viernes, 10 de junio de 2011

Mañana Irene

Qué vida esta. A veces no hay demonios burlones sino tontería bucólica o ignorancia olímpica. Lees lo que sale en la pantalla y daste cuenta que el arreglo es sencillo. Puedo acceder optar vez a estas Entradas. Más difícil es que Anghel facilite la maqueta de la novela del cuervo, quince años escribiendo esa novelita, densa la primera parte y más aireada la segunda mitad, y ahora me falta paciencia para ver la maqueta. La publicación me da igual. Como si no se edita, o la ponen a la cola, lo que quiero es la maqueta. Con el prólogo y el épilogo, en una letra distinta, tamaño o fuente, me da igual. En fin, condenado ahora a jubileta escritor, tampoco puedo estar todo el tiempo pidiendo justicia. Ya no pido justicia ni pido nada. Pinto las dos primeras letras de las emanaciones de Dios, y ahí está todo. Lo demás, añadidura. El 1 y el 2 son los únicos números, lo demás es consecuencia, eco. Esto lo saben los matemático y lo saben los cabalistas. Y si no, que lo desmientan. Porque ellos lo sabrán, yo no sé nada. Hablo al sabor de la boca. Presiento y doy por hecho el presentimiento. Y tampoco es así. Berto Linares me pregunta vía e-mail que es Badú. Badú es el misterio del Golem. Un machango al que un cabalista dio vida pàra proteger a la gente del ghetto. Berto sabe quién es el autor del que hablo. Otro título: La noche de Walpurgis. Un autor judío. Un judío operativo. En cierto modo, este autor inspiró el judío que aparece en El Negro, novela que debe de tener su cosa, porque hoy me llamó Wooy Allen para hacer una película. Quedamos en hablar de dinero. ¿El dinero? Anoche leí La puta respetuosa, de Sartre. El filósofo conocía el zodiaco chino, se lo tenía empapado. La protagonista de la obra, cobra una resonancia tremenda cuando habla de la serpiente, según la describe esa magia china. Lo demás es tópico. El americano malo del sur, que transfigura la verdad; el negro que matarlo es una labor de limpieza (a los ojos del senador, otro personaje), y un tal Freed y su amigotes del poder político. Los blancos. Seguramente Boris Vian leyó o vio esta obra teatral del existencialista, y le dio la vuelta. Escupiré sobre vuestra tumba y Todos los negros tienen la misma piel, lo mejorcito de Boris Vian, junto con los cuentos del Lobo hombre y sus poemas. Qué escondidos están a veces los auténticos poetas, con tanto tarugo ilustre y betunado haciéndose pasar por poeta, respetuosamente puteando a la pobre poesía. En fin, hoy viaje a San Andrés. Qué novedad. Tensión en la cumbre celestial. Historia para no dormir. Pues que no duerman. Y mañana otra cumbre, con una rubia llamada Irene, de veinticinco...

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