La mala gente, gente solapada y enmierdada, termina por asfixiarse en sus propios tejidos. Esta vez no sólo por eso que llaman la ley de la vida, que tarde o temprano pone a cada cual en su sitio, sino porque esta vez han lanzado el puño contra hierro duro. No le toca a Anghel ahora abandonar. Es responsable de haberse convertido en estas islas en el editor paradigmático, aunque eso le cueste descuidar un tanto su trabajo como autor, donde no es poco lo que también nos ofrece y ha ofrecido. Hablar ahora de sus virtudes, y del cariño que le tengo, no es necesario. Aunque sé que a su fuerza, a su valentía, se une su destreza, en lo que yo pueda hacer, aquí estoy. Y en cuanto a Marianella Aguirre, conocí primero su pintura y algo escribí en este blog en aquel momento. Ahora añado que en mi hacer como aprendiz en el oficio de pintor, aprendí de su obra la capacidad de síntexis, de obtimismo y de claridad. Y del trato que he tenido con ella, me quedé siempre con su afecto y su cordialidad. Obra y autora están en sintonía. Mi trato personal no es tanto como con Anghel, pero ojalá ella también sepa driblar con acierto las marrullerías de quienes abusan de las malas artes.
Ánimo a los dos, y nada de tirar toallas. Hacerse aún más valiosos, es la respuesta.
Todo mi apoyo y mi ánimo para los dos. Bss.
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