Tinta fresca la de esta balada de Marcelino Rodríguez Marichal. Podría estar en "Balada sin poesía".
Queda muy claro que el sexo
sólo es una huida
Un leve parpadeo que no logra aplacar la soledad
Los cuerpos se funden un instante
y luego se separan
confirmando la impenetrabilidad
del ser humano
Al menos las palabras
cuando son terribles
quedan a nuestro lado.
*
En otra balada el poeta hace una definición del sexo, exacta y radical:
...
El sexo no es para gente escrupulosa
Es un intercambio de fluidos
Saliva, aliento y olores fuertes,
orines, semen, mierda, sudor,
microbios, bacterias
Si no es así no es sexo
Si sólo es ternura y espiritualidad etérea
entonces se queda en una parodia estéril
de lo que no pudo ser
una farsa
nada
nada
*
El que nada no se ahoga. También existe el sexo platónico. La imaginación, el sueño, suple lo que está al margen de la física que percibimos, pero que está ahí, en el vacío de la materia, en la energía del universo. Le digo esto a Marcelino y se ríe. Me llama poeta. Jaime Gil de Biedma dijo que hay dos clases de poeta, el efusivo y el receptivo. El efusivo es el que se mira el ombligo --si no lo entendí mal-- y el receptivo es el que percibe y se alimenta de la realidad que lo rodea, no de él mismo. Gil de Biedma se declara poeta receptivo. Trabajaba sus textos hasta la extenuación. La efusividad romántica no era lo suyo. Cuando habla del sexo, habla como Marcelino en ese poema. Sus confesadas relaciones con muchachos filipinos lo han puesto en la picota de persona non grata en el mundo global. Su poesía no admite ternura (creo). Sí perplejidad.
Si tuviera energía haría un acercamiento de literatura comparada entre la poesía de Marcelino y la de Gil de Biedma. El uno dice lo que el otro, pero sin palabras elegantes. Uno es el loto y el otro el cieno. Son dos formas que anhelan encontrarse. Pero ya no tengo suficiente energía sexual, no estoy para estudios comparativos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario