domingo, 1 de agosto de 2010

filosofía

Curioso el Heráclito ("Heraclito", escribía Agustín García). Dijo que "la erudición no enseña a tener entendimiento. Pues en ese caso, se lo habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras". Dijo que la sabiduría consiste en una sola cosa: "conocer el designio que lo gobierna todo a través del todo". Y comentaba que Homero merecía ser expulsado de los cértámenes y apaleado. Sospecho que Anghel Morales se ha bañado en las aguas de este filósofo. "Sería justo que todos los efesios adultos se ahorcaran y dejaran la ciudad a los impúberes". Y más cosas que cuenta, en formato periodístico, Diógenes Laercio en sus Vidas de los filósofos ilustres, que me regaló Marcelino un día de temblor de dientes. Hoy el oyente tiembla por miedo a los tiburones, y por eso hace lustros que no viene por San Andrés. Ni a bucar la comida de papas, y a que mi padre lo ajeite para ir a Icod y llevar un laurel y un aguacate que hay en el patio de afuera. Tal vez, en el próximo oscuro florezcan por fin en la mar las potas, y la pesca lo atraiga de nuevo al villorio.



El episodio de la otra noche, el caso Fabiola, me hizo pensar que es una hazaña aguantarle un puñetazo a un orangután (siendo uno un chimpacé) que es capaz de enfrentarse a un gorila; y en el caso contrario, una afrenta. Rastreo las consecuencias de aquel episodio. La sensación es pena. Es como haber perdido indignamente la batalla. Empiezo a comprender a Anghel cuando dice que él es independentista por dignidad. Lo tomaba como una broma. "Dignidad" me parecía hasta ahora una palabra vacía, sin contenido real, y además, visto lo que hay, la dignidad está próxima a dejar de ser independentista. Anghel, Antonio Cubillo, Víctor Rámirez, y algunos más, sólo tienen un grano de trigo frente a los que avasallan todos los días con su poderío de sandeces. Me hace regresar al actual libro de Lizundia. Mira que está equivocado y desvariado el nahualt de Tijuana, pero la realidad le está dando en esencia la razón. Menos mal que la razón sólo ha podido subir hasta la mitad de la pirámide del conocimiento (esto es una metáfora, bastante torpe por cierto), porque si no, ya es la hora de bajar el labio y decir adiós, adiós islas de los otros.

También me extraña que Cubillo, en el artículo suyo del sábado, haya denostado al curita (frayle) Espinosa, porque, ségún él, se inventó la batalla de la victoria de Asentejo para darle lustre al aparato guerrero peninsular. Dice que esa batalla no existió. De todos modos, el denostado curita (por Lizundia y por Cubillo) fue el primero que dijo, en español, que los europeos no tenían ningún derecho ni razón para venir aquí a avasallar a los naturales, unos 20 mil, según las investigaciones de Víctor Roncero. La verdad, prefiero volver a Heraclito.

"No fue discípulo de nadie; sino que dijo que se había buscado a sí mismo y de sí mismo lo había aprendido todo". Lástima no haber sabido esto ayer por la mañana en el Monterrey, para responder a Javier Hernández. De todos modos tiene su razón el señor abogado, no tarambana que escribe novelas. El sí mismo es un peligro. El ego, de lo que abusa Juan Cruz en su libro Egos revueltos. El libro se deja leer. El ex editor de Alfaguara tiene una prosa algo molesta, poetizante, de ritmo salmódico, pero soportable. Lástima que no haya sido editor de Anagrama. Sus egos hubiesen ganado bastante mayor interés.

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