domingo, 16 de octubre de 2022

tertulia en la paz

 Ayer por casualidad se armó una histórica y casual tertulia en la Plaza de La Paz. Yo había quedado allí con Bella y con el Emperador, y en la mesa de al lado estaban los poetas Ramiro Rosón y Antonio Carmona. Y ladrando a una intrusa: Kala, perra inglesa con dueño irlandés. La visita inesperada de una araña hay que interpretarla a la luz de otros designios. A mí me trajo a la luz de la memoria la portada del libro Pesadillas que se muerden la cola, de Ana Beltrán. Con la diferencia de que esa araña es una viuda negra (como la que Ramón fotografió en la calle del Clavel una noche de farra), venenosa; la de ayer era una araña literata no venenosa. Paseó sobre la novela última autobiográfica de Antonio Charlín. Yo no la había abierto porque en las anteriores novelas autobiográficas de Charlín  a cada página genial le sucedían tres páginas de pesadez autobiográfica. Pero como decidí que hace bien devolver lo que te han prestado, decidí devolvérsela al Emperador. La guagua tarda y tardaba y abrí el libro y leí páginas y páginas y todas geniales. Salvo al final, el diario del tiempo de reclusión por el covid. Esta vez no hay pesadez pero sí demasiada ingenuidad. En contraste con lo anterior, por fortuna la mayor parte de la novela.

Además en esta empieza a recurrir a la ficción, a hacer realidad el deseo. Follar, correr y escribir son los engranajes que mueven esta novela de Charlín. Y cada uno los mueve con soltura y precisión. Vemos cómo folla, cómo corría (fue corredor de fondo) y cómo escribe, La ambición que enciende el mecanismo. En la última parte (antes del prescindible diario covid) es un autor de fama, celebrado en su pueblo donde el alcalde lo invita a ser pregonero de la fiesta y una bella discípula acude a él y le ruega que la enseñe a escribir. El personaje folla solo pagando. Con la que quiere ser alumna no hay ninguna alusión lasciva por ninguna parte. Se la imagina el lector. Como se imaginó el autor siendo un triunfador, rechazando premios, elogios y pregones. Y dándole a la alumna el diario coronavirus. Bueno, ella quería escribir sobre eso. El diario, hasta donde yo leí, son tópicos. Todos caemos en eso. Y con tópicos vivimos todos los días. A lo mejor hay alguna fuente de misticismo en eso de seguir los caminos trillados y las voces que más suenan.  


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