Después del mediodía, el amigo poeta O. me dio una obra en prosa para que se la corrigiese.
--Yo soy poeta y tú eres novelista, y necesito aquí la mano de un novelista.
--Qué bien... --no le dije el precio de mi trabajo. El otro día perdió la cartera con la documentación y 330 euros; ayer perdió el móvil, y hoy (aún no he dormido, así que sigo en domingo) por la mañana dejó el portátil en un bar, y cuando volvió a buscarlo, ya no estaba. Además, cuando manejaba liquidez, no escatimaba invitando copas. Nada de minutas, ni de horas.
La obra ya la conozco. La he hojeado un par de veces.Es autobiográfica. Y convierte a mi persona en personaje. Es lo primero que me fijo, ya en el barco, en el viaje a Las Palmas, tres horas de derrota. Mar en calma, solaz del lector. Voy a la isla de Gran Canaria porque me ha llamado Raquel la cubana. Ya deseché la sospecha de que perteneciese a algún servicio secreto. No soy peligroso para ningún Estado. Cada poder, con sus democraticas constituciones en papel mojado o sus islamismos ardientes, lo ejerce quien los ostenta como sus dioses lo ayudan. Menos los de Zapatero, que deben de estar dormidos en el fondo helado del infierno.
Sobre la mar el buque deja su estela. Sobre la obra del poeta cae mi impío bolígrafo. Primero sobre el personaje que allí soy. Donde me pone como "fornicador", corrijo inmediatamente. La forma "fornicador" es deleznable. Es una palabra que yo nunca usaría, y anatema quien la aplique a mi persona, aunque sea convertida en personaje de ficción, donde obligación ninguna hay de coincidir con la realidad.
Raquel me estaba esperando en el muelle. No me deja ni saludarla. Me ordena --y eso me incomoda-- guardar silencio, que rompe cuando llegamos a su hotel. Una habitación con vistas a la playa de Las Canteras, por donde pasean dos policías municipales subidos en un cochecito que parece de juguete.
--Tienes la mente confundida --me dice Raquel--... te persiguen sombras, mi amor... las sombras son malas... Tu ... es muy mala, pero hay más sombras... sombras de espíritus que quieren confundirte... Menos mal que te veo un buen final... quedarás limpio de los acechos oscuros...
Aún no he dormido. Y no me río. Le tengo confianza a esta mujer, que me espera afuera del cíber donde estoy... después de decirme:
--Sigue escribiendo libros... los libros llevan dentro toda la energía del escritor, lo consciente y lo inconsciente... los pensamientos que uno no se atreve a decir disfrazados entre las frases... el tiempo que inviertes en la escritura es como una línea que te lleva al limbo, donde no hay nada real... Humo blanco sagrado necesitas tú... No tardes.
Afuera me espera. Creo que esta mujer me hechizó. No tardaré.
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