miércoles, 6 de abril de 2011

En toda aventura hay momentos bajos, sombríos, sin aire, sin un disparo, y hay que aceptarlos como parte del delirio de la batalla, preludio de la música de los tambores. Lo único que me cuesta digerir de nuestro Capitán es que sea incapaz de subir al puente de mando si no ha llegado su hermano. En fin, todos tenemos temores escénicos, eso es normal, lo que no es normal es dejar que nos hunda en el no movimiento.
El Cuervo recriminó que no defendiera a la estrella muerta recién. Liz Taylor. Vi una película en tiernos tiempos de juventud donde un Burton que hacía de cura perdía el alma por esa mujer mientras ella posaba desnuda para un Bronson que hacía el papel de escultor en madera. La escultura en madera me cautivó. De ahí nació en parte el poema cabalístico, que no cabal, que fabriqué hace unos dìas. Sin embargo, al luego verla en la foto que salió el otro día en un periódico, me pareció una mujer de caucho, y se me desapareció el embrujo. Eso aparte de que el poeta, como dicen allá arriba, es un fingidor, es decir, un mentiroso. Lo otro es creer que Hamlet, por poner un ejemplo, era una proyección de Shakespeare, y no un paradigma humano. Dichosa palabra. La escuhe de nuevo cuatro veces en Atlantic City. Cuando entramos, la camarera me dijo que podíamos pasar a un salón con sillones, donde había un televisor. Como soporto todos los días el delirio televisivo de mi padre, estoy comenzando a odiar la televisión. Sin embargo, hoy vi de nuevo "Grupo salvaje".
Después de que el técnico informático se marchase, con la amenaza de volver a cien cosas más. Quiso que le prestara este portátil, pa conectarse a internet. Como se verá, no se lo presté. Que ingratitud.
El próximo martes saldremos de la línea de sombra, estoy seguro.
--Chito, horita empieza el partido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario