Te moriste, viejo amigo.
Ya de este mundo te fuiste
con todo lo que aquí viste,
a ladrar otros caminos
y correr, fue ese tu sino,
tras los pasos del buen viejo
que fue nuestro compañero
y nos dio cuentos y harina.
Alzo al cielo mi plegaria
en casa de Candelaria
que es ahora tu vecina.
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