No sé dónde está la tripulación... imagino que emborrachándose en un cafetín del puerto... la muerte de los poetas hay que celebrarla... no muere un poeta todos los días... son pocos los poetas, los cuentas con los dedos de una mano y que te corten dedos sobrantes... El hombre recuerda a su ancestro, el animal animal carroñero, y como es hombre, y tiene uso de razón, la carroña es adobada con elegantes menestras... los cocineros saben...
Yo voy a la radio solo... hacía siglos que no sabía lo que era estar solo solo ante el peligro... bueno, solo no, estaba Antonio Curbelo... Puso a Janis Joplin... me recordó una poeta de verdad, mi primera novia... cantaba como Janis Joplin... Nunca amé a una mujer como la amé a ella en una cueva de la Montaña Roja, en el Médano del futuro puerto antisebadales... Y luego la traicioné... "El me abondonó una triste mañana / con los bolsillos llenos de blues / enredado en negocios callejeros /..." Escribió, y luego se retiró de la poesía... es curioso, llevo ya años de vuelta a la isla y aún no la he visto... la han visto amigos y amigas, pero yo no... Algún día leeré algo de ella en la radio, con tripulantes o sin tripulantes... Que se emborrachen en el cafetín del puerto... Siempre tendré algo que decir... con Janis Joplin, y Jimix Hendrix, y el Almuerzo desnudo, los fundamentos de la independencia canaria en eso tiempos... ya no volverán, pues que se queden ahí... Y después de la radio otra vez Cajonera City... Orlando en el Monterrey...
--Era un elitista... ¿sabes cuándo va a ser la misa?
--Sí, hombre... el sábado... Ahora sólo falta que te mueras tú, festín al completo...
Y al lado de Orlando, un tal Víctor (no el mío, el Roncero de la radio, sino otro más falso)... cuenta su amistad con mi hermana, mi cuñado, las vendimias en la Orotava... le sigo la corriente, falso entre el falso... discreto encanto de la hipocresía... oh, dueña del mundo...
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