inevitable diario, recuerdo ahora que mi hija pequeña decía que el hombre ideal para mi hermana era Ramón Herar Cuervo. No lo dudo, aunque me cueste imaginarlo como cuñado. El mejor pariente es un buen amigo, y pasar de amigo a cuñado no sé yo. Quizá hubiese mantenido y acrecentado el espíritu loable que una vez hace mucho tiempo ardió en esa mujer, hasta que el marido actual la apagó y la convirtió en una alfombra, nada mágica. O mejor dicho, en un felpudo. Sé que con Ramón el Cuervo no hubiese habido ningún añadido ominoso a los tiempos que corren. Lo más, rones en el Castillo, intentando tu escribidor quitarle a Ramón el aceite progre y flotillero que lo desmerece y penumbra sus méritos imitables. En fin, pudo haber sido. No fue.
Recuerdo también cuando elaboré un libro para los presuntos anarquistas de Gijón, del Aula Rúa. Le pedí a De Blas, un novelista negro artesano pero con su cosa,que hiciera algo sobre la película esa de las canciones que mantuvieron el ánimo de la posguerra. El tipo, famoso por su frase "no es difícil tener debajo a una mujer, lo complicado es quitártela de encima", lo cual explica que ahora no se le nombre ni en letra pequeña, me dijo que sí, pero luego se echó atrás. Su comunismo leninista no casaba con el anarquismo pretencioso de aquellos burguese metidos a revolucinarios de cartón piedra. Así que elaboré yo el trabajo. Fue un cuento en que defendí a mi padre frente a la célula de las Juventudes Comunista de la que formaba parte entonces, y que nos reuníamos en el Colegio José Antonio, de Santa Cruz. El único ejemplar que yo tenía se lo quedó la maltratadita. ¿Lo conservará?
¿Pondrá un día de estos mi otro amigo Anghel Morales "El cuervo de papel" en circulación? En fin, bastante tiene con lo suyo.
Hoy hablé con Javier Hernández. Eso te lo cuento otro día. Ahora me bajo al patio a seguir con "Horizontal Plus". Va caminando. (Tengo que recurrir a Orlando para aprender, ya de una vez, a usar el pendrái).
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