miércoles, 27 de noviembre de 2019

Se han detectado peligros potenciales. 

Internet avisa.

Si los peligros que se avecinan se salen con la suya, adiós. Fuera conexión. Una jodienda porque esta página es el inodoro de las cosas del día. Lo suelto aquí y me lo alivio de la mente. Doy de la mente.

Otro peligro no tiene que ver con esto sino con la fuente de ingresos. Mañana visita obligatoria a la oficina del banco.

Otro asunto que me preocupa es la desaparición de papeles importantes desde... Tengo que volver a buscar. No todo mal pensar es verdadero.

Con la comunidad literaria cada vez estoy peor. Estoy por darle la razón a Víctor Ramírez que señaló que un rasgo distintivo de la identidad de este pueblo es la mimosería. Pero en este caso no tanto el ser mimoso uno mismo (los hay, autores mimosos, pero no es el caso) sino mimar a los congéneres. Acariciarlos y besarlos y obviar cualquier crítica ácida o desacuerdo grave. Te expulsan de la tribu.

No debo de ser hombre de tribu. En el Hogar Católico --principios de la juventud-- me expulsaron de bibliotecario porque el primer paso que di fue comprar libros de Lutero.
De algunas entrevistas de trabajo me expulsaron por no ir con adecuado atuendo.
Me expulsaron de las Juventud Comunista porque en el escrito que me encargaron para Mundo Obrero (no lo publicaron) me entretuve en señalar los defectos de la aplicación del sistema y el futuro derrumbe de la URSS. Me quedé sin espacio para señalar los aciertos.
Los anarquistas del Norte de España me expulsaron porque en el trabajo que me encargaron (lo publicaron; lo leyeron después de impreso) hice un cuento en que defendía a un franquista obrero frente a una infamia de una comunista burguesa.

Y de niño me expulsaron del catecismo porque a una niña rubia que me tenía loco de amor le quité la silla cuando se iba a sentar. Yo lo hice como broma, para llamar su atención, pero a ella no le gustó la broma y el catequista, que sin embargo me admitió en el coro si cantaba en silencio, me expulsó.

Ya menos niño, en el colegio, también me expulsó la señorita Elvira. Recuerdo algo más en relación con ella. Una vez un hombre en la calle me dio para ella una carta encerrada en un sobre en blanco. Me la metí en el bolsillo y en vez de subir a clase me fugué con otros a jugar a la pelota. Por la tarde si fui a clase y le di la carta. Estaba toda arrugada. Me miró mal y desautorizó mi descuido. Para volver a ganar su favor, cuando encargó un dibujo por navidades, yo me esmeré dibujando y coloreando una farola de una postal de navidad. Cuando le di la obra de arte, la miró con desdén y me la devolvió como si le hubiese dado un papel sucio. Con lo bonito que a mí me parecía, con el cariño que lo hice...
*

16.34. Voy a prepararme para bajar al club de lectura. Luego vuelvo.


martes, 26 de noviembre de 2019

Sigo pensando en la dialéctica Libro/Lector. Normalmente es de comunión, a menos que leas por obligación. Porque eres lector de una editorial, por ejemplo. O porque alguien te encarga que leas su manuscrito. En este caso, suele ser el autor.
Pero si no estás obligado, ¿por qué lo abandonas?
Porque la obra está poseída por el espíritu de la pesadez, fruto de la vanidad del autor.
Porque pretende ser una novela y no lo es. Cada capítulo es un cuento independiente y sin terminar.
Porque el autor cree haber descubierto la pólvora, y ¿cómo decirle que no?

No, no has descubierto la pólvora y no has sabido hilar.

Pobre autor.

Pobre de mí.

Yo soy el autor de la obra. Y el lector.

lunes, 25 de noviembre de 2019

10 capítulos. I

"Cuenta la historia como fue", sugirió Sita a Ramón, y Ramón contó la historia como fue y se fue. Ya no escribe en El bosque quemado. Contar la historia como fue a veces es duro y otras veces es arriesgado. Un juego arriesgado. La vida es un juego de naipes, se decía en tiempos antiguos. La vida es una ruleta o la vida es una tómbola o la vida es un tango. La imagen cambia pero el significado es más o menos el mismo. La vida es una tragaperras. Todo depende de si se alinean tres figuras o no. Es un juego basado en el tres en raya. Recuerdo que el que ponía la ficha primero y en el centro era el que tenía todas las probabilidades de ganar. Es como alinear el pensamiento con el sentimiento y la emoción. Esto es la vida y esto es la literatura. Si no alineas bien, vas torcido.

La obra que escribo es mi mujer; la obra que leo es mi amante. Todavía sigo mirando, por si la toco de nuevo, la obra en la que estoy entre 10 lectores. La dejo aquí, le dije al autor. No hay problema, me dijo el autor. Romper el compromiso con el autor no significa romperlo con la obra. Con la obra lo rompes si te aburre, si no hay un imán en ella que te atrae, que te hace habitarla, o por lo menos visitarla con cierto provecho. Hay obras que nacen fuertes y el autor las ahoga con una vanidad engolosinada. Este es el caso. Pero vuelvo al 10.

Está del diez, Sacó un diez, Diez negritos, Diez mandamientos... son frases que indican la perfección o el mayor logro posible. En el sabor de una comida, en el conocimiento de un alumno, en la sutileza del crimen...

y ahora me acuerdo de los diez trabajos de Hércules. Y que en el Tarot, el arcano X es la Rueda de la Fortuna: un diablo astuto en lo alto, un conejo que sube por la rueda y un mono que baja. Cada cual tiene según trabaja y cosecha. Pero la carta del tarot la olvido, no la voy a poner en este juego. A Hércules también lo dejo aparte. Dejaré sólo las tablas de la ley y la novela de Agatha Christie.

La base de la novela es una letra de una canción infantil:

10 negritos se fueron a cenar.
Uno se ahogó y quedaron 9.

9 negritos después de la juerga
se fueron a acostar.
Uno no pudo despertar
y quedaron 8.

8 negritos viajaron por allí.
Uno se escapó
y quedaron 7.

7 negritos cortaban leña.
Uno con el hacha se partió la cabeza
en dos y quedaron 6.

6 jugaron con una avispa.
A uno le picó y quedaron
5. 

5 negritos estudiaron Derecho.
Uno se doctoró y quedaron 
4.

4 negritos fueron a nadar.
Uno se ahogó y quedaron
3.

3 negritos pasearon por el Zoo.
A uno se lo comió un oso
y quedaron 2.

2 negritos tomaron el sol.
Uno se quemó y quedó 1.

Un negrito estaba solo
y de pena se ahorcó.

0 negrito nos queda
para encender el velón.

Cambio negrito por lector. 10 lectores.

10 lectores leyeron el libro.
Sin terminar el capítulo,
uno resbaló,
el infierno se lo llevó.
Y quedaron 9 lectores.

Etc.




domingo, 24 de noviembre de 2019

ático subterráneo

--Ay amor...

Bueno, este diálogo tiene que ir más abajo. Además no es un diálogo sino el mensaje de un hombre con casco solo en la noche escribiendo en el móvil. Después de Ático Subtérraneo la tarde, la noche, la música, el baile, el cuadro, el arroz con ramas de romero, el vino de Arafo... un beso esquimal con Clío, y un beso en los sabrosos labios de... me olvidé el nombre (Freud tiene todo un tratado del olvido de un nombre)... después del arcoiris y del compás del baile... un hombre camina en la calle --vamos a llamarlo Damián--, bajo las tenues farolas, bajo las ramas espesas de los laureles, sobre el puente Serrador, caminando hacia la luz verde de un taxi en la parada. Le pidió diez euros a la Virgen del Condumio. Puede olvidar otras deudas de dinero pero esa no. En el taxi gastó cinco, en Ibrahim gastó dos, y le quedan tres para el lunes. No se queja. La noche es bella, la salud funciona gracias a Dios, y el amor es la imagen mental de una mujer que ha oído pero no ha visto sino en foto. La imaginación la ve más cerca y menos vestida, y los dedos de las manos la tocan y... ay amor, qué bueno eres cuando eres verdadero. Mujer imaginada no muerde. Y eso jode. No sentir los dientes clavarse en el cuello...

Pasa la noche y el hombre pasa del amor a los negocios. Su negocio es la obra que está moviendo. No admite críticas a su proceder. Llama al cliente y le dice que deja el trabajo. Ya sabe el cliente por qué. Diez operarios es un sueldo mínimo para cada uno, a no ser que los operarios trabajen gratis.

--No hay problema --contesta el cliente.

Un no hay problema que suena a ya verás tú lo que baile un peine. Un peine tengo que comprar. Y bombillas para cambiar las que están fundidas y otros asuntos pendientes.
*
Atico Subterráneo genial. Los visitó el genio a los animales, arropados en siete estrellas verdes. Con casco todo el mundo. Por si acaso. Pero Damián dejó atrás la fiesta a la medianoche, se puso nostálgico, estaba nostálgico, porque llovía y ella, la princesa del cuento si esto fuera un cuento, no estaba allí.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Esta vez lo que estoy viendo es un reportaje muy bueno sobre Pasternak y su obra El doctor Zhivago. La tengo por algún lado de esta casa. No recuerdo dónde la encontré.
En el final de la infancia vi la película en el cine Víctor. Me llevó un vecino, aún joven, que vivía por los alrededores del colegio que guardaba mi padre, en el barrio Salamanca. Se portó bien el hombre. Tres años más tarde no tanto, pero esto es otra historia.

Obsesionado con la corrección de una obra donde soy uno entre diez. Señor, ser uno entre diez es no ser nada, estar empleando el tiempo y, mal o bien, el ingenio para agua de borrajas. Ya lo hice hace muchos años con el mismo destinatario del trabajo. Yo estaba lejos. La obra tenía 400 páginas y no sé cuántos capítulos. La leí de un tirón, una semana leyendo. Luego trabajé más días los capítulos, sin otro mérito que podar, sin añadir nada, lo cual alegraba mi trabajo. Los fui mandando al destinatario los capítulos uno a uno. ¿Sirvió para algo el trabajo que hice? Para nada.

Yo tenía empleo entonces en una editorial en Gijón. Además de arreglar textos ajenos los fabricaba, textos distintos a las traducciones habidas, y así el editor evitaba pagar un trabajo publicado por otra editorial. Como eran obras célebres, había varias traducciones. Yo usaba dos y hacía un común denominador, un texto nuevo.

Paro el reportaje sobre Pasternak, paro de escribir y voy a Ibrahim. Noche serena. No se sabe si hace calor o frío. Junto al contenedor una placa de hierro que es un cuadro. Luego voy y si sigue allí la traigo. Wasap de los animales (vuelvo a tener wasap), en pleno preludio de Ático Subterráneo. Qué cascos en esas cabezas. El mío no entona, ay mi madre. Bueno, en Ibrahim dos frases memorables:

--Cuando el marido dice una cosa y la mujer la contraria, malo, muy malo --Ibrahim hablando de un futbolista, otra época.
Me pregunta si tengo ahora mucho trabajo. Cuco es este hombre.
--¿No tienes que terminar un cuadro? --Cuco y maestro actor; lo dice tan serio que caigo y le informo
que no vendo cuadros, que no tengo caché, que es una afición. Y la puta máquina, ya perdí otra vez. Noviembre ha sido un aviso. Deja de jugar. Deja de jugar. Los vaticinios no son como para estar jugando. Ni con la máquina ni con las personas ni con nada.

Viene el invierno. Ha brotado afuera en la tierra una planta de plátano. Será un escudo, ojalá se guarezca, contra los malos tiempos. Contra los malos tiempos, serios negocios. Tratos serios. El eje del dinero en la rueda de la vida se hace valer. El sexo pasa a un segundo plano. Sin tiempo que perder. Y el vino, hasta fin de mes ajo y agua.

--Ahora que tienes trabajo no hay quien te aguante --Martín a... en la escalinata.

Es la segunda frase.

martes, 19 de noviembre de 2019

busco en google UNA PUTA QUE VENGA A VERME ESTA NOCHE, y me sale Retrato de Jennie. Película en blanco y negro. Un pintor que no vende un cuadro. Encuentra a una niña. Por un puente pasean, ella canta. Me acuerdo. Ella cantaba mientras caminábamos por un puente. Se alejó. Ella siguió adelante. Yo retrocedí.


--Sara Bernal vendrá... --dice un personaje.

Él va con un amigo a comer, con dos dólares que le pagó la solterona judía...

--Hace cuarenta años que nadie me decía un piropo --dijo la compradora a su socio.

--Hay en esta niña algo eterno que está en los retratos de antaño. Le doy 25 dólares por él --le dice al pintor cuando lo vuelve a ver.

La niña linda y el pintor... ay Lolita. Pero él no es el perverso HH de Lolita. Hay amor limpio. Sin lúgubre maniobra. Por lo pronto.

Película con corazón.

No quiero seguir leyendo. Una botella de vino es un símbolo. No un pago. El genio tiene 10 lectores y yo soy uno. Qué menosprecio. Me pone a bien conmigo mismo menospreciarme yo,  pero no tolero el menosprecio de nadie más. A veces me entra rabia. Mi madre me crió para ser zángano, un niño adorable y bien alimentado. Ella había tenido una enfermedad en la infancia. Se le infló la barriga. No pudo seguir subiendo pescado a Araya de Candelaria y bajando a Candelaria tomates, papas y otros cultivos. Los médicos no le encontraron cura. La curó un brujo. Yo la recuerdo --entre mil y un recuerdos-- en el picadero del Frigo, nadie quería las huevas del pescado, y ella las llevaba a casa, y nos alimentaba, a mi padre, a mí, a mi hermana, a Carmen, que bajó de Las Llavitas (entre Barrio Nuevo y Los Campitos) y se alojó en mi habitación y yo dejaba mi cama y me alojaba con ella. La amaba. Y a Brigida. Etc.
Y el jefe de los cambulloneros en un tiburón negro paraba a la puerta de mi casa... No, no estoy para que ningún grande de Canarias no valore mi trabajo, porque soy uno entre diez. Eso sí, el vino... afrutado pero muy bueno.

--Estás preciosa  --le dice el pintor a la niña. Mitad de la película.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Dijo una tarde mi amigo Orlando Covas, Dios lo haya perdonado:

--Decía X que la poesía es un bajabragas.

Nunca me gustó X. Se subía en la tarima con su caradura en las asambleas de la Universidad al principio de los 80. Era de un partido socialista que pronto se uniría al PSOE. Publicó un libro de poemas que, tal vez influido por la animadversión que me provocaba el autor (o persona autora), apenas lo hojeé y ya no me acuerdo de nada. Poesía para bajar bragas, supongo.

Luego, con el tiempo, supe que denunció a una editorial porque publicó una antología con un cuento suyo sin pedirle permiso ni pagar derechos de autor.

Otro autor me contó que lo invitó a su casa, a enseñarle no sé qué, imagínate la primera copia de Mio Cid. Cuando se dio cuenta, el tal X le levantó el ejemplar. Se lo había llevado con él. Un robo con agravante de amistad.

Hoy me acordé del sujeto y pensé la frase. Orlando en el bar Acapulco (San Andrés) tenía salidas de gran poeta, poeta verdadero, sin pelos en la lengua, pero lo perdió Neruda, las ganas de hacer una excelsa y explosiva poesía comunista y amorosa... en fin.

Me acordé de un cuento de las mil y una noche. Un poeta encantó a una muchacha con sus versos. La muchacha le reprochó que la abandonara después de lograr el acto poético.
--Mi obligación de poeta es seducir con mis versos, y eso hice contigo, pero mi naturaleza de hombre es ir ahora a buscar a otra que seducir y perfeccionar mi oficio.

(Es probable que Rubem Fonseca, en su cuento La Venus de Botticelli, se alimentara de este relato musulmán.)

Y me acordé del mito de las sirenas. Igual que las bellas palabras son un engaño para follar, por ejemplo, el bello canto de las sirenas era el engaño necesario para tener alimento, carne fresca que comer, marineros seducidos.

Poesía.







sábado, 16 de noviembre de 2019

Imagino el cuento de un asesino que mata no por odio ni por dinero, sino porque no soporta los elogios. Tiene el complejo de la Bestia: "Llámame Bestia, no me gustan los halagos". En todo cuento el autor pone algo de sí mismo (vamos a decir que esto es verdad). A mí me pasaba jugando al fútbol.
Estaba haciendo un partido tremendo (jugaba de central, en la defensa, y no dejaba pasar una) y los idiotas del equipo me empezaron a echar flores. A partir de ahí, no di pie con bola. Los odié a todos.

Es la variación de un cuento, o relato largo, que tengo en la cabeza hace tiempo. En la anterior versión el asesino es un lector de poesía. Y decide matar a poetas infumables que se atreven a sacar sus putos versos al aire. Tenía el protagonista una lista de nombres. En su cerebro: Canarias, que presumía de buenos poetas, y con razón, se había llenado de poetas que más guapos están con un tiro en la cabeza o ahorcados o, vaciado el líquido de los frenos del coche, arriscados por un precipicio. Esta versión era subjetiva, pues dependía del gusto estético del lector asesino. La actual es más objetiva y más drástica. El elogiador, si no es hipócrita, es alguien que te admira y te tiene afecto. Ahí está la gracia: matar a quien te quiere. Para que no te ande debilitando con el puto elogio.

Por lo pronto, como la ley no me permite matar a nadie, ni mi conciencia tampoco me permite más crímenes, sólo podría llevarlo a un cuento, a ese inocente o endemoniado mundo de las palabras, que no incumplan ninguna ley.

Por lo pronto, para curarme en salud, si alguien me elogia por algún motivo, ejerzo una acción contraria a ese motivo, y suele dar resultado; el elogiador cambia de opinión y me deja en paz. Algo es algo. 

A uno le molesta en los demás el defecto que uno tiene. A mí sí me gusta elogiar. A Ignacio, por ejemplo. Hoy estaba dormido, soñando que discutía con Sócrates, y me despertó el móvil. Posma de ruido en un sueño dialéctico. Era él, esperando en la puerta. Cosas nuestras, asuntos particulares. Lo único que puedo contar es la botella de vino, de Arona. Lo demás algo le cuento a mi amiga de la Silla de la Reina, donde nos vemos algunas veces y hablamos de palabras. Metalenguaje. A Ignacio cada vez que lo veo le pregunto por María, de su pueblo, de Charco del Pino. No la conoce de nada. Le describo sus cabellos, su rostro, su estilo narrativo... y nada. No sabe quién es.

Me estoy preparando para dar un paseo. Me conviene. Ahora sólo bajo a la ciudad si hay algo que me interese en serio o quedo con un amigo.  Me interesa lo de hoy en Librería de Mujeres. Tres autores canarios. Uno (una) sobresaliente; otro notable, y el otro no sé todavía qué nota tiene. Los tres están a salvo del lector loco.   

viernes, 15 de noviembre de 2019

Matraquilla política en la cabeza. Pensamiento basura. Llamar tonto a los de Vox es una tontería. Tienen gente estudiada. El Opus está con ellos. Y saben por dónde atacar al enemigo. Creo que la izquierda inventó la palabra "lacra", lacra esto, lacra lo otro. Y fue la izquierda, una izquierda aburguesada, la que reinventó la discusión bizantina. El lenguaje inclusivo. Que atenta contra la economía del lenguaje (por lo tanto contra la economía de la nación) confundiendo el tocino con la velocidad, el valor gramatical con el sexo de la persona. Y la ley de violencia de género, quien la hizo la hizo con buena trampa, está de más. Tuvieron que ser las feministas las que se negaran a esa ley. Los de Vox lo saben. Y además, en otros estadios de la política, saben hacer correr no sé si bulos o noticias que les interesa hacer correr, que un emigrante no paga luz y agua y a uno de aquí se la cortan por no pagarla. No son bobos. No los llames tontos, no sea que el tonto seas tú.

El abrazo del oso, he oído decir del que mostraron Pedro y Pablo. Puede ser. Pero mejor así. Aunque me temo que lo importante, la gestión adecuada de la basura y la derogación o reformas de la ley de los trabajadores, quedará en compás de espera. Y tendremos lenguaje inclusivo hasta en la sopa. Aunque no sea lo mismo De Abogado que De Abogacía. Y en vez de una ley que regule la prostitución, una persecución que significará mayor control mafioso sobre las mujeres --y hombres-- que ejercen el oficio.

Y un poeta al que lo dejó la novia porque ya no aguantaba los mil y un verso que le recitaba todos los días y sus noches, ahora me los manda a mí, los versos de amor. Piensa que voy a interceder por él para que ella otra vez vuelva a sus brazos. Ejercer de celestino. Y pagar la cama. Mucha poesía pero poca cabeza tiene el hombre.
Sabe que la ex --ya es ex-- me mira con afecto pero no con pasión, no tiene compasión de mi pobre necesidad de comer lo del pulpo; no es mujer de dar limosnas. El poeta cree que no tengo posibilidad de alcanzar el cráter. ¿Qué puede lograr un viejo jorobado con una venus? Joderse y no joder. El poeta de marras no ha leído a Rubem Fonseca, el cuento del jorobado que las conquistaba hablándoles de poesía, a la más bella, a la mejor esculpida, a la más brillante. El cuento termina mal para la que se deja llevar por el infame jorobado. De hacerle un favor, porque le ha enseñado lo que es la poesía, pasa a quedar cautivada merced a los atributos del seductor. Pero él, en cuanto ve a otra bella pasar, la deja y se va con la otra a hablarle de poesía.

En fin. Imaginaciones de narrador brasileño.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Ya pasó el tango y viene el bolero. Cortejos de amor. Mejor con dos mujeres a la vez, o con dos hombres si eres mujer heterosexual. Uno que camina contigo en la vida y otro que se esconde para alegrarte el camino. En los antiguos tiempos la mujer de Lanzarote podía tener cuatro maridos. Uno hacía de zángano mientras los otros tres trabajaban la tierra y el ganado. Se iban turnando, uno por cada estación. Pero eso eran tiempos antiguos. Cuando la cabeza (la inteligencia), el corazón (la intuición) y el coño o la polla (el instinto) estaban en armonía con la naturaleza de la tierra y del cielo.
En el lado contrario está la lujuria, la gula del sexo. Ahí no hay orden ni concierto sino emociones que arden y luego son cenizas, instinto dominante. Malas consecuencias.

El ideal sexual, una costumbre alimentadora, una costumbre que se hace ley, no existe hoy. La solución del adulterio (si hay casamiento o compromiso) exige la intervención de la inteligencia, la estratagema del engaño. Está de una manera deliciosa, en la que la mujer muestra su poder de seducción y su arte para engañar a un marido que se lo merece, en El celoso extremeño de Cervantes.

La pornografía es un género denostado. Como si Sade no fuese pornógráfico, o Bataille con aquella misa negra donde dos niños que están aprendiendo le cortan los cojones a un cura y los ponen en la copa de vino consagrado. Pero la literatura maligna está hoy mal vista. Esta época agonizante necesita profetas del bien que saquen a la humanidad del lodazal. Y los profetas no aparecen.

Hoy me detuve en un cuadro. La esposa del pescador y sus hijos. En el cuadro se ve a una mujer, con ojos nostálgicos, en la orilla del mar sosteniendo a dos niños pequeños en sus brazos. El salto de caballo me llevó a otro cuadro que vi también en pantalla hace poco. El sueño de la esposa del pescador. Ella está desnuda, acostada a merced de un pulpo que le come el alma y otro pulpo más pequeño que le besa los labios, un pulpo pequeño que le dice a la dama:

--Ay, ay, cuando papá termine yo también quiero meter mi ventosa y chuparte un poco más...

--Te chuparé magistralmente aún más, aún más... --el pulpo grande.

Ella:

--Pulpo odioso, tu boca y tu ventosa me hacen perder el aliento, ay, ay, así, así, así me gusta, ah...

Cuadro de líneas deliciosas rodeado de literatura chabacana. Excelente contraste.




miércoles, 13 de noviembre de 2019

y un rayo misterioso, luciérnaga furiosa... el día que tú me quieras...

No había descubierto que se puede escribir aquí con tangos sonando en el telón de fondo.

la vida es un cuento,
la vida es un tango
y quien no la baila
es un machango

solía decir mi padre, que cantar no sabía una nota, como yo, pero le salía solas las coplas vulgares, como a mí

Después de Gardel viene otro. Canta peor.

Fuiste compadre del engaño y de la vida
y hasta comadre del fervor y la pereza....

las nostalgias en mi alma hacen su nido
cuando tu canto nace al sol de un bandoneón

Mejor esta voz que viene ahora. De mujer: Ada Falcón

cuando temblando mi amor primero
y todos los años tus flores renacen...
y así sé que hay que fingir para vivir

y todos los años tus flores renacen
porque ya no vuelve mi primer amor.

Y ahora otro, voz de hombre otra vez

Caminito que lindo pasaba
desde que se fue
triste vivo yo
Caminito que feliz recorría cantando mi amor,
caminito amigo, yo también me voy...

Suena el bandoneón

no hay portera ni vecino...

Te siento mujer de aire bailando ahora aquí, con pasos girando siempre hacia la izquierda, en contrapunto con el tiempo

que en la última farra de mi vida

yo me emborracho por ella
y ella quién sabe qué hará...

Voz de mujer otra vez. Libertad Lamarque

... y yo
jamás la podré olvidar...

y aunque parece que el cuerpo languidece...

quién sabe si supieras
que nunca te he olvidado


martes, 12 de noviembre de 2019






Televisión del bar. Aventuras de la guardia civil de carreteras. Tedioso programa. La vida y la muerte sobre el asfalto. El móvil no tiene batería y no me entero de los resultados electorales. Un perro lanudo se acerca, pone las patas en la silla y me saluda. Las mesas que estaban fuera las meten para adentro. "El guardia se hace cargo de la situación pero el asunto es muy grave". Dejo de mirar la tele, le pregunto a la mujer del bar si están cerrando. Me dice que no, sonriente. El marido es el que no sonríe.

--No quiero ver a ninguno de esos políticos, manada de mamones, pónganse todos a trabajar --gruñe el hombre, pinta de chimpancé. La mujer es más parecida a una jirafa. Ella está iluminada. Él está apagado.  No tiene fuego, ella sí. Le pido fuego y salgo a dar una vuelta por la plaza.

Subo con intención de volver adonde me dejó Ramón, las calles desierta. 50 metros de empinada cuesta que me costó subir y en vez de seguir a la izquierda, por camino llano, seguí subiendo, extrañado de que la cuesta fuese tan larga, y el caso es que ahora la subía como una cabra, casi saltando, y más arriba vi una puerta abierta con luz dentro de la casa y la curiosidad me acercó a la figura que estaba en la puerta. Una mujer de edad, una anciana con pañuelo violeta oscuro en la cabeza.

¿Chito?, ¡Chito!...

Extrañado me quedé. ¿De qué me conocía la señora que estaba en la puerta?

--Chito, chito, ven, por dios, no te vayas

Paré de irme.

--Ven

Fui.

--¿No te acuerdas de mí?, yo era la que le llevaba el mejor pescado a tu madre, yo lo escogía porque sabía que tú ibas a comer ese pescado.
--No me acuerdo, señora, pero ya he cambiado...
--Conservas el mismo... Voy a hacer un café.
Hizo el café. Lo comencé a sorber con temor pero estaba tan bueno que perdí el temor.
La anciana me enseñó un sobre, procedente de Venezuela, que no había abierto. La carta había dormido dentro del sobre unos cuarenta años. Me dijo que lo abriera y le leyera la carta.
La leí.

*

--Ven a verme en la fiesta...

Me besó la frente. Descendí la empinada cuesta sin dificultad, casi sin usar el bastón. Hasta que llegué a la plaza, donde aún estaba abierto el bar Las Nieves.
Cuando cerraron fui hacia la parada de la guagua, esta vez sin equivocarme. Yo llegando a pie y Ramón llegando en el coche. Nos acercamos al centro cultural, lugar donde votar, animado de gente, la tele dando los resultados de las elecciones, excelentes sardinas y buen vino.
Ramón en animada conversación. Ya lo tienen como del pueblo.
Un hombre ya trabajado, apoderado del PSOE, oye las declaraciones de Pedro Sánchez.
--Yo soy del PSOE desde hace cuarenta años, y aunque soy analfabeto sé lo que hay. La cosa está turbia.

Regresamos. Desde lo alto, a un lado de la peña del León y la Calavera, paramos a hacer una foto. Taganana la nuit, la tituló Ramón en recuerdo de Pimentel.


lunes, 11 de noviembre de 2019

El cuento de hadas no tiene piedad ni contemplaciones. Cuanto más antiguos, más bestias. Y el lenguaje narrativo es esencial, todo es pertinente en el lenguaje, no hay nada que estorbe.

Esta semana empecé a pensar en el de Caperucita. En la relación de la madre y la hija. Lo relacioné con otro cuento --no en el canon de las hadas-- de Yourcenar. Este es de una viuda que recibe a escondidas por la noche al asesino de su marido, un hombre que vive oculto en el bosque. Un día el pueblo logra atraparlo y ajusticiarlo. Lo matan. Alegres de su hazaña van a darle la buena noticia a la viuda. Y la viuda, hipócritamente, agradece lo que hicieron. Pero por dentro la maldición que les echa es terrible.
En el de Caperucita Encarnada, lo que imaginé es que la madre de Caperucita la manda a casa de la abuelita para que no esté por los alrededores cuando la vaya a visitar el hombre que le alegra el día. El lobo es un laja, un pendenciero ensatirado que se tira a la abuelita y se tira a Caperucita. y el cazador el que salva a Caperucita de la mala vida que le va a dar el lobo. Lo que vendría es continuación no escrita. El cazador, que es el hombre que va a visitar a la madre, no deja de saber que ya Caperucita es una mujer. Incluso puede estar anunciado el nuevo enamoramiento en el cuento ya escrito: el cazador mata al lobo por celos.

Hoy estuve trajinando la cabeza con el de Belladurmiente. En una tesis que encontré buscando información se dice que los cuentos de hadas responden a un canon patriarcal:

"Los cuentos de hada clásicos imbrican un logocentrismo fundamentado en binarismos reduccionistas  (masculino/femenino, activo/pasivo, razón/emoción, cultura/naturaleza, etc.) que en su jerarquía relacional privilegia al hombre y sustenta el sistema patrialcal".

Mi madre, el doctoral estilo. En fin, seguiré hojeando la tesis. Pero no veo yo en Belladurmiente el patriarcado. La cosa comienza con una madrastra que anula al pobre padre de la niña y luego, cuando la niña comienza a tener edad de mujer, la cólera de los celos delatan a la madrastra. La niña huye y lo pasa muy bien con siete hombrecitos cada cual con su defecto y su virtud. Pero el que la despierta a la vida es el que sabe besarla bien, el que la saca del sueño provocado por la manzana que le dio la madrastra.

En fin, lo único cierto es que un cuento de hadas hay que empezarlo con érase una vez hace mucho tiempo...

Cuento de hadas fue el viaje ayer con Ramón a Taganana. Quizá lo cuente.

sábado, 9 de noviembre de 2019

La mala racha ha fastidiado los buenos propósitos. Comprar cartera nueva, nueva radio y nuevo despertador. A la cartera mora se le desvaró el hilo, la radio no funciona y el despertador tampoco.

Ayer hablé con un colega sobre la vida y la literatura. Quedé con él en la plaza de Ibrahim, y vi en el móvil que eran las cinco y media pasadas y me extrañó ver Ibrahim cerrado, la puerta metálica luciendo plateada en lo alto de la escalinata. Ni me acordé que tengo el  móvil con la hora peninsular, como el filósofo Muguerza cuando estuvo dando clases por Tenerife. Perder el control del tiempo, del dinero y del ruido del mundo está bien si vives fuera del mundo, si no, es una jodienda, o una insensatez.

Insensato vivo. No bajo a Hacienda a cambiar la dirección. Hace tiempo recibí una carta, sobre la pensión, a la casa de San Andrés, y me avisaron tarde. Así que tendré que pedir número a los burócratas que mueven eso. La residencia también tengo que cambiarla. Llega el invierno.

Hablamos de Candelaria Villavicencio. Su poesía la visualizo como un remolino que fluye hacia un fondo oscuro, y al otro lado de esa circular negritud, se unen todas las palabras en una. Hace ver lo que hay más allá de lo que es aparente. Poeta mayor Candelaria Villavicencio.

Tema más general con mi interlocutor fue el amor. Terminé diciéndole que yo había mandado al carajo el amor. Frase efectista y que te puede sacar de un apuro en un debate, pero mentira. Como todas las frases efectistas. En el feibu ha corrido estos días una de Camus, un hombre que sabía pensar: "Que no te ame quien amas es una desventura, pero la desgracia es no saber amar".

Hay un poema de Kerouac que lo recuerdo en esencia desde que lo leí en lejanos tiempos:

El peso del mundo es amor.
 Obsesionado con ángeles o demonios
no se vive sin sueños de amor

Es casi lo mismo que le dice el doctor Vigil, su amigo, al cónsul en Bajo el volcán, creo recordar que en la escena donde los dos amigos están frente a la Virgen de los Desamparados, la de los que no tienen a nadie:

--"No se puede vivir sin amor".

Bajo el Volcán comienza, capítulo 2, con el cónsul bebiendo en una cantina, pensando en Ivonne, obsesionado de amor amargo con Ivonne, y ella regresa después de haberlo dejado solo. La bebida o la fealdad del mundo, y no poder olvidar que su hermano lo engañó con su mujer, lo ha vuelto impotente. Su amada regresa pero él ya no puede amarla. En el capítulo 12 sufre una eyaculación enfermiza con una prostituta, en el Farolito, lugar de mezcal, y luego, por fuera del local,
un puercoespía le pega dos tiros y el moribundo se ve caer al fondo de una barranca infestadas de perros muertos.
--Hacedor de tragedias --llamaba el doctor Vigil a su amigo. Un hombre, sospecho, que de haber estado bien dispuesto a dejar de pensar en cómo follaron su hermano y su mujer, un polvo asilvestrado, sabor de fruta prohibida, seguramente no hubiera perdido a Ivonne. Pero el amor posesivo, el querer ser ante la mujer que amas el más dotado (y no serlo), lleva al desastre. El autor, Lowry, sufrió el caso y no lo superó. Había hecho con Bajo el volcán no sólo una máquina que funciona como la de un reloj, sino una profecía, no sólo de su vida personal sino del mundo. Un reloj que da la hora en la casa de los locos. Estuvo Lowry en una casa de locos. Su novela más corta, y más sobria, la escribió (el primer borrador) en ese sitio.

Tengo que preguntarle a Marcelino en qué libro están estos versos

El reloj que da la hora
en la casa de los locos


Y mientras, el amor al carajo. Desde ahí se ve todo con más amplitud.


viernes, 8 de noviembre de 2019

--No quiero llamarla, porque descuelga ese burro, ese animal --el cuñado-- y no tengo ganas de oír sus becerridos... ¿Sabes? Un día intentó propasarse conmigo. A mi casa entran hombres, el butanero, el fontanero, el electricista y... y tenemos bromas pero ninguno ha intentado... pero ese animal se creyó que todo el monte es orégano.

--Olió tu aroma a hierbabuena y no pudo resistir el desconsuelo --le digo.

La señora dentro a la puerta de su casa, sentada en un sofá que le permite ver lo que pasa en la calle, o mejor dicho a quienes pasan por la calle delante de su puerta. Yo suelo hablar con ella un poco más allá de la cortesía desde que me quiso indagar qué tratos tenía yo con la señora que vive con la hermana triste y el cuñado animal que se quiso propasar. Su mujer, la de este cuñado,  está ahora ingresada.

--Tiene anemia y mala respiración, por eso la tienen ingresada.

Me informa. Me despido y me acerco a Ibrahim. Escalinata tranquila, con Miguel, el hombre de los perros, en una silla sentado, mirando la agradable llovizna. Me agradan las historias que me cuenta. Cómo le habla a los perros, que lo entienden todo, lo que hacen, el distinto carácter...

--Había un gato, que esos son más inteligente todavía que los perros, que... --interviene otro que conozco y tengo normal trato pero aún no sé su nombre.

Regreso a casa entre la posma (palabra y realidad importante en la literatura de Ignacio Gaspar), y la señora del sillón, con la que ya tengo un trato conversacional, me detiene para seguir hablándome de qué cosas hizo el burro que quiso propasarse. Los cuentos para niños empiezan así. Son versiones imaginativas de los relatos corrientes en una experta criticona (o criticón). La mejor literatura nace en las malos lugares, en lugares donde la palabra no tiene consideración con nadie, sino al contrario. El personaje interesante y pertinente es al que se le puede sacar a gusto el cuero. Si la narradora sabe narrar, me encanta oirla. Es el caso. Me ilustro además.

*
Pienso en El jugador y en El hombre del subsuelo (novelas de Dostoievski). La culpa la tiene la máquina tragaperras de Ibrahim. Creo que le han cambiado el algoritmo. En la zona de bonos tarda en dar premio, y cuando da un mysterio el premio es de poca monta. Es preferible no subir a bonos. A menos que un jugador anterior haya jugado veinte bonos y no haya sacado nada.
Perder intuyendo que vas a ganar es una jodienda, pero es una idiotez (y más que ludopatía) jugar intuyendo que vas a perder. Este es motivo para no jugar, y menos cuando lo haces por necesidad ("quien juega por necesidad, pierde por obligación").

Sigo jugando. Y con fuego.





jueves, 7 de noviembre de 2019

Cuando estoy con los animales, en comelona, Casa Fela esta vez, me dan ganas de ser rico, el padrino de la mafia; hay materia prima y energía para moverla. Atico 13. Que a partir del día 23 será Ático Subterráneo. Entrada 15 euros.

--Dile a Juana si quiere comprar una --dice el dragón Pepe, con la croqueta de morcilla dulce a media altura--.  Que venga vestida de diabla.

Me pregunto ahora cómo será el casco del diablo. Es obligatorio llevar casco. El mío me le dio Olivia, sobrina hija de mi sobrina mayor, el otro día en San Andrés.

En fin. Buena cena en casa Fela. Una figura de Botticelli la mujer tigre, espléndida con el vodka con oro.

Días de otoño espléndidos.

Todos somos de lo peor. No tires piedras contra nadie.

Muñecos danzantes en la noche de otoño donde una prostituta, Dios la bendiga, le da una limosna a un pobre.

martes, 5 de noviembre de 2019

Del recital en Las Caletillas lo mejor que me llegó, lo que recuerdo con cierta intensidad, es Beatriz Martín. Empieza a afinar su vodevil sensual, ya no son artificios del deseo sino renuncia de lo deseado. Canta para esconder la penumbra de un drama. La sensualidad de la imaginación vuela sobre un camino seco.
 En cada época la poesía busca su discurso para romper con la verborrea bienintencionada. Sin caer en el cinismo, en Beatriz, sino en la inocencia. No sé cómo decirlo, su poesía está en un lugar en que la voz de una niña de 14 años es a la vez la voz de una anciana. En medio, la penumbra, el destino humano.

*

lunes, 4 de noviembre de 2019

El zigurat de las novelas quedó en el olvido. Lo traslado ahora (en el mundo de las ideas) al cuento. El cuento impecable. En Canarias, en mi memoria están La posesión (Isaac de Vega), La fiesta (Antonio Bermejo), La mujer y el pájaro (Ignacio Gaspar) y uno que está, no recuerdo el título, en Ensalada de Canónigos (JRamallo) y otro en Retrato de Marlou Diesel (Marcelino Marichal). Gregorio Duque me nombró, cuando hablé de esto en facebook, dos cuentos de Víctor Ramírez, pero no los he leído.
La relación con los cuentos universales (es un modo de hablar) la tengo localizada en el caso de Bermejo (El artista del hambre, de Kafka) y en el de Gaspar (Macario, de Rulfo).

Estos estarían en el techo del zigurat. Pisos más abajo hay cuentos loables pero no impecables. Materia para la transformación. Si te fijas en el transcurso de la historia, los más sensatos autores  (muchos anónimos) se alimentaron de obras precedentes y las transformaron. El transformador que supo hacer su oficio, ese dejó la obra en la posteridad. Imagino a un Kafka aburrido y obligado a custodiar los millones de folios que yacen en el Registro de la Propiedad Intelectual.

*
Mi amiga virtual estima mi escritura, como mi amiga del Rincón de la Reina estima hablar conmigo. Es un adelanto. Me acuerdo de una mujer judía, que conocí en tiempos de badoo, que cuando nos vimos me dijo que yo parecía otro, no el que le escribía cartas por correo electrónico. Y recuerdo también a otra mujer, vikinga, que viajó a Tenerife a conocerme y cuando me vio en el aeropuerto, adonde fui a buscarla, se le cayó el alma a los pies. Menos mal que luego atiné a levantársela, el alma. En fin, loro viejo no aprende idiomas. Pero sí puede aprender a afinar el que sabe. El lenguaje de lentejuelas del vodevil era lo que más me gustaba, y mi aspiración infantil era convertirme en un charlatán de feria, por eso me sedujo la poesía y me dio por ahí. Hoy ya no intento seducir. Ni intento amar, aunque esto es más complicado.

Su obra mágica la tengo junto a mí. Cerrada. La perla escondida.


En el recital sin nombrarla declamé unos versos que le hice. Casi nadie entendió nada. Sólo la mujer que salió al final y cantó a las mujeres kurdas me oyó. Como yo la oí a ella.

domingo, 3 de noviembre de 2019

También hubo cosa buena en el recital de ayer. Pero si vas a una boda y en el pastel aparece un pelo, no hablas de lo bueno de la tarta sino del pelo. En fin, para que las cosas funcionen hay que aprender a que la vida son pelos. Lo que no perdono es el vino malo.
Entre lo bueno, una mujer que salió al final, y cantó a las mujeres kurdas. Cantaba bien y llegaba. Elena Martín.
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De una novela mágica aparto el polvo que daña el cristal transparente. Novela con la magia de Cunqueiro pero con estilo africano de bebedor de vino de palma. El movimiento de las palabras debe alimentarse del movimiento de los astros. Cuando pierde  de vista la geometría del universo, se estanca el cuento, y se marea la perdiz. Ese es el polvo que cubre el cristal donde se ven maravillas. Mi trabajo es el de un relojero que ajusta el ritmo y la armonía. No es broma. Pero el vino, en este caso, sí es bueno. Da vida.

Y de otras historias poco. Ramón al final no llamó.
*

Los animales preparan Ático Subterráneo. El casco obligatorio lo pillé hoy. Se lo pedí prestado a mi sobrina la hija de mi sobrina. Wang sigue amable. Le señalo los defectos de los cuadros que hace, pero cuando pienso en los míos, mis defectos, me callo la boca. Pero por lo menos tiene uno que es movimiento de los astros. Y me jode reconocerlo, hoy me fijé y me llamó la atención. El cuadro es un momento de mucho movimiento (barcos, camiones, gente..) en un muelle. Pero la sensación que me daba al mirarlo, es que el movimiento se había detenido, el tiempo se había detenido. Por la noche ( a cuenta de un debate, donde defiendo que 2+2 es 4 pero que también puede ser 5, en el caso de que en la suma se relacionen los volúmenes con el peso) estuve viendo cosas de la teoría de la relatividad, donde se relaciona la geometría con la física. Mucho para mí. Loro viejo no aprende idiomas.


sábado, 2 de noviembre de 2019

Me sorprende que haya lectora que eche de menos lo que escribo. Lo que escribo es mierda  y lo que escribe todo el mundo es mierda. Y mierda pinchada en un palo fue hoy el recital en Las Caletillas (Beatriz Martín me saca una foto en fb). El joven que pide perdón porque ha tenido una educación machista, por hablar de uno entre otros. Mejor que pida perdón por ser tan idiota. El resto de los poetas, incluido yo, una puta banalidad y pesadez. Y el lugar, para cagar, limpiarse el culo y mandarse a mudar. El vino caro y malo. No pongo una bomba porque no tengo material terrorista. Luis Almeida me regresó a la capital. Un taxi y a Ibrahim. Aquí si hay poesía de verdad. Lo otro son ganas de que te toquen el culo y encima el vino muy malo.