lunes, 13 de diciembre de 2010

desvariando

No molesta el crítico idiota que denosta la obra de alguien que merece la pena. A lo mejor, no es tan idiota, sino que ha recibido dinero por debajo de la mesa. Parece que no, pero en esto de la literaputa también se mueve dinero negro, al margen de caciques provincianos que huelen el culo de su madre en un Madrid más literariamente potable, digan lo que digan. En fin, el crítico de marras será recordado por su improperio baldío. Como el orden democrático por su ajusticiamiento a una obra que los superará como agua sucia que es. Recuérdese la flores del mal y madame Bobary, como precedentes egregios de... cómo se llamaban. Ya no me acuerdo los nombres de esos que fueron impropiados por los voceríos niñas bonitas de un PSOE más amargo que el Amargo de aquel carnaval de Belén Esteban y etc. Lo que más incomoda, es el crítico competente, sabio, él mismo un buen escritor, que elogia la obra de un batata, que apenas llega a papa algunas veces.
Pero no es de eso de lo que quería hablar, sino de un viaje el otro día a Suculum, con las viejas Francisca y su hermana Julita. Un viaje iniciático. Ojalá pueda encontrar las palabras apropiadas y contarlo uno de estos días, en honor de Javier Hernández, que deserta de La Puerta y, a partir de Enero, se entrega a los viernes con un nuevo programa en Radio Tijuana.
Y hablando de Radio Tijuana: pensaba llamar a J Ramallo para este martes, pero aún no he podido terminar su libro. Demasiado auténtico. Cada cuento es como una dimanita, cuyo punto y final deja lugar a la imaginación, al fósforo, a la llama, a la explosión. Son cuentos que no se pueden leer de corrido. Que me disculpe el desconocido amigo Ramallo. Cuando termine su libro lo llamaré. Algún día se hará justicia en esta república bananera, y entonces en lugar de paulinos y oramas, tendremos ramallos y marcelinos y algunos más, auténticos como Alonso Quesada o Emeterio, y no esos cultos mamarrachos y tumbados en la tumba de su propia cobardía.
Así que mañana, diosmediante, un programa sin definir. Espero que acudan los hermanos y mi hermano Ramón. Amén.

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