"¿Cómo se te ocurrió firmar el acta voluntaria?...
No, no le haga caso --a la conductora
de la ambulancia--
a este individuo porque es un maltratador.
Está cumpliendo condena por maltratador"
"Cabrón", añade su santa madre.
Pienso que iré a la cárcel
si me dejo llevar por el perro
sin amo que viaja conmigo.
Pienso denunciarlos por
justos y piadosos,
pero el viejo dice que no,
"No, ella también es...".
En fin, conjurado el alegre episodio,
uno más de la epidemia de locura.
Y la verdad, como Riforfo,
no entiendo de qué va todo esto
y yo también prefiero leer al Zurda.
Gracias a los dioses, las noches
de Subasta con Ramallo, Marcelino
y el Cuervo tienen otro aíre,
y otros alimentos, en un Santa Cruz
que mendiga en una escalinata
que ya es nostalgia, o no sé si melancolía.
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