Sigo viajando por Grecia. Con Juan, sin multitud de turistas. Bajo la atención en el tramo final del cáp, 6. No importa. El 7 concentra toda la atención. Me entero del argumento de Las bacantes. Los trágicos griegos no se andaban con chiquitas.
Acaban de nombrarme ex-amigo-virtual. La lectora dice que estoy encoñado con la autora a la que le puse bien el libro. No sabe leer entre líneas. Debe de suponer que ya conozco el coño de la autora y que no puedo vivir sin él y ella es como Cleopatra bajando a la mazmorra y le dice al prisionero que le bese los pies y luego la folle como es menester. En fin, cada cual suele --no siempre-- retratarse a sí mismo cuando habla no muy bien de otra persona. Esa ha sido la consecuencia del fruto del arbol de la ciencia. Nada que ver con el árbol de la vida.
¿Historias del barrio? Las hay. Con coños incluidos. En los celajes del cielo.
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