sábado, 18 de septiembre de 2010

otra vez la rata

Despierto por la mañana (no siempre despierto por la mañana) con la persona del sueño pensando en los laberintos oscuros de la mente. La rata (otra rata, sin nada que ver con anteriores disputas entre putos) se me presenta como el animal totemico del narrador de ficciones. Animal capaz de pasar por la porquería y quedar inmune. Animal condenado a las catacumbas por el temor ancestral que ha despertado. Y sin embargo tan necesario. Recuerdo una noticia antigua, de que habían eliminado todas las ratas del alcantarillado de no recuerdo que ciudad importante de Europa. Tuvieron que volver a poblar con esos animales el mundo subterráneo. Sin ellos, todos los boquetes se atascaron. Peor el remedio que la enfermedad. Una sociedad con un respetable número de narradores rata, es más rica y fluida que otra sin ellos. En las instituciones, otros ocupan el poder y empuñan la batuta. Pero cuando la voz de la calle, mediante sus narradores, se hace sentir, el aire se vuelve más fresco, menos pobre y empolvecido. Paradojas de la medicina.

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