sábado, 10 de julio de 2010

Viaje al Sur

Sueño reparador, con una hazaña incluida: de un macanazo acabé con una rata que le saltó al cuello a mi padre por detrás; y fiesta nocturna con una mujer que tenía hiodromiel en la boca. Remitió el malestar y cuando llamó Orlando, para viajar al Sur, quedé con él a las seis de la tarde en el Monterrey. La cosa era más allá de Factotum, es decir, del Sexo, el Crimen y la Corrupción política. Tres hechos diversos y una sola realidad verdadera.
Ya desde por la mañana, las señales invitaron al viaje. Chani me despertó con una serenata que entró por la ventana del cuarto desde el patio de afuera y me invitó a sardinas asadas en el bar de Fernin. Allí encontré al brujo, que me ilustró sobre la historia del timón del barco. Mi amigo el brujo ha construido maquetas de barcos que son una maravilla, todo hecho por él. Lástima que no tenga un padrino, su sueño es poner a navegar uno desde Tenerife a La Palma y entrar en el Libro Guinnes de los récords.
Antes de arrancar el coche para viajar hacia el marco incomparable donde va a tener lugar la celebración, el poeta Orlando se mete tres tequilas en el cuerpo. Las señales son favorables, la mar está en calma y la luna no me fijé, y no me preocupa.
--¿De qué va el libro? --pregunta, a la altura de Abades.
Se lo cuento.
--Ah, entonces no es lo que decía el hermano... --sigue hablando del autor del libro, su admiración por Lizundia es mayor que el calor sobre la autopista que bordea las tierras secas, amenzadas por el colonialismo de la Ley de Costas del Estado español, después de haber sido arrasada por la ley de la voracidad del país canario.
Me encogo de hombros. Todos somos culpables.
Gracias a la información telefónica de Ramón, doy con el sitio sin desvíar ni un milímetro el rodar del clío, del pobre coche maltratado...
Somos los primeros en llegar. A continuación Víctor, Lizundia y su mujer, a quien el amigo le ha puesto el título de cantante Provence. Luego gotean sobre el Faro gente apreciada, Laureano de Lorenzo, Antonio Núñez, Quico y Kimi, Ramón, Charlín (como un chino contra la decisión de Soñia Muñoz de no publicar un encargado artículo suyo en La Gatera)... y especialemente me alegra la visita de Juan Ignacio Royo, y más aún su promesa de que este martes se incorpora al Bosque de Tijuana. Su sobriedad y sabiduría son grados y contrapesos que evitan que la nave se escore a babor o a estribor.
Provence me tira de las orejas por cómo traté a su Charlín en su última visita a Radio Unión Tenerife. Me lo perdona pero me advierte que no le vuelva a hacer eso nunca más. Menos mal que no pudo oír el último programa, pues si se entera del contariado affaire con Ramón, no sé yo.
El que está encantado es Orlando. Le sienta como una medicina el trato de una mujer como ella.
Después de la música, el grupo Linares & Colaterales, Antonio presenta al autor y al presentador. Tiene tablas Antonio, y saber hacer. Y por fin, Víctor se acerca al micrófono.
--... el concepto de nación tiene relación con un repertorio limitado, ideas embrionarias ... es como falsificar la propìa existencia, suicidarse en blanco ... mi hermano es un intelectual, una persona que hace una reflexión crítica de las ideas; no es un erudito, es un pensador...
--No lo soporto --clama Orlando, y se retira al fondo de la barra, buscando guarecerse junto a Juan... Sus comentarios críticos suenan como pedradas-- ¡España es una puta mierda! --y la organización quiere echarlo, pero su protectora lo impide. Sólo calla cuando Víctor da una explicación de las mitocondrias, con origen africano universal.
Después nos acercamos a Los Cristianos. Un altercado en un sitio público con dos godos malcriados (no llegaban a la categoría de hediondos) que resolvimos con elegancia. Y luego comida y charla en una terraza a la luz de la luna.
Regreso con Víctor, y Orlando detrás, como un saco papas sobre el asiento, con los zapatos quitados y... viaje perfumado de regreso. Dejo a Victor en el barrio de Debrigode y sigo para San Andrés. Sacudo a Orlando para que despierte. No sé si depierto o sonámbulo, gruñe:
--Qué cabrones estos vascos, no hay quien pueda con ellos... les das un piedra redonda de quinientos kilos y se ponen a jugar al baloncesto...
A la mañana siguiente, cuando viene con complejos de culpa a dar la tabarra. le digo que la organización creyó que todo era un montaje.
Sonríe feliz, y con Deivi, con Fernin y con los demás que están en el Monterrey, celebra cómo lo trato Gladys y se derrite en elogios, sensiblemente agradecido a una mujer que fue más que un bálsamo para él.
--Buca el blog de Lizundia en "favoritos", a ver lo que escribió --dice, abriendo la tapa de su blanco y pequeño portátil.

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