viernes, 31 de diciembre de 2010

más realidad y otro sueño

Mi padre, viéndose a las puertas de la muerte, mandó llamar a Javier, párroco actual del distrito de Anaga, y detrás del cura un desfile de vecinos y allegados, en fila india, uno por uno, para despedirse. Lo peor, hablando en términos absolutos (con perdón), son las vecinas alegadoras. Me recuerdan un cuento de Y fumar puede matar, sólo que en mi historia los recados no son al disfunto para los que ya están en el más allá, sino que las dichosas vecinas, sabedoras de esto y de lo otro, es a mí a quien tupen a recados y consejos. Sí, mi vecino vasco canariensis tiene más razón que un santo. Existe lo mejor y existe lo peor. Perogrullo objetaría esa patraña de que todo depende de las circunstancias, y lo que un día es mejor, otro día es peor. Pero maldita la gracia que me hace ahora Perogrullo.
Menos peor fue el sueño de anoche, no apto para menores. Sí puedo contar que aparecían como personajes mi hermana (embarullándolo todo en esta casa, destartalando el orden ilógico que nos ha acompañado a mi padre y a mí en esta etapa de la vida, y al mismo tiempo pidiéndome comprensión y consuelo); y otro personaje era mi difunta madre, ayudándome a fregar la loza en la cocina, que fregaba una cosa y aparecían otras tres, un fregado interminable; y también mi sobrino Mundi, empeñado en mudar los muebles de sitio, y los rompía todos, uno a uno, antes de colocarlos donde quería. Y luego apareció mi cuñado. El hombre me soltaba un rollo (con perdón de Víctor) y yo no le entendía nada. "Disculpa, pero no te oigo lo que estás diciendo", dije. Y se lo tomó a mal. La verdad es que, sin querer, descubrí la estrategia ideal, absolutamente mejor, para discutir con Raimundo. En fin, sueño de recovecos y malezas y mucho entullo por resolver.
Otra cosa son los plánticos gemidos que provocaron en la banda relativista de la tripulación los cangos de nuestro Victor el pasado martes en Tijuana. Pero no tengo más tiempo hoy, odioso diario, así que quédate con estas líneas y ya en otro momento seguiré alimentando tu ninfomática hambre de palabras.

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