lunes, 29 de julio de 2019

respuesta a una línea de tu carta

Amiga no vista:E
Mientras llega la cuentista moruna al aposento del rey, y puedo oir y ver por el ojo de la cerradura, te contesto a la tuya, que si quieres enviármela, para contestarla mejor, te dejo aquí dirección postal

Calle El Tanque, 58
(Barrio de La Salud)
S/c de Tenerife
38008

Tu carta tengo que escucharla dos veces más, o leerla, que es mejor, pero por lo pronto me quedé con eso que te dije, que me recordó un cuento de Fonseca y un consejo de Ovidio Nasón, el latino poeta.
En el cuento de Fonseca a un individuo le dio por observar lo que cagaba todas las mañanas. Llegó a conclusiones extraordinarias en sus lecturas de la mierda, acerca del significado del mundo y el sentido de la vida, hasta que descubrió que la cagada también tenía poderes nigrománticos. Gracias a esos poderes conoció a la mujer que le convenía. Se juntaron y todas las mañanas cagaban juntos y leían los vaticinios. Fueron muy felices, aunque no veo yo a Fonseca diciendo esa tontería de fueron muy felices.
El otro es Ovidio. En su libro El arte de desamar (antes había escrito El arte de amar) dice que él no lo aconseja porque no es digno proceder, pero si el que quiere desamar se arma de valor, la mejor manera de lograrlo es mirar por el ojo de la cerradura cuando la amada va al retrete. Como ves, dos casos antagónicos. En Fonseca la mierda es amor. En Ovidio, realidad que borra toda belleza.
Hoy, curiosamente, mi hermana me contó que mi sobrino nieto dijo, sin derecho a réplica, que todos los animales cagaban, menos los gatos. Los gatos sólo meaban.
Y ya que estamos escatológicos, recuerdo un chiste. Resulta que el Rey mandó a su bufón a cagar sobre la mesa en la casa de Quevedo.
--Mira, Quevedo, me manda el rey a cagar sobre la mesa del comedor y tengo que hacerlo. Es una orden del rey.
Quevedo, hombre de ley y cristiano viejo, invitó a pasar al bufón y que cumpliese la orden del rey. El bufón se subió sobre la mesa, se bajó los pantalones y se acuclilló. Y en esto apareció Quevedo con un arcabuz, encañonándolo.
--Tú caga tranquilo como te ordenó el rey, pero como te mees te mato.
Otro cuento escatológico memorable lo escribió Ignacio Gaspar, tu vecino. Si recibo tu carta en papel, te mando el relato, Yo fui el editor.
Y sobre eso del Libro de los Destinos, te digo que ví a la mujer que me dijo.
En fin, como dice la gente de teatro antes de una función, y en el sentido que ellos lo dicen, mucha mierda,

domingo, 28 de julio de 2019

en las mil y una noche

He podido saber que en la antigüedad de los tiempos y en el rico país de Kaledán había un rey llamado Schahramán. Tenía ejércitos y riquezas considerables, y era feliz con sus setenta favoritas, sin contar a sus cuatro esposas legítimas, pero también sufría porque era estéril y no había podido tener descendencia. Alá no le había dotado de un hijo que heredara el trono. Un día decidió poner a su gran visir al corriente de su secreta pena.
--Mi buen visir, no sé por qué soy estéril pero estoy sufriendo. Soy ya viejo y no he dado frutos.
El visir reflexionó una hora y a la hora levantó la cabeza y dijo:
--Rey, la cosa es muy delicada y eso sólo lo puede resolver Alá. A pesar de haber meditado mucho, yo sólo encuentro una cosa que podría remediarlo.
--¿Qué cosa es esa?
--Verás, esta noche antes de entrar en el harén haz tus abluciones con fervor  e invoca con humildad al señor de la fecundidad, diciendo

Fecundador,
padre de las fuentes vivas,
padre de los que viven,
haz que mi semilla
sea bendita

y así tu unión con una de las selectas será fertilizada por la bendición.

Oyó esto el rey y exclamó:
--Visir, esas son palabras prudentes. Me has indicado un remedio admirable.
Y en agradecimiento le regaló una vestidura muy lujosa. Luego, de noche, después de cumplir el rito minuciosamente, entró en la cámara de las mujeres y escogió a la más joven. Al cabo de nueve meses, ella parió un niño varón en medio de un regocijo de clarinetes, címbalos y pífanos. El niño era tan bello, tan parecido a la luna, que su maravillado padre le puso por nombre Kamaralzamán (Rey del Tiempo). Su belleza llegó al delirio cuando cumplió los quince años. Sus ojos fueron más mágicos que los ángeles Harut y Marut, su mirada más seductora que la de Tagut y sus mejillas más placenteras que las anémonas. Su talle era más flexible que la caña de bambú y más fino que una hebra de seda. Su grupa era tan movible y encantadora que los ruiseñores al verla se ponían a cantar.
El rey Schahramán amaba mucho a su hijo, no podía separarse de él ni un instante. Y no quería irse de este mundo sin verlo casado. Un día esta idea le preocupaba más que de costumbre y le dijo al jefe de los eunucos:
--Vete enseguida y dile a mi hijo que venga a hablar conmigo.
Nada más el eunuco transmitirle la orden, Kamaralzamán se presentó a su padre. Se detuvo ante él, le deseó la paz y bajó los ojos, como corresponde hacer a un buen hijo,

En este momento, Scherezada vio aparecer la mañana.


sábado, 27 de julio de 2019

barre la linda vecina,
señora de Nicolás,
el polvo que afuera
dejaron los albañiles,
esos secretos poetas.

--Me fijé solo en Jesús porque es más guapo que tú --dijo Manuela, yo de espaldas a la máquina del dinero, el director de la agrupación musical en la mesa formica a la izquierda.
--Ay... --dijo Esteban.

Hacía tiempo que Manuela, galante mujer, estrella de la agrupación, no aparecía por Ibrahim.
Mi tocayo, el director, dice que hace tiempo le di una letra (es verdad, y hasta ahora, dos años después, no me ha dicho nada de la letra.
--ES preciosa. Estoy buscando la inspiración para saber la música que tengo que ponerle. Tú este año tienes que venir a cantar a la Agrupación.
--Si me metes en el coro puede ser.

Recordé cuando a los doce años iba al catecismo (iglesia de Fátima, barrio de Salamanca). Me gustaba. Hacíamos excursiones. Había rifas. Yo me saqué un balandro de juguete. Lo que no me saqué fue el amor de una rubia preciosa. Como me hacía caso normal, no el que yo quería, una vez cuando fue a sentarse le quité la silla y se deslomó contra el suelo. Me expulsaron. Pero recordaba el catecismo por el grupo musical. Me hicieron una prueba. Se echaron manos a la cabeza.
--En el coro, si canta bajito, no desentona del todo --dijo un responsable.
--Vale, lo ponemos en el coro pero que sólo mueva los labios --dijo otro.

No está en la calle limpia
del sábado por la tarde
sentada a la sombra del nogal
la vieja enamorada.

viernes, 26 de julio de 2019

Le llevé el cuadro a Margarita, retrato de una nieta, elaborado como mi abuela Petronila los bordados que hacía, y que se los quedó todos mi hermana, para no variar. Me dijo, Margarita, que quiere también su retrato. Sí, y yo que me rasquen el huevo izquierdo. Burguesía peninsular en Canarias. Al menos no son tan jediondos y cobardes como la burguesía franquista criolla de CC. O el pollaboba de García Ramos, lujurioso de boca el hombre. El problema de Cubillo fue lo de la lucha armada. Con cuatro pistolas de segunda mano, y una docena de balas oxidadas, declarar la guerra es también una idiotez. Y criar cuervos. Mi madre, qué pueblo este de idiotas. Yo el primero.
--No te invito al Nautico porque voy a ver dibujos animados.
Cojo la guagua de vuelta. Arriba arriba iré, y en llegando descansaré.


jueves, 25 de julio de 2019

Problemas en esta fuente del ordenador. Seguramente contagio lento de la otra. A ver si muere y ya dejo de escribir aquí. Esto parece un juego de tontos. Como el García-Ramos, nacionalista él, el que criticó que en las exposición aquella de Robayna y Borrego, donde se demostró que hay mujeres (y hombres) a las que sólo les interesan ellas mismas y no el arte (con el arte se limpian el coño, o se lo ensucian) , alegó que no estaba cierta poeta (muy mala y con mucho postín trepa) que en el límite temporal de la exposición sólo tenía 9 años, y si ahora es petulante poeta, mejor no saber cómo era entonces. Este Ramos arrimado al caciquismo anteriormente franquista de las islas, ahora salta recordando a Cubillo. Mierda le den en los besos.

Decidí ir a La Laguna. Avisé a Agustín que iba. Así nos veíamos un rato y hablábamos. Estaba con un poeta, de los que tiran barro a la pared y alguno por casualidad hasta no se cae al suelo. Un pesado y un falso. Poco pude hablar, sólo que en los gremios literarios hay más corrupción que en el político.
No sé si más, pero más idiota sí.
En fin, antes de subir bajé a coger el tranvía. En una lateral de Miraflores, tremendo pollo. Gentío mirando hacia una ventana. Le pregunté a una mujer.
--Él, que le tiró el bolso a la calle y ella que luego le tiró los zapatos.
--Fue porque la pilló con otro hombre --amplía otra la información.
La ventana es de un piso de prostitución, Mejor sigo de largo. Historias no faltan. En el tranvía otra. Otra mujer. Intento quedarme con la sintaxis. De boxeadora. Está que también hubo un desacuerdo sentimental, y le cuenta la historia supongo que a una amiga.
En bajando, en La Laguna, un sujeto habla por el móvil.
--Yo te hago el bien y así me pagas, así me pagas, asi me pagas --disco rayado el hombre.
Reburujados deben de estar los astros.
Más tranquilidad por la noche en Santa Cruz, con Marcelino, hablando de poesía. Un tema como otro cualquiera,

miércoles, 24 de julio de 2019

Cuando te dé igual 8 que 80, habrás llegado al nirvana. Mientras tanto no es mal consejo hacer y no hacer como si ya no importasen las contradicciones, como si no existiesen. Y menos los cliches de las culturas acartonadas pero poderosas. La locura controlada (Juan Matus) sería actuar en público acorde con esos cliches, pero no vender la palabra. Si vendes la palabra (no me refiero a dinero, a escribir como trabajo) has vendido el cuerpo. Te has prostituido. Vender el cuerpo es vender el alma. El cuerpo se da por gusto o a cambio de haberes monedados u otro precio, pero se da sin fingimiento. Venderlo es fingir. Venderlo es someterlo al capricho de otro. Cuando el capricho de otro no es acorde a ti, la opción es no cambiarlo por dinero. La puta libre. Heredará el poder. El poder como poder y no como artificio,

lunes, 22 de julio de 2019

Después del carnaval (impresionismo) viene la cuaresma (construcción). Esto más o menos escribe Eugenio d'Ors en un libro que tiene sobre Cezanne. Me ha venido como anillo.

"Cualquier constructor es fiel a la razón; aspira a un arte completamente intelectual, porque siente su alma fatigada y ya asqueada de sensualidad" -y continúa--: No ya representación, como en el realismo; no ya sugestión, como en el impresionismo; en vez de representación, en vez de sugestión, una definición... Y una definición de este género no puede contentarse con la apariencia unilateral de un objeto; más bien trata de enriquecer la percepción con todos los elementos del recuerdo". Y varias líneas más adelante: "En pintura, si se quiere reproducir el objeto, es necesario recurrir a una enumeración simultánea. De esta contradicción entre las fatalidades del arte y el impulso del deseo nace la tortura y la lucha en los pintores contemporáneos.* Lucha y tortura que los empuja de continuo a nuevos ensayos, porque saben que la misión del artista no está en el placer, sino en la perfección, ... no son epicúreos, sino estoicos.
"Un estoico en la vida moral; en su arte, un barroco que termina en dórico; tal es la doble definición de Cézanne."

Saltando la cita, en relación con la primera línea, después del pecado viene la penitencia. Fui un poco borde con Alicia (del Club donde sólo se admiten caballeros). "Tú eres un caballero, Jesús, por eso estás en nuestro club", escribió en el wasap del grupo. "Yo soy un villano infiltrado", le contesté, y no tenía que haberlo hecho. Mal hecho. Aunque ya no soy un jabato, Alicia físicamente es más débil que yo. A una persona débil es menos indigno darle una nalgada que una palabra de más.
Todo por la novela La Tregua (Benedetti). Una vez una amiga --¿dónde estará ahora?-- me prestó otra novela de ese autor. Me la llevé a Santa Bárbara** cuando tuve que cumplir una condena de arresto domiciliario. En aquella casa, en aquella tierra germinó y creció Barrio Chino. En la novela no puse muy bien aquella obra de Benedetti. La tregua la leí con mejor agrado hasta la mitad. A partir de ahí --parecido a lo que Eduardo García Rojas dejó anotado sobre El cuervo***-- la novela se defondó. Hice esfuerzo de lectura, cosa que no me gusta para a veces es provechoso. El recuerdo de la lectura está desprovisto de la pesadez de la novela. La pesadez de leer ya ha pasado. El recuerdo hace un resumen más provechoso y liviano. Siao Ling, que defiende La tregua por entero, me acabó de convencer. Tal cómo ella la contó, ayer en el almuerzo, es una obra atractiva, sin tópicos ni trucos malamente logrados.


*El libro de Eugenio d´Ors, muy bien editado (en el reverso de la portada un sello de Librería Goya) no tiene fecha de edición ni editorial, no tiene página de... ¿cómo se llama eso que es a cuerpo 8? Yo lo encontré en la Casa de la Cultura. La gente deja libros allí para que otros se los lleven. (La dificultad es que algunos de los más valiosos --en edición y obra en sí-- tienen pulgas o algún bichito microscópico.)

**Tengo que aprender a decir este nombre sin que la tempestad me revuelva.

***Rojas elogió El cuervo hasta la mitad. Lo otro le pareció añadidura, vanidad del autor. Y tuvo razón. No estoy yo para una segunda edición. Pero si se hiciera, esa novela acabaría cuando a los recogedores les llegan las anunciadas furgonetas. Lo otro quitarlo todo.

sábado, 20 de julio de 2019

Pepe:

se me está jodiendo este ordenador. Accedía a internet por dos fuentes, pero en una puse "pornografía clarividente con clara de huevo" y saltó un virus. Que llamara a no sé qué... y que no apagara y que no sé qué. ApaGUÉ Y CUANDO VOLVÍ LO MISMO. Así que no volví más. Fb también empieza a dar problema. No sé si tiene que ver con lo otro.

El pendrai lo menos jaleo para mí, tendría que pedir favores, es llevarlo a tu ordenador y reunirlo todo. Por el virus no te preocupes porque el trabajo está hecho en otro ordenador, sin conexión a internet.

Bueno, a ver si escribes que hace tiempo que no vienes por esta nuestra choza. ¿Queda magia?

Chito
Amiga y lectora:

me dices en la tuya que mi compañía en letras te llena más que mi presencia física. (Menos mal que tengo el alma vacía porque si no me echaba a llorar.) Otras que me conocieron físicamente, a más o menos distancia, me dijeron lo mismo. Recuerdo una judía que me dijo que oírme era distinto a leerme, que no parecía el mismo. Me lo dijo defraudada después de haberse ilusionado con mis letras. (El papel --la pantalla-- aguanta todo lo que le pongan:) Y otra, canaria, por la que perdí la cabeza y ella por... el personaje de la novela El negro, y creyó que yo era el personaje, y la infame (fue infame) aventura amorosa no duró demasiado (no por lo físico --lo digo en mi descargo-- sino por la cuenta bancaria y que yo no me comportaba como Elías (el negro editorial)). En cambio una mujer de Las Palmas a la que conocía sólo por cartas, le mandé esa novela y me mandó al demonio. También me confundió con el personaje. Esa es mi fortuna y mi desventura. El "retrato de dorian grey" al revés. Mientras mis letras (mi obra) se hace fuerte y rejuvenece, yo el autor estoy cada día menos presentable. Así que no me presentaré, y menos de improviso. Además, el enigma tiene la gracia que no tiene la costumbre.
El retrato lo hice. Lo intenté pero no salió como yo quería. Ni el color ni el ambiente ni la figura humana. Por eso no te reclamé más la tierra.
El sofisma que tenía en mente sobre la presencia física, es que no puedes comparar porque la desconoces. Pero como si la conocieras. Intuición de mujer tal vez. En fin, a falta de masa buenas son la letras. ¿Qué le voy a hacer...?
El invierno todavía no va a llegar mañana. Y ahí a tu lado la prenda tiene buena guarida.
Bueno, buena relectura feminista. Un abrazo (en letras).

viernes, 19 de julio de 2019

Amiga y lectora:

con el deseo de que estés disfrutando del baño, de la ventana o del canto del mirlo te escribo esta carta, aquí, ya que no quieres darme tus señas, y supongo que por desconfianza de mujer, y haces bien. El bueno hoy puede ser malo mañana. Y al revés. La verdad es que yo me quedé encantado con tu cuento de hoy en fb. A mí me pareció el viejo salido, con su baba cayéndole incluida, un ser inocente y aoasionado. Seguramente ya calmará a su mujer cuando sea menester, si no es de los que, frustrados de la vida, son insoportables. Y la bañista, con las monumentales tetas, me pareció hermosísima. El autor escribe una cosa y el lector comprende otra. Suele suceder. Hoy un caso parecido le pasó a mi amigo el extratarrestre. Fue a ver la exposición de Evelia Santana, y ella le dio su libro de poemas (Caleidoscopio de sombras) y él abrió al azar, y el poema hablaba de los pechos de la mujer, de los pechos de la poeta, y ella, la autora, estaba delante de sus ojos, figura entera, pero el primer plano eran sus pechos. Una amiga del Club de Lectura (Margarita) que me encargó el cuadro, es una experta en la ropa interior femenina a lo largo de la historia. Cuando estuve en su casa, la casa azul, me explicó algo de la conferencia que había dado (yo no pude ir) sobre ese asunto. Tenía que ver con un cuadro (no recuerdo el autor) en que la dama está en el columpio, con las piernas abiertas, volando en el aire, y el caballero delante, extasiado, y era porque por cuestiones higiénicas la parte íntima quedaba al descubierto. El otro día en el club discutimos sobre la cosa de ver como machismo que un hombre se fije en el culo o lo que sea de una mujer, y no en su inteligencia o su espíritu. Yo discutí con quien le parecía mal esa actitud. Yo creo que el espíritu está en el cuerpo. Lo demás son inventos. O mejor dicho, el espíritu es lo que rodea al cuerpo como la atmósfera a la Tierra, y hay buen espíritu cuando hay hermosura. Aunque la hermosura es cuestión de gusto, y eso, el gusto, es diverso y nadie es bueno que niegue el suyo. En fin, rollos morunos. Hoy fue un buen recital en Librería de Mujeres. Las dos participantes estuvieron muy bien, y divertida Lourdes Hernández con unos relatos en que el hombre siempre era el culpable de todo y al final recibía su merecido castigo. Fue matándolos uno a uno, en los cuentos, sin piedad ninguna, a cual peor muerte.
Y estuvieron mi amigo el extraterrestre y mi amiga Belén. Extraterrestre dice que un cuento que no tenga sexo es como una comida que no tenga sal. Belén le dijo que el otro día estuvo oyendo a cuatro cuentistas orales y el que más la convenció fue el único que contó un cuento sin sexo. Me acordé de un guineano que oí una vez en La Laguna. Nada sexual, por lo menos explícito. Pero cuando hablaba de un tigre no era él hablando de un tigre sino el mismo tigre hablando por si mismo. Todavía me dura el asombro de haber oído a aquel negro, formado en la Casa de la Palabra en su país.
Bueno, pues en cuanto a que los viejos (hombres y mujeres) se vuelven niños, regresan a la niñez, puede ser que sí. Un lingüista que me dio clases decía que los viejos recuperaban palabras de la infancia que habían perdido a partir de la juventud. Yo me acuerdo de algunas: telera, folelé (esta es más común, o está más registrada), comelona...
En fin, que vendrá el invierno. Me vendrá bien la bufanda, y sus colores.

jueves, 18 de julio de 2019

me levanto temprano. voy al bar. desayuno. regreso a casa. un sueño mortal. me echo. dos horas como una marmota. despierto como puedo. voy a la bar. regreso a casa. somnoliento. me echo. duermo más de dos horas. de esos sueños que cuesta despertar. no es la primera vez que ocurre. ¿me están poniendo algo en el café? ¿quienes yo admiraba son en realidad unos taimados? En las películas ocurre a menudo: la persona en quien tienes confianza, es la que en secreto te está matando. ya pensar que Wan está detrás, es acentuar la paranoia. ¿cómo lo averiguo? ¿guardo disimuladamente el café en un vaso y lo llevo a Sanidad? No ocurre todos los días.

lunes, 15 de julio de 2019

Jerez en su columna de hoy en El Día, habla del muerto de hambre rico. El ejemplo que da es el de alguien que sólo necesita saber que la nevera está llena para vivir tranquilo. En el caso de Wan, que tiene la misma raíz del que cuenta Jerez, él no vive tranquilo si no sabe que mi nevera está vacía. En fin, hay que alejarse de las emociones. Valen en una carta o incluso en un diario, pero en una novela es recomendable que el autor deje a un lado el amor o el odio y ceda al arte, a la necesidad de la danza, sin interferencias personales.
*

El "caso modelo" cambia de viento. El gélido viento del Norte se va y aparece viento del Este. Más animado. Margarita responde a la segunda imagen que le mandé, foto de un segundo cuadro fabricado en uno de sus lienzos, y me manda un vídeo de una actuación teatral que es color y maravilla. Dice que el cuadro le recuerda eso que me envía. La comparación no me es nada odiosa, aunque en el cuadro la escena está menos idealizada.
Agradezco su cambio de rumbo --también me envía fotos que le pedí-- como náufrago que llega a la orilla.
fb me envía un recuerdo: el cuadro La fumadora de boliches. Es también un retrato. Los pechos, agresivos y atormentados, llaman la atención del espectador. A Pepe no le agradó que le pusiese después una malla para cubrirle el tórax; no lo hice por evitar la obscenidad --como me aconseja Elena-- sino para llevar la atención al rostro de la mujer, a su angustia serenada con la droga. Mogdiliani me persigue.
*
Obras en el barrio. Andamios en los edificios de enfrente. Raspan por fuera. La calle se llena de polvo de pintura y cal. Ventanas cerradas.

*
El trabajo de anoche tuvo frutos. Resolví mejor los cuentos de Injertos. El cuento vulgar no tiene reparos en juntarse con el cuento culto, pero el culto no lo deja si por lo menos no se ducha y se adecenta un poco. Pero si lo hace y oye la música de palacio, es capaz de llevarse la polca a su terreno, hacer valer su naturaleza sincera frente a la domesticada civilización. El autor que elegí como veta elevada, es Borges. Uno de los cuentos está en la línea del Aleph. Quizá esté en el mismo libro. El otro, sin dejar de sostenerse en su metafísica, es más callejero, más cercano al romanticismo de Carriego y a la épica de José Hernández. El cuento de kiosco que baila con el primero de Borges, es el de una mujer que repudia al marido y el marido recurre a su hermano, el cuñado de ella, para que lo ayude a solucionar el repudio. El otro es el de una joven a la que una fotógrafa artista invita a una acción fotográfica.
*
Leo la entrevista de Chaves a Paulino. Mejor no hablo de política. Ya hablo demasiado. Más de lo prudente. Sé prudente, Jesús --me aconsejó una vez Alicia, señora gentil, frasco de buen espíritu. 

domingo, 14 de julio de 2019

La sencillez es la madre de la ciencia. Bueno, escribo esto pero iba a escribir otra cosa. A contar el dilema que tengo en la cabeza. Cuando le mandé a Margarita (se llama Margarita, me niego a ponerle otro nombre) la foto de su retrato, contestó: "soy yo". Me lo tomé como una aprobación. Le pregunté --todo esto por wasap-- cuándo se lo llevaba. Y me contestó con un rótulo ya hecho: DOMINA TUS PENSAMIENTOS O ELLOS TE DEVORARÁN.  ¿Cómo se interpreta esto? En un primer momento pensé que Margarita (señora decorosa y con simpatía) tiene algo de bruja y captó la orgía pictórica que yo iba imaginando mientras bajaba a la casa azul caminando por la Rambla, a la sombra de los laureles a las cuatro de la tarde. Imaginé Barrio Chino convirtiendose en realidad lo que es fantasía, imaginación, en esa novela. (Ya tengo el hecho de que HH haya aparecido en la realidad, el otro día cuando el recital, de un modo que parece una venganza del personaje a cómo lo narré en la novela. La vida va tejiendo una trama que se nos escapa de las manos. O mejor dicho, el hombre propone y dios dispone.)

Quizá sea eso lo que vio Margarita. Pero incluso algo peor. Cuando bajaba a su casa, la casa azul, una escena de la imaginada orgía era un episodio que cuenta Sábato en Informe sobre ciegos y que implica a Oscar Dominguez, a una de sus modelos y al marido de la modelo. Una escena esperpéntica. (Digna de Crimen de Agustín Espinosa.)

Así que tal vez no haya Siao Ling con lengua de camaleón y ni su marido Wan poniendo calumnias en la sartén. Capaces son pero no creo que esta vez otra vez me la metan doblada. Que la confianza en Siao Ling (a pesar de su marido) sea un espejismo en el que necesito creer.
 Que yo tuviese algún éxito en la pintura --aquí éxito es vender algunos cuadros a precio de contrabando--, a Wan lo pondría enfermo. Su voracidad de muerto de hambre lo tiene pegado a su naturaleza. Esto es cosa de él. Cosa de los demás es que odie ver comer a otro algo que sea mejor que lo que come él. Coma lo que coma está comiendo mierda todo el día. Wan no es el problema. El problema es mi confianza en Siao Ling. En la novela es la única que a Chim, su hermano, le sirve de apoyo. En la realidad tengo reparos para decir siempre lo mismo. Cosas del pasado.

"El pasado es la semilla del futuro" dice uno de los personajes en un cuento de Injertos. Lo que me está pasando con esta obra es lo mismo que con las personas. O creo que acierto o que mucho ruido y nada.  Tal vez por ahí debo entender la contestación rotulada de Margarita: DOMINA TUS PENSAMIENTOS...

¿Cómo le digo que los pensamientos los domino?, y que ahora estoy intentando dominar el color y la línea.

Por otras razones, busqué aquí cuadros de mujer en la bañera. No estaría mal hacer un cuadro así. El de Ofelia, que lo vi el otro día, precioso cuadro de un inglés, tal vez sea el primero que anuncie el tema de la bañera.
Sé quién es la modelo ideal. Y aceptaría si se lo propusiese. Podría quedarme en su casa y trabajarlo alli. Pero la vida me está diciendo que aguarde. Supongo que Margarita contestará. Un día de estos. Supongo. Porque si no, ¿qué hago yo con el retrato?
Me hice el cuento de la lechera. Ahora hago este encargo, y este lleva al otro, etc. Se cayeron todos los cacharros. Se derramó la leche. La señora que estuvo tan afable, ahora retira cualquier contestación. ¿No le gustó algo de lo que dije? Cuando estoy nervioso, me vuelvo un poco histrión. Tal vez no di la medida solicitada. Pero otra sospecha es que alguien, con la lengua debida, me ha puesto palos en las ruedas. Sospecho, para no andarme por las ramas, de Siao Ling con la incitación de Wan. No es la primera vez que lo hacen, aunque tiempo al tiempo, ya sabré si lo hicieron esta vez. Total, un cuadro que no sé què hacer con él. Supongo que, pase lo que pase por su cabeza, laseñora terminará respondiendo. Qué mierda esta.

Como para darse un baño. Y encima en fb me mandan recuerdos que los leo y me da media vergüenza haber escrito aquello. A veces estoy tan desangelado que ni los borro. Y los cuentos injertados están haciendo agua por varios sitios. Es difícil atinar. Cualquier error desbarata el conjunto.

La señora me ofreció ir a una comuna de artistas en Guamasa en agosto. Hubiera podido estar bien, pero si recogió velas, se jodió el invento.

No me organizo bien. Y, aunque no quiera reconocerlo, el rechazo me afecta.

sábado, 13 de julio de 2019

--Autor, necesito vacaciones.
--Vale. Cerraremos esto hasta que vuelvas.
--Mi primo está en paro. Si quiere lo llamo para que me sustituya.
--No, quizá deba descansar yo también.
--¿Dónde?

¿Dónde?

Ese sitio no existe. Mi cabeza yace en un barco hundido, mi cuerpo hace oposiciones. El personaje es una ilusión óptica. En cierto modo sucede aquí lo que en la novela de Oscar Wilde pero a la inversa. El personaje (la figura del cuadro, del texto) es astuto y atractivo. Yo no.

Voy a Ibrahim a mediodía. Dos mujeres con el grupo Espís. Una no la conocía. Belleza sin paliativos. Traje rojo transparente. Sentada en la silla. Sonríe con delicada hermosura. Sería ideal modelo. En la otra silla, al otro lado, está sentada la chica del colega que cogieron el otro día con dos kilos.
--¿Tú escribes novelas? --me pregunta.
--A veces.
Me dice que se acuerda de mí de San Andrés. Entretengo la mirada en las rodillas de la otra.
--Y es pintor --dice el Jaraba.
Bueno, ahí queda la información.

A primera hora de la tarde bajo caminando hasta Muelle Norte. Allí vive la mujer con quien quedé. Me pasa a la cocina, me hace preguntas prácticas. Si yo tengo un sueldo, cuánto le voy a cobrar. Y luego otras preguntas. Curioso que me lleve bien ahora con la que tuve una bronca in illo tempore. Y lo mal que estoy con la directora de teatro. Ya estaré bien, pienso. Pero por lo pronto haz un café y dame un vaso de agua. Me lo da. Luego me pasa a la sala para que vea su colección de cuadros. No están mal. Me presenta al marido, un coronel moribundo.

Voy a Ibrahim por la noche. Animado ambiente. Discuten de una comuna en La Gomera donde el gurú tenía derecho de pernada. El cazador Esteban también dice lo suyo pero nadie le hace caso. Llega el Puñalada, sin su hembra, afeitado. Parece otro. La vecina galana me mira con intensidad. ¿Debo matar a su marido? No estoy para eso. Además, el hombre me cae bien.
La noche sigue. Detrás del limonero hay una sombra.

jueves, 11 de julio de 2019

Días de miel. Lo inesperado. Dos señoras, ricas, de la alta burguesía, se pelean porque les haga un retrato. Cada una reclama su derecho a ser la primera. Ni sé qué decir. En estos casos ¿qué digo yo? ¿Las dejo que se peleen y quien gane será merecedora del retrato? La pintora Tamara de Lempicka no quiso sino tener clientes de alcurnia, que son los que dan la fama y el dinero. Picasso supo lidiar con la alta burguesía. Modigliani, con la cabeza menos fría, no pudo y la mandó a tomar por saco. No se hizo rico. Truman Capote se ganó a la alta sociedad neoyorkina, hasta que escribió sobre la alta sociedad por dentro y le cerraron las puertas de sus mansiones.  Arrabal, en la comparación que hace entre El Greco y Velázquez, al de Toledo lo pone como un inadaptado y rechazado por la alta sociedad y a Velázquez todo lo contrario. Pero a Velázquez, añado yo, la alta sociedad le molestó poco, al contrario, para lograr la pintura que él quería. En fin, un par de veces en la vida se me abrieron puertas de nogal y de roble, pero no entré porque tuve miedo --ya he hablado del miedo-- al éxito. Hoy no le tengo miedo al éxito, aunque procuro recordar el cuento de la lechera y aplicarme el cuento, por si acaso se me va la cabeza. Hoy lo que tengo son latigazos de vejez, aprendizaje pero a costa de incómodas limitaciones. En fin, seguimos en la brecha. Y las señoras me caen bien, son buenas conversadoras, y tiene cada una un atractivo especial. Las podría pintar de memoria. Esto me lo callo. La presencia y la figura es mejor. A ver si se ponen de acuerdo y arreglamos el negocio como es debido. Al negocio lo que es del negocio y al arte lo que es del arte.


miércoles, 10 de julio de 2019

--Tú y yo hemos tenido una bronca muy fuerte, y sé cómo se la tomó el grupo porque ... es una lengüina y me lo cuenta todo. Pero ahora que te he conocido, me caes estupendamente.

En esto llegó la guagua a la parada cerca del antiguo cine Greco, hoy edificio cerrado. La señora tiene culo grande. En el rato que bajamos juntos, que me contó de todo y afablemente me tocaba, recordé dos refranes. "Sandía grande no se la come uno solo" y "cuando una mujer te toca no es inocente". Bueno, la verdad es que a mí no me disgusta la sandía, y una mujer casada tiene la ventaja, a menos que se enamore, de dejar tranquilo a quien se la coma. El marido es lo primero. No le pregunté por el apetito del marido.

Eso fue por la tarde. Por la mañana, a instancias de mi hermana, viajé a Barrio Chino. 911 en el carrito de Valentina y 910 en Muelle Norte. Después de comer, albóndigas muy buenas y un vino blanco gallego, fui a ver a Xam; me llamó desde el bar Castillo y bajé. Vi al hermano. Hacía tiempo.
--¿Sigues preso?
Sí, en régimen abierto.
--A ver cuando publicas esa novela. ¿Salgo yo?
--Tú no, pero tu hermano sí. Bueno, un personaje inspirado en él, que no es lo mismo.
Se quejó de su suerte. No aparecía en la novela.
--Los que nos buscamos la vida nunca llegaremos a nada --dijo, caminando hacia la casa de Xam.
--Nunca se sabe. Algo inesperado y a lo mejor mañana somos ricos.
--Yo lo más inesperado que me he encontrado son cinco euros. Debajo de una piedra en la playa.

Cuenta que paseaba por la playa, vio la piedra y le pareció tan bonita que quiso llevarla a su casa. Cuando la levantó había cinco euros debajo. Cogió los cinco euros y se olvidó de la piedra. Me recuerda que por piedras en la playa, allí lo atrapó la Justicia. No digo nada. Hay chistes inoportunos.
Él se va con un colega y Xam me cuenta que ya no va por el Acapulco porque ayer...

--Buf, que un gomero sospeche que te quedas con un céntimo, estás garantizado.

Sigue haciéndome el cuento de ayer hasta que llegamos hasta la puerta del Acapulco.
--No le vayas a decir nada a Gernin, tú como si no supieras nada.

Nada más entrar, Gernin sale de la cocina y se acerca a la barra. Saludo de rigor y

--¿sabes lo que me hizo éste ayer? --y cuenta lo mismo pero con connotaciones distintas.

Su hermana, también de negro barman, subida en una banqueta busca la botella de Aldea por encima de las calaveras de tequila, todas de cristal transparente menos una, de madera pintada.
--Ahora el chupito de Aldea es más caro, Jesús.
--Te puedo pagar con versos.

Bueno, es la hora de volver. El club de lectura espera y mi cuñado Wam nos lleva hasta el parque La Granja.
Ambiente un poco tenso. Me siento al lado de la que motivó mi desacuerdo. Así la controlo de cerca. Sé que va a intervenir. Tenía preparado preguntar si los autores canarios de cierta altura están vedados por algún petit comité que se salta la votación a la torera y prostituye la democracia. Con razón un astrólogo me aseguró una vez que yo era mejor político que escritor. Pero como no soy político, evité la demagogia personalista e hice una pregunta impersonal: si la votación había servido para algo. Pregunta retórica. Sabes la respuesta que te van a dar. La das por buena y... pero María la jefa del club añadió una puntilla:
--1280 almas no estaba previsto leerla y la leímos porque tú la pediste.
--No te quejarás --dijo la mujer que estaba al lado mío, sin tocarme, mirándome de reojo...
--Eso fue una petición antes de las votaciones, y agradecí y ustedes agradecieron, porque les gustó leer esa novela, menos tú que no la leíste...
--yo sí la leí, y me gustó.
--Pero cuando hay una votación, la voluntad individual está de más, y si es secreta, más de más.

Se calló. Ella, que no fue ningún día en que discutimos sobre la novela de Jim Thompson. Sí, en su casa le echaría una hojeada, como a Cucarachas con Chanel.

martes, 9 de julio de 2019

No me gustan los capítulos misteriosos, herméticos, así que paso a otro. Dejo atrás el reloj que da la hora en la casa de los locos. Cuando venía de Ibrahim el viento me habló. Tenía voz de mujer cuando tropezaba con la esquina del limonero, a la entrada de la calle, y voz de hombre cuando no tenía obstáculo. Frente a mi casa la vecina, la puerta abierta, hablaba con un muchacho que había dejado la bicicleta cerca. La figura que mostraba era insinuante. Brazos alzados sobre el cabello y tobillos cruzados. Pechos erguidos. Saludo afectuoso. Capítulo abierto. Cambio de luna.

Hoy bajé a la rambla a hacer copia en papel de los cuentos pornográficos, los injertos de cuento culto con cuento vulgar. El injerto da frutos inesperados. Eso es lo que me interesa. Al margen había escrito un sueño que tuve hace tiempo. Quizá lo ponga en el libro. Una amalgama de episodios en Ibrahim, conversaciones con el vecino jardinero y el sueño con HH y... Un sueño que se parece tanto al episodio de la otra noche, la del frustrado recital.

HH. Dios mío. Vuelvo al tiempo de la juventud. Santa Cruz era entonces una ciudad con alma. Abierta al mar, marinos que alegraban la calle Miraflores, películas de verano en la plaza de toros, sórdidas aventuras en el cine la paz, la revolución andando, Cubillo con la lucha armada, mi madre, qué error. Los errores se pagan. Cerraron el puerto. Se acabó la fiesta. cada uno a su casa. Así es Santa Cruz. Y yo me voy a acostar. Mientras cambia la luna.
El juego del universo es más complicado, y más sencillo. Ahí no hay rechazo sino absorción. La humildad nace de la conciencia de la absorción. No puedes hacer nada. Sólo, si lo logras, no darte la mínima importancia y que la absorción te escupa fuera de sus dominios. Lo digo por el cuadro que puse hoy en el muro de facebook. Es un cuadro mágico. Tiene poder. El poder de destruir a mi enemigo. Será un placer verlo morder el polvo. El poder de señalar el camino a mi amiga no lo tiene. No todo es posible.

El otro día --ya lo conté-- cuando quedé con mi amiga para ir al recital (frustrado recital) la vi en el lugar de encuentro hablando con mi enemigo. Enemigo de cartón piedra pero no menos peligroso. Me desagradó la imagen de verlos juntos. Intuí que el hecho no iba a quedar ahí. El gran sátiro iba a hacer su acto de último mohicano. Su ultimo engaño. Y ella se dejaría engañar. Como la mujer que --in illo tempore-- abandoné una triste mañana con los bolsillos llenos de blues. La historia se repite y es un escarnio la repetición de la historia. No será un príncipe azul quién la despierte --como deseaba-- sino un charlatán mentiroso. La realidad la inundará. No podrá volver a sus fantasías. O sí. Volverá y ya no habrá retorno.

Como no hubo para la otra muchacha de otro tiempo. La devoró la fatalidad. A mí también. La de ella fue la fatalidad de la caída. La mía la de la elevación, el poder de destruir a mi enemigo pero no el poder de  reconstruir a mi amiga. El fondo de la noche los aguarda. Me toca esperar. Mientras, la absorción continúa.
 

lunes, 8 de julio de 2019

Son afortunados los días que uno gana en el juego, y desafortunados los días que uno pierde. Jugar sabiendo que vas a perder y quejarte, es como para que te ahorquen. Jugar intuyendo que vas a ganar y pierdes, es para que corrijas las ondas magnéticas de la intuición. Lo digo porque hoy a mediodía jugué, en la máquina de Ibrahim, cinco euros estando al lado, en la barra, en la butaca junto a la máquina, un cliente anónimo, mal gafe, lo olí. No me iba a dar suerte sino al contrario, y jugué. Perdí, sabía que iba a perder. Me cagué en mi madre, no por perder sino por haber jugado. Y por la noche, tuve la intuición de que iba a ganar. Todo el rato viendo las cabezas de los clientes, amigos, conocidos y desconocidos. No tomo apuntes al natural pero cazo con la memoria la imagen, las cabezas, como notas de solfeo, flotando en el recinto de Ibrahim, fuera y dentro de la barra, y a unos cuantos metros la puerta abierta al mundo, a la noche, a la extraña curva de la calle Fonterpecius o como se llame. Le pedí un ron y cuatro cigarros a mi amigo. A Ibrahim lo tengo como amigo, como a unos poco otros allí dentro y en la escalinata, a Marcos el amaestrador de hurones o a Esteban el cazador que caza todas las noticias de la barriada, ajena a la ciudad allá abajo, como escribía Jerez hoy en el periódico. El Día, el diario que se quedó sin caciques que defender. Buscará a otros. Y supe que iba a ganar. El cuatro era el número de la rueda de la fortuna. Pero como le di dos euros, Ibrahim me dio cinco cigarrillos.
--Coño, Ibrahim, me jodiste. Al cinco le tengo manía, no me trae sino problemas.
Y sin embargo jugué. Perdí. Pero mañana voy a ganar. El cinco es el número de Diablo y de Dios. Hoy tocó Dios. Mañana tocará el Diablo.

domingo, 7 de julio de 2019

yo que culpa tengo
si quiero cogerte
que llevo seis años
castigo latente

castidad forzada,
una mala bruja
me lanzó coruja
al fondo del agua

Castigo que tengo
castigo de yo,
castigo que tuvo
el santo de Job

Quiera san Pedro
sacarme del pozo
donde estoy metido
sin gloria ni gozo

O sácame tú,
sabia señora,
que teje las horas
del color azul

Qué culpa tengo
si quiero cogerte
del monte más alto
la flor de la suerte.

*
Iba a escribir, a copiar, un poema de Evelia Santana, del libro Sombras de caleidoscopio que se presentó ayer en la MAC. Pero me acordé de mi amiga que contó lo de una mujer de buen vivir que va a ser vecina suya. Una historia para un cuento. Acabo de leer el de Truman Capote. Una maravilla. Los abusos son contados como parte de la vida. En ningún momento hay un juicio de valor. En ningún momento hay una queja. El cuento es de una niña que llega al pueblo y seduce a todo dios.
Alguno le asombra que hable bien de su padre que está en la cárcel por criminal. Lo más que le gusta es danzar. Saca el gramófono al patio y la escena parece una caja de muñeca. Tiene a dos enamorados. Dos niños de once años cada uno. Ella tiene diez. Trabajan para ella. Una vez le dicen que se decida ya, que a cuál quiere de novio. Y ella dijo que a ninguno, que no se puede mezclar los negocios con el amor, y ella lo que tenía con ellos era un trato comercial. Es una niña de armas tomar. Una vez que los dos chicos estaban abusando de una negrita ella intervino para advertirles que los caballeros no se comportan asi. Y se hizo íntima amiga de la niña que defendió, tanto que la metió en su casa a vivir. De noche no podían dormir por el aullido de algunos perros. Salieron ellas dos a la calle, una identificaba al perro que era aullador y la otra le pegaba una pedrada a la cabeza, entre los ojos. No cuento el final. Es muy triste.

sábado, 6 de julio de 2019

Dos rones no dan para una borrachera. Sólo calentar la sangre y que te den ganas de hembra. ¿Es eso malo? Pues que venga lo malo. Borracheras eran con una mujer uruguaya en otros tiempos. La conocí en una barra americana. Nos caímos en gracia y nos hicimos amigos. Recorrimos ebrios como cabras el barranco Santos varias noches follando bajo los puentes. Borracheras eran también las del viejo cónsul inglés de Bajo el volcán. Si quieres conocer a un borracho especial, un místico del mezcal, lee esa novela de Lowry, uno de los más grandes novelistas de la historia de la literatura. Barroco, sí, pero no como Carpentier. Un barroquismo de otro calibre el de Lowry. Lo que no es nada barroco es el cuento de Truman Capote que tenemos ahora en el club de lectura. La maravillosa sencillez. Un uso exquisito de la primera persona, de quien cuenta la historia, un testigo de la urdimbre del cuento, con mínimas intervenciones en el argumento.
Sara es de quien quería hablar, por si la escritura tiene la magia de borrar, como manda don Juan Matus, la historia personal. Hacerla común, si cabe, y que deje de ser propia. Sara, la mujer uruguaya. Desde La Palma me mandaba cartas donde me contaba avatares de su oficio. Clientes que trabajaban en las plataneras y acudían a la cantina donde con las barrigas sudorosas y abombadas y con grumo de plátano los machetes... Ay Sara, te contesté en una que no me escribieses más. Qué error el mío. Esto sí que estuvo mal. Muy mal.


viernes, 5 de julio de 2019

Gano en el juego. Cantidad importante. No está el mexicano. Le doy el toque al de Colombia. Me sorprende, más barato y mejor material. No tengo ganas de volver a la farla, es una substancia que si te dejas ir, te envuelve en una telaraña de mentiras y de boberías. Lo que me interesa es la concentración que da. Si la domino, puedo terminar lo que tengo pendiente. La materia ideal para un escritor es el opio, pero eso no hay manera de conseguirlo.
Por la tarde me había llamado Anghel, porque el que presentaba el libro de Evelia (Marrero y Castro) se trago una espina y tuvo que ir a urgencias. Quería que yo fuese en su lugar y por lo menos leyese el prólogo de Marrero.
Al final no sé qué dije que Anghel me agradeció el esfuerzo de bajar.
--Hombre, la oportunidad de estar al lado de Evelia no representa ningún esfuerzo.
A continuación le tocaba a ella la palabra.
--Ya sé, Jesús, que con tanta compañía que tienes no te hace falta la mía. Pero eso quedó muy bonito.

No dije nada, qué iba a decir. No era oportuno el dicho taoísta Lo bonito es bello pero es mentira. Lo feo es desagradable pero es verdad.
En fin, viva la hipocresía, ahora que los políticos la están perdiendo y claman por lo que realmente les interesa: el sillón y la pasta que acarrea.
A un poeta de La Laguna, Anghel me presentó como poeta, y él dijo:
--Bueno, por lo menos es buena persona.
Lo miré con gana de romperle la nariz con un puñetazo. Soy mejor poeta que él como de aquí a Lima. Pero cuando le vi la saliva amocada, verdosa y reseca, en las comisuras de los labios, se me quitaron las ganas de decir la verdad por una vez en mi vida. Al final de cuentas él estará en la antología de ... y yo no. En fin, como decía mi suegra: haya paz entre los ruinos y mierda pa los cochinos.
Luego la guagua en la plaza Weyler y arriba. Ibrahim animado. Lleno de mujeres, viernes noche. No vino ninguna conmigo. No se lo propuse a ninguna.
Sigo durmiendo solo.

A Eduardo le mandé la crítica de ... Me contestó que le enviara foto de la portada del libro. Eso significa que la va a publicar. No se lo diré a la autora hasta que lo haga. Que se ponga contenta entonces.
Otra cuestión que me contó Anghel tiene que ver con Barrio Chino. Información importante. Le da una vuelta de tuerca a cierto personaje. No lo pondré como información del narrador pero sí como dato que ofrece algún personaje secundario, de los que pasan y no vuelven.

miércoles, 3 de julio de 2019

Día enmarañado hoy, pero con buen pie. Me volví obsesivo con ciertas cosas del club de lectura. Envié un wasap al grupo como persona jurídica, sobre un asunto privado, entre nosotros. En fin, Norma me comparó con don Quijote. Le contesté que él fue castellano noble, como yo. Tenía que haberle añadido que yo soy Castellano postizo. Por lo menos en el primer ascendente al que le quitaron el nombre y le pusieron ese apellido. En fin, aquí en estas islas no sé si habrá alguien que pueda presumir de cristiano viejo. Algún descendiente de Lugo, o de Guerra, supongo, si aquellos lo fueron. Habría que ver cómo fue la historia y sus actores.
Pepa, inocente del caso en cuestión, preguntó qué pasaba. Esto lo otro, e intervino la responsable María, como tenía que ser. Y luego Norma, con lo de arriba. Africa también envió un wasap. Muy amable, casi cariñoso. Y me deseó felices sueños. "Serán felices si sueño contigo, Africa", contesté. Y no fui hipócrita. Si me dijeran que a una isla desierta sólo puedo llevar a una mujer del club, escogería a Africa. Por su compostura, su elegancia, su sonrisa, por la curva alrededor de su ombligo, por su serena inteligencia y su gracia. Supongo que es buena cocinera. Tengo que preguntárselo. Aunque si me obligan a ir a una isla desierta, si no me dejan escoger tres no voy. Las otras dos serían...

Lamenté un poco no haber leído Nada, de Carmen Laforet. Norma hoy, en la realidad física, en la sala donde nos reunimos, señaló a un personaje pobre mujer de uno que le pegaba.
--¿Y ella no se defendía? --le pregunté.
--Vamos a ver si va a ser ahora la víctima la culpable --saltó el catedrático de Ética. Gabriel.
No me dio tiempo de responder. Con un ejemplo. El caso de Zidanne cuando le dio con toda el alma un cabezazo a un italiano. El italiano le había estado insultando por lo bajini todo el partido. La víctima se lo buscó. Sí, señor, hay casos en que la víctima no está libre de responsabilidad. Otra cuestión es la piedad improcedente. ¡Pobrecita mujer! ¿Pobrecita o idiota? Bueno, yo no leí la novela, pero la educación piadosa es miserable.

En fin, un día de matraquilla mundana a nivel provinciano.

Mi amiga de Charco del Pino, patria de curiosos, me pregunta por los momentos felices del pasado. No sé contestar a eso.

martes, 2 de julio de 2019

Odiaba a casi todo el mundo y a mí mismo. No sé si primero dejé de odiar a casi todo el mundo o primero a mí, o si fue al revés. Ahora no odio a nadie. Nadie merece esa gran atención, ni uno mismo. Lo mismo pasó con el amor. Otro espejismo de la civilización humana. Aquí la cuestión es la misma. Dejas de amar a los demás y te dejas de amar a ti mismo. Nadie merece tanta atención, ni tú mismo. La vida es negocio y compenetración sexual. Buenos negocios traen armonía. Buena relación sexual también. Lo malo en una cosa y otra provoca desavenencias, angustias y crímenes.

Más difícil de erradicar de las enfermedades del alma es el miedo. En mi caso. Un muerto me inoculó el miedo cuando yo tenía siete años de edad. Este cuento lo podría escribir con la vibración adecuada mi amigo Ignacio Gaspar. Yo referiré el argumento. En el patio de su casa aquel hombre, cuando estaba vivo y yo regresaba de la escuela, solía contarme cuentos que supongo que mi inconsciente conservan. Ese hombre murió. Vivía con una tía de mi padre y la noche del velatorio, después de marcharse la gente, yo dormí en una cama y mi madre en otra. Soñé que Guzmán --ese era su nombre-- me contaba un cuento en el patio, como solía hacer. De pronto el hombre se convirtió en una fiera y saltó sobre mí para devorarme.  Desperté. Asustado me fui a refugiar junto a mi madre en su cama. Cuando ya estuve tranquilo, asomé la cabeza sobre la colcha. Allí estaba ese hombre en la puerta. Su presencia no me asustó. Fue su sonrisa. Su torcida sonrisa. Fue la semilla del miedo.

Me he acostumbrado a vivir con él. Pero preso de sus tentáculos. Siempre cohibido a la hora de la verdad. Hasta hoy, Que no siento -- o muy poco-- ni el peso del odio ni el del amor. Y ahora, qué demonios, me doy cuenta que es un aliado. Acepto que me dé la mano. El miedo guarda la viña.