miércoles, 8 de diciembre de 2010

José María Lizundia Zamalloa

Algunos me critican mi devoción por este escritor. Incluso cuando defiende lo que uno atacaría o ataca lo que uno defendería (raras ocasiones, y en un 50% más llevado por la emocionalidad que por la racionalidad), no dejo de admirarlo. Su discurso es convincente, bien trabado, con un estilo peculiar que domina sin caer en el amaneramiento, y deja a este lector con deseos de conocer más aquello o aquel o aquella de lo que habla. En fin, no es correcto admirar a quien se sienta a tu lado, a quien está ahí llevándote la contraria, a veces llamándote ignominioso, a veces adverso y todo menos bonito (lo cual añade encanto a un masoquista), y además te borra como vecino y... y ya está bien de elogios. Algunas críticas tendría que hacerle, pero ahora no pienso ninguna que sea válida. Pero esta entrada para decir que, junto con su hermano, a mí me complace tenerlo otra vez de contertulio los martes. El Bosque ha ganado con su regreso. ¿Quieres que lo pormenorice? Otro día, diosmediante. Estas líneas para aclarar lo que siento, lo que pienso, y no me den más la lata. Yo eligo a mis amigos, aunque ellos me denigren. ¿Vale?

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