miércoles, 26 de enero de 2011

ayer en Tijuana

La superinteresada dama del clavel florido no sólo pasa de la interesante discusión sobre las películas del oeste sino que pretende que el tiempo lo dediquemos a celebrar su libro "tan natural, con sus excelentes dosis mágicas, asequible a todos los lectores, sin diferenciar edad, sexo o raza", pero cometió el desliz de informar del nombre postizo de una avenida con el cual no se indentifican, por ahora, sino estos militantes en cuyo lado claro de su doble moral parecen inmaculados de santidad, bondad y razón divina. Pero no contaba con nuestro hermano Víctor, a quien podemos criticar en esto o en lo otro, pero que no pasa por el aro, sean damas o caballeros, de la celebración del tópico y el lugar común. No se arrodilla ante la bobería ideológica. Y saltó, y luego nuestro hermano Lizundia, mientras nuestro hermano Ramón, disipada la discusión sobre el oeste primordial, quedó mudo hasta que, luego, abordamos la gran orilla del que Lizundia ha bautizado como río 3 de Mayo. Allí, concretamente en el Atlantic city, representación de un nuevo acto de Esperando a las azafatas.
Nuestro oyente volvió a su función preferida, oír, y su informe a la superioridad destacaba sobre todo la diatriba de Víctor. No arrodillarse ante las tonterías de los que sólo buscan ondar la bandera de su interesada mediocridad de hojalata. En fin, nuestro primo Charlín causó baja, atacado por un virus estomacal. Tal vez el próximo martes.

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