sábado, 27 de febrero de 2010

¿donde están las llaves?

--Chito --llama mi padre desde el patio, y canta el gallo de los vecinos--, ¿llamaste a Ramón? ¿pa lo del partido?
--Ya me mandó él un mensaje.
--Y qué te dice?
--Lo que tú me dijiste ayer --tiene la razón y se la doy.
También el corazón de mi amigo José María Lizundia tiene razones que su corazón no entiende. Su estilo filosófico requiere ir encendiendo bombillas por unos pasillos por los que, al principio, andas a oscuras. Las autoridades que cita, muchas veces no las conozco de nada, y eso me obliga a investigar. Un estilo que obliga a investigar, o lo tomas o lo dejas. Yo no sólo lo tomo, el estilo de Lizundia, sino que lo retomo. Es vigorizante. En cada lectura, se enciende una bombilla. Gracias a él me entero de que estoy alienado con el pensamiento hegemónico. Estoy de acuerdo, pero sólo de vez en cuando. Y cuando mejor estoy es cuando no estoy con ningún pensamiento. Pensar es sufrir. Lastima que José María no puedar entrar en esta charca vienesa. Por lo menos a explicarme algo que me dijo el otro día, que fue que tengo un edipo con mi padre. Con mi padre lo único que tengo es ganas de hacer un remake de la carta al padre del judío Kafka. Pero no es aún el momento. Kafka que espere. Y mi amigo Lizundia que lea El Satiricón, presuntamente cometido por Petronio, el árbitro de la elegancia. Les esa novelita y conoces Roma mejor que con Séneca, nuestro Anghel Morales hispanolatino. Petronio, otro de la cuerda de PJG, nuestro admirado cubano follador, mejor que Arenas un millón de veces. (Digo eso sin conocer al pobre Arenas, así que me coja confesado el Dios del nacional socialismo.)
Otro que me obliga a investigar es Ramón Hernández. Otro citador de autoridades. Ayer por la noche en S/C, en el bar antilizundiano del Callejón, el 18 de Julio, casi frente a El Parra, Ramón me habló de un fotógrafo. Y me dieron ganas de ver esas fotos. Hoy esas fotos, me informó el amigo antropólogo, no independentista, serían declaradas de propaganda pederasta. Es decir, delito. El caso es que Ramón y yo, en el 18 de Julio, nos apuntamos a la propuesta poética de Bibiana Aido, el estudio del famoso mapa, pero aplicado a todas las edades y a todas las hembras terráqueas. Ay, Aida.
El pueblo me llama. En el Salazar veo la primera parte del partido Tenerife-Madrid. La muerte anunciada de los ciudadanos zagorinos se cumplen. Ya lo que queda esperar es las coplas de Anghel Morales.
En el Monterrey leo el artículo de Antonio Cubillo en El Día, contestando a los plácidos insultos de César Placeres, el maguán de radio San Borondón, en una entrevista con F. Pomares, a quien Cubillo coloca como espía. Lo cual acrecienta mi interés por el personaje Pomares. En mi novela (con perdón) El negro (edicción del Ateneo socialista Obrero de Gijón), el personaje había sido espía franquista en los tiempos activos del MPIAC. Algunos amigos, cuando regresé a la isla, creyeron que el negro de la novela era yo y me retiraron la palabra. Me sentí aplaudido, había conseguido que pareciese verdad una ficción. En fin, ahora estoy con otro condenado delincuente y rechazable personaje, un violento de género que me trae y me lleva por mal camino, esa cosa que titulo "Informe para cumplir una condena".
Salgo del Monterrey. Fernin me cuenta las últimas notas del poeta Omega, Orlando Cova. Que estuvo con el pórtatil en el bar lleno de gente viendo pelis pornos, y más tarde enseñando el culo en la puerta de la marisquería Ramón, y acto seguido cayendo al suelo y rompiéndose la crisma.
Luego vi a Chani, preocupado porque un patrón picapedrero no lo ha llamado todavía. Más combativa, dos minutos más tarde, la Ratita Presumida. Manolo el de Carmita me dijo que ligar a esa mujer es dar un braguetazo. A cambio el braguetador tendrá que soportarla. Por fortuna, ya tiene bien la visión de la tele y y no tengo que ir a orientarle la antena.
--Yo voy en contra de las masas --dijo.
Yo no. A mí me atraen las masas, pero no se lo dije.

3 comentarios:

  1. MALOS PRESAGIOS (1) [Ombligos Culturales -VI]
    Con el próximo partido del Tete a la vista, toda la semana recordábamos aquellos dos encuentros contra el Real Madrid jugándose el campeonato de liga aquí, en el Heliodoro. Cuando pienso en esos partidos tengo nostalgia de aquella maravillosa grada de Gol, antes de la reforma del estadio. El viernes le contaba algo de eso a Jesús. Era de esas antiguas gradas de cemento ligeramente inclinadas para que la gente se apelotonara y viera el partido de pie. No había sillas ni chaplones allí, nos distribuíamos sin orden ni concierto, pero era una grada magmática y vigorosa. Como no teníamos sitio asegurado, había que estar allí una o dos horas antes del comienzo, sobre todo en las grandes ocasiones, so pena de quedarte en los sitios de peor visibilidad. Y la gente durante la espera inventaba toda clase circunstancias para entretenerse; era una grada sorprendente, rica y divertida. Nos reíamos de los ricos apoltronados de tribuna, con sus grandes puros de dichosa vida burguesa y que les costaba hasta levantarse para hacer la ola. En eso buscábamos nuestra pequeña venganza por tener que aguantar estoicamente de pie todo el partido.
    En aquellas dos ocasiones contra el Madrid, apareció nuestro querido Chucho Dorta, ataviado con pieles guanchinescas (como solía) para ejercer de chamán de nuestra tribu. Recorría el campo en la previa de los partidos, rogando a los cielos y echando sortilegios en una y otra portería, imprecando a los neoconquistadores madrileños, que lo recibían con gestos obscenos de todo tipo. En fin, una performance gigantesca de efecto catártico, que luego se reforzaría por el juego y los goles del Tete. Todavía recuerdo la explosión de júbilo incontenible tras el gol de Pier Luigi Querubino, ese guanche retornado a su isla tras el destierro italiano de sus antepasados, esa gacela corredora que acechaba el mal brinco del leopardo Buyo, para arrebatarle su presa. Sí, el mundo al revés, David contra Goliat, Benchomo contra las huestes castellanas, la isla contra el continente … Sí, todo en uno y uno en todo, como en la más bella narrativa épica.
    Pero estos tiempos son otros. Chucho hace tiempo que nos dejó para vivir plenamente esa vida peñasquera que tanto anhelaba; la grada de gol: racionalizada, cuadriculada, acomodada… apenas se la reconoce; Pier, de comentarista en una televisión que prefiere pagar por los partidos europeos antes que por los del Tete de primera división; el presidente Concepción, más preocupado por las deudas del club que por las gestas futbolísticas… Bah, no quiero seguir.
    Miguel, tinerfeñista, arqueólogo, y colega de correrías patrimonialistas, me llama antes del partido para vernos en el bar Aurora y echarnos una caña —Sí, igual que contra el Bilbao, que nos fue bien y ganamos el partido (añade). —Vale, pues quedamos allí.
    Yo sí que me tomé una caña, y hasta un bocata de pollo, pero él llegó tarde y ya no hubo tiempo de más cañas. Primera premonición.

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  2. MALOS PRESAGIOS (2) [Ombligos Culturales-VI]
    Cuando estábamos en el campo, leo en la grada de Herradura una gran pancarta que junto a una nao con viento en popa decía: “Tu isla maldita”. Nada, maldiciones sin maestro de ceremonias siempre caen en saco roto. Segunda premonición.
    Al momento, despliegan un mural (también gigantesco) en la grada de Gol esta vez, subiendo hasta la cornisa de Anfiteatro. Una imagen magnífica: tres guanches desde lo alto de la isla observando solemnemente y con orgullo racial, la llegada marinera de tres naos conquistadoras. El perfil del resto de la isla al fondo, con el padre Teide, ligeramente nevado, presidiéndolo todo. Una imagen bellísima, memorable, de ese momento decisivo en que todo iba a cambiar para siempre, digna de un MOMA o de un Guggenheim, nunca de un Prado, que ya tenemos suficiente madridismo con el fútbol. A la izquierda, otra pancarta de grandes dimensiones que decía: “inerunnu inekarenn” (o algo así) que no tengo ni idea de lo que significa. Bueno, pues el lienzo de la magnífica escena del inicio de la conquista isleña se había tensado lo suficiente para que no se viera perturbado por las rachas de viento que asediaban la tarde. Pero alguna descompensación en el tensado o alguna racha “céfira” imprevista debió ocurrir porque de pronto la imagen se vio rajada de arriba abajo, partiéndola en dos mitades, la más estrecha de los guanches, y la más ancha de las naos y el Teide. Bajo el estupor general, sólo la parte aborigen se mantuvo en posición firme, frente al desmoronamiento del resto hacia la grada de Gol. Posteriormente la imagen trata de reconstruirse en esa grada de abajo, pero sólo con la parte de las embarcaciones castellanas llegando a la isla, momento en el que suenan los himnos y salen los gladiadores al terreno. —Mal asunto (me digo). Tercera, y definitiva, premonición. El 1-5 sólo es la anécdota.

    Por cierto, Jesús, el fotógrafo se llama Luis Pérez-Mínguez, y cuando me devuelvas los libros prestados (ja ja), te dejaré éste.

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  3. El primer presagio lo tuve yo cuando mi padre me preguntó si tenía entrada. Cinco minutos antes recibí un mensaje al movil. " ... las mujeres son muy cambiantes ..." Eso significó que no pude ir al Estadio. Tal vez, si yo hubiese ido el resultado no hubiese sido ese 1-5, la niña bonita, el juego del Madrid. Matemático, inspirado, danzante, al estilo de Isadora Duncan. Belleza de página, como hubiera dicho Víctor Roncero.
    Lo siento, desde que me enteré que presuntamente Cristiano Ronaldo es guanche, pienso lo secretamente unidos que estamos a Madeira. Este Madrid gana la liga. El Tenerife es sólo medio equipo o poco más el que funciona. Necesita un sortilegio, un sortilegiador.

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