De vez en cuando, para aclarar al lector cuál es la naturaleza literaria de estas páginas, me veo obligado a desplazar "al narrador", y hacerme oír. Pues entes distintos son "él" y yo. Es cierto que en los acontecimientos biográficos, coincidimos; pero no en las emanaciones sicológicas, morales, filosóficas, etc. Es decir, el autor, quien ahora escribe, presta los avatares, acontecimientos y aventuras de la vida y se los hace sufrir o gozar a un personaje, distinto e incluso contrapuesto. Si fuese yo, el autor, quien narrara esos hechos, me temo que la escritura, la atmósfera de la escritura, se la debería a obras de autores como Dostoyevski, Malcolm Lowry, Isaac de Vega o Thomas Berhard, y no como le ocurre al aquí personaje narrador, más alimentado con los recursos de Celine, Bukosvki, Fonseca... Así que, en muchas ocasiones, en la narrativa de esta obra, aparece como comedia lo que el autor sufre como tragedia (además de obviar otros hechos, realmente trágicos o desgastadores). Si paralelamente, escribiera tal como pienso y siento los episodios biográficos, tales coincidirían en buena parte, pero la obra resultante no.
En cierta ocasión, trabajé de "maestro" de creación literaria. Al principio del curso, un "alumno" me preguntó cómo se podía convertir una tragedia en una comedia. Le dije, no sé si con acierto: "Tú escribes la tragedia aquí encima de la mesa, y cuando la termines (me puse debajo de la mesa), vuelves a escribirla aquí debajo". A partir de ahí el curso fue un éxito, pero eso es otra historia.
Esta noche se presenta un importante libro, necesario para descubrir la renovación de la autenticidad narrativa que hoy ha resurgido en Canarias: 13 gramos de gofio estelar (aunque tenga desacuerdo con la aparición de la palabra "gofio" en el título). Para no llamar a engaño, me veo obligado aquí también a rectificar al "narrador", en cuanto a gusto. El cuento con que tengo el honor de colaborar, creo que participa de la calidad del libro, pero hay otros con más valor literario. El "narrador" de este blog, probablemente hará una crónica, a su ver y sentir, y habrá que dejarlo. En cuanto a mí, que hablé él. Yo prefiero callar. Creo que es más valioso el silencio que la palabra. Que hablen otros, incluso el tocayo que cuenta en estas, como dije, páginas, si así pueden llamarse.
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