No, no pude ir al acontecimiento boxístico del Sur profundo, a la exposición de fotos, de Quico. Y no sé si podré ir mañana o pasado. Envidio a Paulino Rivero, que viaja no ya por el Sur isleño, sino por las soberbias ciudades del mundo. A ver si se le pega algo y deja de besar el honorable nombre de la espalda de Zapatero. No quiero imaginar los beneficios de tales actos honrosos. Pero cuando no son los griegos, son los troyanos. Qué guerra. Qué parecidos combatientes que se arrastran por el lodo en busca de las flores monedadas. Ser ladrón, en el clásico sentido del oficio, quizá sea hoy uno de los pocos menesteres honrosos de los que puede ejercer el humano ser. Pero ser ladrón de libritos con hojas amarillentas, efectos del tiempo, o de espátulas oxidadas... (lo dejo aquí).
A donde si fui fue al TEA, a ver la peli de este fin de semana, con Trini, que "te cuento esto pero no lo pongas en el blog"... "esto que te estoy diciendo, tampoco lo pongas". Una pena, una de las historias, con piscina municipal incluida, era... (lo dejo aquí). La peli me recuerda El negro, la historia que escribía el judío Elías, el negro de la novela, en revolución contra su propia estirpe. En esa novela también hay una muñeca hinchable, pero en segundo plano, no como en la película de este fin de semana en el Tea...
--Y tú... ¿por qué lo pones todo en el blog? --pregunta Trini mientras la noche inefable fluye sobre la plaza a la izquierda del mercado, al otro lado de la zona de los travestis...
¿Todo? Todo es imposible. Sería antiliterario. Aunque me la suda, la literatura y el arte de la literatura. Sigo en ello por inercia (me van a terminar por llamar "el hombre inerte", o mejor, "el muñeco parlante", al estilo de los circos del siglo XIX). En fin, literario o no, es una forma de conjurar la forma humana, perderla, perder la individualidad... (Don Juan yaqui dixit) que al individuo no le quede sino lo inevitable: hacer la digestión o sufrir el dolor de un golpe o... Por eso me pongo en el lado contrario de José Rivero Vivas (ver Nación Canaria). El autor individual es un ser lleno de defectos, y que alguien, aunque sea por inercia, corriga sus defectos, debería agradecerlo. Otro que eleve su obra sobre sus inclemencias meteorológicas frutos de la individualidad vanidosa, pretenciosa y universal. Aunque verdad es que a Juan Ramón Jimenez y a Miguel de Unamuno les costó fatigas hacer valer sus criterios sobre los de los editores impresores. Que les den a todos, y que al cabo predomine lo que el Sol ilumine.
En el Monterrey, Orlando deja sobre la barra un poema de EDB. No está mal. Aplico sobre el poeta muerto otra vez dadá:
Tal vez el amor
con esta piedra
disuelva
el río que es la vida.
Tal vez el tiempo
recoja un sueño.
Lo que recogió el amor... en fin, cuarenta días sagrados... aún no puedo hablar.
--Hijo de puta, envidioso --me dice Orlando cuando paso como una gaviota el bolígrafo sobre el soberbio poema del soberbio poeta--, eso no se le hace a un colega... él ¿qué culpa tiene?... ¿tú crees que él tenía culpa?...
Recuerdo un poema propio que hablaba de la culpa... mi amigo Berto se acordará, en La dama es una trampa... Ya lo dije todo allí sobre la culpa, y no tengo más que añadir, pero Orlando sigue moliendo la batata... en su pie izquierdo una chola y en el derecho una zapatilla pantufla... Ay Orlando, poeta de San Andrés... con su retahila: "tú no eres poeta, eres novelista"... nI SOY NOVELISTA NI SOY POETA, POR LO MENOS AHORA. Ahora tengo otras oficios... mi padre ingeniero y yo obrero, arreglando el desaguisado del fregadero de la cocina... que salía el agua al piso en lugar de al desagúe... No soy fontanero y no sé cómo se llaman los departamentos donde se alojan cientos de cucarachas, y la porquería... hierro por el tubo, ale, arreglado... y luego panda para dejar otra vez la cosa como estaba, y arreglado el problema... eso sí que es un oficio auténtico, y no poeta, ni narrador, ni filósofo...
Doy la espalda al mar y subo por la calle Belza, después de la retahila de Orlando en el Monterrey, y en el bar Plaza, lleno de gente, viendo el partido, encuentro a Mónica, que me acompaña a la plazoleta, con dos amigas...
--¿Cómo se te ocurrió escribir en el libro que Chani es un trabajador?... Este --le dice a las amigas-- es el autor del libro...
Me siento como Kavafis, celebrado en su propio pueblo. Ya vendrá el mundo, el universo y potages de berros... todo llega. Por ahora, hace su trabajo el duende de los tamarindos, del árbol en la casa de Marcelino... providenciales tamarindos... y en el móvil algunos sms, pero el móvil está abajo, junto al libro de Malinowski, y yo estoy arriba, en la habitación de arriba, y el planeta sigue en su órbita. Todo controlado.
Aun sabiendo que no vendrían, eché de menos a algunos amigos, pero estoy contento de como salió la cosa, sobre todo por la impresión que causaron las fotos, muchas explicaciones, comentarios y preguntas sobre las que a cada una le gustaban más. La "sala", un pasillo de unos tres metros de ancho, parecía un ring de boxeo rectangular, con el grupo de boxeadores en una esquina y los los culturetas en la otra. Vino el presidente de la federación de boxeo de Tenerife que también es arbitro y se colocó en medio, no faltaba nada para empezar el asalto, las fotos hacían de cuerdas del ring.
ResponderEliminarAl final el veredicto de los jueces, me dijeron, fue combate nulo, pa mi que ahí hubo tongo, las foto están de puta madre y se merecieron la victoria. Yo por mi parte no me rindo y sigo entrenando para la siguiente pelea.