El ministro Blanco es otro que debe de estar temblando o asqueado. Leo en el ejemplar de El Mundo de las mesitas de la plaza Weiler que un amigo gallego del ministro pasa de lo poco a lo mucho en poco tiempo, gracias a Fomento. Bueno, y qué. ¿Por favorecer a un amigo? En fin, el señor Blanco, ahora en el punto de mira político financiero, debe de estar considerando que no es aconsejable encender un fósforo en una gasolinera.
Blanco de las miradas también es el Hierro. Nuestro Hierro, adonde nuestro bimbache dice que se va a ir a cuidar ovejas. Arde la tierra bajo el mar.
Un volcán de libros --más o menos novelas-- en la corte canaria de las letras. G-21 sigue pegando fuerte, ahora con la presentación de El fondo de los charcos este viernes en la Mac, zona de la esposa-madre Santa Cruz que en las noches se puebla de alienígenas. Coincidió la publicación de la novela de Javier Hernández con la reedición o reimpresión de la única novela de Jaime Mir, la primera novela canaria de género negro en estado puro y, si no me equivocó, aún inculminada por la producción posterior en esa línea (si exceptuamos los cuentos, donde contamos aquí con algunos de Ensalada de canónigos, Retrato de Marlou Diesel o Y fumar puede matar), aunque hay que considerar la posibilidad de que Crimen sea también negro. Surrealista pero negro.
Jaime Mir, oí decir, se retiró del oficio porque una vez que ganó el Premio con su novela, poco menos que se asqueó del mundillo literario. No sé, si eso es verdad --abría que preguntárselo a él--, los detalles del cuento.
En el que hace José María Lizundia en su última entrada, faltó un personaje. En fin, mejor dejarlo pasar. Ahora me estoy estremeciendo con la mística de Loyola, y los temblores que veo por dentro de uno propio, oscurece los de afuera. Bajo el volcán. O mejor dicho, sobre el volcán.
Quién
ResponderEliminarLa dama progre de una antigua deriva...
ResponderEliminarEstupendo el nuevo fichaje. Vamos creciendo.