sábado, 7 de agosto de 2010

musas y poetas

El nahualt ensalza (por una vez acorde con él al cien por ciento) la belleza de una negra estadounidense. Si cambia el color de la piel, casi se podrían decir las mismas palabras de la oyente de la playa, que religiosamente acude todos los días a la sombra de una palmera que ya tiene su nombre. Y tanta confianza me ha regalado, que hoy comenzó a leerme unos borradores que escribe en sus noches del barrio... Al principio temí que su escritura eclipsara su hermosura, pero no, al contrario, la ilumina aún más. Y como Sherezade, pero diurna, cuando llega la hora del ángelus interrumpe la lectura y me dice mañana más. Armas de mujer. No le digo que la amo porque estropearía el hechizo, y me atrinchero en mi actual papel de poeta que ya no cree en las musas. Pero le plagio las palabras al amigo enamorado de Michelle, la mujer de ébano, y se siente halagada, pero luego la desengaño: no confíes nunca en un poeta...

2 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras, un halago siempre es bienvenido, pero sé que no debo confiar en un un poeta,y menos en uno enamorado, lo tengo muy en cuenta.
    Mañana, más...

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  2. La oyente de la playa, y también lectora de este blog, tiene suerte de compartir escrituras contigo, pero me alegra ver que sabe bien lo que no debe hacer...
    Y no puedo estar más de acuerdo contigo, Jesús, como cuando dices: "nunca te fíes de un poeta",
    Ya en la antigüedad un sabio (que ahora no recuerdo) dijo que los poetas tienen licencia para mentir, así que, avisados estamos.

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