La memoria es un animal caprichoso. Mientras trabajo Informe para cumplir una condena, intento recordar lecturas que me sirvan de dinamita para allanar los escollos de esa trabajada obra. Sin embargo, antiguas o recientes lecturas que recuerdo, poco o nada tienen que ver con el Informe. La mujer de Cervantes, de J. Sénder (qué "olvidado" hoy este gran autor), y La carta de Floria Emilia al futuro san Agustín se interponen en el mi quehacer montuno literario.Este blog espero que me sirva para darles el chance que me piden y que así me dejen tranquilo en lo sucesivo.
J. Sénder relata cómo la mujer de Cervantes se fue convirtiendo en gallina, y con su cacareo nocturno no dejaba al pobre escritor concentrarse en su licenciado Vidriera. Tuvo --añado por mi cuenta, siguiendo la ficción-- que ser el hombre recluido en la cárcel para poder escribir sin interrupciones. Con aquella gallina, cacareando atención todo el tiempo, toda la noche, la vida del manco estaba bastante maltratada.
En su carta, Floria Emilia reprocha a Aurelio Agustín que haya abandonado el divino arte de amar para dedicarse a la mundana ambición religioso-política. Pascal hubiese ayudado al futuro santo a aclarar la situación a su ex amante, pero el filósofo francés tardaría aún bastantes siglos en venir a este mundo.
--Es verdad lo que dice Juana. El vinagre que queda en la ensalada es sabroso --dijo mi padre en terminando de comer.
Y ya está, ya me quité de encima el entorpecimiento de esas sucesivas lecturas. Espero que se acabe el cacareo y el planto filosófico amoroso. El vinagre está más acorde con el Informe, en el cual pienso en Víctor Roncero cuando observo una dejadez expresiva. Qué pondría Víctor en lugar de la palabra vulgar, indigna de un informe. Vinagre y solución de Víctor. Eso es lo importante.
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