Viaje a Icod. Las papas bien, gracias. El domingo es la recogida. ¿Te apuntas? Hay pescado salado y... Nos perdemos a Fernando Delgado en la feria del libro del prosparque lujurioso pero ya sabes, no se pueden mezclar los placeres. Plareces de la lectura, con Ojos de Miel, un encanto de chica vascongada. Gracias a que no estoy ahora por la labor profemenina, si no, pedía un préstamo o cometía un atraco y me iba a Bilbao, a buscar a Ojos de Miel. En fin, por ahora, viajes más cortos. Viaje a Icod, con mi padre y hermana, y luego, a la vuelta, parada y comida en La Hacienda Perdida, La Orotava village, donde Víctor leía in illo tempore la vida y milagros de Napoleón Bonaparte, mientras la uva maduraba en la parra y el Teide se rodeaba de nubes pretendientes.
Ya en San Andrés, hablo con Ramón por el móvil. Seguramente mañana estará curado del virus anadante y oíremos a Anghel and Lizundia por las ondas viajando al sur profundo. Y luego con Marcelino, y, qué curioso, otra interferencia. Ni pienso decir ni mu de los detalles de estas interferencias móviles. No me gustan los misterios ni los jeroglíficos ni el suspense del tiempo verbal presente indicativo. Cuando lo descubra, el misterio, lo cuento, y si no lo descubro, como dice Maradona: "boludo, no pongas el pie debajo de la rueda". Marcelino ahora está subiendo a los altares a Bertolucci. Leyó la segunta gaceta gatera, y echa de menos la firma de Berto, que le encantó en la primera, y habla maravillas de Barandal Paradiso. Buen libro, a pesar de la opinión entreverada de Javier Hernández. Pero esto es ya otra historia. Mañana más, si llegamos.
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