domingo, 30 de junio de 2019

Sí, el arte ayuda un poco, y esto de escribir e inmediato publicar (en Facebook i aqui) es como cagar y no guardar la mierda. La copla es un arte menor, salvo alguna perla negra muy de vez en cuando. La medida es defenderte de la lástima, eso te puede hundir en un personaje lastimoso. Con la copla no piensas, va surgiendo sin darte cuenta --cuando calculas algo, no sale bien-- y ella va sujetando el dilema, sea doloroso o agradable. El dolor se cura con el humor y lo agradable con cierta seriedad. Al surgir como agua de una fuente, la copla te va cantando al oído. Dándote una solución potable o por lo menos un respiro.

El día de ayer no fue agradable. La vi hablando con HH cuando llegué a la rambla, a la ridícula fuente de la actual plaza de La Paz. HH es un personaje de Barrio Chino. En la novela es un personaje que amenaza al personaje principal, el narrador, con los más crueles castigos mientras que su ex, clienta de Fu --el narrador--, lo amenaza con cortarle los huevos si ve por la calle a HH y se para a hablar con él. Un lío novelesco. En la realidad de ayer no me agradó verlos hablando.
--No la conocía, pero parece buena persona --dijo.
Y tú la misma persona mentirosa de siempre.

Llegamos temprano al local de la actuación. Una mala noticia nos recibió. En fin, recitamos, con rigor, pero ese local ya no me gusta. Tiene algo maléfico. Me acuerdo de otra ocasión en que estuve también con ella y con Pepe. Y esa noche estaba --recitaba-- la ex del cuento. Después del pleito --que la novela recoge en parte-- cuando coincidimos mantenemos la distancia física y visual.
En el sueño que creo que conté el otro día, cuando soñaba que me dormía y no podía evitarlo, por fin me dormí y apareció ella, yo completamente ya despierto en el segundo sueño donde había entrado. No hubo continuidad porque el vecino, en la vida real, tocó la puerta y me despertó a esta pesadilla --a veces-- que llamamos vigilia.

En fin, ayer no estaba y... bueno, sé que es una faena, pero la continuación de esta página está en las coplas de hoy en facebook, incluidas las de Amaro Nervo. Corregidas para mi interés en una mesita de la rambla, cerca de la que estaba ayer sentado HH.
A veces HH recuerda una antigua partida de envite en Tacoronte. También está en la novela. Ya ganas de quitármela de encima, pero todavía le falta. Como el retrato que estoy haciendo. Hubo un momento en que lo que quería era terminarlo y a otra cosa. Pero después hice un cambio drástico en el fondo y el cuadro empezó a hablarme, y llevaba la pintura al lienzo como quien canta. Las cosas entonces empiezan a tener coraje.
La modelo no sé cómo estará. No fue ayer a ese sitio.

jueves, 20 de junio de 2019

El autor

Nació en 1953. Murió ayer.
Ya no siente ni padece. Ni amor ni indiferencia, ni odio ni sumisión, ni juzga ni piensa. Lo que permanece del ser vivo es el cuerpo, desconchado pero aún correoso, con ganas de comer, de cagar, de follar y de bañarse en el mar. Del alma sólo le quedan los ecos de un sonido. Con esos ecos fabrica la escritura. Mientras espera el juicio final.
La hora en que Santa Muerte decida llevarme del todo al otro mundo o a la nada. Y aquí entra

el personaje
Tiene ganas de comer pero la cocinera ideal está lejos. Las ganas de cagar también son importantes. A los niños, si yo mandara, les enseñaría gramática mientras cagan, y a cagar mientras hablan. Dime cómo cagas y te diré como escribes. Enséñame tu escritura y... etc.
Lo de follar es más complicado. Aspira a lo más elevado, como los trovadores. Mi don. La señora ideal que despierta el instinto profundo y la pasión de la inteligencia. En el amor cortés (el de los trovadores) todo estaba permitido menos la penetración. Inteligente que eran los medievales. Si dejabas a la señora embarazada, antes de casarse con uno de su clase, la desgraciabas para siempre. Los trovadores, que presumían de sílabas contadas, eran unos caballeros. No como los juglares, que cantaban sin pararse a medir, y eran unos villanos.

Anoche soñé con la modelo actual. El soñar que estoy atrapado en el sueño y que no puedo despertar ya me ha ocurrido, pero esta vez hay una vuelta de tuerca. Al principio bien. Vestido nos acostamos.
Hubo electricidad sexual entre los cuerpos pero no hubo acción. Nos levantamos, bajamos al piso de abajo y en la cocina ella comprobó si yo estaba armado o no. Salimos al patio. Allí estaba también la poeta Alba y no sé si también el que ha sido su novio o su marido. Calvo era. Pero yo no percibía bien la situación porque me dormía, me vencía el sueño, y quise darme una ducha de agua fría para estar bien con las dos poetas. Nada. No podía. Soñar que te duermes y no puedes evitarlo tiene que tener un significado.


miércoles, 19 de junio de 2019

adios

El dolor antiguo que sufrí por amor
es tan idiota como una flor de plástico
en un jardín japonés.
El que yo causé, oh conciencia mía,
es más inoportunamente doloroso.
Cuando recuerdo la herida, el recuerdo
es un cuchillo celebrando una matanza
y se abre la herida y sangra y me da sed
y bebo la sangre como Cristo el vinagre en la cruz.
Eso sí es pesar. Siempre abandoné a la mujer
que amé, siempre me abandonaron
las que no amé, o no amé demasiado.


Hoy me dijo adiós quién qué más da, a ti qué te importa. Es escritora. Gremio al que hay que echarle de comer aparte. Unos presumen de vender y otros de no vender. Que le digan a Corín Tellado que presuma de no vender, y quién sabe si el motivo de Kafka, al pedir que quemaran su obra, no fue otro sino ver, con amargura, que sólo vendía entre cuatro amigos. Dile a Dostoiesvki que no escriba para vender, que pague las deudas con...Yo soy de los que no vendo, como Kafka. No puedo presumir, como Cervantes, que presumió en la segunda parte del quijote de todos los ejemplares que se habían vendido de la primera parte. Otra cosa es que puedas desarrollar tu estilo a tu manera. Eso está bien. Hacer las cosas cómo tú quieres y puedes. Lo otro es venderte, prostituirte. (Yo quise ser un escritor prostituto, un negro; y lo fui, pero la vanidad, el querer figurar, no me dejó permanecer en ese locus amenus.) Pero no presumas de no querer vender tu obra. Presume si acaso de no tener necesidad de venderla. Pero no me vengas con vainas. Y adiós es una palabra sagrada, como las coplas.



Adiós me dijiste tú
y adiós te dije yo
sin haberte conocido
como manda ley de dios

sin probar, mi buena amiga,
néctar de tu boca
que seguro vuelve loca
a la pasión más cautiva,

no recorrí tu camino
a las minas de salomón
y quedé con las ganas
de ser tu mejor cantor.


Y esto con lo del diccionario español - vietnamita este viernes.

A mí me atrae la pintura de Nguyen (tan sagrada como mis hijas o mi hermana y unos pocos amigos que he tenido y, gracias a Dios, los que hoy sigo teniendo) y su poesía y me asombra que haya fabricado este diccionario.

 Recuerdo algunos amigos del pasado que, a cambio de la amistad, querían regalarme a sus enemigos. Lo siento. Adiós. Ni los amigos de mis enemigos son mis enemigos ni tampoco, en principio, los enemigos de mis amigos son mis enemigos.

En fin, por ahora la obra no necesito venderla, pero los cuadros sí.
La pasta y los lienzo cuestan pasta. Pero ¿merece la pena intentarlo? ¿Dicen algo nuevo? No lo sé. Pero son muchos. Demasiados. Como los cigarros que fumo.
--Qué hombre de poca voluntad --me dijo una vez una antigua amiga.
Sí.




martes, 18 de junio de 2019

Es de la época del latín, creo, eso de que la literatura tiene dos funciones principales: entretener y educar. Yo lo reduzco a una: entretener. A lo mejor no te educa sino que te ayuda a ser un golfo, como en aquellos versos de François Villon (cito de memoria, de mala memoria).

Quédense ustedes con la honra y el honor.
Yo no quiero ni una cosa ni otra,
Vivo contento con mi puta, mi deshonor y me deshonra.
Si ella llega después de un mal día, sin traer dinero a casa,
no le dirijo la palabra y duermo en otro lecho.
Si al contrario, trae dinero fresco y abundante
comemos y bebemos y nos tiramos uno encima del otro
y nos insultamos entre risas y empujones.
Ella me dice así así, mi amor, y yo le digo que es la mejor
y la más bella de todas las putas de París.
Quédense ustedes con la honra y el honor.
Yo me quedo con mi puta y las noches
en que llega a casa bien surtida.

Poema nada apropiado para estos tiempos feministas. Que necesarios eran, no confundan.
+
A cuenta desto
La polémica en facebook ha sido por una ya célebre antología de autoras españolas que no incluye a ninguna de Canarias; ninguna canaria ha defendido no ser española y ni querer estar ahí. Todas las que saltaron al trapo, se comportaron (en mi apreciación de la realidad) como el hada 13 del cuento de la belladurmiente. La polémica la avivó el periodista crítico Jerez, en contra de las poetas protestantes. Las llamó poco menos que mierdas provincianas. Como François Villon, a los defensores de la honra y el honor. Las Mil y una Noche (lo dijo Borges, no yo) tiene la génesis en la literatura de albañal, de prostíbulos, malas lengua, estilo de verduleras. En Ibrahim yo estoy acostumbrado a este estilo, aunque allí se usa de un modo cordial. Si es educado o no Jerez llamando mierda a las personas, hay que pensarlo mucho. Como insulto, hay que reconocerlo, hace daño. Como literatura es su estilo. Y lo domina. Borges, otra vez ese hombre, reflexionaba sobre la manera educada de proferir un insulto. Es más dañina aún. Dejas al otro desarmado, comprendiendo lo que estás diciendo pero sin saber qué responder. En ese caso, si te hierve la sangre, aplicas el dicho asturiano: para qué vamos a seguir hablando si podemos resolverlo de otra manera. A trompada limpia.

¡Cómo se dirá en vietnamita!


domingo, 16 de junio de 2019

A los nervios rutinarios, se añade otro. Este viernes presento el diccionario de Nguyen. Temblando estoy. ¿Qué sé yo de diccionarios? Recuerdo el primero que tuve. En la escuela. Más pequeño que la mano. Nos reíamos buscando las palabras "ramera" y "cobijar" ("puta" no estaba, y "follar"  no existía en nuestro habla). Cuando teníamos que buscar una palabra, nos entreteníamos saltando de palabra en palabra. Encontrando vocablos desconocidos o significados que no conocíamos. Luego vino --mayor tamaño-- el diccionario de latín - español, más en consonancia con el de Thúy, vietnamita - español. Y a partir de aquí me pierdo si no hago memoria.

Me esfuerzo en recordar. Tengo una imagen visual del de latín, pero ninguna del de griego, como si no hubiese existido. El de francés - español lo recuerdo vagamente. Por el uso que les di, puedo nombrar el de la Real Academia y otros, y los propios del oficio: de dudas, de estilo, etc. Todos los regalé menos el de María Moliner. Ahora, con el de mi amiga, tengo dos. No, miento. Son tres los que tengo. Me olvidé de uno inglés-español que consulto poco. Marcelino me lo pidió pero no se lo di porque la escritora Alba Sabina usa muchos anglicismos. En un tiempo lo consultaba, pero luego se me olvidaba y me cansé. Tres diccionarios.

Uno de español estricto y dos de... cómo se llama. Bueno, no sé. Lo que sé es que loro viejo no aprende idiomas. Y el problema es que tengo la cabeza errática, no me concentro en nada. Como cuando aquel diccionario de la infancia, de una palabra a otra, de un castillo a otro, como una oca.

sábado, 15 de junio de 2019

El jardín es primordial en Bajo el volcán. Es el mantra que recorre la sangre del libro. El Jardín destrozado es el escenario. El dolor de verlo morir las consecuencias. A un lugar opuesto al Jardín, tiran al cónsul. El fondo de un barranco infestado de perros muertos. ¿Qué le dice --horas antes-- el cónsul borracho a un perro que se cruza en su camino? Es algo cariñoso. Después, mientras cae herido de muerte al barranco, ve el Jardin del que el hombre ha sido expulsado. La caída es elevación. La perfección de la borrachera es la absoluta sobriedad del pensamiento. Este es el consuelo del libro. Pero la ausencia de amor es ausencia de amor. "No se puede vivir sin amor", le dice el amigo doctor al cónsul. Había amor en el Jardín, pero fuera ya no hay amor. La puerta está cerrada. Sólo la muerte puede abrirla.
Lowry, hacedor de tragedias.

Hoy Marcelino --que pronto se recupere de los trances molestos-- me habló de Pepe Monagas. El personaje de Las Palmas. Hacedor de comedias.

Nguyen me dio hoy el Diccionario vietnamita -- español.
Abro al azar:

tiêng neguòi xao cùa trúc  (el susurro del bambú) 

(Hoy también conocí dos expresiones que no conocía:

"Buenos mal" (podría ser de Pepe Monagas) y "que el médico te vea". Dice Marcelino que es una maldición.)






jueves, 13 de junio de 2019

El personaje, todas las tarde se sienta en el banco donde doña Romances frente a su casa, junto con esta mujer, muslo con muslo. La conversación comienza siempre igual.
--¡Qué guapo estás!
--¡Qué guapa estás!
--No, yo estoy fea.
--Eso es lo que te crees tú.
Siento la sangre en sus piernas, en su pecho, en su cuello, y miro sus ojos que parecen perlas cristalinas, y sus labios finos, y su barbilla... No, hay mujeres en la  calle, aparentemente más hermosas y más guapas, pero no cambiaría a ninguna por esta mujer fea. Pero conserva la gloria del cielo. El olor de la tierra sin labrar. Y su piel me recuerda a la de una negra de Nigeria que conocí en un puticlub de Gijón. Lo que no me agrada, de la conversación, es lo que sigue: qué hice hoy, qué voy a hacer. Y yo qué sé.
--Jalamagí hamala ham --le contesto.
--¿Sabes tú hablar árabe? ¿Tienes ancestros árabes?
--Árabe no. Bereber, y chino. Thin gin Thin go...
--Y ¿francés? ¿sabes frances?
Le recito el francés que recuerdo, dos versos de Baudelaire: "Oh dolor mío, mantente tranquilo. / ¿Reclamabas la noche? / Aquí está, ya viene / envuelta en vestidos sarracenos".
Y los vecinos de arriba, el ex picoleto y demás, mujeres sobre todo, miran y reflexionan. Yo también reflexiono.
--¿Me quieres? --ella pregunta.
--Eso no puedo decirlo. Si te digo que te quiero, es que no te quiero. No me hagas mentir.
--Recuerdo el mar de Hermigua. Qué mar, siempre furioso.
--¿Y te bañabas?
--Sí, y nadaba por debajo del agua. ¿Tú no nadaste nunca por debajo del agua?
La tarde cae. El kiosco de Vicenta es un cuadro costumbrista. Allí voy. Y vuelvo y Romances sigue allí. La brisa canta una antigua melodía. Los lagartos se acercan a escuchar.

miércoles, 12 de junio de 2019

En fin, dejo de hablar de mí y vuelvo a mi personaje, al que le regalo mi vida. No tengo imaginación. No soy Julio Verne. ¡Y cómo tengo al personaje! Hoy en el club de lectura él se quería ir con Africa y Africa con él, pero Adela se adelantó y
--Jesús, te espero para que vengas conmigo.
"Tú mandas y yo obedezco", pensé y fui con ella, hasta la rambla y luego hasta el parque. La conversación no la resumo porque Adela (y Alicia) me tiene como un caballero, a pesar de mi defensa, contra Ana Hardisson y Africa, del lenguaje tosco y vulgar. Eso me viene de antiguo. Recuerdo en la juventud discutir con una poeta con la que recité en el Hogar Católico --tiempos de Franco-- y yo defendía la palabra fea frente a la palabra bonita. Ella no.


Palabras feas tampoco le gustan a Adela.
El compañero Andrés, que me conoce y sabe de la pata que cojeo, había señalado la palabra cobijar. Adela, que no sabía el sentido canario de "cobijar", me preguntó:
--Cobijar aquí es follar.
--Hacer el amor.
--Hacer el amor no. Follar. Aunque ya está poco usada.

Y en otro ámbito de la realidad del personaje, rasgo a señalar. Una amiga le está haciendo una bufanda. Tejiendo una bufanda en primavera. Será para que la use en verano. Ay Ulises. Ay Odiseo. ¿Cuándo llegarás a Itaca?

--

martes, 11 de junio de 2019

Hoy es el cumpleaños de mi hija Sibisse. Esto si puedo decir que lo escribo yo. Y mucho más podría escribir yo, si supiera las palabras exactas. Si Dios me las inspirara. Hay aciertos y errores en las zonas sagradas de nuestra vida, y contar unos u otros requiere la luz del cielo, o del infierno. La del infierno la tengo, la del cielo me falta. Podría añadir --como hizo Malcolm Lowry-- una llama más al reino de los demonios. Él lo hizo escribiendo una tragedia, cerniendo la lengua de Shakespeare, cerniendo a Shakespeare. Eso lo mató. El Diablo jugó con el autor y lo dotó de la palabra, pero a cambio desgració su vida. Cuando Lowry escribió Bajo el volcán, era joven, bebedor pero deportista, nadaba mucho en las aguas del mar junto a su casa en Canadá.

México no es cualquier cosa. Él lo supo. México le inoculó su veneno a Lowry. La palabra exacta, sin el menor descuido. El Diablo, por su parte, le hizo probar su licor, la gran novela, en su propia vida. Escribió su destino.

El escudo que vence al Diablo es la comedia. El Diablo se aparta de quienes lo hacen reír. La risa, como la luz del sol a Dráculas, lo disipa de la faz del mundo.

Lo sé hoy. 11 de junio.

lunes, 10 de junio de 2019

La litetarura no es la vida; en el mejor de los casos, refleja sólo una parte de la vida. La persona no es el personaje. Yo no soy quien escribo este diario, yo no soy quien hago poemas, el poeta es un fingidor. En las Mil y una Noche, hay un cuento de un poeta que enamora a una chica con sus versos, y ella se los cree y no comprende que el poeta la deje, le dé calabazas.
--Hacer versos de amor es mi oficio --dijo el poeta, sin más explicación, y se fue. A comer dátiles al oasis e intentar traducir el canto de la calandria. Ahí lo dejamos, oyendo a la calandria e intentando traducir.

Hoy vino mi hermana por mi casa. Se sorprendió de verlo todo más recogido. Le dije el motivo, y me ayudó, como una negra, con un retrato en que quiero conjurar a Leonardo da Vinci. Mi hermana yo creo que viene de sangre italiana y de la sangre de ese genio del Renacimiento. No como yo, que vengo de la China. Primero hablamos de la novela El callejón de los milagros, la que tenemos el miércoles en el club. Yo voy por la mitad. Ella la acabó. Me contó lo que pasa con el no doctor que se encarga de mutilar mendigos para que lo ganen mejor, y si ese hediondo pero sabio observador del mundo se logró tirar a la mujer del panadero, y si la bella Hamida olvidó la lectura del Corán y prefirió la riqueza al amor. La riqueza lo tiene complicado. El rico, de tanto tomar satiriasis, le dio un paro cardiaco.
--No murió pero se quedó atontado --dijo mi hermana.

La conversación en la escalinata de Ibrahim fue más sagrada. Dios nos proteja.

domingo, 9 de junio de 2019

En mi gusto, la mejor literatura narrativa está en Chejov, Bukowski y Kafka. Lo más cercano al lenguaje hablado. Y en Kafka hablado sin ninguna gracia. Estilo seco. La podredumbre húmeda está en el contenido de sus relatos. En "Injertos", serie de varios cuentos en los que he estado trabajando esta noche, la sequedad, la ausencia de sonoridad, es el objetivo. El injerto no es sino la unión de un relato vulgar con un relato culto, del que resulta otro relato distinto a las dos anteriores, a pesar de las obvias semejanzas. Creo que no está saliendo mal el experimento. Además me agrada escribir así, sin componentes personales. El método nació (en mi caso) en Agosta escribe: unión de una novela rosa y lo esencial de Los últimos 120 días de Sodoma.

Tengo que buscar el libro de Alonso Quesada. Belén me lo pidió. Encontré el que me mandó Roger (Todos los monos del mundo, editorial Renacimiento, colección Los Cuatro Vientos), que me dedica a mí y a todos los que he enterrado, a todos los que me enterrarán. Es la narración en el mismo tiempo de Horizontal jazz, Gijón en los años ochenta. En Todos los monos yo estoy de personaje. En Horizontal, Roger está casi de protagonista, pero con otro nombre. Su libro es fiel a la realidad; el mío deja volar la imaginación, y la mezcla de realidad e imaginación es también una suerte de injerto. En fin. Le dije que le iba a mandar algo de lo que he editado por aquí, y no le he mandado nada.

Tengo la mente aletargada. Con eso puedo vivir. Pero el cuerpo también tiene bajones y eso es más preocupante. Fui a la paella de Pepe en el Equipo Para, pero ya en la subasta se me derrotó el cuerpo. Me fui, como Bukowski de Nueva Orleans, y en mi calle frente a su casa me senté con doña Romances. Me reanimé. Ella contenta de estar conmigo y yo con ella. Nos animamos ambos hablando de romances gomeros y otros versos. Yo le digo que vaya por mi casa, y ella quisiera pero la lengua del pueblo pesa lo suyo. Le han dicho que no es bonito que una mujer entre en casa de un hombre que vive solo.

Bueno, una amiga hay que me dice que le está pidiendo a san Antonio compañera para mí, y me pregunta cómo la quiero. Creo que voy a ver si la sueño esta noche, a ver si entre ronquido y ronquido localizo cómo la quiero.

sábado, 8 de junio de 2019

Bien la peli alemana de anoche. A la vuelta de la esquina. En el TEA, fila 4 asiento 6. Es lenta pero no molesta, agrada esa lentitud de tragedia sin grandes alaridos. El grito va por dentro. Roe el alma a un buen hombre que ayuda al novato que entra a trabajar en el hipermercado. El amor se expresa con un saludo esquimal. En un mundo sin amor, perdido en los no lugares, el animal humano no tiene porvenir. Sus días son una soga al cuello. El ambiente de trabajo está lleno de buenas personas, hay cierto aroma de santidad en la película. Ella le enseña que, a pesar de las apariencias, la grúa con la que trabaja imita la música del mar. THE END. Buena película.

Y luego en el Gato Gordo encontré a Enrique, el antiguo editor.
--El problema de tu cuñado es que está reñido con la vida --dijo, en medio de una más larga conversación.
No puedo negar que es buen observador.
Luego llegó Dani y me mostró las fotos que hizo el jueves en mi casa. Las hay espléndidas. Enrique, por deformación profesional, las veía como posibles portadas de libros. En cada una indicaba por dónde había que cortarla para que quedara bien como portada.
--No es para una portada, muchacho. Es... --le dije para lo que era (una cosa que ahora no voy a decir).
--Pero eso es en serio? dejaste de ser escritor? ahora eres...?
--Ahora soy nada, pero intento algo.
Sí, lo intento.
Dani se tiene que ir. Quedamos para mañana en la paella de Pepe. Me quedo con Enrique. Termino las croquetas. No las hace mal el Gato Gordo.
--Bueno, me voy.
--Quédate un poco más.
--Si fueras una mujer, me quedaría un poco más a ver, pero ahora voy a coger la guagua.

La de las doce de la noche. En la parada de la apesadumbrada calle Miraflores.

La vecina Lilih es un calco casi de la actriz de la película. La misma sonrisa incitante, igual abultamiento de los labios, la misma mirada, el mismo peinado (por encima del cuello), la misma forma de caminar de pájaro zancudo. Coincidencia.

El mirlo sigue alimentando a las nuevas crías, ya grandes, con plumas negras, en el nido del pitanguero del vecino Nicolás.
--Por aquí viene toda clase de pájaros --dijo.

sábado, 1 de junio de 2019

Hoy por la mañana en la feria supe que la poeta del amanecer no me mira con buenos ojos. Le pedí un cigarro, se asustó al verme la cara, casi se cae al suelo, me dio el cigarro y se fue. No me dio tiempo de devolverle el cigarro. Hay veces en que es preferible quedarse uno con las ganas de fumar.
Y supe también que al poeta de los días, los meses y los años, con quien hasta el momento habíamos tenido trato educado, será un error mío en lo sucesivo ir más allá del saludo.
En fin, amarga cerveza que bebí con un amigo. Todos los días se aprende algo.
Bien el novelista Alexis Ravelo. Es buen lector de su obra. En los diálogos, con una naturalidad admirable, le da bien la voz al personaje. Su novela va de corrupción política en Lanzarote.
--Esto es ficción. En la realidad, allí nunca ha habido corrupción --aclaró Ravelo.

En política leí algo que relacionaba al abogado investigado por asesinato en La Laguna con un caso en el que desaparecieron las pruebas de las escuchas policiales al presidente Clavijo. No he vuelto a leer más nada sobre esto. El periódico que leo en Ibrahim, destaca lo del aspirante socialista a presidir el Gobierno de las islas implicado en un caso de mal uso de fondos públicos. Un caso inocente, al parecer, donde lo único que hay, si lo hay, es no amoldarse a los procedimientos requeridos. Un asesinato por motivos políticos y económicos es otra cuestión. En fin. La pantalla está abierta. Sigamos mirando.

Ya no hacen falta novelas. Novelistas hay montones en la feria, reclamando la atención del viandante, para que se pare en su mesa para ver su libro y lo compre si acaso. He hojeado algunos y están bien escritos, no cabe duda. Y seguramente entre la multitud de novedades con sus autores presentes, vendedores ambulantes, se esconda una obra genial que nunca conoceré.