viernes, 25 de noviembre de 2011

prólogos y epílogos

"El lector no puede ignorar que una novela no tiene por qué ser la definición palmaria del espíritu, y mucho menos de las ideas, de su autor. Lo que sucede es que al inventar una realidad hay que ir lo más lejos que se pueda. Y esto supone muchas veces, por parte del autor, hacerse, si no carne de patíbulo, por lo menos alambre retorcido del confesionario de una última hora.
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Pero en cualquier caso --y se acabó-- lo que he escrito, con mi pan me lo he de comer, y como sé por experiencia, no sólo de la vida sino de la historia, que el pan de un escritor es casi siempre pan ácimo, esto es, pan de destierro, de vigilia y de amrgura, no me espanta lo más mínimo que ahora unos y otros, americanos y españoles, se pongan de acuerdo para despellejar al pobre autor. Ya me pilla un poco curtido y los tirones, por eso mismo, me van a doler menos."

(J. L. Castillo-Puche, del prólogo de la novela Paralelo 40, publicada en 1962, donde trata a personajes españoles depauperados y ladrones frente a honestos pero ricos ciudadadanos americanos, colonias de patronos americanos en España.)


Lástima, para mi sabor, que el autor no haya mantenido el estilo del prólogo en la derrota de la novela. Aquí, en la ficción narrativa, por lo menos en las primeras páginas, se viste con eso que llaman prosa poética, ese engendro que en tantas ocasiones ni es poesía ni es prosa.

En cuanto a lo dicho en el prólogo, pongo también mi firma de estar de acuerdo. Y no sólo en cuanto al escritor, que espera como un bobo que la editorial le informe de lo que ha vendido, aunque sea un par de ejemplares. Sino también referido a la vida de un hombre.
Al parecer anda por la internet una tal María Antonieta --con este nombre se presenta-- enviando correos a mis amigas, y sacando a relucir episodios erráticos de mi persona con la Justicia, penas que ya he cumplido y, se supone, estoy rehabilitado. Se supone pero no es verdad. No estoy rehabilitado. Así que a esa María Antonieta --que anda metiendo la cabeza por los agujeros virtuales, llamándome maltratador peligroso, seductor hinoptizante y ex presidiario--informarle que cuando lo desee le puedo añadir más cuchillas a su afán de guillotina. O que se la coma un pez.

(Bisturí y más CNR, ya los avisaré para continuar la acción y que vengan armados de tubos verdes, azules, amarillos...)

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