanse en paz. No le guardo ningún rencor. Ni a los franquistas ni a los antifranquistas. De hecho, defendí a un franquista, un hombre sabio y con corazón, en un cuento. A veces recuerdo a la mujer con la que perdí el juicio. A veces la recuerdo porque ella se quedó con el ejemplar de una publicación anarquista asturiana donde estaba escrito aquel cuento. El cuentito me costó que los anarquistas me dieran la espalda.
El cuento trataba de una celula de jóvenes comunistas que hacían sus reuniones en un colegio franquista. Al narrador, miembro de la célula, no le gusta nada el desprecio con que alguien trató a su padre. Era la mandamás de la célula. El narrador era el mandamenos, el hijo del guardián del colegio. Los anarquistas de Xixón no me volvieron a ofrecer más trabajo. Me pasó como cuando de adolescente, yo visitaba mucho el franquista Hogar Católico, y después de oír un recital mío, empezaron a respetarme y me nombraron bibliotecario. El primer libro que compré fue unas enseñanzas de Lutero. Me destituyeron del cargo. En fin, quise llevar a Lutero al campo enemigo, para dialogar con él, y no hubo manera. Tampoco los anarquistas supieron dialogar, esperar una segunda parte, cuando el narrador, desengañado de los comunistas, acoge la palabra de Cubillo. La palabra de Cubillo era la palabra de León Felipe...
Pero eso es una historia larga. Me espera la presentación, el día 9 en el Ateneo de La Laguna, la presentación 2 de las novelas, con franquismo como telón de fondo, de Orlando Cova y Juan Royo, junto con mi amigo el herreño don Anghel Morales. Buen momento y buen lugar para recordar el pasado y ver a Agustín, y llevarle ya el pintor asesino...

lunes, 2 de noviembre de 2009

La zapatilla roja en Cajacanarias. Una película deliciosa, ciclo Michael Powell. Chistian Andersen fue un genio. Supo recoger, y superar como nadie, un género para cualquier edad. La peli se lo debe todo. La poesía y la épica trágica del amor.
A la salida, me despido de mi hermana, a quien viene a recoger mi cuñado, cargado de papeles de su instituto de San Matías, y vamos Marcelino y yo a un bar abierto de la calle La Rosa. Por fin el consulado venezolano le dio el pasaporte. Firmado por el Ministerio de la Voluntad del Pueblo. Ni Lizundia podría negarle la vena poética al presidente Chávez.
Más tarde arranco el coche, el clío de mierda que me hizo comprar aquella --siempre hay una tonta a quien echarle la culpa--, y pongo rumbo a San Andrés. Noche de luna llena. Última luna del año celta, cuando se acaba el fuego de San Juan y comienza el fuego del invierno. Luna sobre el balneario ruinoso, luna sobre el cuartel ruinoso de María Jímenez, luna sobre la fábrica de cemento y la dársena, con las ruinosas cuevas donde viví los tres primeros años de esta vida, junto a la nunca suficientemente llorada y desaparecida playa de Los Trabucos. Llego a San Andrés. Cuando doblo para subir por la muralla, veo a Chani en el bar Castillo. Bullicio en los alrededores del castillo. Chani se acerca a la ventanilla del coche.
--Ahí está Beba, que te ha estado llamando toda la noche... Te estás haciendo un traidor... Yo me voy a acostar que mañana tengo que ir a Santa Cruz a ponerme los dientes...
Llevo el rodante hasta la plazoleta, lo aparco y no tengo ganas de meterme en casa. Bajo al bar Castillo. En el banco de afuera, bajo el laurel de indias, están Raiko, el Fatigas y otros. Los pibes me cogieron afecto desde un día que necesitaron ir a Igueste y los llevé a Igueste y los traje de vuelta a San Andrés y Fufo me pasó un trallazo que menos mal que me controlé porque creí que el coche podía volar sobre la inmensidad de los abismos.
En la barra, Beba, Suny y un tío de la montaña, medio pureta, como yo. Y al otro extremo, mi primo David, pájaro acechador. Lástima que no sea un guerrero. Sería un guerrero del acecho. El hombre que está con Beba y Suny quiere que las dos vayan con él a su casa. Insiste. Tiene todas las trazas de un macho desesperado bajo la luna llena.
--Yo me voy con Jesús --dijo Beba--. Vamos a Santa Cruz los dos, Jesús. A La Manigua.
--Muchacha, mañana tengo que levantarme temprano.
El hombre de la montaña sigue insistiendo, desesperado, no le gusta mi presencia. Mi primo me llama aparte y me dice que no sea loco, que me voy a buscar problemas. Tengo que recordarle a mi primo que, por suerte o desgracia, ya tengo uso de razón.
Un loco, que en otro tiempo quería enseñarme a hacer costo con borras de café y leche condensada, y que hace unos meses lo detuvo la policía en la gasolinera de La Ducal, Valleseco, porque portaba un machete y amenazaba a todo el mundo, entra alterado en bar Castillo.
--Jose, dame cincuenta céntimos que voy a llamar a la policía. Acaban de pegarme dos tiros en la playa de Las Teresitas, dos brasileños, sólo porque soy español.
Descolgó y llamó a la policía y mandó al carajo al agente que estaba al otro lado de la línea telefónica, y luego salió al banco bajo el laurel de indias, el banco de las conversaciones, y Raiko le dio un chándal y él se quitó la ropa estropajosa que llevaba encima y se puso el chándal.
--Bueno, entonces vamos a dar un paseo los dos por el pueblo --me dijo Beba.
"Pisando la hierba menuda / feliz como con una mujer", recordé los versos de Rimbaud.
Dejamos a Suny, la alicantina-holandesa que tuvo una historia de amor y muerte con un turco traficante de heroína, en Holanda.
Y en otro banco de la muralla, frente a la sucursal de Cajacanarias, hablamos con Dios y me contó esto y lo otro. Hacía tiempo que no hablaba con Dios, pero en fin, tampoco hace daño hablar alguna vez con Dios. Luego la llevé a la montaña, en el coche, la dejé cerca de su casa.

"Migo eres el mejor. Ciempre estas ahí por eso te kiero aparte de muxas cosas mas... a? Ke duermas bien y ke sueñes bonito", recibí en el móvil. Mañana tengo que ir a Santa Cruz a ver que coño pasa con las facturas del móvil. Espero, mientras tanto, soñar bonito, y mañana en la radio, lo dicho, el amor o la ambición. ¿Qué hacen y qué quieren los escritores?

domingo, 1 de noviembre de 2009

Dama de negro (continuación)

Me recibió con un vaporoso traje de noche sin nada debajo. Unos pendientes de jade colgaban de sus orejas y de su cuello pendía una cadena con filigranas modernistas. Una pulsera no menos preciosa, no menos cara, embellecía su muñeca izquierda.

--Yo soy el isleño, señora --dije

--De hoy hasta mañana al desayuno, quiero que me llames puta... a veces sueño que soy Mesalina o Matahari... --dijo, después de unos segundos de silencio observador, y como dándome el visto bueno.

--Mientras no sueñe que es Judith.

Me golpeó ligeramente la cara. Uno de aquí, cuando le tocan la cara, si no responde con contundencia no vale nada como hombre. Pero hay excepciones, sobre todo cuando se trata de una clienta ilustre, que tiene todo el derecho a golpear todo lo que ella quiera. Consciente de su poder, me condujo como a un perrito al lecho mortuorio.

En su dormitorio todo era negro, colchón negro, sábanas negras, manta negra, mueble bar negro. Sólo su cabello rubio y su piel blanca desentonaban en aquel recinto nocturno. Comprendí entonces los sobres, negros como la muerte, que me había llevado la cartero a la casa de mi padre a lo largo de este año... Año del Buey. Menos mal que yo no soy Sábato. Me hubiera dado que pensar. Pero como no soy ese escritor argentino, me dio por beber. Un ron de cuarenta años. Tardaré en probar algo parecido. Ella se sirvió un escocés con los mismos años.

--Comienza a conocerme --dijo.

--Sé que es usted ingeniera industrial y licenciada en Ciencias Económicas, y que odia a los fumadores.

--Todo eso son superficialidades. Te digo que me conozcas por dentro.

Su vestido había abandonado su cuerpo. Yo susurré en sus oídos ochenta mil veces puta Elen, puta Elen, puta Elen... y cuando amanecía, los pájaros de la noche dejaron de cantar. Después, cuatro o cinco horas de sueño. Despertamos y media hora más tarde estábamos en la cocina.

--Buen servicio... es usted insuperable, caballero. Pídame lo que quiera --dijo, mostrándome un cheque aún por rellenar.

--La independencia de Canarias --dije, pensando en mi amigo Anghel.

--Con la llegada de los españoles --tensó su voz-- pasastéis directamente de la edad de piedra a la del acero, aprendistéis lo que era un carro y a construir casas como es debido, y a fabricar arados romanos con acero templado y a usar a los animales de carga... mejor nos besabáis el culo en señal de agradecimiento... pero --destensó el tono de su discurso-- debo reconocer que vosotros los canarios tenéis algo que...

No la dejé terminar la frase. Sellé sus labios con ese algo que ella decía que tenemos.

--¿Qué número de cuatro cifras quieres que ponga en este cheque? --dijo, después de saborear el algo.

--No quiero cheques, sino librarme de todo esto --dije, y abrí el maletín, y puse delante de sus ojos el contenido de los sobres que, por su graciosa autoridad, la señora de Correos en el pueblo había transportado hasta la casa de mi padre.

--Ja ja ja --rió por primera vez desde que la empecé a conocer--. Mucho me pides, pero te lo mereces. --Y en pocos minutos, mediante una llamada telefónica, cometió prevaricación, cohecho y tráfico de influencias--. Sin el dinero de los delitos, mal se sostiene un Estado... Volveremos a vernos, pero por favor, no me pidas la independencia... sería capaz de hacerte caso, y eso arruinaría mi carrera política.

Le arreglé un rizo rebelde de su cabello rubio y cuatro horas más tarde estaba yo otra vez volando de regreso a Tenerife. Cuando llegué a la isla, llamé a Marcelino para celebrarlo. Fuimos a ver una película-documental en el TEA, sobre lo mal que estaba la Sanidad en EE.UU. y lo bien que estaba en Canadá, Londres, París y Cuba. A la salida nos encontramos con el teaísta José María Lizundia y un amigo, acechando a los antiEE.UU. que salían de la sala de los sillones blancos. Y más tarde... Bueno, más tarde es otra historia, y parte de esa historia ya la contó el amigo Lizundia en su blog.