domingo, 30 de diciembre de 2012

campaneos

Hoy día de fiesta de la narrativa canaria. Diario de Avisos. "El Perseguidor". Eduardo García Rojas hace una lista y comentarios de obras editadas en 2012. El crítico no es sino un lector que razona sus preferencias o no. Eduardo es el más necesario que tenemos. Sus conocimientos y afinidades son un lujo. Tenemos otros que indagan en obras concretas y teorías generales. Ramón Herar, por nombrar a los amigos. Aunque éste tiene menos erudición que el hombre de El Escobillón blog, y es menos fino atinando. Y con menos horas de vuelo.
De las obras que comenta Eduardo García Rojas, en un noventa por ciento estoy de acuerdo con él. Así que me fío de lo que dice en cuanto a las que no he leído.
Lo dicho, una fiesta en estos tiempos de no fiesta.

Al final me llamó Clara, que no lee este blog. (Menos mal, porque si no, me veo cerrándolo.)
Ya me había hecho a la idea de elegir un lugar solitario y llevarme una botella y hacer un poema dedicado a Li Po, pero la oportunidad de estar un rato con Clara no la tengo actualmente todos los días, y noches menos. Dejaré la indagaciones sobre el poeta para después de la cuesta de Enero.

Interesante, también en "El Perseguidor", la entrevista a un novelista cuyo libro poético reciente ha sido descalificado en la red. Un pájaro de esta nación me dijo quién era el descalificador. Es curioso, cuando alguien dice el pecado, uno se interesa por el pecador. En fin, suerte a Ignacio Gaspar con su tetralogía novelística. Pienso que cuatro cuentos de altura valen más que cuatro novelas de medianía. (Ojalá me equivoque)  Pero a estos magos del sur, mimosos como doncellas, no hay quien les diga nada. ¿Autores? Dios nos libre.

(Mientras tanto, este mes viene a la isla mi hija Atteneri y Juan Cruz. Tengo que hacer gimnasia y que me vea fuerte. Y seguir predicando las virtudes del agua fría.)
   

sábado, 29 de diciembre de 2012

antes de irme

--El año pasado hicimos un vídeo... Lo vimos en casa de...  --dice Carlos
--¿Cuándo fue eso? --Mera curiosidad.
En ese momento llega Miguelo, con una chica que nos da envidia, pero llegan al mismo tiempo. No están juntos. Un Miguel estupendamente inspirado.
Estamos en la Tasca de Pedro. Mónica, maestra de ceremonias, asigna los asientos. Buen almuerzo con gente grata. Echamos en falta a Martín. Su ausencia no la puede llenar la presencia de otro amigo. Recupérate, Perla. Y que nos veamos no muy tarde.
*
Doy por terminado el trabajo de estos días que me ha tenido desollándome vivo. Tanto desuello que mejor decido pasar la noche vieja en no fiesta, lejos de todo rebumbio. No puedo pagar lo que cuesta el hotel Colón en Las Américas. Aunque me pierdo la compañía de Fernando, el brujo venezolano. Además huelo fatal. No le haré a Fernando la putada de olerme. Me quedo en casa o me voy pal monte como los locos. A celebrar que ya me liberé del trabajo de estos días: una obra en dos novelas de distinto cariz. La primera, diosmediante, se la llevaré a Ángeles a la Mala Vida, y si Baile del Sol la acepta, que la publique cuando quiera. No aporta nada a la literatura universal. La otra sí que aporta. Y perdona si me pongo bravo. Pero en esta segunda novela estuvieron conmigo los espíritus de Boris Vian, Chéjov y del comandante Morgantani. Es genial. Esta segunda novela (se pueden leer independientes) la reservo, si hay suerte, para Zoo.0. Habrá que buscar financiación y aliados. No sé si Baile del Sol o Aguere. Eso da igual. Y si no encontramos aliados, yo pongo el dinero. Lo busco donde sea. Quiero que salga cuando los animales del Zoo.0... bueno, esto no puedo decirlo. Pero allí, en tal lugar y fecha, me gustaría que estuviera presente esa novela. Está dedicada a JRamallo. Amigo y maestro. El más grande de los escritores con que contamos ahora en estas islas.
 *
Que tengan una noche de encanto todos los que leen estas páginas, y el resto también. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

jueves Malavida

1
Porque eres rico y divino
y de guapura sin par,
te las das de muy divo
en el arte intelectual.

La fortuna es una rueda
y el tiempo lo cambia todo.
Cuando estés lleno de lodo
y quien vos quiera no quiera
verte ni en pintura,
entonces, buen caradura,
pon esa linda pose
que me estás poniendo ahora.

***
2
Mañana es la fin del mundo,
se nos acaba el rebumbio,
nos espera la eternidad.

A ver qué hacemos esta noche?
Yo pongo el vino y el pollo
y un cochino de condumio,

cochino de pelo negro.
Ella que ponga el conejo,
el conejo en salmorejo.

No me lo tengan a mal
si yo prefiero las viejas.
Cuando me siento fatal

y todo roto por dentro,
vieja de forma cabal
me lleva a un óbtimo centro
donde gozo el cobijar.

No la tengo como un negro
ni como la de un alemán.
Mi cartera no es de cuero.

Pero eso qué más da.
Mañana es la fin del mundo,
noche de coger rumbo
a un sitio del más allá.




1 y 2 fueron leídos en el recital de la MAC organizado por Anghel Morales.

Hoy también Anghel --con Rubén Díaz a la guitarra-- me invitó otra vez a recitar. Esos de arriba, 1 y 2, ya están caducos. Si encuentro un ejemplar de Proserpina si viene esta primavera, donde está la letra con que Grupo Salvaje revolucionó in illo tempore la Plaza Toros, a lo mejor, entre eso y Evelia y Bea y Alejandro y..., esta noche en la Mala Vida aparezca otra vez, afuera, en la pared, la araña negra de aquella noche con Sita haciendo fotos circulares...  Araña circular y devoradora.

Por supuesto, están invitadas amantes, amigas con derechos adquiridos, amigas de largas conversaciones bajo la luna, amigas ejecutivas, amigas silenciosas, todas todas. Anghel Morales es un poeta con un gran corazón. Incluso cabemos en él los más feos poetas de este momento, Alejandro y un inseguro recitador

(Gracias Pepe --José Rivero Vivas-- por tu enseñanza crucial la otra noche).

miércoles, 26 de diciembre de 2012

horas bajas

--Anoche me despertó la sed. La casa entera se había confabulado para llenarse de una atmósfera que me producía angustia, miedo y tristeza. Las tonterías humanas, esas frivolidades o dudas con que endulzamos o amargamos los días, carecieron de cualquier valor. Nadie juega sucio, ni limpio. Nadie es un timador de sentimientos, ya no hay sentimientos, pasaron de moda. Y por otra parte, nadie en realidad se divierte. Jugamos a hacernos prisioneros unos a otros. Carcelero o prisionero. Un día una cosa, otro día otra. O toda una vida. Pero el juego se acaba. La angustia secó la frivolidad, el miedo borró los temores, y la tristeza acabó con las cotidianas penas que a veces sentimos cuando nos desplazan, nos mienten o se burlan de nosotros. Nada de eso ya existe. Nadie hace daño a nadie, ni bien... Como si un alma en pena hubiese entrado en la habitación donde duermo. Desperté como si esa alma, abatida de hombros, con los ojos apagados, me estuviera diciendo: "Por favor, no puedo más. Quédate con esto, todo esto, por favor". Y todo esto era esta angustia sin motivo, esta tristeza vacía, este miedo opaco.
La noche anterior, el tocayo Jesús, en el bar de Nally, me había contado la historia de uno que se mató en el puente grande. Por la mañana, el hermano pasó por el puente y vio el cuerpo en el fondo del barranco. Llamó a la policía, y esperó, curioso, entretenido... Y Rosa lloró en mi hombro, con la espalda apoyada en la tragaperras del fondo de la barra, la amargura y desolación que la rodea y su nostalgia de Santo Domingo... Y ahora, después de ver la película del Tea, me encuentro con este hombre que me habla de angustia, miedo y tristeza espritual, metafísica. Es un colega. Vimos la peli juntos. Selva amazónica. Fondo de crítica social. La codicia que no piensa en los hijos que heredarán la miseria. Una puta en los últimos grados de la degradación, es salvada del fango por un pastor evangélico, que se casa con la pobre chica. Ella recibe a un antiguo amor, un fotógrafo, que llega al, y recupera el tiempo en que el sexo era pastel de monjas. Quería al predicador pero amaba al fotógrafo. Al final, al marido lo matan por no saber callar la boca. Culpan al fotógrafo y le sacan un ojo con una pedrada. Etc.
Y luego este hombre que da pena mirarlo, pena normal, no metafísica. Quiere que lo acompañe a tomar una copa. Necesita hablar. Voy a tomar esa copa. Evitamos brindar por nada. Y por la noche sueño que estoy en el tranvía, destino intercambiador, y la velocidad sobre los raíles es desmesurada. Pensamos que el conductor está loco. No, no está loco. Está muerto. Le dio un pronto en el estómago, y murio. Algunos paasajeros intentamos hacernos cargo del gusano metálico. Es inútil. No sabemos como frenar la máquina. Tememos un final nada agradable. Pero gracias a la intervención de bomberos y policías, gracias a dos perros policía,no sé como lo hicieron,  el tranvía se detiene junto al teatro Guimerá. Esta vez hubo suerte.
Despierto y salgo a tomar un café al bar de Ibrahim. Eloisa, una vieja mujer, me habla de su vida. Señor, no veo ningún perro cerca. Hay otros animales... 

lunes, 24 de diciembre de 2012

esta noche nace el niño...

Érase una vez unas fiestas de mierda. Felicidades, felicidades, prosperidad, prosperidad. Ni felicidades ni prosperidad ni pollas en vinagre. La chicas de mis cuenstos preferido, ninguna me dice chaval, joven, ven conmigo a bailar esta noche especial.
Empieza en el mundo una nueva era. A ver si los escritores, como me dijo antes mi amigo el hermafrodita, se dedican a escribir como hombres y no como mariconas que buscan tesis en las universidades y se hacen el onanismo cuando ven su libro en el escaparate. Se me revuelven las tripas, dan ganas de vomitar. Y encima, Blanca Nieves seguro que elige a otro enanito la noche de fin de año. Que lo eliga. Seguro que Mudito es el elegido. Siempre él, el más ingrato de todos, el que va a lo suyo, pero siempre es Mudito en las noches especiales. Y en las no especiales, no sé. A mí hace tiempo que no me toca el número de la suerte en la ruleta del medio del bosque. Caperucita tampoco. Está llorando por la muerte del lobo junto al estanque donde el enamorado animal se ahogó por culpa de las piedras, y encima el cazador salió rana, la tiene chica y no aguanta más de uno. La niña llora por el lobo que no se bañaba. que era un hediondo, pero que supo comerse a la abuelita...
--... esto es un honor, la noche en que el autor de El negro escribió su entrada en mi ordenador... esto es más grande que ir esta noche a un cabaret --salta el capitán.
--Quita la caveza de ahí.
--¿Ahora te vas a poner estrecho?
Me vuelve loco la caveza este Marcelino. Se cree que por prestarme la computadora, está permitido comerme la oreja, así como así, bla bla bla...
--... que ese escote se abra más todavía...
Bueno, a lo mejor si llegamos a la puerta del edificio donde está la fiesta, veamos salir a Cenicienta. El chachi que se quede con el zapato. Nosotros, tras ella, al acecho, con prudencia, inteligencia y energía. Hasta que la veamos otra vez como la yegua aquella del cuento de Chinaski --¿tú crees que ya olvidado, Eduardo?--...
--El otro día leí un rollo de Villena contra los poetas que me gustó. Decía el tío...
Me acuerdo de Villena en Oviedo, cuando... sí, un rollista este novísimo, quemado porque su amigo De Cuenca estaba más alto que él...
--¿Qué hora es, Marcelino? A lo mejor ya está Dr R en la calle del clavelito...
Bueno, pos nada, que los reyes dejen mucho chocolate, del bueno, del de antes del euro y la madre que lo parió.

(última noticia: al Papa le vieron las pezuñas de Diablo... buena señal)
Y este Jueves Alta Poesía en La Vida Mala... Venga todas, las necesito a todas. Tengo un hambre de todas que...

miércoles, 19 de diciembre de 2012

décima con estrambote, y coplas con amigos

A Iván, por La Puerta de ayer


Belladurmiente, que ronco
y despierto soy un tronco.
Blancanieves, que no vuelo
--no saben vuelar los ogros--.
Caperúz me dice lerdo
que no atino cazar lobos.
Ay mis bellas de los cuentos,
ni una me lava camisa,
porque ya no tengo risas
en mis labios que están viejos.

En sus liñas las princesas
tiendan lo que les parezca.
Yo ya no estoy para eso.

***

Juan Royo se va a Lanzarote
a acabar camino largo
donde La Laguna es algo
y el lagunero un algote.

Don Cuervo filosofal,
pasapalabra y pisar,
no sé adónde se va
sus fatigas a cabar.

JRamallo no sé
si esta noche acudirá
a Musidora escuchar
en la calle del Clavel.

Mi crítico ya lo saben:
de Santa Cruz es pasar
sin leer a no sé cuál,
que lo lea quien lo trague.

Marcelino Marichal
hace del Barco una gruta,
no sé si derrota o ruta,
¿qué será del Capitán?

Qué linda es la navidad
si don Alberto Linares
a componer sus cantares
a La Gomera se va.

Detrás de la fin del mundo
me veré con Hosmán
y los otros animales
sin mujeres que contar.

Que cuenten a las mujeres
los que bien sepan contar.
No cuenten con los quereres,
que los amores se van.

Se van como las aguas
de los barrancos al mar,
la mar que es el morir,
morir que es el soñar.

A mi buen amigo don Anghel
dedico estos pocos versos.
Si se enfadó un converso
es porque tiene fiambre.

Fiambre de literatura,
que son letras bien rimadas.
No me venga un caradura
a pedirme ya más nada.

Judío, hijo de moro,
ni poco le puedo dar:
español con amazig,
que es español medieval,
español que lo escribí
veces bastante mal.

A no nombrados les digo:
si le gustó este juglar,
que me pueden invitar
a una copa de buen vino.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Agustín Pacheco

En casa de mi amada hablé de la Ninfa de las aguas mágicas. Como mi amigo José Antonio, también ella es una escritora escondida.
Bueno, como saben, la otra noche me metí en el Bosque Quemado donde la bruja de Andersen me dijo que encontraría a los tres perros, uno de ojos como monedas de 20 céntimos, otros del tamaño del culo de un vaso ancho y el otro como de balones de reglamento. Como saben los que leyeron el cuento, la bruja me dio el modo de amansar a los perros rabiosos. El primero guardaba las monedas de euro y dos euros, el segundo los billetes de cinco y diez euros y el tercero los de cincuenta y cien. El modo cómo pasó ya lo contó Andersen. Y cómo me olvidé del mechero mágico y tuve que volver al Bosque, ya lo saben los que leyeron el cuento. En eso estoy, esperando que abran la puerta del Bosque y entrar a buscar el dichoso mechero.
Mientras tanto leí anoche un cuento del último libro de Iván. Lo tendremos mañana en la radio. Le falta color a ese libro. Me dieron ganas de tener creyones y colorear las estampas de Marianella. Mañana, diosmediante, Juan Royo, el Cuervo y la Serpiente estaremos con el hombre que habló con E. T. Y esta noche, con Agustín Pacheco en el Ateneo lagunense. Curiosamente, estaba antes corrigiendo una cosa que me urge, y en la corrección tuve --porque lo exigía el guión-- que quitar a Agustín Pacheco cuando allí se mencionaba un hotel de trece habitaciones a las que nuestro autor les puso nombres en uno de sus cuentos, publicado en Lunula, en un número dedicado a Gijón. Agustín fue el autor elegido para que escribiese sobre una ciudad que no conocía. Mi amigo conoció algo Avilés, donde hoy llora un niemeyer que ya lo quisiéramos aquí (se lo poedemos cambiar por el calatrava), pero no conoció Gijón. Cumplió como un maestro.
Agustín Pacheco no es un autor fácil. Digo cuando narra, cuando hace cuento y novela. En los artículos que publica los sábados en La Opinión sí es fácil, y a veces hasta no pasa nada si no lo lees. Pero con la narrativa de Agustín Díaz Pacheco sí pasa algo si no la lees, te has perdido algo importante. Es un pecado que la narrativa de los nuevos autores pase por alto a este viejo que prefirió narrar y no vivir de la política. Kafka y Chéjov también están en este autor, no lo olviden. Las noches de Praga y los días de Moscú. Un viaje que esta noche toca un nuevo puerto. En el Ateneo de La Laguna.


domingo, 16 de diciembre de 2012

Nación de pájaros...

Nación de pájaros o desesperación de amanecer.

Entre las preciosas ridículas que alternaban con los poetas simbolistas, y la criptografía posmoderna, no sé qué elegir. Ignacio Gaspar tiene en su leyenda meritorias hazañas. Relatos que no serán olvido, y esa marca imborrable que fue 485 años después del año de la nana, obra que marcó nuestras lecturas de juventud. Por un lado, Ídolos de bruma (de Roberto Cabrera), literatura urbana, y esta obra de Ignacio Gaspar, abrigada en una lengua campesina, de hombre rodeado por la naturaleza en una civilización sin dioses, animada por vibraciones telúricas donde cada acción y cada gesto humano no son pasajeros episodios, sino que forman parte de un ritual animista. Los elementos de la naturaleza son conscientes de ser y dañan y penetran las almas de los actores, los habitantes humanos, siempre presentados con un nombre y un apellido. Provocaba la sensación de que quien escribió esas páginas no es un autor sino la tierra misma que lo habita.
Mucho de todo aquello pierde bastante Nación de pájaros. Aquí, aquella manera de oír las palabras como si hablasen la niebla, la tierra... incluso la casa donde vive el hombre era en 485 un ser vivo que marcaba la existencia y el ser de sus habitantes.
En Nación de pájaros, de todo aquello que mi memoria recuerda de tal modo, no queda sino, en una lectura respetuosa, un mantra --me lo descubrió Dr R ayer en una desierta Malavida--, una función lúdica del lenguaje (función que se le olvidó decir a Víctor Roncero cuando habló en La Puerta de las funciones del lenguaje), donde las palabras se despojan del significado y hacen valer el sonido que provoca el encadenamiento de unas con otras. Lo nuevo, lo que Ignacio quiere incorporar, es --a mi entender-- posmodernidad vacua que se disipa en preciosismo verbal. Sin aventuras, o con aventuras diluidas. Sin embargo, quedan gotas de la antigua lejía (elegía) en estas aguas.
El ejemplar que tengo no se lo he devuelto a Ramón. Cargo de un lado a otro el libro, porque me niego a creer que Ignacio Gaspar nos haya querido tomar el pelo con una machangada. Sospecho que el libro Nación de pájaros o desesperación de amanecer me está planteando un inevitable enigma.  Ignacio y uno tenemos algo común que resolver todavía. Creo que una copia de su novela, una copia que él no tiene, que yo sepa, está ahora dormida en el disco duro de un ordenador apagado. Es suya. En sus manos la pondré cuando arregle el ordenador si Dios quiere.

Olvidé citar un libro, este sí de poesía auténtica: Arbol de fuego..

sábado, 15 de diciembre de 2012

sábado 15

Ayer en la Laguna, en la presentación del libro Nación de pájaros ..., de Ignacio Gaspar, saludé a Luisa Reyes (poco se deja ver) y a Antonio de Lorenzo, mi antiguo y buen recordado profesor de Fonética y Fonología. Lástima que Luisa y Juan no nos acompañase a tomar algo con los otros amigos en la Casa Azul, no muy azul esta vez, donde se me alegró más la noche platicando con José Marrero... Luego nos fuimos serpiente, cuervo y garza del sur a por ahí a picar y ver una casa por dentro con libros tirados. Me recordó una de Asturias, del conde no sé qué, donde un día entramos Roxana Popelka, Pepa Pardo, otro y yo. Roxana había encontrado allí dentro un montón de rollos de película 8 mm (o algo parecido) y un proyector... Bueno, todo esto lo tengo escrito en otro lado. Ganas me dieron de apuntarme en el viaje al Sur. No fue así. Me dejaron en La Maldad. En el sueño de la noche, alguien que tenía mi pinta me visitó y recitó:



Era un diez de Diciembre,
se fue Antonio Cubillo.
No lo mató el exilio
ni el puñal del godo.
Nos lo mató la vida
como nos mata a todos.

Aquí dejó su banot
en el desierto del pueblo,
que lo empuñe noble mano
o que más nunca haya cuento.

En las horas de su entierro
oigo verdad y sentimiento
en el autor Andrés Chaves
(de los Estudios Canarios
este mago sí que sabe).

Entre tanto desvarío
que nos regalan los días,
veo verdad y valentía
en la Cristina Tavío.

Que Alejandro, poeta
ajeno a todos estos
ileterarios pensares,
atine a escribir el verso,
el verso del canto viejo
de las nuevas soledades.


Esta mañana recordé los versos y los anoté, y ahora los copio aquí, sin más premeditaciones. Esta noche nos esperan de nuevo los poetas lunáticos: en El Generador...

viernes, 14 de diciembre de 2012

caballo blanco

Juan sembrador de nubes sobre las cumbres norteñas de Venezuela, Juan rompiendo con su concha el cielo para dibujar en fuego la Mitra gloriosa, el encando divino, el supremo atributo que señala a los peregrinos el lugar exacto del Palacio Encantado,
 (Tristeza sobre un caballo blanco, de Alfonso García-Ramos, Idea)

Sueño con un cuñado que esta vez, en lugar de perros, llena de gatos una casa, todos negros... Así me desperté hoy, con ganas de contar el día de ayer, Jueves 13, entierro del cuerpo de Antonio Cubillo.
La mente se me ha ido llenado de héroes a lo largo de la vida. No sé, puedo ahora nombrar a unos pocos, el Capitán Trueno, el castigado Fideo (al que siempre Goliat lo amarraba a un árbol para que no tocara la lira), Carpanta, Gustavo Adolfo el poeta de vendrán las oscuras golondrinas, Isaac de Vega, Antonio Bermejo... No sé si héroes lacayos de esta ciudad lunar o simples machangos en un país de machangos...
--Cubillo fue un machango --me dice mi amiga mientras cenamos en el chino de..., con otro amigo invitado de piedra que hace que come y no come, hace que bebe y no bebe...
Mi amiga, como diría Antonio Bermejo, habla con el sonido de la verdad. Además en su vida, tuvo que sufrir a alguien machango y abusador, que se envolvía en la bandera de las siete estrellas (no, en el funeral no cantaron bandera tricolor) para tapar con gracias patrióticas sus barrabasadas.
Bueno, como diría Rubem Fonseca, estoy poniendo el carro por delante de los bueyes. Empiezo por el principio.

Me levanté, me bañé... pasé por el bar de Ibrahim. Leí en El Día un artículo de un independentista que mostraba no sé qué desacuerdos con Antonio Cubillo. En los desacuerdos importantes, ya no me caben en la memoria más que los de González Jérez y Anghel Morales. (Y casi secretamente de acuerdo con él pero no lo digo en voz alta, lo que Eduardo ha escrito en El Escobillón). Ya no me caben más. Y entre el afecto al hombre, me quedo con las palabras de Andrés Chaves y la valentía de Cristina Tavío. Casi todo lo demás es literatura, literatura sin el sonido de la verdad.
De los detalles del dia de ayer recuerdo ahora, en una calle de amplias aceras, con jacarandas,  una caja con pinchos morunos, en la acera frente al cerrado Centro Municipal de la Mujer, palacio de Coviella (esta información se la debo a Juan Royo), donde se sebaba un embadurne de moscas verdes.
(--Calle Francisco Aguilar.
--Fue un pintor --me dijo Juan.)
Más allá subo por Simón Bolívar, hasta que que llego a su parte sin salida.
Ya por buen camino, me llama Ramón. No, no estoy en La Maldad. Lástima, empezar el día con Ramón es señal de buen rumbo. Me paro en una zumería llamada Galápago y pido uno de naranjas. Espanto a una de las moscas, que abandonó los pinchos morunos y decidió acompañarme. Paso por Chamberí, subiendo por la acera donde está un puesto de perritos calientes donde una vez estuve Llego al puente del autopista...
--Venga, mi niña, cuando llegues me llamas --se despide una mujer de una amiga.
En este lado de las fronteras de Santa Cruz, el bullicio de coches se nota visiblemente. Pienso en el nuevo cuadro de la tópica vista de las montañas de Anaga y el puerto, con el tramo de autopista, triangulo negro con el vértice superior en una zona áurea. Tonterías. No me quedan ganas de ir con un lienzo a ese puente y ponerme a hacer el toti.
Entro en la zona del cementerio. Paso por el kiosco bar (no sabía que había un bar en el tanatorio, donde hubiera visto a Candido Hernández, Agustín Pacheco y otros viejos amigos). En la música enlatada suena

dejaré mi tierra por ti...
me voy pero te juro
que mañana volveré...

Aprovecho que queda tiempo y busco la tumba de Estanislada Díaz y Díaz, tía de mi padre. Me fijo en la tumba ORAMAS TOLOSA, porque una mujer joven de buen ver parece susurrar una oración, de pie frente a la tumba, con una botella de Fonteide en la mano izquierda. Más arriba otra tumba, con hierros de artesanía, dice que ya nadie la visita. Un teniente coronel de caballería que murió el once de marzo de 1917.
Llego al nicho 767 del barrio de San Jorge.
Pregunto a dos mujeres que están limpiando una lápida dónde está el tanatorio. No hacía falta preguntar. Estaba oyendo su conversación y quise hablar con ellas.
--Ay, de allí vengo yo ahora y casi me da un yuyo... parecía que estaba dormido, con su corbatita, bien arreglado, yo lo conocí en la tele, que iba en silla de ruedas...

En el funeral a quien primero vi fui a Servando. Hacía tiempo. Él estaba a la guitarra la noche de Grupo Salvaje en la Plaza Toros (El Pota a la batería, Toño en el bajo, Ramón con la flauta y Roberto cantando arriba a arriba, arriba iremos, con la misma música que ayer despidió los restos mortales de Antonio Cubillo), el mismo recinto donde años antes Sombrita ganó a Lopopolo.
Demasiados recuerdos en un presente que no admite moviolas.
 --El siguiente paso, como decía Juan Matus, es lanzarse al abismo --dijo Servando.

*
En la Malavida, juré no ajercer más de noticiero. Koliac está previsto más tarde, en enero, me dijo Rubén.
Al final del recital, las tres poetas cantan

al partir, un beso y una flor
una sonrisa y un adiós...

--Qué te parece la canción? --pregunto a mi amigo...
--Una buena manera de salvar un recital.

Lo de la cena en el chino fue después, y después a dormir, tal vez soñar...


 
  

jueves, 13 de diciembre de 2012

"el día que yo me muera / quiero que tú me recuerdes"

No todos los días tenemos oportunidad de despedir los restos mortales de un héroe. Los espirituales --y políticos- comenzarán ahora a reverdecer, como las estrellas de la bandera y también las moscas de la bandera alternativa que inventó La Zurda o quien hizo el diseño de su libro Islas Canallas, vaticino aunque nadie es profeta en su tierra. Y me da lo mismo equivocarme. Quiero creer que la muerte física de Antonio Cubillo marca un imprevisto en nuestros sucesivos días. Se acabó el amaneramiento lírico y comienza la epopeya. Vendrán nuevos héroes, y ojalá nuevos bardos para cantar sus hazañas. Los enamorados que vayan a servir al amor. Otra música sonó en el patio del Tanatorio. Música ausente de todo lirismo. Y Cristina Tavío estuvo allí. Por algo la escogí como heroína en el cuento sobre Santa Cruz que me encargó Zoo Punto Cero. El militante (del PP) Camacho tiene fama de hombre honesto, y yo me lo creo. Es de los pocos políticos, dicen, que muestran que no están en la política como negocio. Pero perdió el oficio de poeta. Una pena. No sé los rumbos de Cristina Tavío, pero el que estuviese allí a despedir a un amigo --a quien le tenía afecto y a quien admiraba como hombre-- la eleva aún más a mis ojos.
Menos elevado que ayer, a mi ojos, está el alcalde Bermúdez. La página que se escribió hoy en el cementerio de Santa Cruz tiene palabras acertadas, de ellas nace la literatura. Letras de Santa Cruz en las que nuestro alcaldeso no estuvo.
Ví a Servando --a la guitarra en otro día memorable, cuando Grupo Salvaje tocó en la Plaza Toros. Vi a L, de Tacoronte, que me habló de los desahucios y que ya tienen calado al que se apunta al protagonismo. Lata del gofio bien vigilada. Me habla de Christian, el hombre fuerte en el caso del deshaucio. Recuerdo una memorable --en la intrahistoria-- partida de envite en la casa de Christian en Tacoronte. Allí estábamos, además de Christian: Pedro, Marcelino, Mauricio... y Koliac. Koliac dijo a uno de nosotros: "Lo que tú hiciste no es bonito ni ético". Y regresó caminando a Santa Cruz.
La última vez que hablé con Kóliac, me dijo que pensó matarme, pero con lentitud, para que supiera lo que es una mala muerte, pero cuando...
De aquellos tiempos de la Voz de Canarias Libre, recuerdo que Kóliac me salvó de que me diesen una segunda cuerada (B. del FLC) y me libró de me atropellase un coche... Como poeta no me dijo gran cosa.
Ojalá encuentre buenos poemas esta noche en el Malavida, con Ruben Díaz a la guitarra.

(También, en el funeral, estuve con José Rivero Vivas, y con su mujer Carmen: con Raimundo Hernández y con su mujer mi hermana, etc.)

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Se fue la sombra,
se fue el cuerpo.
No se fue el hombre.
El hombre es el recuerdo.

Estos versos a Antonio Cubillo, con la seguridad --como dijo su amigo Andrés Chaves-- de que se va a conservar, y bien, entre nosotros. He leído lo que ha escrito Chaves --totalmente en sintonía con el escritor al que no dejan entrar en la Academia Canaria de la Lengua, organismo que ya no sé si existe--, y lo que escribió el tibio Juan Manuel García Ramos y lo que escribió el más combatiente y buen analista político González Jérez. Eso lo leí ayer. Hoy, en Nación Canaria blog lo que escribió Anghel Morales. La muerte del mencey Cubillo, con sus luces y sombras --no era un santo, sí fue un héroe--, hace importante todo lo que ocurre hoy a nuestro alrededor, público o privado. Anghel dice que se alió con Gadafi en ese tiempo. Yo mismo me alié con Gadafi en ese tiempo. Agustín Pacheco me hizo quitar de Telarañas a Gadafi y tuve que poner a un fantástico Rey de África, y se desvirtuó el personaje. Eso ya de igual. esa novela el día de mañana la coge otro escritor, le aplica la alquimia del arte tuneador y seguro hace algo bueno por la humanidad. La estructura es inmejorable. Pero la fastidió el estilo. Hoy sus páginas son escombros. Las que no serán escombros, supongo, son las que mi alcalde ha puesto en distintos lugares de Santa Cruz. De Carbajal y Alemany, dos buenos escritores a lo que por mala suerte aún no he leído. La idea de aglutinar la narrativa sobre Santa Cruz nació, para los que tengan memoria, en este blog. No me doy méritos. Hay ideas que no nos pertenecen. Están en el aire y lo mismo pueden posarse en el techo de mi casa que en el despacho del alcalde Bermúdez. Mi propuesta se inciaba con las novelas Idolos de Bruma (de Roberto Cabrera), Puerto Santo (Juan Royo Iranzo) y Cucarachas con Chanel - realismo punto cero (JRamallo). Lástima que aún no haya leído a Alemany y Carbajal, seguro que los hubiera incluido. (Los puercos de Circe ya son literatura canóniga.) Son los que están. El periódico da noticias de doce lugares donde están esa páginas, y nombra la calle La Noria.
Idolos de Bruma es la más signada en los tiempos de lucha independentista. Ojo, no es una novela pólitica. Es una novela mundo. Quien quiera ver y respirar el Santa Cruz de aquellos tiempos, visite Ídolos de bruma. Tiempos también de Koliac, que mañana recitará en el Malavida. Donde la viuda negra vaticinó unas buenas noches, con Rubén Díaz a la guitarra.
*
Ah, el final de la anterior entrada es el principio de un cuento de Anderson. Ya te lo contaré, pequeño lector.

martes, 11 de diciembre de 2012

Un libro que llevo de un lado a otro tenía que haberselo cambiado a Marlene el otro día cuando fuimos a ver La historia de Pi, película para niñas, en la sala una mujer a mi izquierda alisando un celofán y a la derecha Marlene con dos gafas puestas. La película era cartón piedra con mensaje humano. Me recordó Historia de un naufrago, sólo que esta sí que auténtica, la que le contó el propio náufrago a Gracía Márquez. Este, el naufrago, sin camara al otro lado y equipo de belleza cuidando escena por escena. Regaló la película, pero no la compañía de mis amigas de Laguna y Norte sucesivamente. En el trayecto de vuelta pidió que le alcanzara de su bolso la carátula. Un bolso muy bonito, de cuero negro. Detuve la vista descubriendo lo que una mujer lleva en su bolso. Entre otras maravillas, un libro, Cucarachas con Chanel. Tentaciones me dieron de quitarle la novela de JRamallo y dejarle dentro, como venganza, el llibro de poesía que llevo de un lado a otro como una penitencia. Un libro de poesía de qué bonitas son las mariposas y qué bella la puesta de sol desde mi balcón. A lo mejor, hasta le gustaba el cambio. No creo, pero nunca se sabe. Sin embargo, ya no le guardo rencor por la tarde que me llevó a ver Abubukaka y esa noche no me llevó al baile. Fiestas pasadas donde yo no fui invitado. No puedo estar toda la vida como el hada número 13 del cuento de la Belladurmiente. Prefiero ser el enanito no recuerdo cómo se llamaba de Blancanieves. O el cazador de Caperucita. Ya no me sienta bien el papel de lobo.
Dejé a Marlene la salida del garaje, ella rumbo a su casa y yo a la parada del tranvía. En Las Mantecas subió una vieja muy fea, le colgaba el labio inferior sobre unos pechos que le caían hasta las rodillas. Se sentó a mi lado. Yo llevaba el dichoso libro, arrepentido de no haber cometido el cambio en el bolso de Marlene, y un bolígrafo tachando verso tras verso.
--Veo que eres un buen escritor --otra que me llama buen escritor, prefiero buen hombre, pero en fin, como si me llamaba pinga pelada, no pensé llevarle la contraria--. Pero un escritor tiene que ser rico --dijo--, y yo sé cómo hacerte rico.
Nos bajamos en Cruz del Señor. Ya me había dicho cómo hacerme rico, a cambio de algo. Lo que me pedía a cambio era una ridiculez al lado de tener la cartera llena y vender la vergüenza y comprar voluntades.
--Sí, por supuesto. Haré lo que me pides.
La cosa era sencilla pero complicada. Pero ya llega la hora de permiso en el ordenador y de bajar a la radio...

lunes, 10 de diciembre de 2012

Viva Antonio Cubillo

Lo acabo de leer en el blog El Escobillón. Cubillo murió hoy lunes. Y lloré. De política sé tan poco, que no sé ni para que sirve la política. Cuando niño en la escuela de García Ezcámez fui franquista no sé si porque el maestro me dio el papel del Cid Campeador en una obra de teatro. De los recuerdos de la escuela, los más acádemicos son este y que aprendí a contar con los dedos. ¿4 x 5? Yo contaba con los dedos, cuatro dedos cinco veces. No sé cómo me las arreglaba. No sabía la tabla pero sabía el mecanismo de la operación. Si no hubiese sido por un posterior profesor del instituto que me convirtió las matemáticas en latín, hoy estaría en ciencias exactas y me hubiese dejado de políticas. En el instituto milité con un grupo que dependía de las Juventudes Comunistas (de Carrillo). Cuando apareció la voz de Canarias Libre, nunca Santa Cruz estuvo más habitado y la gente más animada, en pleno movimiento y discusiones. La voz de Antonio Cubillo nos hizo creer en nosotros. En nuestra historia, en nuestra geografía, en nuestros alimentos. Me hice independentista. Lo sigo siendo, independentista fracasado. No compartí el pensamiento de Antonio Cubillo hasta donde pude alcanzar. Como no comparto ahora que se quiera edulcorar la historia y vender guanches de pasarela Cibeles. Joder. Cubillo nos convenció (a unos cuantos, yo entre ellos) de que dejáramos de ser vasallos y recuperásemos el señorío. Esto en lo político, si me permiten decir algo de un conocimiento que no poseo. Sólo me siento, en cualquier caso, capacitado para la política narrativa, hacerse eco de lo que se dice en la calle y ponerlo como verosimilitud dramática. Es decir, Antonio Cubillo me convenció en lo emocional. En lo intelectual, ya procuro convencerme yo mismo, o ver si me convencen, con acertadas palabras y afectuosas maneras. Bueno, todo esto para dejar de llorar. AntonioCubillo, una herencia me dejas. Una voz en mi memoria y haber estrechado tu mano, que cuando llegaste a Santa Cruz recogió de otras un ramo de flores. Ya sabemos por qué llovió tanto estos días atrás. Ciudadano, compadre, Amigo Antonio...

sábado, 8 de diciembre de 2012

jueves malavida

--Deja de perseguir el amor guiado por la polla de un don juan con díndrome de abstinencia.
--Hombre, lo que busco es un amor sin tanta polla, y qué va. No hay manera. Por eso muero por dentro.

Empezó a interesarme la conversación de esos dos tipos en la barra del Malavida. "Muero por dentro" es un libro que me prestó Sita ya hace unos seis meses. El autor es Robert Silverberg. La portada es deprimente. No hay piedad en esa portada. Me recuerda la posición fetal de Tito el otro día cuando perdió el combate.

"Vieja máquina de escribir, vieja embustera, ampárame ahora y siempre".

Me fue tan difícil entonces consolar a Tito como me es ahora la lectura de este libro. Lo abro de nuevo al azar.

"Asqueroso judío sabihondo con la cabeza llena de mierda... durante toda tu vida te has dedicado a espiar a la gente".

Dios, hay libros que merecen la hoguera. Muero por dentro es uno. No sé si otro es Nación de pájaros. Literatura densamente triste, despiadadamente inhumana, críptica. Hace tiempo leí casi todos los libros de Samuel Beckett (¿se escribe así?). Terminé saturado. Llegó un momento en que odié su obra y no volví a leerlo más nunca. Ya lo único que recuerdo, no sé en qué título, es el episodio de un hombre que llevaba varias piedras en los bolsillos y hacía ajedrecísticas operaciones en el uso de las piedras para limpiarse el culo. Calculaba las que ya había usado y las que no. Recuerdo cuando yo era niño en San Andrés que íbamos los chiquillos a cagar al barranco y usábamos piedras para limpiarnos el culo. Pero este recuerdo tiene poco que ver con el del irlandés de Esperando a Godot. Más bien tiene que ver con Las mil y una noche. Un cuento de las mil noches y una donde... Apunto en mi agenda:

Devolver a Sita el libro de Robert y pedirle el cuento de la princesa prisionera.

Recuerdo a Sita la noche que evitó el asesinato de una viuda. Estoy en el Malavida, enfrente a la pared donde la viuda nos cautivó con una danza Zen, asomada a la calle y un tipo desde una ventana diciendo que la matáramos, que era una viuda negra. Y era verdad, pero gracias a Sita nadie la mató.

Malavida. Noche de los jueves. Cada vez la hace más grande Rubén Díaz. Sabe elegir la música y tocarla, y a los poetas y a los cantantes. Esta vez un cantante, muy bueno, y recitando, una chica llamada Imma (si no recuerdo mal), con tres libros en Baile del Sol y yo sin enterarme. Me gustaron mucho sus poemas. Encontrar un buen poema es más dificil que un camello entrando por el ojo de la cerradura. Y también Fernado Senante recitó buenos poemas, e hizo que el local se llenase de gente que no estaba allí (José Luis Piquero, Orlando Cova y Ernesto Delgado Baudet entre los autores que he conocido).

Salgo con Anghel y Bea del local, conminado para un recital el día 20, donde seguramente estaré, si nadie se molesta, junto con Alejandro, Evelia, Marrero... y para la próxima presentación de Nación de pájaros. Estos poemas de Ignacio Gaspar los he leído en todas las estancias de la casa. Al tiempo, encontré un ejemplar de la primera edición de Ídolos de bruma, narrativa impecable de Roberto Cabrera. Por un extraño azar o destino, Ignacio Gaspar y Roberto Cabrera viajan juntos en mi imaginario de letras en este país.

Termina la hora. Hasta otra diosmediante.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿solución?

Amigos que mean fuera de la pota. Enemigos que aburren a las piedras. Pesadillas por la noche. Sueño que ya todo está despoblado --o lo que es peor, poblado de gente extraña-- y estoy más solo que la una. Y que es mejor estarlo. La Academia Chitoski, vacía como la nevera. No tenía gas, no funciona. Puede servir de zapatarero. Nevera de enfriar zapatos para pies fríos. Yo mismo vivo en una nevera, pero no tengo frío. Enciendo las palabras como si fuese leña y cocino las historias. Ayer, después de la radio, con Ramón y Sita viendo escaparates. No me apunté al viaje a Icod. Tengo que ir a Icod. Icod lo tengo clavado en los sueños como una azada en tierra fría, dura y seca. No tengo más calor que las palabras. Cuando me faltan, me abajo al bar de Nalli, a oír a Jesús y hablar con Nalli y con Rosa. Santos todavía no ha traído el Aldea. Vale Arehúcas. No es traicionero como otros de su clase. Y además, no me puedo quejar, con regalos de cumpleaño a cual más práctico. Camisa y pantalón, bolso, almanaque con cuadros de Klee, y Las Sietes Islas convertidas en estampas. Gente amiga se acordó de mí. Pero anoche no tuve sino pesadillas. La casa era una nevera. No tenía frío pero vivía dentro de la nevera. Solo, sin nadie, sin palabras, sin colores ni formas que quisiesen arder. Alberto Linares tiene un cuento donde la casa es un ser vivo. Desperté como si mi casa fuese un ser vivo hostil. Frío y húmedo. Me vestí de cualquier manera y escapé al bar de Ibrahim. El primer café del día, las noticias, el periódico. Después de leer a Chaves y a Peitaví, a casa a darle al estropajo. Mi casa está como mi narrativa, con escombros, escombros que intentan ser un conjunto, un conjunto a veces malogrado. No sé dónde pillar una máquina de quitar escombros, hasta ahora lo único que hago es añadir. Sé cómo construir la máquina, pero no la construyo. Todo a su tiempo. Ahora es tiempo de toda la mañana esperando pillar una llave de mi casa. Menos mal que tenía un trabajo entre manos. Palabras palabras palabras.

La vi bajar a la hora en que el sol alumbra los jardines.
--¿Trajiste las llaves?
--Sí, y el libro --dijo la repartidora del Círculo de Lectores.
Sonrió.
El libro: La llave de los enigmas.
--Firma aquí.

"Un ciudadano se reía del tonto del pueblo.
--A ese le das a escoger entre una moneda de dos euros y otra de cincuenta céntimos, y siempre se queda todo contento con la de cincuenta céntimos.
--El tonto es usted --dijo el detective.

solución en la página 185".

lunes, 3 de diciembre de 2012

de un adulterio a otro

Si fuese hombre con compañera en la vida y no sólo en sus agendas, empezaría a preocuparme. Como ahora no soy dueño de ninguna, alla ellas. Me gusta la que sabe contar, la que no me cuenta milongas. Y a veces prefiero a la más fea. Es la que tiene la lengua con más penetrante sabor. Pero todas vienen y van. Algunas me reservan días y otras me esperan por la noche. Pero duermo solo, y ya me acostumbré. Si me da una fatiga, la paso, y si no me muero, Dios ayuda a quien madruga. Pero a lo que iba. El tema del adulterio lo estaba tratando en una de las novelitas banales con las que me entretengo cuando no tengo nada que decir. Esta quedó en el ordenador al que hace tiempo no es posible encenderlo. Por mi, que espere apagada. No es tiempo de novelas rosas o pornográficas con sus correspondientes engaños. Lo había sido, y ya tenía una lista escogida que me dieran ganas de un paso palante en ese asunto del adulterio o el engaño pueril. Madame Bovary, El túnel, Otelo, Ulisses, un cuento de Nabokov, etc. Me parecía suficiente. Pero el caso es que úlyimamente no me asoma nada a la vista o al oído que no tenga que ver con esas precariedades de otros tiempos. Rojo y negro (la señora de Renal), El corsario de Lanzarote (la bella Bernardina), una que hay por aquí, en la biblioteca de este sitio donde escribo ahora, que va de un tipo que se aburre, y su entretenimiento es vigilar los continuos tapadillos de su mujer. A otros les da por tirar piedras. El caso es que las detalles de la vida son como los de los sueños. Hay que interpretarlos. Que los interprete Rita la cantadora. El interés de hoy se me va yendo para otros lados. Menos escribir y más caminar.

Y mañana martes, si el disparate que nos envuelve no hace de las suyas, estaremos en La Puerta, Radio Unión Tenerife, a las seis de la tarde Ramón y un servidor (Juan se fuga) con Ignacio Gaspar, de quien Editorial Aguere/Idea acaba de publicar el libro de poemas Nación de pájaros.

domingo, 2 de diciembre de 2012

de paseo por Santa Cruz

Arriba en La Maldad dejo una hoja escrita con más reflexiones sobre El corsaario de Lanzarote. Mañana será papel mojado. La novela me dejó la intriga de Mariana, la segunda mujer del ya marqués don AGUSTÍN DE HERRERA. Un joven bueno hasta que se murió su abuela consejera y maestra de su porvenir. Si la encuentro, la contrato para la Academia Chistoski, donde todo es posible menos ganar dinero. La fecha clave en que don Agustín dejó de ser buen hombre y se hizo político, también puede ser el día de la boda con su primera esposa, doña Inés. En medio de esta y de la última, Bernardina, la señora adúltera, a la que le importó poco que se burlaran de su marido, un tímido comerciante genovés, y que este se muriera, con una muerte que me recuerda la película de Torrente donde el investigador Segura le explica al víctima el tamaño de sus cuernos. Los cuernos mal llevados hacen un daño irreparable. Esto le pasó al comerciante genovés. El autor no entra en la pobre alma de este hombre. Algo sí entra en la del morisco que servía de lengua a don Agustín con una fidelidad de hijo. Lengua en el sentido de traductor simultáneo, no de correveidile de un lado a otro llevando cuentos. Yo el cuento que ahora puedo llevar es que escribo en un cíber de General Mola (no sé si ahora avenida Canarias) casi enfrente de la sede del CCN, paradigma de la mentira al ciudadano. No sé si al pueblo. Al pueblo, como es tonto, no hace falta engañarlo. Se lo cree todo. Yo por ejemplo, creo en el alcalde Bermúdez, al que la vaca (periódico El Día) ya parece no querer devorarlo otra vez. A ver cuánto dura la creencia. Mientras la realidad sigue su inexorable camino, la ficción sigue interviniendo en la realidad. Hoy estaba avisado para hacer un papel en la próxima película de ... (daré nombres cuando la película esté ya circulando). Mi papel era el de un hombre fracasado que se ve reflejado en el triste fracaso de su hijo, en su derrota. Siempre tuve dotes de actor. Los mentirosos somos buenos actores. Una vez, en los años setenta, en una obra de teatro que ensayábamos unos cuantos a las órdenes del pintor Fernando Álamo, yo hacía el papel de novio rabioso. Lo hice tan bien que la chica se asustó y la obra nunca se estrenó. Ya no me acuerdo del título. De esta sí. Permanezcan atentos a la pantalla.

A la salida del rodaje, vimos a Anghel. En perfecto estado de revista. Más que del hierro, es un hombre salido del acero.

Un hombre a imitar.