lunes, 2 de agosto de 2010

RAE

En las paredes de la RAE mearon no pocas veces poetas hoy celebrados, algunos tan celebrados que mataron su poesía antes del tiempo que ponían en su fecha de caducidad. Ahora el directorio de mi editorial anda devoto con la RAE y las nuevas normas ortotipográficas, normas que se saltan cuando les conviene o les ripia la norma. Y los correctores están tan pendientes de las sacrosantas normas que se olvidan de las erratas normales, esas que no quieren ni la editorial ni el autor. Supongo que nunca publicarán textos de Rubem Fonseca o Celyne o Bukowski, y no digamos Joyce, a no ser que la traductora añada traición sobre la normal traición que son las traducciones. Y en español, no publicarían a Agustín García Calvo, ni a Juan Ramón Jiménez, ni a Juan Rulfo, ni a Pancho Guerra, ni --bajando el listón-- a Saramago. Está bien que un autor que se precie conozca las normas de la RAE o las propuestas por otros lingüistas y escritores que difieren de las anteriores, y si eres periodista, inevitable conocer el libro de estilo de tu periódico, pero una editorial debería respetar al autor, sobre todo si este es consciente y su texto lo ha trabajado con todas las de la ley, incluso no cumpliéndola. Un poeta ingles, Childis, disléxico, asumió su dislexia como parte de la escritura de su poesía. Otro al que deben cerrar las puertas. En fin, entretanto sigan publicando libros aburridos, infumables, infantiloides, mientras cumplan las normas de la RAE...



Este martes en La Puerta, Radio Unión Tenerife.

sobre Las armas y las letras, de Andrés Trapiello, libro leído por nuestro tripulante José María Lizundia Zamalloa.

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