miércoles, 27 de noviembre de 2019

Se han detectado peligros potenciales. 

Internet avisa.

Si los peligros que se avecinan se salen con la suya, adiós. Fuera conexión. Una jodienda porque esta página es el inodoro de las cosas del día. Lo suelto aquí y me lo alivio de la mente. Doy de la mente.

Otro peligro no tiene que ver con esto sino con la fuente de ingresos. Mañana visita obligatoria a la oficina del banco.

Otro asunto que me preocupa es la desaparición de papeles importantes desde... Tengo que volver a buscar. No todo mal pensar es verdadero.

Con la comunidad literaria cada vez estoy peor. Estoy por darle la razón a Víctor Ramírez que señaló que un rasgo distintivo de la identidad de este pueblo es la mimosería. Pero en este caso no tanto el ser mimoso uno mismo (los hay, autores mimosos, pero no es el caso) sino mimar a los congéneres. Acariciarlos y besarlos y obviar cualquier crítica ácida o desacuerdo grave. Te expulsan de la tribu.

No debo de ser hombre de tribu. En el Hogar Católico --principios de la juventud-- me expulsaron de bibliotecario porque el primer paso que di fue comprar libros de Lutero.
De algunas entrevistas de trabajo me expulsaron por no ir con adecuado atuendo.
Me expulsaron de las Juventud Comunista porque en el escrito que me encargaron para Mundo Obrero (no lo publicaron) me entretuve en señalar los defectos de la aplicación del sistema y el futuro derrumbe de la URSS. Me quedé sin espacio para señalar los aciertos.
Los anarquistas del Norte de España me expulsaron porque en el trabajo que me encargaron (lo publicaron; lo leyeron después de impreso) hice un cuento en que defendía a un franquista obrero frente a una infamia de una comunista burguesa.

Y de niño me expulsaron del catecismo porque a una niña rubia que me tenía loco de amor le quité la silla cuando se iba a sentar. Yo lo hice como broma, para llamar su atención, pero a ella no le gustó la broma y el catequista, que sin embargo me admitió en el coro si cantaba en silencio, me expulsó.

Ya menos niño, en el colegio, también me expulsó la señorita Elvira. Recuerdo algo más en relación con ella. Una vez un hombre en la calle me dio para ella una carta encerrada en un sobre en blanco. Me la metí en el bolsillo y en vez de subir a clase me fugué con otros a jugar a la pelota. Por la tarde si fui a clase y le di la carta. Estaba toda arrugada. Me miró mal y desautorizó mi descuido. Para volver a ganar su favor, cuando encargó un dibujo por navidades, yo me esmeré dibujando y coloreando una farola de una postal de navidad. Cuando le di la obra de arte, la miró con desdén y me la devolvió como si le hubiese dado un papel sucio. Con lo bonito que a mí me parecía, con el cariño que lo hice...
*

16.34. Voy a prepararme para bajar al club de lectura. Luego vuelvo.


martes, 26 de noviembre de 2019

Sigo pensando en la dialéctica Libro/Lector. Normalmente es de comunión, a menos que leas por obligación. Porque eres lector de una editorial, por ejemplo. O porque alguien te encarga que leas su manuscrito. En este caso, suele ser el autor.
Pero si no estás obligado, ¿por qué lo abandonas?
Porque la obra está poseída por el espíritu de la pesadez, fruto de la vanidad del autor.
Porque pretende ser una novela y no lo es. Cada capítulo es un cuento independiente y sin terminar.
Porque el autor cree haber descubierto la pólvora, y ¿cómo decirle que no?

No, no has descubierto la pólvora y no has sabido hilar.

Pobre autor.

Pobre de mí.

Yo soy el autor de la obra. Y el lector.

lunes, 25 de noviembre de 2019

10 capítulos. I

"Cuenta la historia como fue", sugirió Sita a Ramón, y Ramón contó la historia como fue y se fue. Ya no escribe en El bosque quemado. Contar la historia como fue a veces es duro y otras veces es arriesgado. Un juego arriesgado. La vida es un juego de naipes, se decía en tiempos antiguos. La vida es una ruleta o la vida es una tómbola o la vida es un tango. La imagen cambia pero el significado es más o menos el mismo. La vida es una tragaperras. Todo depende de si se alinean tres figuras o no. Es un juego basado en el tres en raya. Recuerdo que el que ponía la ficha primero y en el centro era el que tenía todas las probabilidades de ganar. Es como alinear el pensamiento con el sentimiento y la emoción. Esto es la vida y esto es la literatura. Si no alineas bien, vas torcido.

La obra que escribo es mi mujer; la obra que leo es mi amante. Todavía sigo mirando, por si la toco de nuevo, la obra en la que estoy entre 10 lectores. La dejo aquí, le dije al autor. No hay problema, me dijo el autor. Romper el compromiso con el autor no significa romperlo con la obra. Con la obra lo rompes si te aburre, si no hay un imán en ella que te atrae, que te hace habitarla, o por lo menos visitarla con cierto provecho. Hay obras que nacen fuertes y el autor las ahoga con una vanidad engolosinada. Este es el caso. Pero vuelvo al 10.

Está del diez, Sacó un diez, Diez negritos, Diez mandamientos... son frases que indican la perfección o el mayor logro posible. En el sabor de una comida, en el conocimiento de un alumno, en la sutileza del crimen...

y ahora me acuerdo de los diez trabajos de Hércules. Y que en el Tarot, el arcano X es la Rueda de la Fortuna: un diablo astuto en lo alto, un conejo que sube por la rueda y un mono que baja. Cada cual tiene según trabaja y cosecha. Pero la carta del tarot la olvido, no la voy a poner en este juego. A Hércules también lo dejo aparte. Dejaré sólo las tablas de la ley y la novela de Agatha Christie.

La base de la novela es una letra de una canción infantil:

10 negritos se fueron a cenar.
Uno se ahogó y quedaron 9.

9 negritos después de la juerga
se fueron a acostar.
Uno no pudo despertar
y quedaron 8.

8 negritos viajaron por allí.
Uno se escapó
y quedaron 7.

7 negritos cortaban leña.
Uno con el hacha se partió la cabeza
en dos y quedaron 6.

6 jugaron con una avispa.
A uno le picó y quedaron
5. 

5 negritos estudiaron Derecho.
Uno se doctoró y quedaron 
4.

4 negritos fueron a nadar.
Uno se ahogó y quedaron
3.

3 negritos pasearon por el Zoo.
A uno se lo comió un oso
y quedaron 2.

2 negritos tomaron el sol.
Uno se quemó y quedó 1.

Un negrito estaba solo
y de pena se ahorcó.

0 negrito nos queda
para encender el velón.

Cambio negrito por lector. 10 lectores.

10 lectores leyeron el libro.
Sin terminar el capítulo,
uno resbaló,
el infierno se lo llevó.
Y quedaron 9 lectores.

Etc.




domingo, 24 de noviembre de 2019

ático subterráneo

--Ay amor...

Bueno, este diálogo tiene que ir más abajo. Además no es un diálogo sino el mensaje de un hombre con casco solo en la noche escribiendo en el móvil. Después de Ático Subtérraneo la tarde, la noche, la música, el baile, el cuadro, el arroz con ramas de romero, el vino de Arafo... un beso esquimal con Clío, y un beso en los sabrosos labios de... me olvidé el nombre (Freud tiene todo un tratado del olvido de un nombre)... después del arcoiris y del compás del baile... un hombre camina en la calle --vamos a llamarlo Damián--, bajo las tenues farolas, bajo las ramas espesas de los laureles, sobre el puente Serrador, caminando hacia la luz verde de un taxi en la parada. Le pidió diez euros a la Virgen del Condumio. Puede olvidar otras deudas de dinero pero esa no. En el taxi gastó cinco, en Ibrahim gastó dos, y le quedan tres para el lunes. No se queja. La noche es bella, la salud funciona gracias a Dios, y el amor es la imagen mental de una mujer que ha oído pero no ha visto sino en foto. La imaginación la ve más cerca y menos vestida, y los dedos de las manos la tocan y... ay amor, qué bueno eres cuando eres verdadero. Mujer imaginada no muerde. Y eso jode. No sentir los dientes clavarse en el cuello...

Pasa la noche y el hombre pasa del amor a los negocios. Su negocio es la obra que está moviendo. No admite críticas a su proceder. Llama al cliente y le dice que deja el trabajo. Ya sabe el cliente por qué. Diez operarios es un sueldo mínimo para cada uno, a no ser que los operarios trabajen gratis.

--No hay problema --contesta el cliente.

Un no hay problema que suena a ya verás tú lo que baile un peine. Un peine tengo que comprar. Y bombillas para cambiar las que están fundidas y otros asuntos pendientes.
*
Atico Subterráneo genial. Los visitó el genio a los animales, arropados en siete estrellas verdes. Con casco todo el mundo. Por si acaso. Pero Damián dejó atrás la fiesta a la medianoche, se puso nostálgico, estaba nostálgico, porque llovía y ella, la princesa del cuento si esto fuera un cuento, no estaba allí.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Esta vez lo que estoy viendo es un reportaje muy bueno sobre Pasternak y su obra El doctor Zhivago. La tengo por algún lado de esta casa. No recuerdo dónde la encontré.
En el final de la infancia vi la película en el cine Víctor. Me llevó un vecino, aún joven, que vivía por los alrededores del colegio que guardaba mi padre, en el barrio Salamanca. Se portó bien el hombre. Tres años más tarde no tanto, pero esto es otra historia.

Obsesionado con la corrección de una obra donde soy uno entre diez. Señor, ser uno entre diez es no ser nada, estar empleando el tiempo y, mal o bien, el ingenio para agua de borrajas. Ya lo hice hace muchos años con el mismo destinatario del trabajo. Yo estaba lejos. La obra tenía 400 páginas y no sé cuántos capítulos. La leí de un tirón, una semana leyendo. Luego trabajé más días los capítulos, sin otro mérito que podar, sin añadir nada, lo cual alegraba mi trabajo. Los fui mandando al destinatario los capítulos uno a uno. ¿Sirvió para algo el trabajo que hice? Para nada.

Yo tenía empleo entonces en una editorial en Gijón. Además de arreglar textos ajenos los fabricaba, textos distintos a las traducciones habidas, y así el editor evitaba pagar un trabajo publicado por otra editorial. Como eran obras célebres, había varias traducciones. Yo usaba dos y hacía un común denominador, un texto nuevo.

Paro el reportaje sobre Pasternak, paro de escribir y voy a Ibrahim. Noche serena. No se sabe si hace calor o frío. Junto al contenedor una placa de hierro que es un cuadro. Luego voy y si sigue allí la traigo. Wasap de los animales (vuelvo a tener wasap), en pleno preludio de Ático Subterráneo. Qué cascos en esas cabezas. El mío no entona, ay mi madre. Bueno, en Ibrahim dos frases memorables:

--Cuando el marido dice una cosa y la mujer la contraria, malo, muy malo --Ibrahim hablando de un futbolista, otra época.
Me pregunta si tengo ahora mucho trabajo. Cuco es este hombre.
--¿No tienes que terminar un cuadro? --Cuco y maestro actor; lo dice tan serio que caigo y le informo
que no vendo cuadros, que no tengo caché, que es una afición. Y la puta máquina, ya perdí otra vez. Noviembre ha sido un aviso. Deja de jugar. Deja de jugar. Los vaticinios no son como para estar jugando. Ni con la máquina ni con las personas ni con nada.

Viene el invierno. Ha brotado afuera en la tierra una planta de plátano. Será un escudo, ojalá se guarezca, contra los malos tiempos. Contra los malos tiempos, serios negocios. Tratos serios. El eje del dinero en la rueda de la vida se hace valer. El sexo pasa a un segundo plano. Sin tiempo que perder. Y el vino, hasta fin de mes ajo y agua.

--Ahora que tienes trabajo no hay quien te aguante --Martín a... en la escalinata.

Es la segunda frase.

martes, 19 de noviembre de 2019

busco en google UNA PUTA QUE VENGA A VERME ESTA NOCHE, y me sale Retrato de Jennie. Película en blanco y negro. Un pintor que no vende un cuadro. Encuentra a una niña. Por un puente pasean, ella canta. Me acuerdo. Ella cantaba mientras caminábamos por un puente. Se alejó. Ella siguió adelante. Yo retrocedí.


--Sara Bernal vendrá... --dice un personaje.

Él va con un amigo a comer, con dos dólares que le pagó la solterona judía...

--Hace cuarenta años que nadie me decía un piropo --dijo la compradora a su socio.

--Hay en esta niña algo eterno que está en los retratos de antaño. Le doy 25 dólares por él --le dice al pintor cuando lo vuelve a ver.

La niña linda y el pintor... ay Lolita. Pero él no es el perverso HH de Lolita. Hay amor limpio. Sin lúgubre maniobra. Por lo pronto.

Película con corazón.

No quiero seguir leyendo. Una botella de vino es un símbolo. No un pago. El genio tiene 10 lectores y yo soy uno. Qué menosprecio. Me pone a bien conmigo mismo menospreciarme yo,  pero no tolero el menosprecio de nadie más. A veces me entra rabia. Mi madre me crió para ser zángano, un niño adorable y bien alimentado. Ella había tenido una enfermedad en la infancia. Se le infló la barriga. No pudo seguir subiendo pescado a Araya de Candelaria y bajando a Candelaria tomates, papas y otros cultivos. Los médicos no le encontraron cura. La curó un brujo. Yo la recuerdo --entre mil y un recuerdos-- en el picadero del Frigo, nadie quería las huevas del pescado, y ella las llevaba a casa, y nos alimentaba, a mi padre, a mí, a mi hermana, a Carmen, que bajó de Las Llavitas (entre Barrio Nuevo y Los Campitos) y se alojó en mi habitación y yo dejaba mi cama y me alojaba con ella. La amaba. Y a Brigida. Etc.
Y el jefe de los cambulloneros en un tiburón negro paraba a la puerta de mi casa... No, no estoy para que ningún grande de Canarias no valore mi trabajo, porque soy uno entre diez. Eso sí, el vino... afrutado pero muy bueno.

--Estás preciosa  --le dice el pintor a la niña. Mitad de la película.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Dijo una tarde mi amigo Orlando Covas, Dios lo haya perdonado:

--Decía X que la poesía es un bajabragas.

Nunca me gustó X. Se subía en la tarima con su caradura en las asambleas de la Universidad al principio de los 80. Era de un partido socialista que pronto se uniría al PSOE. Publicó un libro de poemas que, tal vez influido por la animadversión que me provocaba el autor (o persona autora), apenas lo hojeé y ya no me acuerdo de nada. Poesía para bajar bragas, supongo.

Luego, con el tiempo, supe que denunció a una editorial porque publicó una antología con un cuento suyo sin pedirle permiso ni pagar derechos de autor.

Otro autor me contó que lo invitó a su casa, a enseñarle no sé qué, imagínate la primera copia de Mio Cid. Cuando se dio cuenta, el tal X le levantó el ejemplar. Se lo había llevado con él. Un robo con agravante de amistad.

Hoy me acordé del sujeto y pensé la frase. Orlando en el bar Acapulco (San Andrés) tenía salidas de gran poeta, poeta verdadero, sin pelos en la lengua, pero lo perdió Neruda, las ganas de hacer una excelsa y explosiva poesía comunista y amorosa... en fin.

Me acordé de un cuento de las mil y una noche. Un poeta encantó a una muchacha con sus versos. La muchacha le reprochó que la abandonara después de lograr el acto poético.
--Mi obligación de poeta es seducir con mis versos, y eso hice contigo, pero mi naturaleza de hombre es ir ahora a buscar a otra que seducir y perfeccionar mi oficio.

(Es probable que Rubem Fonseca, en su cuento La Venus de Botticelli, se alimentara de este relato musulmán.)

Y me acordé del mito de las sirenas. Igual que las bellas palabras son un engaño para follar, por ejemplo, el bello canto de las sirenas era el engaño necesario para tener alimento, carne fresca que comer, marineros seducidos.

Poesía.







sábado, 16 de noviembre de 2019

Imagino el cuento de un asesino que mata no por odio ni por dinero, sino porque no soporta los elogios. Tiene el complejo de la Bestia: "Llámame Bestia, no me gustan los halagos". En todo cuento el autor pone algo de sí mismo (vamos a decir que esto es verdad). A mí me pasaba jugando al fútbol.
Estaba haciendo un partido tremendo (jugaba de central, en la defensa, y no dejaba pasar una) y los idiotas del equipo me empezaron a echar flores. A partir de ahí, no di pie con bola. Los odié a todos.

Es la variación de un cuento, o relato largo, que tengo en la cabeza hace tiempo. En la anterior versión el asesino es un lector de poesía. Y decide matar a poetas infumables que se atreven a sacar sus putos versos al aire. Tenía el protagonista una lista de nombres. En su cerebro: Canarias, que presumía de buenos poetas, y con razón, se había llenado de poetas que más guapos están con un tiro en la cabeza o ahorcados o, vaciado el líquido de los frenos del coche, arriscados por un precipicio. Esta versión era subjetiva, pues dependía del gusto estético del lector asesino. La actual es más objetiva y más drástica. El elogiador, si no es hipócrita, es alguien que te admira y te tiene afecto. Ahí está la gracia: matar a quien te quiere. Para que no te ande debilitando con el puto elogio.

Por lo pronto, como la ley no me permite matar a nadie, ni mi conciencia tampoco me permite más crímenes, sólo podría llevarlo a un cuento, a ese inocente o endemoniado mundo de las palabras, que no incumplan ninguna ley.

Por lo pronto, para curarme en salud, si alguien me elogia por algún motivo, ejerzo una acción contraria a ese motivo, y suele dar resultado; el elogiador cambia de opinión y me deja en paz. Algo es algo. 

A uno le molesta en los demás el defecto que uno tiene. A mí sí me gusta elogiar. A Ignacio, por ejemplo. Hoy estaba dormido, soñando que discutía con Sócrates, y me despertó el móvil. Posma de ruido en un sueño dialéctico. Era él, esperando en la puerta. Cosas nuestras, asuntos particulares. Lo único que puedo contar es la botella de vino, de Arona. Lo demás algo le cuento a mi amiga de la Silla de la Reina, donde nos vemos algunas veces y hablamos de palabras. Metalenguaje. A Ignacio cada vez que lo veo le pregunto por María, de su pueblo, de Charco del Pino. No la conoce de nada. Le describo sus cabellos, su rostro, su estilo narrativo... y nada. No sabe quién es.

Me estoy preparando para dar un paseo. Me conviene. Ahora sólo bajo a la ciudad si hay algo que me interese en serio o quedo con un amigo.  Me interesa lo de hoy en Librería de Mujeres. Tres autores canarios. Uno (una) sobresaliente; otro notable, y el otro no sé todavía qué nota tiene. Los tres están a salvo del lector loco.   

viernes, 15 de noviembre de 2019

Matraquilla política en la cabeza. Pensamiento basura. Llamar tonto a los de Vox es una tontería. Tienen gente estudiada. El Opus está con ellos. Y saben por dónde atacar al enemigo. Creo que la izquierda inventó la palabra "lacra", lacra esto, lacra lo otro. Y fue la izquierda, una izquierda aburguesada, la que reinventó la discusión bizantina. El lenguaje inclusivo. Que atenta contra la economía del lenguaje (por lo tanto contra la economía de la nación) confundiendo el tocino con la velocidad, el valor gramatical con el sexo de la persona. Y la ley de violencia de género, quien la hizo la hizo con buena trampa, está de más. Tuvieron que ser las feministas las que se negaran a esa ley. Los de Vox lo saben. Y además, en otros estadios de la política, saben hacer correr no sé si bulos o noticias que les interesa hacer correr, que un emigrante no paga luz y agua y a uno de aquí se la cortan por no pagarla. No son bobos. No los llames tontos, no sea que el tonto seas tú.

El abrazo del oso, he oído decir del que mostraron Pedro y Pablo. Puede ser. Pero mejor así. Aunque me temo que lo importante, la gestión adecuada de la basura y la derogación o reformas de la ley de los trabajadores, quedará en compás de espera. Y tendremos lenguaje inclusivo hasta en la sopa. Aunque no sea lo mismo De Abogado que De Abogacía. Y en vez de una ley que regule la prostitución, una persecución que significará mayor control mafioso sobre las mujeres --y hombres-- que ejercen el oficio.

Y un poeta al que lo dejó la novia porque ya no aguantaba los mil y un verso que le recitaba todos los días y sus noches, ahora me los manda a mí, los versos de amor. Piensa que voy a interceder por él para que ella otra vez vuelva a sus brazos. Ejercer de celestino. Y pagar la cama. Mucha poesía pero poca cabeza tiene el hombre.
Sabe que la ex --ya es ex-- me mira con afecto pero no con pasión, no tiene compasión de mi pobre necesidad de comer lo del pulpo; no es mujer de dar limosnas. El poeta cree que no tengo posibilidad de alcanzar el cráter. ¿Qué puede lograr un viejo jorobado con una venus? Joderse y no joder. El poeta de marras no ha leído a Rubem Fonseca, el cuento del jorobado que las conquistaba hablándoles de poesía, a la más bella, a la mejor esculpida, a la más brillante. El cuento termina mal para la que se deja llevar por el infame jorobado. De hacerle un favor, porque le ha enseñado lo que es la poesía, pasa a quedar cautivada merced a los atributos del seductor. Pero él, en cuanto ve a otra bella pasar, la deja y se va con la otra a hablarle de poesía.

En fin. Imaginaciones de narrador brasileño.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Ya pasó el tango y viene el bolero. Cortejos de amor. Mejor con dos mujeres a la vez, o con dos hombres si eres mujer heterosexual. Uno que camina contigo en la vida y otro que se esconde para alegrarte el camino. En los antiguos tiempos la mujer de Lanzarote podía tener cuatro maridos. Uno hacía de zángano mientras los otros tres trabajaban la tierra y el ganado. Se iban turnando, uno por cada estación. Pero eso eran tiempos antiguos. Cuando la cabeza (la inteligencia), el corazón (la intuición) y el coño o la polla (el instinto) estaban en armonía con la naturaleza de la tierra y del cielo.
En el lado contrario está la lujuria, la gula del sexo. Ahí no hay orden ni concierto sino emociones que arden y luego son cenizas, instinto dominante. Malas consecuencias.

El ideal sexual, una costumbre alimentadora, una costumbre que se hace ley, no existe hoy. La solución del adulterio (si hay casamiento o compromiso) exige la intervención de la inteligencia, la estratagema del engaño. Está de una manera deliciosa, en la que la mujer muestra su poder de seducción y su arte para engañar a un marido que se lo merece, en El celoso extremeño de Cervantes.

La pornografía es un género denostado. Como si Sade no fuese pornógráfico, o Bataille con aquella misa negra donde dos niños que están aprendiendo le cortan los cojones a un cura y los ponen en la copa de vino consagrado. Pero la literatura maligna está hoy mal vista. Esta época agonizante necesita profetas del bien que saquen a la humanidad del lodazal. Y los profetas no aparecen.

Hoy me detuve en un cuadro. La esposa del pescador y sus hijos. En el cuadro se ve a una mujer, con ojos nostálgicos, en la orilla del mar sosteniendo a dos niños pequeños en sus brazos. El salto de caballo me llevó a otro cuadro que vi también en pantalla hace poco. El sueño de la esposa del pescador. Ella está desnuda, acostada a merced de un pulpo que le come el alma y otro pulpo más pequeño que le besa los labios, un pulpo pequeño que le dice a la dama:

--Ay, ay, cuando papá termine yo también quiero meter mi ventosa y chuparte un poco más...

--Te chuparé magistralmente aún más, aún más... --el pulpo grande.

Ella:

--Pulpo odioso, tu boca y tu ventosa me hacen perder el aliento, ay, ay, así, así, así me gusta, ah...

Cuadro de líneas deliciosas rodeado de literatura chabacana. Excelente contraste.




miércoles, 13 de noviembre de 2019

y un rayo misterioso, luciérnaga furiosa... el día que tú me quieras...

No había descubierto que se puede escribir aquí con tangos sonando en el telón de fondo.

la vida es un cuento,
la vida es un tango
y quien no la baila
es un machango

solía decir mi padre, que cantar no sabía una nota, como yo, pero le salía solas las coplas vulgares, como a mí

Después de Gardel viene otro. Canta peor.

Fuiste compadre del engaño y de la vida
y hasta comadre del fervor y la pereza....

las nostalgias en mi alma hacen su nido
cuando tu canto nace al sol de un bandoneón

Mejor esta voz que viene ahora. De mujer: Ada Falcón

cuando temblando mi amor primero
y todos los años tus flores renacen...
y así sé que hay que fingir para vivir

y todos los años tus flores renacen
porque ya no vuelve mi primer amor.

Y ahora otro, voz de hombre otra vez

Caminito que lindo pasaba
desde que se fue
triste vivo yo
Caminito que feliz recorría cantando mi amor,
caminito amigo, yo también me voy...

Suena el bandoneón

no hay portera ni vecino...

Te siento mujer de aire bailando ahora aquí, con pasos girando siempre hacia la izquierda, en contrapunto con el tiempo

que en la última farra de mi vida

yo me emborracho por ella
y ella quién sabe qué hará...

Voz de mujer otra vez. Libertad Lamarque

... y yo
jamás la podré olvidar...

y aunque parece que el cuerpo languidece...

quién sabe si supieras
que nunca te he olvidado


martes, 12 de noviembre de 2019






Televisión del bar. Aventuras de la guardia civil de carreteras. Tedioso programa. La vida y la muerte sobre el asfalto. El móvil no tiene batería y no me entero de los resultados electorales. Un perro lanudo se acerca, pone las patas en la silla y me saluda. Las mesas que estaban fuera las meten para adentro. "El guardia se hace cargo de la situación pero el asunto es muy grave". Dejo de mirar la tele, le pregunto a la mujer del bar si están cerrando. Me dice que no, sonriente. El marido es el que no sonríe.

--No quiero ver a ninguno de esos políticos, manada de mamones, pónganse todos a trabajar --gruñe el hombre, pinta de chimpancé. La mujer es más parecida a una jirafa. Ella está iluminada. Él está apagado.  No tiene fuego, ella sí. Le pido fuego y salgo a dar una vuelta por la plaza.

Subo con intención de volver adonde me dejó Ramón, las calles desierta. 50 metros de empinada cuesta que me costó subir y en vez de seguir a la izquierda, por camino llano, seguí subiendo, extrañado de que la cuesta fuese tan larga, y el caso es que ahora la subía como una cabra, casi saltando, y más arriba vi una puerta abierta con luz dentro de la casa y la curiosidad me acercó a la figura que estaba en la puerta. Una mujer de edad, una anciana con pañuelo violeta oscuro en la cabeza.

¿Chito?, ¡Chito!...

Extrañado me quedé. ¿De qué me conocía la señora que estaba en la puerta?

--Chito, chito, ven, por dios, no te vayas

Paré de irme.

--Ven

Fui.

--¿No te acuerdas de mí?, yo era la que le llevaba el mejor pescado a tu madre, yo lo escogía porque sabía que tú ibas a comer ese pescado.
--No me acuerdo, señora, pero ya he cambiado...
--Conservas el mismo... Voy a hacer un café.
Hizo el café. Lo comencé a sorber con temor pero estaba tan bueno que perdí el temor.
La anciana me enseñó un sobre, procedente de Venezuela, que no había abierto. La carta había dormido dentro del sobre unos cuarenta años. Me dijo que lo abriera y le leyera la carta.
La leí.

*

--Ven a verme en la fiesta...

Me besó la frente. Descendí la empinada cuesta sin dificultad, casi sin usar el bastón. Hasta que llegué a la plaza, donde aún estaba abierto el bar Las Nieves.
Cuando cerraron fui hacia la parada de la guagua, esta vez sin equivocarme. Yo llegando a pie y Ramón llegando en el coche. Nos acercamos al centro cultural, lugar donde votar, animado de gente, la tele dando los resultados de las elecciones, excelentes sardinas y buen vino.
Ramón en animada conversación. Ya lo tienen como del pueblo.
Un hombre ya trabajado, apoderado del PSOE, oye las declaraciones de Pedro Sánchez.
--Yo soy del PSOE desde hace cuarenta años, y aunque soy analfabeto sé lo que hay. La cosa está turbia.

Regresamos. Desde lo alto, a un lado de la peña del León y la Calavera, paramos a hacer una foto. Taganana la nuit, la tituló Ramón en recuerdo de Pimentel.


lunes, 11 de noviembre de 2019

El cuento de hadas no tiene piedad ni contemplaciones. Cuanto más antiguos, más bestias. Y el lenguaje narrativo es esencial, todo es pertinente en el lenguaje, no hay nada que estorbe.

Esta semana empecé a pensar en el de Caperucita. En la relación de la madre y la hija. Lo relacioné con otro cuento --no en el canon de las hadas-- de Yourcenar. Este es de una viuda que recibe a escondidas por la noche al asesino de su marido, un hombre que vive oculto en el bosque. Un día el pueblo logra atraparlo y ajusticiarlo. Lo matan. Alegres de su hazaña van a darle la buena noticia a la viuda. Y la viuda, hipócritamente, agradece lo que hicieron. Pero por dentro la maldición que les echa es terrible.
En el de Caperucita Encarnada, lo que imaginé es que la madre de Caperucita la manda a casa de la abuelita para que no esté por los alrededores cuando la vaya a visitar el hombre que le alegra el día. El lobo es un laja, un pendenciero ensatirado que se tira a la abuelita y se tira a Caperucita. y el cazador el que salva a Caperucita de la mala vida que le va a dar el lobo. Lo que vendría es continuación no escrita. El cazador, que es el hombre que va a visitar a la madre, no deja de saber que ya Caperucita es una mujer. Incluso puede estar anunciado el nuevo enamoramiento en el cuento ya escrito: el cazador mata al lobo por celos.

Hoy estuve trajinando la cabeza con el de Belladurmiente. En una tesis que encontré buscando información se dice que los cuentos de hadas responden a un canon patriarcal:

"Los cuentos de hada clásicos imbrican un logocentrismo fundamentado en binarismos reduccionistas  (masculino/femenino, activo/pasivo, razón/emoción, cultura/naturaleza, etc.) que en su jerarquía relacional privilegia al hombre y sustenta el sistema patrialcal".

Mi madre, el doctoral estilo. En fin, seguiré hojeando la tesis. Pero no veo yo en Belladurmiente el patriarcado. La cosa comienza con una madrastra que anula al pobre padre de la niña y luego, cuando la niña comienza a tener edad de mujer, la cólera de los celos delatan a la madrastra. La niña huye y lo pasa muy bien con siete hombrecitos cada cual con su defecto y su virtud. Pero el que la despierta a la vida es el que sabe besarla bien, el que la saca del sueño provocado por la manzana que le dio la madrastra.

En fin, lo único cierto es que un cuento de hadas hay que empezarlo con érase una vez hace mucho tiempo...

Cuento de hadas fue el viaje ayer con Ramón a Taganana. Quizá lo cuente.

sábado, 9 de noviembre de 2019

La mala racha ha fastidiado los buenos propósitos. Comprar cartera nueva, nueva radio y nuevo despertador. A la cartera mora se le desvaró el hilo, la radio no funciona y el despertador tampoco.

Ayer hablé con un colega sobre la vida y la literatura. Quedé con él en la plaza de Ibrahim, y vi en el móvil que eran las cinco y media pasadas y me extrañó ver Ibrahim cerrado, la puerta metálica luciendo plateada en lo alto de la escalinata. Ni me acordé que tengo el  móvil con la hora peninsular, como el filósofo Muguerza cuando estuvo dando clases por Tenerife. Perder el control del tiempo, del dinero y del ruido del mundo está bien si vives fuera del mundo, si no, es una jodienda, o una insensatez.

Insensato vivo. No bajo a Hacienda a cambiar la dirección. Hace tiempo recibí una carta, sobre la pensión, a la casa de San Andrés, y me avisaron tarde. Así que tendré que pedir número a los burócratas que mueven eso. La residencia también tengo que cambiarla. Llega el invierno.

Hablamos de Candelaria Villavicencio. Su poesía la visualizo como un remolino que fluye hacia un fondo oscuro, y al otro lado de esa circular negritud, se unen todas las palabras en una. Hace ver lo que hay más allá de lo que es aparente. Poeta mayor Candelaria Villavicencio.

Tema más general con mi interlocutor fue el amor. Terminé diciéndole que yo había mandado al carajo el amor. Frase efectista y que te puede sacar de un apuro en un debate, pero mentira. Como todas las frases efectistas. En el feibu ha corrido estos días una de Camus, un hombre que sabía pensar: "Que no te ame quien amas es una desventura, pero la desgracia es no saber amar".

Hay un poema de Kerouac que lo recuerdo en esencia desde que lo leí en lejanos tiempos:

El peso del mundo es amor.
 Obsesionado con ángeles o demonios
no se vive sin sueños de amor

Es casi lo mismo que le dice el doctor Vigil, su amigo, al cónsul en Bajo el volcán, creo recordar que en la escena donde los dos amigos están frente a la Virgen de los Desamparados, la de los que no tienen a nadie:

--"No se puede vivir sin amor".

Bajo el Volcán comienza, capítulo 2, con el cónsul bebiendo en una cantina, pensando en Ivonne, obsesionado de amor amargo con Ivonne, y ella regresa después de haberlo dejado solo. La bebida o la fealdad del mundo, y no poder olvidar que su hermano lo engañó con su mujer, lo ha vuelto impotente. Su amada regresa pero él ya no puede amarla. En el capítulo 12 sufre una eyaculación enfermiza con una prostituta, en el Farolito, lugar de mezcal, y luego, por fuera del local,
un puercoespía le pega dos tiros y el moribundo se ve caer al fondo de una barranca infestadas de perros muertos.
--Hacedor de tragedias --llamaba el doctor Vigil a su amigo. Un hombre, sospecho, que de haber estado bien dispuesto a dejar de pensar en cómo follaron su hermano y su mujer, un polvo asilvestrado, sabor de fruta prohibida, seguramente no hubiera perdido a Ivonne. Pero el amor posesivo, el querer ser ante la mujer que amas el más dotado (y no serlo), lleva al desastre. El autor, Lowry, sufrió el caso y no lo superó. Había hecho con Bajo el volcán no sólo una máquina que funciona como la de un reloj, sino una profecía, no sólo de su vida personal sino del mundo. Un reloj que da la hora en la casa de los locos. Estuvo Lowry en una casa de locos. Su novela más corta, y más sobria, la escribió (el primer borrador) en ese sitio.

Tengo que preguntarle a Marcelino en qué libro están estos versos

El reloj que da la hora
en la casa de los locos


Y mientras, el amor al carajo. Desde ahí se ve todo con más amplitud.


viernes, 8 de noviembre de 2019

--No quiero llamarla, porque descuelga ese burro, ese animal --el cuñado-- y no tengo ganas de oír sus becerridos... ¿Sabes? Un día intentó propasarse conmigo. A mi casa entran hombres, el butanero, el fontanero, el electricista y... y tenemos bromas pero ninguno ha intentado... pero ese animal se creyó que todo el monte es orégano.

--Olió tu aroma a hierbabuena y no pudo resistir el desconsuelo --le digo.

La señora dentro a la puerta de su casa, sentada en un sofá que le permite ver lo que pasa en la calle, o mejor dicho a quienes pasan por la calle delante de su puerta. Yo suelo hablar con ella un poco más allá de la cortesía desde que me quiso indagar qué tratos tenía yo con la señora que vive con la hermana triste y el cuñado animal que se quiso propasar. Su mujer, la de este cuñado,  está ahora ingresada.

--Tiene anemia y mala respiración, por eso la tienen ingresada.

Me informa. Me despido y me acerco a Ibrahim. Escalinata tranquila, con Miguel, el hombre de los perros, en una silla sentado, mirando la agradable llovizna. Me agradan las historias que me cuenta. Cómo le habla a los perros, que lo entienden todo, lo que hacen, el distinto carácter...

--Había un gato, que esos son más inteligente todavía que los perros, que... --interviene otro que conozco y tengo normal trato pero aún no sé su nombre.

Regreso a casa entre la posma (palabra y realidad importante en la literatura de Ignacio Gaspar), y la señora del sillón, con la que ya tengo un trato conversacional, me detiene para seguir hablándome de qué cosas hizo el burro que quiso propasarse. Los cuentos para niños empiezan así. Son versiones imaginativas de los relatos corrientes en una experta criticona (o criticón). La mejor literatura nace en las malos lugares, en lugares donde la palabra no tiene consideración con nadie, sino al contrario. El personaje interesante y pertinente es al que se le puede sacar a gusto el cuero. Si la narradora sabe narrar, me encanta oirla. Es el caso. Me ilustro además.

*
Pienso en El jugador y en El hombre del subsuelo (novelas de Dostoievski). La culpa la tiene la máquina tragaperras de Ibrahim. Creo que le han cambiado el algoritmo. En la zona de bonos tarda en dar premio, y cuando da un mysterio el premio es de poca monta. Es preferible no subir a bonos. A menos que un jugador anterior haya jugado veinte bonos y no haya sacado nada.
Perder intuyendo que vas a ganar es una jodienda, pero es una idiotez (y más que ludopatía) jugar intuyendo que vas a perder. Este es motivo para no jugar, y menos cuando lo haces por necesidad ("quien juega por necesidad, pierde por obligación").

Sigo jugando. Y con fuego.





jueves, 7 de noviembre de 2019

Cuando estoy con los animales, en comelona, Casa Fela esta vez, me dan ganas de ser rico, el padrino de la mafia; hay materia prima y energía para moverla. Atico 13. Que a partir del día 23 será Ático Subterráneo. Entrada 15 euros.

--Dile a Juana si quiere comprar una --dice el dragón Pepe, con la croqueta de morcilla dulce a media altura--.  Que venga vestida de diabla.

Me pregunto ahora cómo será el casco del diablo. Es obligatorio llevar casco. El mío me le dio Olivia, sobrina hija de mi sobrina mayor, el otro día en San Andrés.

En fin. Buena cena en casa Fela. Una figura de Botticelli la mujer tigre, espléndida con el vodka con oro.

Días de otoño espléndidos.

Todos somos de lo peor. No tires piedras contra nadie.

Muñecos danzantes en la noche de otoño donde una prostituta, Dios la bendiga, le da una limosna a un pobre.

martes, 5 de noviembre de 2019

Del recital en Las Caletillas lo mejor que me llegó, lo que recuerdo con cierta intensidad, es Beatriz Martín. Empieza a afinar su vodevil sensual, ya no son artificios del deseo sino renuncia de lo deseado. Canta para esconder la penumbra de un drama. La sensualidad de la imaginación vuela sobre un camino seco.
 En cada época la poesía busca su discurso para romper con la verborrea bienintencionada. Sin caer en el cinismo, en Beatriz, sino en la inocencia. No sé cómo decirlo, su poesía está en un lugar en que la voz de una niña de 14 años es a la vez la voz de una anciana. En medio, la penumbra, el destino humano.

*

lunes, 4 de noviembre de 2019

El zigurat de las novelas quedó en el olvido. Lo traslado ahora (en el mundo de las ideas) al cuento. El cuento impecable. En Canarias, en mi memoria están La posesión (Isaac de Vega), La fiesta (Antonio Bermejo), La mujer y el pájaro (Ignacio Gaspar) y uno que está, no recuerdo el título, en Ensalada de Canónigos (JRamallo) y otro en Retrato de Marlou Diesel (Marcelino Marichal). Gregorio Duque me nombró, cuando hablé de esto en facebook, dos cuentos de Víctor Ramírez, pero no los he leído.
La relación con los cuentos universales (es un modo de hablar) la tengo localizada en el caso de Bermejo (El artista del hambre, de Kafka) y en el de Gaspar (Macario, de Rulfo).

Estos estarían en el techo del zigurat. Pisos más abajo hay cuentos loables pero no impecables. Materia para la transformación. Si te fijas en el transcurso de la historia, los más sensatos autores  (muchos anónimos) se alimentaron de obras precedentes y las transformaron. El transformador que supo hacer su oficio, ese dejó la obra en la posteridad. Imagino a un Kafka aburrido y obligado a custodiar los millones de folios que yacen en el Registro de la Propiedad Intelectual.

*
Mi amiga virtual estima mi escritura, como mi amiga del Rincón de la Reina estima hablar conmigo. Es un adelanto. Me acuerdo de una mujer judía, que conocí en tiempos de badoo, que cuando nos vimos me dijo que yo parecía otro, no el que le escribía cartas por correo electrónico. Y recuerdo también a otra mujer, vikinga, que viajó a Tenerife a conocerme y cuando me vio en el aeropuerto, adonde fui a buscarla, se le cayó el alma a los pies. Menos mal que luego atiné a levantársela, el alma. En fin, loro viejo no aprende idiomas. Pero sí puede aprender a afinar el que sabe. El lenguaje de lentejuelas del vodevil era lo que más me gustaba, y mi aspiración infantil era convertirme en un charlatán de feria, por eso me sedujo la poesía y me dio por ahí. Hoy ya no intento seducir. Ni intento amar, aunque esto es más complicado.

Su obra mágica la tengo junto a mí. Cerrada. La perla escondida.


En el recital sin nombrarla declamé unos versos que le hice. Casi nadie entendió nada. Sólo la mujer que salió al final y cantó a las mujeres kurdas me oyó. Como yo la oí a ella.

domingo, 3 de noviembre de 2019

También hubo cosa buena en el recital de ayer. Pero si vas a una boda y en el pastel aparece un pelo, no hablas de lo bueno de la tarta sino del pelo. En fin, para que las cosas funcionen hay que aprender a que la vida son pelos. Lo que no perdono es el vino malo.
Entre lo bueno, una mujer que salió al final, y cantó a las mujeres kurdas. Cantaba bien y llegaba. Elena Martín.
*

De una novela mágica aparto el polvo que daña el cristal transparente. Novela con la magia de Cunqueiro pero con estilo africano de bebedor de vino de palma. El movimiento de las palabras debe alimentarse del movimiento de los astros. Cuando pierde  de vista la geometría del universo, se estanca el cuento, y se marea la perdiz. Ese es el polvo que cubre el cristal donde se ven maravillas. Mi trabajo es el de un relojero que ajusta el ritmo y la armonía. No es broma. Pero el vino, en este caso, sí es bueno. Da vida.

Y de otras historias poco. Ramón al final no llamó.
*

Los animales preparan Ático Subterráneo. El casco obligatorio lo pillé hoy. Se lo pedí prestado a mi sobrina la hija de mi sobrina. Wang sigue amable. Le señalo los defectos de los cuadros que hace, pero cuando pienso en los míos, mis defectos, me callo la boca. Pero por lo menos tiene uno que es movimiento de los astros. Y me jode reconocerlo, hoy me fijé y me llamó la atención. El cuadro es un momento de mucho movimiento (barcos, camiones, gente..) en un muelle. Pero la sensación que me daba al mirarlo, es que el movimiento se había detenido, el tiempo se había detenido. Por la noche ( a cuenta de un debate, donde defiendo que 2+2 es 4 pero que también puede ser 5, en el caso de que en la suma se relacionen los volúmenes con el peso) estuve viendo cosas de la teoría de la relatividad, donde se relaciona la geometría con la física. Mucho para mí. Loro viejo no aprende idiomas.


sábado, 2 de noviembre de 2019

Me sorprende que haya lectora que eche de menos lo que escribo. Lo que escribo es mierda  y lo que escribe todo el mundo es mierda. Y mierda pinchada en un palo fue hoy el recital en Las Caletillas (Beatriz Martín me saca una foto en fb). El joven que pide perdón porque ha tenido una educación machista, por hablar de uno entre otros. Mejor que pida perdón por ser tan idiota. El resto de los poetas, incluido yo, una puta banalidad y pesadez. Y el lugar, para cagar, limpiarse el culo y mandarse a mudar. El vino caro y malo. No pongo una bomba porque no tengo material terrorista. Luis Almeida me regresó a la capital. Un taxi y a Ibrahim. Aquí si hay poesía de verdad. Lo otro son ganas de que te toquen el culo y encima el vino muy malo.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Siempre de noche está abierto el ventanuco que da a la escalera. Pienso en el cuadro de Duchamp Desnudo bajando la escalera. El que imagino es Semidesnuda subiendo la escalera. 

En el Club de Lectores me senté al lado de la mujer que regresó de Berlín. Tengo que aprenderme el monólogo de don Juan a doña Inés. Quizá tenga oportunidad de recitarlo en su oreja izquierda. Si es en la derecha, tendrá que ser aquel de Villon que, más o menos, dice:

El honor me importa un carajo
y la honra menos, que se metan en el culo
sus honras y sus honores.
Yo vivo con mi puta,
cabreado si no gana un puto duro.
La noche que no trae nada para llenar el caldero
me acuesto en el sofá y la dejo olvidada,
que se joda, pero los día que viene con el bolso lleno
follamos hasta el amanecer y nos reímos
de todos los clientes, gente con honra y honor
que defender, y ocultar. Ella no me oculta nada,
su coño tiene la tersura del diamante
y su boca el sabor de la cena.

Bueno, mejor le busco la oreja izquierda.

La que no fue es, rostro de Botticeli, la amiga (y lectora compañera) Teresa. Teresa se llama la protagonista de la novela que hemos leído. Una historia de amor lesbiano en el año 52 del siglo XX. Tabú entonces. Los progres del club no quisieron entrar al trapo cuando hablé de los tabús sexuales de hoy y aquí. Los hay ancestrales (el tabú del incesto) pero los hay que son por temporadas. La pederastia. ¿Quién la defiende hoy? El único cuento que he leído a favor (no pornográfico) es de Rubem Fonseca: un padre tiene un hijo torpe. Lo pone en clase particular con una maestra. El hijo aprende cuentas y letras en poco tiempo. La maestra es llamada a la policía por antecedentes pederasta con antiguos alumnos y sospecha con el actual. El padre interroga al hijo y sí, la sospecha tiene fundamento. El padre le dice al hijo lo que tiene que decirle a la policía. La maestra es declarada inocente. El padre sigue pagando las clases de su hijo. Está prosperando más que adecuadamente.

Luna de octubre. Menguante pero jodidamente sangrienta.


sábado, 19 de octubre de 2019

"Cuando sea tiempo de hacer un cambio, el universo te pondrá en una situación tan incómoda"...

Aparece esto en un grupo de lectores o seguidores de Castaneda/don Juan. En aquella juventud fue una guía, tan fuerte que cada vez que olvidaba sus reglas (las de don Juan), metía la pata. Siempre que fui un seguidor de don Juan, cuando lo tenía presente en la conciencia, actué con la fortuna a mi favor. Aprendes que el modo de lograr es no desear. Saber lo que quieres y no desearlo hace necesaria una visión del mundo y de ti mismo que se sale de lo corriente. No es fácil. Pero es la mejor manera de ganar una guerra: que no te importe perderla. Saber que ganar o perder son (forma parte de) espejismos. Algo así vi la otra noche en el poema de Blake en Atico 13. Salí de la flojera física mortal, pero no de un ánimo desangelado que, da igual dónde esté, el sitio o la gente, lo único que me hace sentir es que el mundo no tiene ninguna gracia. El que no la tengo soy yo. Sólo cuando me olvido de mí mismo me mantengo a flote. Por lo demás esté dónde esté, no soy buena compañía.

Que los amigos me traten con afecto es natural. Tener pocos amigos ayuda a distinguir si son verdaderos o no. Y lo que te das cuenta es que tiene uno que responder con la misma moneda. "El penique del Pobre vale más que todo el oro en las costas de África".

Me acuerdo ahora de una película de una poeta gitana que vi en el Para. Me acuerdo del personaje que se había casado con ella por capricho, quejándose en una escena del peso de la vida (el peso que él mismo se había buscado).

Lo que no es natural es que ayer en el viaje y hoy, en la vendimia, mi cuñado se portara con una amabilidad insólita, sin pasarse ni quedarse corto, incluso ofreciéndome el vino, con un tono de respeto que me asombró. Soñé ayer que me llamaba para hacer un viaje con él y mi hermana a no sé qué sitios de Europa. Un sueño que seguramente no tuvo altercados porque ya no me acuerdo del desarrollo. (Incluso recordar los sueños me fatiga porque ya pienso que es algo que no vale la pena hacer, recordar), pero la coincidencia con la realidad sí me intriga, una intriga sin respuesta. Pues resulta que me llamó para hacer el viaje, aunque no a Europa sino a La Orotava, con mi hermana, para empezar temprano la vendimia.

El caso es que el otro día soñé con ... y dio señales, una leve señal, en facebook. Esto me recuerda que a otra --amor más antiguo-- le debo un relato. Ella me contó el suyo de estos años sin saber uno del otro. Le dije que ya le contaría el mío. Supongo que lo haré cuando salga de la lamentable situación en la que me ha puesto el "universo". Si es que... no, no creo que cuente nada. No todo pasado fue mejor.

domingo, 13 de octubre de 2019

El picoleto de baja habla con la novia del cubano santero, que barre por fuera su casa, frente al carrito de Vicenta. Me oye llegar, por el bastón, de palo, sin goma. Toc, toc.

--Te voy a contar un chiste. En la parada de la guagua esperaban un padre con siete hijos y un cojo con una pata de palo. Llegó la última guagua, casi llena y cuando subieron los siete hijos el chófer les dijo a los dos hombres que ya estaba completo y que ellos se fueran andando. Empezaron a andar, el cojo detrás, toc, toc. El de delante ya nervioso le recriminó que por qué no le ponía una gomita a la puta pata. Y el cojo le dijo: Si tú te hubieras puesto una goma en la polla, ahora estaríamos en la guagua y no caminando como pollabobas.

El caso es que el nota, nada más acabar el chiste, se fijó en la tierra bajo el manguero y vio una goma que encajó en el bastón. Sólo hay que ponerle pegamento. Es pequeña y negra, discreta. La novia del cubano santero, traje rojo suelto, muy bien elegido, se quedó sorprendida. Dejó de barrer.

Por la tarde toca en la puerta la señora Carpentier. Le digo que entre y si no entra que no espere que yo me siente con ella en un banco a hablar de literatura. Mañana, si me levanto, voy a La Granja al homenaje a Isabel Medina. Si me acuerdo pido en la Bibloteca El marino que perdió la gracia del mar. Y entonces sí me siento con ella en la calle, y se lo leo, a ver si aprende. Y si no quiere que  se lo lea, pues nada. Lo vuelvo a leer yo solo.

A Alicia Contreras, compañera del Club de Lectura, le dan un premio literario. Recuerdo que en su estancia en El Médano me prometió leer El marino que perdió la gracia del mar y La casa de las bellas durmientes. Dos novelas japonesas. Japonesa también es la película que más me ha impresionado: El valle de Narayama, un sitio adonde van a morir los viejos que pierden los dientes para que en el invierno quede comida para los demás. La historia la marca la mujer anciana pero fuerte, dentadura fuerte, que se rompe los dientes sin piedad, con una piedra, para que su hijo la lleve a Narayama.

El vecino político jardinero intenta ayer pegar la hebra con su monólogo.
--No tengo gansas de oírte.

No es el único a quien no tengo ganas de oír.

viernes, 11 de octubre de 2019

Seguir escribiendo aquí? Bien, vale. Hay cosas peores. Cuando la literatura es ruido, el silencio es el gran arte. Quien domina el silencio no tiene que demostrar nada. Todo lo que hablamos es paja. En el mejor de los casos. O hipocresía, folleto turístico de la importancia personal. Palabras vacías o mentirosas. Las verdaderas han quedado mudas. Hay que callar para oírlas. Si es que les queda un hilo de voz.

jueves, 3 de octubre de 2019

HH se está haciendo con una meridiana vuelta a la fama. Ahora rescata --da la noticia-- un evento antiguo de protesta contra el deterioro mundial.
--La gente falsa me repugna y me da asco --escribió el otro día.
No sé si ahora es falso, pero lo fue, y nunca lo vi sintiendo asco de sí mismo. Es Rata, animal que se sabe poner bien puesto. ¿Se acordará de cuando fue falso? Es como uno de un cuento de Boccaccio, que era un laja de mucho cuidado y en la confesión se hizo pasar por un santo, y después de confesado murió y lo subieron a los altares. El personaje de este cuento del Decamerón, por lo menos no dijo que había sufrido oprobios ajenos, sólo ocultó o transformó en virtudes los suyos propios. En fin, después del día de julio cuando el recital de Anyelo, la rueda de la historia ha cambiado mucho en Santa Pus y La Maldad. Por fortuna, Barrio Chino está ahora en manos de Belén, que ahora está ocupada hasta el 19 de octubre en otros menesteres que, si salen a flote, serán más beneficiosos para ella. Horizontal jazz también requiere revisión, pero ya no quiero revisar nada. Ya no el mundillo de la literatura sino la propia literatura me tiene sin interés, y la pintura algo pero cada día menos.

En casa de Sita de noche intenté leer 485 años después del año de la Nana. Imposible. O este texto no tiene hilo o yo no se lo encontré. Habría que hacer una lectura cabalística, si no es imposible atar cabos ningunos. Frases rotundas agarradas a un antiguo lenguaje oral, que no me asombraría que hubiese inventado su autor: Ignacio. El lenguaje, sea el simple de Kafka o el idiolecto de Juan Rulfo, debe construir un edificio. Hacer escultura con el lenguaje eso lo hizo Joyce, y ¿quién lee no ya el Ulises sino la novela que fabricó después? Por lo menos en el Ulises hay argumento(s) pero en 485 años no he visto ninguno. Estampas aisladas. Esto sí.

La calle El Tanque tiene ahora historias que me afectan, pero la única que puedo contar aquí es el trabajo del fontanero y su ayudante Pedro. Tiene su interés. Pero el cuento habría que construirlo bien, y no tengo ganas de pensar nada. Ni en ti.


lunes, 30 de septiembre de 2019

Lo voy a llamar Sísifo. Es una lagartija. Todo el día ha estado junto a la puerta de entrada, haciendo el mismo trabajo. Llega hasta donde termina el hormigón, y se cae otra vez al suelo, y vuelve a subir y vuelve a caer, y vuelve a subir... así ha estado todo el día, y sigue.

Ir de viaje con un amigo a casa de una amiga teniendo el cuerpo flojo y el alma derrumbada es abusar. Abusé. Ramóm me recogió en el barrio, con su bólido Ford. Rojo. Entre brillante y opaco. Fueron dos baños de mar. Uno entero y otro medio. El añorado mar. Se ha vengado de que un día lo llamé monótono. Monótona resultó la obra de teatro que vimos en una sala no muy apropiada para expandir la voz de los actores, de las actoras, todas mujeres, representando mujeres y hombres. Mujeres que esperan un barco que no llega y hombres en el barco sin rumbo, sin que nadie sepa aún qué fue lo que ocurrió con el Fausto, el barco desaparecido entre el Hierro y la Palma. La obra se hizo larga. Menos largo y más ameno la charla con Berto y Sonia en un lugar donde yo pedí la hamburguesa que pidió Ramón. Alberto Linares es quien mejor conoce la relación profunda entre el autor y su obra (hablaba de Ignacio Gaspar). Los recuerdos acuden a Berto en Carrusel. La vida es una tómbola, y el mago sabe dónde está el número premiado y la escopeta que no tiene el cañón torcido. Berto es una narrador oral aparte de narrador a secas, el que se dedica a escribir sobre un papel, o una pantalla. "Hablar es sembrar y oír es cosechar."

A veces los acontecimientos adversos hay que verlos como estiércol de frutales. Dos hermanos a punto de matarse en un primer piso. El gato menudo, como un soplo, que Sita rescató del sacrificio. El sacrificador, un hombre cuyas aventuras no me corresponde a mí narrarlas. Tendría que ponerles la voz de Sita o de Ramón, y mi memoria también anda delicada. Del enjambre líquido vertido sobre el asiento trasero de un automóvil, de esto no hablo tampoco. Ni de Chocolate y la otra y el gatito soplo asomados al balcón, ay. Déjalos ahí. Nosotros, en el día del gran apagón, subimos a Arona. Exposición con cuadro de Argelia  Bello Hernández, entre obras de otros pintores aronero, en el salón del ayuntamiento. Afuera la plaza engalanada para un festival cómico, con Vieira de humor principal. Me gustó a pesar de todo, o quizá por esa chabacanería que es la madre de todas las literaturas.

Regreso de noche, con Ramón. Devuelta la luz a la isla.

martes, 24 de septiembre de 2019

--A ver el retrasado este, le doy una patada en la cabeza...

--Caminando, porque si no, no llegamos.

--Yo lo que no es mío, no lo quiero.

Son frases del día. La primera de un albañil en los andamios, uno que entretiene el trabajo de los otros contándoles sus aventuras. Las cuenta bien. Muy bien. Es agradable oírlo. Es el menos que trabaja pero el que más ayuda a que el trabajo sea llevadero.

La segunda es de Esteban el cazador, caminando hacia la escalinata de Ibrahim. Parece una frase del montón, de perogrullo. No sé. Nunca se llega. Ni aquél personaje de Kafka llegó al castillo ni Juan Matus llegó a Ixtlan.  La diferencia entre uno y otro es el camino. Un camino desalmado o un camino animado. El del brujo yaqui es un camino que tiene vida, que te da el gozo de vivir, y el otro lo que tiene es muerte, te quita las ganas de vivir.

La tercera es del fontanero, que vino hoy. En moto. Es la más inquietante. Quien es honrado no lo anda proclamando. Quien no lo es, lo proclama para parecerlo.

--Si hace el trabajo, el dinero es suyo. Si se lo queda, que dios lo bendiga --le dije. (No sé cómo cuadrar esta contestación). 

domingo, 22 de septiembre de 2019

--Jesús, dame un plato.

El vecino entra, le doy el plato. Es el segundo que me pide en menos de una semana. Me lo pide para traérmelo con comida. Comida real, no fotos virtuales. La cocinera es la madre de su mujer. Es su mujer quien lo obliga a traerme un plato de comida exquisita. El segundo que me trae,  hoy. Como haya un tercero...

Ñoc, me recompuso de un mal sueño. Soñaba que estaba trabajando, con las furgonetas en el periódico, y todo era un lío, y mi furgoneta no estaba, y yo no sabía si estaba despedido o no, y fui a hablar con el jefe --en la realidad fue no santo de mi devoción-- que en el sueño era tratable, y era mujer. Cuando fui a hablar con él era mujer. Y hablamos poco. Estuvimos en otro plan, Y si estaba despedido, cuando terminó la entrevista ya me había contratado de nuevo. Desperté con terror porque que aquel hombre apestoso se hubiese en el sueño convertido en mujer placentera, no lo comprendí.

Lo que sí comprendí es que tengo cosas manga por hombros. O me espabilo, o esto va a ir mal.

1. devolver al club el relato de Capote.
2. llamar al fontanero.
3. pagar la contribución.
4. cambiar residencia legal (Ayuntamiento y Hacienda)
...

Vino el vecino Nicolás y un pan. Bueno el pan. Y el bacalao. Papas dijo que no me trajo porque las que había eran para él. Menos mal que la mujer no lo obligó también a traerme papas.

martes, 17 de septiembre de 2019

23.46
--No me contestes por aquí. Me he ido --me dice. Y yo me iba a acostar, en el sillón, pero la frase me despertó. La tercera para Horizontal jazz, cuando el fulano se niega  a ir con Sandra a Madrid. Si fuese un bicho, la imagen podría ser la de una mantis religiosa. Amor monacal que te va matando, matando, mientras muere la tarde moliendo café.
Dice que todo me lo tomo como una bala que apunta a mi cabeza. Si no es un bala de plata, no importa a donde apunte.

Ya con el vecino Nicolás --ahora está en la etapa de no dejar el segundo cuadro en la calle-- de maestro de obra con el segundo cuadro.
--Ese sí que se lo pueden llevar.
Hoy tre vecinas me abordaron bajo la bombilla de la entrada de una de las casas --las farolas aquí están fundidas-- a requerirme secretos de pintor. Me cohibieron. Escapé. A ver el segundo cuadro.
--Me apena que mutilen un poema.

Si el otro día la frase de mujer que encontré fue "yo todo lo que publico lo tengo registrado", ayer fue esta.

En Horizontal jazz quedan como anillo al dedo en un personaje que se llama Sandra. Hablo mucho de su voz y su hablar pero a ella se la oye hablar poco en el episodio donde la cuento, una noche de jarana en Gijón. ¿Qué se le puede decir a alguien que confunde a un buen podador de manzanos --en Asturias son muy cotizados--  con un despiadado mutilador del pobre arbusto? Sí, mujer, hay plantas o poemas que hay que dejarlos como están, pero otros necesitan un afeite. En mi caso, el de Gabriela Mistral, no porque necesite el poema poda, hasta ahí no llegué, pero sí puedo hacer mío algunos versos, por literatura o porque en realidad los estoy sintiendo. En fin, los romances medievales dicen unos que son ramas cortadas de obras mayores (otros dicen lo contrario).

Y lo que digo yo es que ya doy por concluida la obra inédita. Ahora toca llevarla al mundo. Sin prisas. Lo demás quede en este diario, mientras dure la voluntad. Escribir como quien suda, como quien caga o como quien folla. Escribir como si nadie estuviera mirando.

¿Tú que piensas, Pepe? Ya sé que hay que restar y seguir y que la prisa mata y aceptarlo todo y no creer en nada, pero todo tiene su sí y su no. Si no, todo son frases, palabras nada más.

lunes, 16 de septiembre de 2019

de un poema de Gabriela Mistral que publica en su muro Pamela Alvarez, escojo unos cuantos versos:

Dejaron un pan en la mesa,
mitad quemado, mitad blanco

Huele a mi madre cuando dio su leche,
huele a tres valles por donde he pasado

Y no hay nadie hoy tampoco en la casa
sino este pan abierto en un plato

Sobre esta mesa sin carne y fruta
los dos en este silencio

(aparte de signos de puntuación alterados, añadí "hoy" en un verso, y el último mostrado, completo es "los dos en este silencio humano". El recitador, o el lector, tiene todo el derecho del mundo (derecho moral; el legal es otra cosa) a apropiarse de un texto ajeno si ese texto está diciendo lo que él quiere decir. A esta soledad de hoy se le puede añadir el personaje de Carol en la película de Polanski "Repulsión". Otra amiga virtual la ha puesto en su muro y la estoy viendo. Polanski no es Hitchcock. No resuelve el mal sino que lo lleva hasta el fondo.)

Hoy almuerzo en casa de Siao-Ling y Wang. Iba con la guardia puesta pero no hizo falta. Wang en el polo opuesto de su común naturaleza. Los cuadros que está haciendo por lo menos uno tiene una segunda e incluso tercera lectura. Los otros son vacíos y con una destreza mal aprovechada, sin vida y sin zona áurea. Bueno, es su manera. Le digo los fallos que tiene. Se quiere justificar. Pues que se justifique. Decirle a un torpe engreído dónde está errando, no sé si merece la pena. Lo que veo es lo que digo. Y mejor no verme a mí mismo: Hablar del pueblo. En la plazoleta, donde antes jugaban los niños a la pelota, han puestos cachibaches horribles para los más pequeños. Pueblo que en su día dejó que se destruyera la escalinata de la iglesia, de 1927, es para no tenerle fé. Hace tiempo que perdí la fé.
Distinto a anoche, recitando a Candelaria Villavicencio con Marcelino Marichal. Sus versos llenaron de vida el rincón del pueblo donde estuvimos. Marcelino aprecia que la voz de esta poeta no es corriente. Iluminaba como el fuego interior de la luna y rodeaba el espacio con las formas animales en los laureles de India, la Montaña y el pez descendiendo al fondo.

Hoy sin embargo, tranquilo almuerzo, buen puchero pero qué tristeza sombría, a la luz del sol, en todo el pueblo, incluso en los chistes malogrados del hombre del kiosco de la plazoleta:

--Está decretado que cuando las cucarachas hagan el amor no aleteen las alas.

Y el barrio igual.

--A este tiempo Sur le tengo yo más miedo que al tiempo Norte --en la escalinata de Ibrahim. 

domingo, 15 de septiembre de 2019

Hoy salió el texto sobre idolos de bruma en Diario de Avisos. Tenía que haberle dedicado un poco más de tiempo, tal como está no está bien ligado.

El día comienza con un comentario de Wang sobre un cuadro que vio en mi casa, y tuvo la gentileza de enviarme un mensaje con su parecer.

--... y vete a una academia de pintura.

Sí, y cuando me dé por tirar piedras voy a una academia militar.

Y para seguir animando el día el vecino Nicolás me explica que voy a tener que picar toda la pared por fuera y luego mirar como está la cosa por dentro.

Lo que sí tengo que hacer es llamar mañana al fontanero que el otro día vino en moto con Hilario.

Mitad de mes y se acerca el otoño. Ya el barranco escupe ráfagas frías. Mañana Ibrahim estará contento. Ganó el Tenerife y perdió Las Palmas.

--En la calle de abajo vivía un pintor que hacía buenos cuadros y era viejo como tú y con el pelo blanco como tú y un día lo encontraron muerto en la casa, vivía solo, como tú... --cambia de tema el vecino Nicolás.

Hoy no es mi día.

viernes, 13 de septiembre de 2019

--Hoy es viernes y el cuerpo lo nota --uno de los obreros que están en los andamios del edificio de enfrente, el mismo que más tarde, al final de la jornada, me pregunta desde arriba cuánto vale el cuadro.
--No sé, no soy vendedor --le digo.
--Cuando terminemos la obra, te pido un autógrafo por si te haces famoso.
--Los famosos hoy son plagas, están por todos lados. No es un mérito hacerse famoso.
--¿Y esos qué son? ¿gente en una playa?
--No sé, lo que tú veas. Yo sólo veo líneas y colores, eso es lo que me preocupa, ¿cómo ves tú los colores?
E me llama no sé por qué y tengo que entrar en casa y me quedo sin saber la respuesta. Hoy le puse el rojo que María había visto como parte del cuadro, y era la silla. Hice lo que aconsejaba don Juan a Castaneda. Calculé hasta la extenuación cómo incorporar la silla al cuadro y una vez todo calculado al carajo los cálculos y con el primer tubo de rojo que encontré y unas elementales señales de referencias, a pesar del solajero, me puse y puse la silla en el cuadro, y a la real le di la vuelta.
Hablando de María, no pongo ahora aquí lo que ella escribió en fb porque a lo mejor bajo a la ciudad a oír música de Senegal en el lugar donde nací.

Otra María, esta no real, es María Iribarne, la de la novela de Sábato El túnel. Recordarás que el interés de Pablo Castell por ella comenzó cuando la vio mirando con suma atención uno de sus cuadros, en una exposición pública. Las escena la recordé con intensidad antier, viendo desde la penumbra de dentro de casa, a una mujer desconocida pararse delante y mirarlo con un interés que me sobrecogió. Tengo que buscar lo que María Iribarne vio en aquel cuadrito de Castell. El pensamiento de la mujer de antier, pelo de esparto, con mil ondulaciones y teñido de rojo encendido, mi imaginación quiere verlo con las palabras de María, mujer real, amiga, de Charco del Pino.

Y hasta aquí el cuadro.

Me hizo gracia una poeta que publica en fb su poema (no estaba mal, a mi gusto) y en un comentario le pregunta alguien si puede compartirlo y ella le contesta.
--Claro que sí. Yo todo lo que publico lo tengo registrado.
El poema no me interesó para nada apropiármelo, pero esta frase sí. Como anillo al dedo en un diálogo de Barrio Chino:
--Yo todo lo que publico lo tengo registrado.

¿Lo tendrá registrado?

Otro tema literario es la corrupción en la república de las letras. Ejemplos hay varios. Pero el de un poeta el otro día en fb da muestras de que las palabras tienen el significado que le da don Huevón a Alicia en el País de las Maravillas, Para él la corrupción está en los que hacen crítica destructiva. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, lo dejo aquí por hoy. Tengo que... cosas mías.


miércoles, 11 de septiembre de 2019

por la mañana le pedí un aquarius a ibrahim. naranja. me hizo gracia que matías, hombre fornido tipo gorila y en plena forma, pidiera un nestí. bebida de mujeres, oí decir una vez a un camarero. matías de mujer lo que tiene es las ganas de encontrar una que no le dé al resoplido blanco. no es de esa vena, es recién jubilado y hombre entero. ya me gustaría a mí estar la mitad de bien que él. Yo estoy pal arrastre, y ahora más. Segundo aviso serio.

El primero fue cuando la disputa con berto por wasap. No hubo mala literatura ahí. Dos pollos bravos dándose picotazos. Dos gallináceos baldados disfrazados de gallos de pelea. Tiempos aquellos. A lo mejor si escribo sobre 485 años me apoyo en algunas cuestiones que él planteó en la crítica-estudio que hizo a Baile de tapados.

¿cuadro de afuera? ,,, hoy se me ofreció una mujer de modelo. No es de esta calle pero tiene familia aquí. Lo comentan algunos vecinos, y más o menos al final no deja de ser una acción. Una obra expuesta al transeúnte, que bien puede intervenir en ella, comentarla o llevársela con nocturnidad. Por lo pronto ahí está. Hoy tuve ánimo de ponerle blanco antiguo a una figura humana y líneas azul fuerte a las olas del mar, pero todavía se ve plano, no como los cuerpos que están fuera del agua, gracias a Modigliani. Con el Greco no me atrevo, a menos que le ponga óleo.

La hortelana, con las obras del edificio de enfrente, hasta que no llueva están llenas de polvo. Maldito polvo ha soltado esa obra. A Conchita, vecina de más abajo, le dañó los bronquios.

martes, 10 de septiembre de 2019

voy a tener que seguir esto con el título de diario de un hombre enfermo. las palabras las oye el diablo, escribí que lo peor de estar solo es comer solo. leche machanga. las lentejas que E hizo el viernes olvidé ponerlas en la nevera. el domingo a mediodía me entró el hambre y comí dos platos, carne incluida. por la noche me vi morir y no se cómo pude limpiar el vómito al lado del sillón. hoy me duelen las articulaciones y los huesos. avisos de dios. y sin arreglar mis asuntos en este mundo, mi madre.

lunes, 9 de septiembre de 2019

La dama del Sur, las mujer de los girasoles, ya se ha convertido en un arquetipo. Es inevitable, es la naturaleza del arte. Una naturaleza que ha logrado Ignacio Gaspar. Destrezas de arquitectura literaria aparte, abrir un mundo, mostrar otra realidad, no lo hace cualquiera. Tiene que ser alguien poseído por el don. El don de convocar mitos poderosos, donde ya no es el hombre el que decide, sino que llevado por las pulsiones de la tierra... Anoche empecé a leer 485 años después del año de la nana. En la lectura de juventud sólo pude apreciar el rasjeo de cuerda, el toque de tambor y la flauta mágica en el estilo de Ignacio. Hoy comienzo a apreciar la sólida estructura de su creación. Le he criticado, en Baile de tapados, la necesidad de haber podado un poco más con certero arte, frío, en contraposición al fuego que mueve la narración, pero hasta en esto es posible que yo, torpe lector, esté desacertado. Como los lectores de la editorial a la que Malcolm Lowry envió la copia mecanografiada de Bajo el volcán. La novela, si Lowry hubiese transigido a los cambios propuestos por lo lectores de la editorial, seguro que hubiese salido más ligera, más fluida, más destacado el baile de salón y novela-del-oeste que hace aromático --entre tanta hiel-- Bajo el volcán. 


domingo, 8 de septiembre de 2019

Hoy pasé de viejo-verde-infantil a buen hombre. Supongo que la diferencia entre "buen hombre" y "hombre bueno" es que el primero es alguien que pasa por la vida sin molestar a los demás, ni a sí mismo, y el segundo es alguien dedicado a hacer el bien, más productivo que el otro. Buen hombre tiene connotación --tendría que consultar-- de "pobre hombre". "Buen pobre hombre" es una descripción apropiada. Me la quedo.

Por lo demás, como aquella inolvidable canción; aquí sigo, en la misma calle, con la misma gente...

sábado, 7 de septiembre de 2019

Hoy Ignacio me trajo 485 años después del año de la nana. Si hay suerte, escribiré sobre esta remota obra, como ya hice con Idolos de bruma, de Roberto Cabrera. Dos pequeñas obras que, a pesar de sus defectos, si los hay, marcan un giro importante en la narrativa canaria. Subimos a comer al norte. Es una suerte tener amigos que de vez en cuando me saquen de aquí. Le pregunté por la vecina escritora de Charco del Pino. Por el nombre, no la conoce. A ver si me he estado entreteniendo con una mujer que me ha dado un nombre falso. No se debe caminar con nadie del que no sepas su nombre, aunque acierte a decir algunas verdades, como que soy un viejo verde con la mente infantil. Qué bien. En fin, no saldré del celibato con la desconocida.
Por la tarde estuve con Belén. De esta mujer sí sé el nombre y el color de sus ojos y la forma de sus labios y el modo de mover las manos para señalar las comillas. El retrato que le hice ya está en el salón de su casa.
--¿Qué te dijo tu hijo del cuadro?
--Ay mi madre --dijo cuando lo vio.
Por lo menos no es como otra mujer, una que hace tiempo me sacó del celibato, hasta que me cansé de que me vacilara. En cuanto le surgía una aventura más alegre, me daba disculpas para no verme. Pero se interesó por varios cuadros, Se los di. El destino fue el sótano. Pensaría que, como el mundo es raro y da muchas vueltas, a lo mejor esos cuadros tienen valor el día de mañana. El día de mañana nada tendrá valor. Pobrecita. Terminará tirándolos al contenedor, o si es piadosa, aportando material a una hoguera de San Juan.
A Belén le llevé la copia de Barrio Chino que leyó Eduardo. Ella es autora del epílogo. Si el autor en algún momento quiso salvar al narrador, el epílogo de Belén destroza esa buena intención. Gracias al epílogo logré distanciarme de los personajes y hasta el que, en un principio, era un objetivo a machacar, al final ha salido mejor parado que el principal, el narrador.
Bueno, está bien así. Los que quieren ponerse bien puestos, o demasiado mal puestos, azufre, como a los perros meones.
Y la vida sigue, no igual.

jueves, 5 de septiembre de 2019

"Hazte imposible para que siempre te recuerden", esto forma parte de dos versos inolvidables de Desangre libelular anónimo, de Roberto Cabrera. Lo acabo de recordar dando un paseo y oyendo en un balcón de edificio de barrio dos perros ladrando a otro, de una mujer que suele sentarse en la parada de la guagua a coger el fresco. Reclamé la atención de los dos perros y me puse a hacerle el contrapunto. Me enseñó Roberto. El contrapunto musical y el contrapunto dialéctico. Los perros me ladraban "hay que saber cuándo tienes que irte" y yo les replicaba "y cuándo tienes que quedarte". Nos pusimos de acuerdo y callamos. Dejaron tranquilo al pobre perro de la mujer sentada. Pero el dicho "hazte imposible" me lo hizo recordar un antiguo editor que hoy nos cruzamos en la rambla, frente al kiosco donde hay libros a un euro. Compré una vieja edición con el título Isadora. Desde que vi la película, hace más de 40 años en el cine Greco, esta bailarina --o la actriz que la interpretó-- me enseñó a danzar. La danza, la poesía y la pintura son tres cabezas de un Dragón.

El antiguo editor me saludó por compromiso. Hace más de cuarenta años me editó un cuento en una antología de narrativa canaria. Una vez, hace mucho tiempo, tuve en esa misma rambla una conversación con él  sobre el mundo literario y la puse en este blog, y el hombre, porque nunca falta un roto para un descosido, se enteró y en lo sucesivos encuentros fuimos más serios conversando y no memorables criticonas de pueblo. Hoy fue como si hubiera visto en mí a Mefistófeles, y saliera huyendo y exclamando vade retro, perro maldito. Me dejó tocado. La mala danza no me agrada ni cuando soy yo el que mal danza ni cuando danzan mal conmigo. En fin. Sobre el motivo del desdén hago conjeturas en el aire. ¿Me la tiene guardada y cualquier chismorreo lo reafirma? no sé. Me hizo recordar el cuento aquel que él publicó. No matarás.

Es un cuento rural. Mientras en la plaza la orquesta toca corridos canarios, un hombre baja por un camino de tierra a matar a otro. Cuando llega, el otro está dormido y decide no matarlo. No sé si hizo bien o no. El cuento es ese. Y está relacionado con Barrio Chino, por el lugar en que ocurre y por la naturaleza del conflicto. De todas maneras no es en esta obra donde podría ponerlo hoy. Sería recargarla. Está más adecuado en Agosta escribe. Agosta, mente febril, como aquel de La naranja mecánica, lee cuentos tristes como podría ser El artista del hambre. En la novela se muestra entero uno de los cuentos que lee. Si hay ocasión de revisar esa obra, lo principal es sustituir el cuento que está ahora por No matarás.  Es contrapunto del resto de la novela.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

--La montaña la hizo famosa y la montaña la mató --Ibrahim.
--Déjame cinco euros hasta después, Ibra.
Juego a la máquina y recupero y gano algo. Le devuelvo los cinco euros.
--Por pronta devolución, no me cobrarás intereses.
--Yo siempre que presto quiero que me devuelvan el dinero exacto, sin intereses.
--Los prestamistas judíos se hicieron ricos cobrando intereses.
Me cuenta un préstamo que pidió su padre en La Gomera y lo que le costó pagarlo.

En la mesa uno están sentados el Puñalada y su novia, hombre recio y de pocas bromas, pero afable si te llevas bien con él. Los negocios honestos marcan una buena amistad, superficial pero sólida. Y a veces jugamos juntos y siempre que jugamos juntos hemos ganado. Más amistad.
*
Hago unos spaguetti. Lo peor de vivir solo es que comes solo. Bueno, tampoco importa demasiado. Tuve que visitar al mexicano pero la compra ha sido fructífera. Prácticamente concluí Barrio Chino. Tengo que pasarle la copia a Belén. Ha habido cambios importantes y tal vez quiera ampliar el epílogo. Eduardo ya la leyó. Me dijo que tenía que publicarla sin más cambios, y aunque el final es algo brusco --tengo que revisarlo-- está en sintonía con el resto de la novela. La comparó con El viaje al fin de la noche. Esto es mucho decir. Con que sea la mitad de buena, me doy con un canto en el pecho. Los poemas que he ido trabajando en el ordenador sin internet, también les estoy dándoles los penúltimos toques. A mí que no me digan, pero me engaña el narcisismo o esos textos van a ser importantes, si llegan a puerto, si se publican. Son tres obras. Una inspirada en mis gracias y desgracias con una cantante que mejor no digo el nombre. Otra es las coplas de Juan Cabrón. Es poesía narrativa, con argumento. No tiene nada que ver conmigo. Las composiciones tienen una agilidad rítmica y una filosofía nada despreciable.
Hoy acabé un escrito sobre Idolos de bruma. Me salió un texto volandero, y con afirmaciones un tanto arriesgadas. Relacionar la novela de Roberto con Schopenhauer seguramente provocaría la bronca de los conocedores de la Filosofía, pero como no van a leer la novela, por ahí me libro de críticas justas. La relación con 485 años después del año de la nana está más firme, el tiempo las relaciona.

Mañana me espera trabajo. Me voy a acostar con la imagen de una mujer quitándose las medias. Mi amiga con la que ahora guardo un silencio de reflexión, yo quiero su cuerpo y ella quiere mi alma, tiene otra manera de hablarme. Encantadora mujer. 

martes, 3 de septiembre de 2019

--... calatayud, zaragoza, después pasé por soria y ahí me llama un compañero cuando vuelvo tenía dos meses para incorporarme y me dice la empresa tiene dos meses porque no me dejaron ir a francia me negaron el pasaporte porque tú no sabes las historias que tengo yo en tan poco tiempo tengo un montón en capitanía estuve de escribiente y en la legión me apunté porque me tomé ocho optalidones y luego otros cuatro supermán y me apunté y como yo era el tío que sabía escribir a maquina terminé en el servicio de inteligencia del ejercito mira tú las cosas que pasan en la puta vida y  mi padre franco hijo puta porque yo estaba amargado y el viejo echando leche con franco y llamó a mi tío que no se llevaban muy bien pero bueno y fue Arencibia el que estaba en el cómo se llama servicio de inteligencia ahora no me acuerdo...
y no calla. ahí al lado en la mesa. me dijo que no creía en el tarot porque un brujo que hacía vudú no sé qué y hay por ahí unas cuantas cartas del tarot y le hago el juego de las tres cartas, en plan compadre, y sale que es un hombre templado beneficiado por el oro, la paga que tiene, y perjudicado por las copas de más y me está viendo enfrascado escribiendo y no para, ni lo miro pero él habla y habla
--... y llega el teniente y dice ese qué hace ahí...
la historia de la mili.
intento pensar en el soldadito de plomo, a ver si puedo seguir oyendo a este plomo que estuvo en la legión. El caso es que me acuerdo de la historia de su vida militar que me contó mi padre una noche. Otra noche me hice con un cuaderno y un boli para copiar el cuento, que me lo contara otra vez. No pudo ser. En fin, a ver si este se calla. Este es un barrio de locos. Uno soy yo, otro es la mujer gomera que sabe cantar y otro este hombre que no para de hablar, no sé si cobrarle. Si voy ahora y le dijo
--Media hora escuchándote, 20 euros. Otra media hora, 60 euros.
No le digo nada. Soy el único cobarde en esta tierra de valientes.
--Después ya no podías cambiarte de nombre en la legión. Yo llenaba la ficha y la mandaba al jefe de la policía del servicio de inteligencia, y anotaba si tenía familiares de izquierda o delincuente azul, delincuente de poca monta... y había un cabo que parecía un angelito, el cabrón estafaba a la gente, a los legionarios nuevos, cuando veo la ficha digo, vaya, el cabo gallego, y me enteraba de la vida dél enteramente... los oficiales trabajaban hasta las dos de la tarde... a mi me gustaba abrir los expedientes, ideológicos y políticos, yo ya tenía idea de izquierda, y un tio por ignorante casi mete la pata, él estaba el cartografía y había un capitán chusquero que no oyó porque si llega a oór, y el tío me dice hola comunista, y tuve que decirle lo que estaba en el expediente. Vamos los dos pal castillo y pal consejo de guerra y nos van a meter, tu y yo no nos conocemos, era bastante ignorante...

Le digo que el capitán chusquero a lo mejor lo oyó y se hizo el sueco y ya empieza con la biografía del capitán. Le digo y es verdad que me tengo que bañar para ponerme la inyección y bajar a hacer una copia de Barrio Chino. Tal vez recuerde lo que me contó mi padre una vez.

domingo, 1 de septiembre de 2019

un comienzo y dos finales

"El alguacil se alzó sobre sus estribos. Estaba tan airado contra el fraile, que temblaba de ira como la hoja del álamo."

Así comienza el del alguacil en los Cuentos de Canterbury. Así vi yo a uno de los poetas de este cuento, ya muy largo, escribiéndome en privado y bloqueando cualquier posible respuesta:

"Mira, Jesús, lo que es evidente es que no se te puede contradecir y llegado a un punto no utilizas argumentos sino insultos y es que además mezclas cosas que no tienen nada que ver contigo, porque no eres el centro de lo que ocurre. He respetado tu muro a pesar de esa estrategia del ruido y los insultos. Pero ya está bien de aguantarte. Por cierto, no me has hecho ningún daño. Adiós. Y es que te acercas o te internas incluso en la difamación."

Así debe acabar el cuento de los poetas. Fundido en negro. Aclaración en la oscuridad. El del fraile del libro, que contó su cuento antes que el alguacil, así terminó:

"--Hermano --dijo el diablo--, no te enojes, pero tu cuerpo y esta sartén me pertenecen de derecho. Tú vendrás conmigo al infierno hoy de noche, y allí te enterarás de nuestros secretos mejor que un doctor en teología.
Y con estas palabras, el horroroso demonio cargó con el ministril, que fue a dar en cuerpo y alma adonde los alguaciles tienen su legítima morada. Dios, que creó a su imagen al género humano, salve y guíe a todos nosotros y permita que este alguacil se vuelva bueno".

sábado, 31 de agosto de 2019

Las secuelas del recital duraron su tiempo. A raíz del post de abajo intervino el poeta Arroyo a afearme el escrito: no tengo que meterme a crítico (confundió la crónica de un espectador con una crítica) y se sintió excluído, aunque él no estuvo en el recital), y al parecer --no me dijo por qué--, mis elogios perjudican al elogiado. En esto sí le doy la razón. Pero esta vez no era el autor elogiado --el más elogiado-- el perjudicado sino él, que se siente menospreciado --la cosa viene de atrás-- por este lector. El menosprecio me cansa. En todo caso me es indiferente su poesía, tiene logros y tiene destreza, pero yo no soy su lector adecuado. Si eso le molesta que lo diga, y mejor que lo diga haciendo décimas, que como punto cubano es más inspirado que como poeta serio. Acertó de pleno en unos versos --de la décima que me dedicó--: pretendo hacer la revolución y no estoy ni para un revolcón. La verdad no ofende. Te abre los ojos. Puede arrallarse un millo. Al que no comprendí fue a Domingo, poeta que me regaló un libro una tarde (El grito). Dijo que me pasé. No dice en qué. Supongo pues que fue en lo que puse sobre él, "poeta al que quieren humillar", repitiendo lo que él mismo escribió en su muro, que lo quieren humillar. Tú cuentas en público que te quieren humillar y yo cuento en público que te quieren humillar y yo estoy contando algo que no debería contar en público. Pos bueno, pos vale. 

Este debate me ha servido para desempolvar Las coplas de Juan Cabrón. Bajar al desván y sacar esa obra al aire. Escribiéndola quise ser tan bueno como José Hernández en su Martín Fierro, como Homero en La Odisea y como el Arcipreste de Hita. No es malo ser ambicioso. Si no llegas por lo menos algo subes. Lo que me salió no es ni la Odisea, ni Fierro ni buen amor. Buen amor es lo menos que hay en esa obra. Está en la vena de Venanceo y la Perejila, sólo que en una dimensión novelesca, como las obras de... Me olvidé de La Divina Comedia. Marcelino la está leyendo en una edición ejemplar. Tengo que preguntarle si la llevó al almacén o a Lanzarote.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Pepe

hoy a última hora decidí subir a La Laguna al recital que organizó el poeta Domingo Acosta Felipe, que ahora está triste porque dice que lo quieren humillar. Estos poetas se sienten humillados por cualquier cosa, son muy sensibles.
Subiendo en el tranvía me acordé de Destino intercambiador. Si recuerdas, el plan de esa obra fue aullar toda la rabia escondida contra los demás y contra uno mismo. Rabia tienen los nuevos escritos de Elena Villamandos. Poemas de la vena he visto a los más grandes espíritus de mi generación destruidos por la locura buscando un pico en la calle de los negros. Ella intentó recitarlos con la rabia que piden sus versos, pero su voz es aún demasiado humana. No tiene aún el ladrido del perro, el aullido del lobo o el rugido del león. También fueron, a mi oído, poemas animales, pero en casi súplica de amor, nada de rabia, los de Carmen Paloma Martínez; su voz --no te rías-- es danza de serpiente entre la maleza. Menor sonido tiene el habla de Ramiro Rosón. Menos uno, sus versos tienen poesía pero también tienen intervenciones del autor cuando se le va la musa y no es capaz de no proseguir. El menos uno es un poema que no tiene parches. Yo lo leí ayer en fb. y me impresionó. Me dicen que es del mejor Borges y me lo creo. A pesar de su voz sin armonía, ese poema sigue en mí como quien hubiera encontrado un trébol de cuatro hojas. Cosas que me está ocurriendo con Candelaria Villavicencio, sólo que esta mujer no sólo tiene un trébol mágico, es un prado lleno. Fue el principal motivo por el que subí al recital. Que ella estaba en el cartel. Si tenía alguna duda --no soy un erudito-- de que está renovando todas las escuelas, antiguas y actuales, ya sé que estoy en lo cierto. Pero porque lo sé no te lo digo aquí. Ya hablamos cuando nos veamos para la cuestión editorial.
De los otros poetas, ninguna crítica que hacer, ni en contra ni a favor, salvo un poema de Fabio Carreiro Lago, con motivo de la Metamorfosis de Kafka. Le dio la vuelta al mito con una sencillez y una delicadeza admirable. En fin, luego me vine en el tranvía otra vez para nuestra gloriosa e invicta ciudad.
Y ahora me voy a acostar. Mañana --ya hoy-- viene E por la mañana.

martes, 27 de agosto de 2019

Buey de Metal

mientras busco esta página un moscardón zumba dando vueltas a mi cabeza. No tiene el culo blanco. Así que escribiré con cuidado. Pues ya he perdido amigos valiosos por la dichosa sinceridad mezclada con la estupidez que llaman valentía. Pues al carajo la sinceridad y la valentía. Seré cobarde. Diré el pecado pero no el pecador.

Poeta A. Es un poeta oficinista, y está haciendo muchos méritos para subir en los escalafones. Pero lo merece; tiene destreza en el oficio aunque le falte el genio. Para subir es bueno, y lo está haciendo bien, dorarles la píldora a los que están por encima, y luego ganarse aliados respetables. Ha empezado una antología en fb que merece atención y estudio. Conviene no enemistarse con él porque puede que lo nombren bedel de la puerta de entrada (al Palacio de los Poetas Visibles) y porque además algún texto suyo casi es poesía.

Poeta B. Este le sigue la corriente al otro. La musa de este arte lo toca más de cerca. Tendría que dedicarse un tiempo a hacer letras de murga si quiere que el genio lo habite y lo convierta en poeta completo.

Yo los autores de versos que leo con más placer o provecho son otros. A unos los leo por interés y a otros por amor. Según su obra. A los que leo por interés la mosca me dijo que me callara. Hablaré de los segundos. (Poetas canarios de hoy)

Desconozco bastante pero puedo hablar de lo que he conocido, más o menos. En este apartado están mi amigos JRamallo y Marcelino Marichal. No son poetas hoy visibles. Están escondidos. Escurivirgados. La obra inédita que tienen, la he visitado. Ramallo ha construido Poeta Hermafrodita. El ejemplar único duerme sobre la mesa de la sala de Ático 13 (zona del Mercado Nuestra Señora de África). La obra inédita de Marcelino duerme, si ya no se la han comido los ratones, en los sótanos de Aguere/Idea. En los tiempos de juventud, en edición artesanal Ricardo García Luis le publicó Paisaje irreal de Zacarián. Ni él, Marcelino, ya conserva este cuadernillo. El título se lo ofreció una novela del oeste de la editorial Bruguera.

Entre los poetas visibles que más me importan te puedo nombrar a Belén Valiente y Candelaria Villavicencio. Belén parece ahora que se ha retirado del mundo visible. Nudismo es una obra para mí casi sagrada. Pero ahora lo sagrado lo tengo arrinconado, Nudismo y la imagen del doctor Gregorio. La poesía que publicó Belén (en fb) después de editar el libro, es menos sagrada, más desenvuelta, tiene más movimiento y el escenario más aire.
También una primera época oscura, de tragedia, vi en la obra de Candelaria Villavicencio. Era tanto el poder tenebroso de su palabra que casi dejé de leerla. Es, dicho en alegoría, esa voz primera (primera que he leído), el maelstrom de Poe. La que escribe ahora tiene el mismo movimiento, semejante torbellino, pero en sentido contrario, ascendente, hacia la luz y el conocimiento. Pero esta es una poeta en la que los contrarios no podemos separarlos. Uno arrastra al otro, o se funde en el otro. Esto en cuanto a su voz como música. En lo que dice, siempre hay otro, la presencia del otro (el lector, por ejemplo), el diálogo con el otro.

Lo que convoca ese diálogo es tan primitivo que sólo, si no quiero ser crudo, lo podría explicar señalando el bisonte y el cazador en la pared de la cueva.

Pero es el movimiento el genio que sostiene su poesía, sea el diálogo el que sea. No me queda otro remedio que señalar a Mercurio. El dios de las sandalias alada. El metal líquido. 

Bueno, ya he escrito mucho hoy. Mañana más, si Dios quiere.




lunes, 26 de agosto de 2019

Buey de Metal

Consejo antiguo es no caminar con nadie ni hablar mucho con él sin saber su nombre. Si yo supiera mi nombre te diría que caminaras conmigo, pero aún no lo sé. y además ¿sé tu nombre? Esto es una tierra a la que se le despojó de una lengua para poner otra. La lengua de carne la cambiaron por una lengua de palo. Escribimos en un idioma impuesto. Pero el muerto puede matar al vivo --Ignacio Gaspar tiene un cuento sobre este suceso--. La historia que conocemos de la literatura canaria comienza con los dos textos guanches que un fraile rescató, y con el primer poema en español que es la endecha a la muerte de Guillén Peraza. ¿Ha sido superado este poema? Creo que no. Tal vez tú puedas hacerlo, pero no seré yo quien te pida ese sacrificio. Será tu propia voz quien te lo va a pedir.

Es verdad lo que tú dices sobre el lector. No lo pondré aquí. Por lo pronto me lo guardo. Como un tahúr una carta. 

El mundo literario es un mundo de perros. No el perro del zodiaco chino que es honesto, sufrido y estoico, sino perros en el peor sentido, como en el peor sentido hablamos a veces también de zorros y hienas. Sí, también están los sabios que eligen escondidas sendas. Los que sólo se muestran muy de vez en cuando para dejar visible lo mejor de sí mismos, y lo demás lo queman. Pero primero habría que saber qué tiene valor y qué no. Tú y yo no somos sabios todavía pero con la imitación iremos aprendiendo el oficio. Pero si permanecemos en la feria, debemos leer a Maquiavelo y no a Tomás de Aquino. Estudiar lo que tenemos que mostrar a muchos, lo que mostramos a unos pocos y lo que escondemos hasta que llegue el momento oportuno. Si no somos buenos comerciantes, mejor es que nos retiremos de la feria, pues nos comerán los más listos.

En fin, pon todo esto en interrogaciones. Reflexiones en caliente. Es el tiempo.

domingo, 25 de agosto de 2019

Mujer Buey:

He leído a dos novelistas que fueron Caballo de Fuego. Malcolm Lowry (tengo que comprobarlo) y Jim Thompson. El primero fue, en la juventud, el que me incitó a ser novelista, con una carta que escribió al editor para defender que su novela (Bajo el volcán) fuera publicada tal como él la mandó, sin supresiones ni cambios. Explicó la novela de tal manera (un mecanismo perfecto donde todas las piezas encajan) que el editor la publicó sin hacer cambios. El primer capítulo es engorroso hasta que uno termina la obra y regresa al primer capítulo. Es como si la oscuridad se hubiera iluminado. Es algo que también aprecio en tu obra.
Jim Thompson lo leí más tarde. 1280 almas y El asesino dentro de mí son sus novelas más sobresalientes, pero en todas las demás no hay desperdicio.
Los dos son autores trágicos. La vida es sufrimiento y trampas. El único respiro es contarla como se merece. Ellos lo lograron, Malcolm Lowry queriendo ser un gran autor (y lo fue) y Jim Thompson queriendo tener éxito como autor de novelas de kiosco y poder vivir mejor y más desahogado. Creo que no lo logró.

Actualmente tengo un amigo que es Caballo de Fuego. Como es presumido, incluso le agrada que lo nombre aquí y cuente las aventuras que hemos pasado. Últimamente pocas. Cuando mi padre (Rata) vivía, los últimos años yo viví con él y conocí a Chani, y lo convertí en personaje de Barrio Chino, aunque en un papel muy secundario, cosa que no le va a gustar nada.

Hoy fui con Marcelino Marichal (narrador y poeta retirado actualmente, que yo sepa) a San Andrés a comer. Él está de mudanzas y yo le echo una mano. En San Andrés, en la muralla, por las mesitas de afuera del Surtidor, cuando nosotros acabábamos el cherne guisado, pasó Carlos Baute, ciudadano de San Andrés y amigo no profundo pero si aceptable y agradable de trato, buen conversador (por lo menos media hora). Se lo presenté a Marcelino y lo invitamos a una cerveza. De él puedo contar dos cosas. Una un consejo literario que me dio una vez en la plaza del pueblo:
--Tú no escribas lo que a tú pienses sino lo que tú oigas.
Es un sabio consejo. Si uno se pone a escribir lo que piensa (a menos que ese pensamiento tenga valor) puede aburrir a las piedras. ¿No te ocurre a tí cuando oyes a alguien que no sabe hablar sino de sí mismo y encima es un pesado?
La otra cosa que puedo contar es de pleitos de dinero y noche de farras. Mejor lo cuento en otro lado, si se tercia.

En fin. Volvimos a casa de Marcelino, por la plaza de Los Patos, y cargó de nuevo la furgoneta y cerró la puerta y se dejó las llaves dentro, todas las llaves. Y el móvil. Menos mal que yo llevaba el mío. Iba a dejarlo en mi casa cuando salí para ir a la suya, pero antes de cerrar la puerta decidí cogerlo, porque también lo uso para mirar la hora y ver cuándo pasa la guagua. A través de mi hija Atteneri, que estaba en Lorca, pude conectar con su hija Adriana y etc. Una taxista nos llevó a la residencia donde trabaja su hermana, recoger una copia de las llaves y volver. Él delante con la chofer y yo detrás. En fin, en su móvil trece llamadas perdidas, y en el mío, un mensaje privado del hombre Rata del cuento galimatías de ayer. ¿Te lo puedes creer? No hablo con este hombre sino cuando me lo encuentro por casualidad en la rambla, por la zona de La Paz, y ayer lo nombro aquí y hoy me manda un mensaje, mientras en el móvil de mi amigo Marcelino 13 llamadas perdidas. XIII en el Tarot es la carta sin nombre. Señala la transformación. Es la carta del día de mi nacimiento. Es el cambio de piel de la serpiente. Esta Serpiente espera cambiar la piel por lo  menos una vez más en esta vida.

Las transformaciones son dolorosas y exigen sacrificios.