sábado, 7 de junio de 2025

el sol...

 Nicolás tocó en la ventana. Le abrí la puerta. Le entendí:

--El sol ya se fue.

Miré al cielo y estuve de acuerdo. El sol, con el nublado cielo de la última hora de la tarde, ya se había ido.

Luego me aclaré lo que en realidad dijo:

--El suegro ya se fue.

Ya descansa en paz. Si es que no hay molestas reencarnaciones y cosas así. 

En plan masoquista abro, cuando me siento afuera en la calle, la pesada y algo larga novela pedagógica de Unamuno. Poco a poco, para poder aguantar la lectura. Cuando entro en casa, tengo abierto en la mesa el Quijote. Lo releo con gusto, fragmentos al azar, para respirar inspiración que me permita afinar la revisión de Injertos. Tiene Cervantes finura de estilos --lo prefiero a la prosa más pulida de Quevedo--, sabe decir lo que quiere y tiene sabiduría. Es un autor que no solo habla de su época, sino también de esta. Maestro --el ególatra narcisista y youtuvista-- tiene muchos aciertos en sus lecciones sobre ese libro. Cervantes hubiera reescrito la novela de Unamuno y la hubiera dejado placentera y amena a más no poder. De Maestro, cansa un poco su chiste repetido anti Borges y otros, pero tiene su valor literario, y casi convence cuando afirma que hay más brillo en la literatura sofisticada que en cualquier filosofía, no solo en la de su denostado Kant sino también en la de su apreciado Spinoza.

Es de noche. El Sol ya se ha ido.   

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