Al margen de "wagneriano tamiz del pueblo" "Yo soy el mago de la copa de espada" y otras flatulencias de ignorante que infla el globo no siempre soplando por la boca (¿qué sé yo de Wagner, ni de tamices, ni de magos?), aquí el no votante sigue construyendo, a veces empezando por el tejado, a veces embebido en el personaje que va delante de la procesión y otras desinhibido con el que va detrás. Unos quieren peras, otros naranjas y otros tienen el gusto para todos los gustos.
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Aparqué la lectura de El futuro de la democracia, de Norberto Bobbio, y abrí G 21,una antología significativa, que no pasa desapercibida, sino que marca una época y un territorio. Dos intereses, saber el martes de lo que se va a hablar en La Puerta, si de eso se habla,y seguir conociendo, aunque en pocos cm, a los más jóvenes narradores canarios, de los que sólo --entre los que recoge la antología-- sé de Javier Hernández y Alexis Ravelo. Por lo pronto he leído cinco cuentos o relatos. Y por lo pronto me quedo, enteramente, en todos los sentidos --incluido el del gusto--, con "Vida, pasión y muerte de Felipe Marqués", de José Luis Correa, y "El encargo", de Santiago Gil. (Una crítica detallada de este libro: en el blog El Escobillón, enlazado al Bosque Quemado).
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Fastidiosas corrientes de aire, son criminales.
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