viernes, 16 de septiembre de 2011

Ciber en La Laguna, cerca de La Tropical, donde el crújer cuesta 1.40 euros. Aquí me vendieron una cajetilla por un euro. No sé si gané o perdí. En el bar de Efraín, en la plaza del machango, del barrio de La Maldad, cuesta 95 céntimos. Ültimamente prefiero morir con negro Crujer que con rubio Malboro.
--Qué, arreglando papeles? --me pregunta Efraín, como si oliera las copias de los testamentos dentro de un sobre--. ¿Algún problema?
--Mientras trate con mi hermana, creo no, pero como se vuelva a meter mi cuñado.
--Como se metan los cuñados, o las cuñadas que es peor, agüita.

Anoche rito esóterico literario en la Muac, y hoy aquí en La Laguna. Otra vez Cristo y Correa, en la librería Mistério. Volveré a Ver a Javier. Dolido porque a él no le he dedicado un poema elegiaco, galanteador y bailarín. Javier --decía in illo tempore mi hermana Mirella-- no es un tarambana que escribe novelas sino un señor abogado. Sin embargo, también es aficionado a esa tontería de escribir novelas. Acaba de publicar "El fondo de los charcos", de la que hablaré un día destos no sé si en verso o en prosa.
--No se peleen por cincuenta euros --dijo Anghel.
--Lo dejaremos en cuarenta --dijo Javier.
En fin, 40 es un número más oportuno ahora que cincuenta.

Noche de consolidación de hermandad con el capitán M, aún sin barco. En el Platillo Volante está otra vez Hilda, una alienígena de Puerto Marte, exuberante hembra que el otro día se sentó en nuestra mesa creyendo que éramos una pareja homosexual y que no corría peligro. No fuimos inteligentes y desmentimos su pensamiento, no sé si mintiéndonos a nosotros mismos.
Me subió a Casa, allí bebimos un espiritoso, que en la opinión del experto Lorenzo, al que le bastó olerlo, en la Muac, para catalogarlo como de baja estofa.
--Esto si no lo bebes con cocacola... --dijo Lorenzo.
Ya en la casa de la calle El Tanque, Marcelino apreció otra vez mi pinturero arte con los colores. Quiere organizar una exposición. Si JRamallo organiza la exposición virtual y Marcelino la no virtual, me temo que voy a tener que pensar en Hacienda otra vez.
Le conté parte de una historia, cuyo guión pienso trabajar (sólo imágenes, palabras las menos posibles) para que Ramallo haga una película cuando tenga los medios técnicos. La parte de esa historia tiene que ver con Mirella. Cuando el doctor R acabé con la peli prometida o Marcelino publique el cuento, ya la conocerán.
En ese momento sms de Mirella: "encontramos muerto a josé miguel mañana no sé si podré quedar contigo en la notaría".
José Miguel era hermano de mi cuñado. Un día tuve que cortarles en seco la teoría de que él y yo estábamos cortados por la misma tijera. (Roben a Lizundia todos los adjetivos despectivos y se quedan cortos.) Murió solo, en su casa de La Maldad. Lo encontraron cuando ya llevaba varios días fallecido. Mi hermana me informó de que no habrá ninguna clase de funeral. Lo pasarán directamente del frío al fuego. Descanse en paz.

Alegría por ver al Cuervo resurgir en su blog, con enlace a "y así sin más", donde publican recién un fragmento de "El negro". Dos ejemplares llevo conmigo para descargarlos después en la charla de Cristo y Correa. Primeras novelas de la colección g-21. 10 euros cada uno, cada "El negro". Precio de coste. Y a Ramón, si no me fallan los cálculos, ya sólo le debo 45 euros. Marcelino, por su parte, me condonó (¿se dice así) la deuda. Y creo que Ramón, para no ser menos, seguirá su ejemplo. Conmigo que no cuenten, no perdono ni una coma.

Mi portátil falleció anoche. No sé si resucitará.

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