USA EL PENSAMIENTO MÁGICO, rezaba uno de los últimos carteles del artista de La Orotava. Estoy de acuerdo. Sin recurrir a explicaciones mágicas (es decir, motivos desconocidos) no entiendo cómo Marcelino no se deslomó la noche del viernes pasado, subido no al último escalón de una escalera tambaleante, sino más arriba aún, con los pies en un hierro tubular cuya función es cualquier otra menos poner los pies como un funambulista, sin red debajo y sin nada arriba en que apoyarse, dando martillazos sobre su cabeza a un cristal que no se rompió. Menos mágico, si lo investigara un informático, es cómo se pierde conexión y se recupera sin mediar palabras. Otra cosa es la luz. Se fue, un día sin luz en la casa, y esta mañana llega el electricita y... hay luz de nuevo. Buen electricista, me señaló dónde había estado la avería y por qué ya no saltaba el automático. Lo que yo empezaba a pensar como juegos de un diablo burlón, tenía una explicación científica. El electricista también me ilustró sobre la procedencia de las goteras y puso en movimiento una ventana atascada. En fin, cosas del biorritmo de las materias.
Mientras tanto, asistir sin regañar el gesto a los buscadores de pajas en el ojo ajeno y brillos de lince en el propio. Pero de esto, si hay ganas y suerte, escribiremos en otro momento.
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