--¿Dónde estuviste?
--En casa Marcelino... está haciendo un palomar en la azotea, convirtiendo un cuarto allá arriba en refugio de palomas perdidas...
--¿Traíste los plátanos?
--No, pero todavía están verdes.
--Tú tráelos que aquí están más seguros.
La señora limpiadora ya está más tranquila. La tensión de la posesión se le ha aflojado, y de la cabeza se le ha bajado a no sé qué parte. Mejor, pero tú limpia (Victor, ¿cómo se dice ese parentesco en alemán, en femenino?)y no te molestes en sonreírme. Las cartas están sobre la mesa. El oprobio canario, como esa mentecata política de don Pepito y otros, arruinando lo que pudo haber sido y ya no será, porque hay panfletos y panfletos. Unos mueven a la acción y otros a la retirada. Los tuyos, Pepito, ya no mueven a nada. Esto me lo recordó la reciente entrada en el blog El Escobillón. Acertada reflexión, según mi materia sensitiva. En fin, conclutyo con esto de los autoinvitados. Ya se está alargado más de la cuenta. Olvidé mencionar a Javier, que pasó por la radio y luego se fue. Lo que me significó su etapa ya lo comenté más abajo. El que tenga interés que relea. Mi amigo Javier es un autor que ya cuenta en el reverdecer de las letras isleñas de ahora, donde lo bueno, poco a poco, está desplazando y haciendo estiércol de las batatas podridas. Su enemigo es la juventud. Su primera novela es la mejor de todas, y su riesgo es repetir fórmulas. En el libro de cuentos gira las turbinas y promete una renovación, a menos que los hallazgos los convierta en molde artesanal. Sufre, mamón. Es lo que hay que decirle a cualquier autor. Escribir es sufrir, decía Antonio Bermejo. Y Rubem Fonseca. ¿Hay que explicarlo? Esto lo digo porque Javier es un amigo, y el pensar de las canas es "no te duermas en los laureles, chaval". La táctica con el enemigo es otra. Adularlo hasta que se pudra o mate a Desdémona. Yago sabía estrategia. Y así le fue a Otelo.
--Cómo se puso aquel con los pobres pibes... ellos lo que quieren es presentar su disco y buscar apoyos --dice Chani--. Les voy a decir qu no vayan.
--Ya les advertí lo que había...
Demasiado jóvenes para entender que en estos tiempos la crítica en contra es más fructífera que la horripilante palmadita en la espalda. En fin, los chubascos ya están advertidos. Quien se mete en el Bosque se arriega a caer en la trampa de los astutos cazadores. Si no, que se lo pregunten al lobo. A Caperucita no se lo pregunten. Está ocupada limpiando al casa de la abuelita.
Sí, muy bonito todo eso, pero siempre tendrá que haber alguna razón para traer algo a Tijuana. Y si la hay defenderla allí. Ya no vale escudarse en compromisos externos, el compromiso es con el programa. Si no, parece que cualquier cosa cabría allí, y cuanto peor sea mejor para machacarla más fácilmente. ¿A dónde nos lleva eso? Si no cabe, no cabe y si cabe, cabe (perdón por la tautología). Ayer me vi obligado a hacer de abogado del diablo, sin comérmelo ni bebérmelo. Pero cuando se asumen demasiadas cosas sobre ellos sin conocerlos, sin estar presentes... eso ya me toca los cojoncillos ¿o es que ya nos hemos olvidado de la conveniencia de una cierta presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario? Qué fácil es atacar sin que haya una voz de los aludidos. ¡Y tú encantado!
ResponderEliminarNo, yo comprometido, cogido entre dos aguas. Mea culpa. O meo sobre mi culpa. Tienes razón.
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