Quien plantea una ecuación
que no puede resolver
es el tonto mayor
de la torre de Babel.
Mar de nubes oculta la verdad,
olas de fuego destruyen la mentira,
la vida es hija de la muerte,
la muerte madre de la vida.
No quieras saber dónde estás
pues no estás en ningún lado,
eso lo decide un mago
que juega con la mentira
como si fuese verdad.
*
Por qué no vienes a verme
si te estoy esperando?
Porque eres más pesado
que el cuento del cherne,
No te quiero debajo
ni encima te quiero
ni te quiero de lado,
ya harta me tienes
con tanto cortejo,
vete pal carajo
hombre lastimero
que sabe de todo
como aquel conejo
que acertó con galgos
pues tal eran los perros.
Compungido calle arriba
camina el pobre Alejo
al bar de doña Elvira
a beber el vino viejo
que alivia las penas
y nos da consuelo.
¿Qué pasa, hombre triste?
¿no pescaste nada?
¿No le distes el alpiste
a tu enamorada?
Doña Elvira, no me torture
y deje aquí la botella
hasta que del todo me cure
la herida que tengo abierta.
Pues mira a ver si en la brecha
de esa herida tan molesta
sacas algo de dinero
para pagarme la cuenta.
Por eso quiero casarme
con esa mujer tan rica
pero siempre me replica
que vaya para otra parte.
Y esa otra parte es la barra
donde bebes vino gratis,
vete otra vez a rondarla
que el diablo sabe por viejo
lo que no sabe por diablo,
el que insiste e insiste
acaba rompiendo el cántaro,
pero antes de irte
ven adentro a mi cuarto.
¿no tiene usted a Baldomero
para hacerle ese trabajo?
Baldomero ya no sirve
ni para vestir santos.
Después del cuarto vamos
a la cocina, Alejo,
a preparar un veneno
que le he comprado...
qué más da quién lo vendió,
pues bien vendido está.
Vamos a la cocina
y luego se lo damos
con el anís del mono
a ese estropajo,
a ese rastrojo.
vamos los dos de la mano
y te enseño, hermano,
cuál es la llama,
cuál es la rama
que has de quemar
mañana.
*
Hoy roqué el hombre de mi amada,
con la suavidad de la medusa
que anuncia su eléctrico veneno,
con la gracia de la obrera
en el romero en flor libando el néctar,
no miré sus ojos,
túneles negros con penumbra al fondo,
no miré sus labios que esconden
en sonrisa de máscara la tragedia,
no miré su pecho ni oí su corazón
con música de piano de torcidas teclas.
No se veía la luna
en su órbita del cielo
como una farola más sobre la plaza del mercado
iluminando sus rodillas.
Mi amada está lejos, dormida sobre un caballo.
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