La verdad es es que no grabo nada. Lo pienso pero luego desisto. Lo que tengo claro para qué lo quiero decir. Y de lo que tengo oscuro, no encuentro el interruptor para encender la bombilla. Lo más oscuro es la historia de los dos hermanos, el hermano tonto y la hermana lista. No entiendo cómo la hermana toma como gran ofensa que la sobrina no quiera revolver el pasado y sin embargo siente, por lo que se ve, como hazaña bélica que su hija haya robado papeles importantes a su tío carnal. Cuesta entenderlo. Lo única ventaja actual del hermano, si es que lo es, es que ahora sabe a ciencia cierta que le están haciendo la cama. Observa y calla, intentando comprender. En contrapunto, lo que tengo claro es un repertorio de poemas, vamos a decir poemas, que podrían estar en la corriente de papeles encontrados de Cucarachas con Chanel. Ejemplo, los avisos mortuorios en las cajas de tabaco. Baladas tenebrosas.
Por afuera de casa, si no está Nicolás dándome consejos de supervivencia, suelen estar el diógenes del barrio, recogiendo colillas y filosofando con la maleza de los jardines, y el hombre al que su perrito ratonero se le escapa cada dos por tres. El pequeño teatro por detrás de los aloes floridos. El de las abejas susurrando en las flores también tiene su interés.
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