No sé si añadir que en la vida anterior Tukumuro fue un hombre malvado desde la tierna edad. Veía el nirvana apedreando ratas y gatos y, con más uso de razón, eliminando con malas artes a oponentes políticos y comerciales, incluso que tuvo mucho que ver con la caída del Emperador. Y su lucha entonces contra el Jinete Oscuro fue con obsesiva intención de robarle su astucia, su vigor y su tenebroso poder al malvado nacido de las tormentas de Susanao.
Esta idea, la oportuna presencia de los contrastes, se debe a que ahora en la mesanoche tengo un libro de Rubén Fonseca, Lúcia Mc Cartney, y Vida de Santa, de Teresa de Jesús, con cartas que les mandó escribir su confesor. Son dos obras opuestas, en estilo y en contenido, sin embargo entre líneas les veo una semejanza incontenible. Hay en uno de los cuentos de Fonseca y en las cartas de Teresa de Jesús cuyo objeto de encanto produce el mismo efecto. el Señor en la autora y la amante de un joven en el autor.
Me viene ahora a la cabeza otras dos obras: Cucarachas con Chanel , de JRamallo, y La gesta, de Juan Royo. Aquí no hay coincidencias emocionales en personajes opuestos sino dos obras antagónicas. Estilo seco en una y húmedo en la otra. Argumento frío en una y caliente en la otra. Realidad sin fantasía en una y fantasía devorando a la realidad en la otra. Son dos oposiciones tajantes. Son los extremos de una línea literaria. En Lucia Mc Carney y en vida de Santa los extremos principales se tocan.
En fin, Tukumuro le tiraba piedras a las ratas y a los gatos, etc. en esa otra vida donde fue malvado y perdió la pelea.
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