jueves, 3 de junio de 2010

calor

--Los judíos son la basura del mundo --dijo Deivi.
--Hombre, están rodeados de enemigos --dije.
--Es mi opinión, Jesús.
Las opiniones son como los culos, escribió Roger un día en Gijón, cada cual tiene uno.
Orlando me pregunta si ya hablé con "aquel hideputa"...
Estupenda disposición al diálogo cordial, pienso. Mejor no hablar con nadie. Esta historia si la conozco, esta película ya le ha visto un par de veces. Y ninguna ganas de repetir altercados de niños que se creen más listos que el resto de la clase. De todos modos, quitando su insistencia porque hable con "ese marrano hijo...", hay ya cierto entendimiento con el poeta comunista. Hasta que llega don Anghel y me rebota al muchacho.
--Jesús te quitó el puesto como poeta de San Andrés.
Porque no tenía a mano la navaja de Albacete que Ferni tiene colgada sobre la máquina de café. Le hubiera cortado la lengua para que hiciesen un estofado en la cocina. Lengua nutritiva y sabrosa la de Anghel.
Le dejo a Pepe los poemas del oyente. Este t
ermómetro de la audiencia, elogió el último programa, pero critica a quien saca la pistola de palabras pero aún no ha matado a nadie. En fin, parábolas hay en todas las religiones. Al día siguiente lo acompaño a un asunto de dientes en La Laguna. Me corrompe con el regalo de un libro, de Diógenes Laercio; invitándome a comer, a cuatro rones y... ya estaba buscando las páginas de los breves en el periódico, pero no, a esto último no me invitaba. Yo no olvido, ya se lo tendré en cuenta.
Calor que rompe el aire, gasea el agua y aturde las ideas. Los Estados son criminales por definición. ¿A qué están jugando? ¿a yo más? ¿a yo menos? ¿a yo sin ti? ¿a yo contigo?... y mejor cumplir la normas y leyes de estas prisiones y, en ciertos momentos, mejor pasar desapercibido. Ya se hace uno viejo y hay que dejar las proclamas para quien vive de ellas. Lo demás es hacer el tonto. Otros hablan y vociferan, pero a la hora de la verdad huyen como ratas. En fin, quién se acuerda de los apresados entre Turquía e Irak. Ni yo, que los nombro, me acuerdo.
En eso me vence el sueño, la fantasía del soñar. Arriba me espera Ojos de Miel. Abro sus p...

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