No ha de salvarnos
ni la palabra ni la espada
ni la serpiente alada
del México antiguo.
No ha de salvarnos nada
del despojo que seremos
si no nos olvidamos
de nosotros mismos.
Fue voz herida la del judío
en el bar de los espejos,
y como cristales rotos
iluminando la penumbra
nació el grito del cristiano
respondiendo al herido con heridas.
Soñó el episodio un abogado
que sintió en el alma la agonía
del hermano, oh tarde lejana
que cayó de un árbol. No era
jacaranda ni almendro en flor.
Era adelfa venenosa
en el patio de la casa,
sombra de quejumbrosa
moneda falsa. Llama,
oh tú, caballero, al jardinero
y haz luz sobre las malas hojas,
que quiten esas ramas
y que reine la palmera sola,
la palmera del desierto
donde el cristiano y el judío
fajaron su elegía y su destino.
A Anghel: te acepto como eres, hombre, genio y figura... El sábado seguramente viajo a Las Palmas, a ver si me sienta bien pa los nervios alejarme un rato de esta bella isla. Si no puedo estar en la exposición de Marianela, la veré otro día... suerte y buen discurso y buen vino, etc.
ResponderEliminarNada Jesús... todo es la misma mierda y piensa que el éxito es la coincidencia en un solo punto de muchos fracasos.
ResponderEliminarHoy participaste en un gran programa en Radio Unión.
Sí señor, con un maestro... gracias, viejo. lastima no poder estar mañana contigo en el k de buenos recuerdos.
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