miércoles, 21 de abril de 2010
Agosta es un libro
Intento vender mi libro, porque creo en él, porque una cosa son los sentimientos y otra los negocios. Anoche soñé que mi mujer, en paz descanse, me dejaba a cargo de un gran almacen- tienda en estado calamitoso. Aquello había que arreglarlo, adecentarlo, quitar y botar lo que no servía, conocer los precios de la mercancía que podía venderse, tratar con unos proveedores que tanto no comprendían mi ignorancia que, a mis preguntas y preocupaciones, decidieron contestar con risas. El negocio estaba en La Cuesta, por encima de Vistabella, en una curva. Recuerdo que R y otros amigos que ya quedaron atrás me visitaban y, olvidados de posibles o fantasmales agravios, querían colaborar en el levantamiento del negocio. Lo dicho. Mi negocio, mi ambición, es que mis libros se publiquen y se vendan. La competencia es grande y no exenta de calidad. No tengo tiempo para atender mujeres que no compran. Ni tengo estómago para ponerme en la puerta de una iglesia y esperar la caridad de las feligresas. No tengo tiempo para flirtear ni con mujeres ni con hombres. Agosta no es una mujer, Agosta es Agosta escribe. Un libro pequeño pero valioso. A ver si lo comprenden. No exigo que compren, sino sólo que comprendan. No tengo tiempo ni energías para más.
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