viernes, 1 de septiembre de 2023

macutiando

 Juan me dice que soy demasiado susceptible. Le contesto que fue necesidad de la ficción, que si la realidad es flaca, la ficción tiene que engordarla; hacer de un grano una piedra. Eso hacen los periodistas para vender una noticia. La verdad es que sí soy susceptible, incluso paranoico. ¿Me justifico? Ya he contado aquí la causa de esos efectos. Han sido pedradas unas detrás de otras. Me han quitado la tranquilidad que me permite disfrazarme con atuendos taoístas. No somos nada, así que vive y deja vivir y despreocúpate de las fantasmagorías de este mundo. Incluso me desposee de la chamarra del indio yaki: nadie perjudica a nadie, es uno el que se perjudica a sí mismo; ¿por qué? Por darle importancia a lo que no lo tiene, empezando por la importancia que se da uno a sí mismo, y por no hacer por lo menos el intento de ser impecable en sus actos, empezando por el acto de la palabra. Hablar de más es  hacer de más, propasarse; y hablar de menos es como no hacer, no concluir lo que se hace, dejarlo a medias. El no hacer sin embargo es preferible,  era una de las disciplinas del indio yaki, el no hacer. El no hacer es en realidad un hacer, un hacer a la inversa. El no hacer de comer es comer sin nada en el plato. Mejor hago el no hacer de explicarme  y hasta otra. 

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