lunes, 24 de febrero de 2020

dicen que la Tierra es plana,
la sostiene una tortuga,
a la tortuga un león,
al león una aguilucha.

Animales de piedras son
que forman una columna.
Ya no tengo más visión,
lo de abajo está a oscuras

Y por arriba el Sol,
el astro que nos alumbra
con la luz verdadera,
no es como la luna

que la tiene de prestado
y si no se queda a oscuras.
Las estrellas son larvas,
gotas de luz en la lluvia

No me des más palabras
hasta darme la abertura
donde fluyen las aguas
que perdieron la cordura.




viernes, 21 de febrero de 2020

Sigo trabajando las dos novelas. Barrio Chino ya la cerré, doctora. Hay todavía algún cabo suelto, alguna contradicción en la trama, pero los rotos le vienen bien a la obra, es una obra que parece rota. No tiene una continuidad en el tiempo sino que va siguiendo el rumbo de la memoria del personaje principal. El tiempo juega al tejo. Pero un buen prólogo que ordene el tiempo de la acción, que no haga que quien lea no se entere bien hasta la página 30 del mundo que refleja, toda una vida, no le vendría mal. Además está fabricada de un modo del que ahora soy contrario. Mezclar historias que fueron reales con otras que son frutos de la imaginación.
En la otra novela también hay ficción pura, pero en dos tiempos distintos. La infancia y juventud del personaje es inventada, y la figura del hermano también, pero los hechos en Gijón --salvo la reuniones literarias del crítico literario en el antro la Buhardilla--. Esta no necesita prólogo. Elimino alguna improcedencia pero ya está prácticamente lista.

*
Ya empezó el tinglado de los carnavales. En fotos veo a los amigos de Ático 13 espléndidamente disfrazados. Qué magua. Mi cuerpo no está para fiestas. Me mantengo pero sin mucha bulla.

Ramón Herar me manda una foto de San Andrés, del año 1927. Era la fecha que tenía la escalinata de la iglesia. La quitaron y pusieron una entrada fea y gris. Y la campana, que era de un barco que naufragó entre Las Gaviotas y Las Teresitas, también la quitaron. Pusieron otra con un mecanismo que la hace sonar. En fin. Aquí no importa lo que hay de valor. Siempre habrá algo de valor, espacio protegido, que se pueda vender al turista. Santa Cruz se empeña en no proteger sino lo feo, lo horrible. Lo que le queda de bello permanece por casualidad, si es que permanece por mucho tiempo.
*
Un amigo es intocable. Si quieres llevarte bien conmigo, no toques mal a mi amigo. O a mi amiga. No sé nada de ella. Sé que no lo está pasando bien. Se puso en contacto conmigo pero no le pregunté dónde vive ahora. No es el momento. No tengo el remedio que necesita. Que haya silencio mientras no haya remedio.
*
En las redes corre por todos lados el vídeo de un niño... Temo trampa. Eso no puede ser. Que una madre sepa que su hijo está sufriendo maltrato todos los días, y espere a que el niño desesperado quiera matarse para grabar su angustia y denunciar la situación, no es fácilmente creíble.



jueves, 20 de febrero de 2020

En el amor y la amistad es bueno tener mesura, no estar encima de la otra persona todos los días sino ir a lo importante, no a lo accesorio.

Otra cosa buena es respetar a la otra persona sin ponerte a juzgarla o a corregirla. Lo exacto agrada y la inexacto cansa.

Cuando yo escribía sucio recuerdo un poema que decía mal de una mujer que al marido le tocaba los huevos y al amante la polla. Son dos frases en planos distintos. Tocar los huevos en ese texto es una metáfora. Tocar la polla no lo es.

En la novela Barrio Chino, uno de los personajes expone una teoría, en la relación de adulterio con amante fijo. No es tanto (que también) que otro se beneficie a tu mujer

(es bueno tener mujer
que te apoye y te consuele
mas pa que otro se la pele
lo mejor es no tener. 
                           Martín Fierro)

sino que el amante sepa de ti más que tú mismo.

Puede ser, pero las hay (y los hay) que satisfacen al marido cuando es el amigo el que le aguanta la pelma a la consorte. En la literatura, basta el ejemplo de Otelo. Le agrada que el amigo de su mujer le mantenga la conversación, pero no que se la lleve al lecho. También hay casos así. Esto no lo pensé  en la novela. Ya es tarde. Ya está cerrada.



martes, 18 de febrero de 2020

Qué fastidio. La amiga que sigue empeñada en comentar en privado lo que escribo en público. Ciertas mujeres son ordenadas con sus cosas. No se les ocurriría poner las toallas limpias en el cajón de los cubiertos. Cada cosa en su sitio. Las conversaciones privadas, y más aquí, son para negocios privados, sentimentales o económicos.

 Yo no soy ordenado con mis cosas. A ver si me dejan al menos no desornemarme el ritmo de la escritura. Bueno. Sigo en Tailandia, con la imaginación, por culpa de mi amigo Juan Royo. Pero no cuento ahora más nada porque se me acabó el combustible imaginativo.

Y la mujer que amo (todavía me dura) no está visible. No está bien. Me dijo que estaba retirada del mundo. Ordenando su vida. Siempre estamos ordenando (o no) nuestras vidas.

Y eso. A ver si lo tengo que decir en chino.

viernes, 14 de febrero de 2020

Ya no me emociono especialmente con nada. Ni con lo mío ni con lo ajeno. La avería del cuerpo me curó la avería del alma. Un clavo saca otro clavo. No me emociono pero es grato ver a un amigo. Cuando digo amigo en esto de escritores y demás animales artísticos, es porque admiro su obra, la admiro y aprendo. Me es difícil ser amigo de un escritor, en el sentido que dio Séneca a la amistad, si su obra no me es grata o me es indiferente. De haber coincidido en espacio y tiempo, hubiera sido buen amigo de Kafka, de Rulfo, de Mishima o de Borges. Pero el tiempo y espacio que me tocó es otro.  No está Kafka pero está JRamallo. No está Mishima pero está Juan Royo. No está Borges pero está Eduardo García Rojas.

De estos dos autores, y de Belén Valiente, hablé hoy con Jordi en la escalinata de Ibrahim.

Y de la construcción de su casa en Los Realejos. Un hombre que construye su casa para mí es más admirable que un hombre que construye una obra literaria, aunque la obra se llame Nuestra señora de París o El marino que perdió la gracia del mar.

Hablamos también de política, y del compromiso o no de un escritor.

Y de lo que mi amigo se trae entre manos. Pequeñas obras artesanales con portadas de el Coyote.

Me interesó especialmente lo que está haciendo con la novela que nos fue fabricando en su muro de facebook. Una novela con garra y ritmo.

Hay un episodio que cuando lo leí me recordó los efectos del tartaguero, la infusión (peligrosa) de semillas. Esto en Ibrahim.

Pero ahora recuerdo que no estoy en la isla de Tenerife. Pham ha dejado de tocar las cuerdas. El leopardo ruge y los cochinos regresan, cautelosos, a sus goros.