Lo peor no es que censuren. Censores ha habido siempre. Hipócritas que niegan lo que desean. Lo peor es que nos censuremos a nosotros mismos. Pueblo baldado, ciudadanos castrados. Otra cosa fue la presentación hoy del libro de Javier, aunque sin la gracia de un vino que le diera sabor a las palabras. Si tengo tiempo, mañana contaré algo. Hoy ya no estoy para nada. Ahul.
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