miércoles, 23 de febrero de 2011

Ramón, y Lowry

Ramón Herar está triste la mar y el viento. ¿Qué tendrá Ramón? Tiene que el otro día, hace una semana, le robaron el carro. El deportivo con asientos de cuero, anti amor a los animales. "Lo compré así", se justifica. El automóvil se lo dejaron más o menos sin deterioros en otro lugar, pero los cacos se llevaron el aparato de música, último grito, y los billetes de 500 hierros que tenía escondidos en la guantera. A lo que se añade la burocracia y las otras incomodidades de un post robo. Por eso no pudo ir a Tijuana. Así que nuestras malas lenguas en el post programa volaron más altas que la realidad. Nada que ver con una protesta solapada al renovado organigrama del Bosque de Tijuana, al que, contrariamente a nuestras malas ideas, Ramón no tiene ningún deseo en que sea quemado, sino al contrario, incorporarse con su método dialéctico y hacerlo valer con astucia, inteligencia y fe en que pronto saldrá vencedor, y necesitado de un esclavo que lo acompañe en la auriga triunfadora con su discurso de pepito grillo: "acuérdate de que eres mortal".
Un párrafo que me acaba de saltar al azar, de una de las cartas de Lowry, me anima a copiarlo aquí, para animar el vuelo del Cuervo:

"La tesis de Ortega es, para simplificar, que Goethe hubiera debido hacer todo lo posible para mantenerse únicamente como poeta, en vez de falsear su vocación al considerar que debía llegar a ser presidente de la república de Weimar, dirigir un teatro, crear teorías sobre el color, convertirse en patriota profesional, etc. Esa versatilidad se considera generalmente una gran virtud, de modo que resulta interesante encontrar a alguien que opine lo contrario. Al parecer, lo importante es que, a partir de todo ese conjunto de cosas, Goethe hubiese podido adquirir conocimientos imaginativos, y hubiese podido usar esos conocimientos para construir la infraestructura de su obra --del mismo modo que Strindberg se convirtió prácticamente en historiador para escribir sus dramas históricos--, pero al convertirse en el exponente profesional de todas ellas, Goethe dejó de ser Goethe, y eso, filosóficamente hablando, podría considerarse una pérdida irremediable, no sólo para él, sino también para el mundo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario