viernes, 1 de abril de 2011
Ayer por la tarde vi a Enrique Jimenez en el supermercado Gema, el que abre los domingos y con pasillos que en miniatura recuerdan el orden de las esferas celestes (no las de Garzón, sino las auténticas), el super por encima del antiguo cine (¡nunca su pérdida suficientemente cantada, porque "se canta lo que se pierde / con un papagayo verde / que lo diga en tu balcón"). En el super de las bolsas trasparentes (donde ocurren esas historias maravillosas que nos cuenta el Cuervo y ahora también, para añadir cm de gozo a los lectores, nuestro hermano Lizundia, nuestro nahualt amigo) hablamos, junto a la caja, de Pilar Pomares y nuestro Anghel Morales. Luna y Sol en el orbe editorial. Enrique es un hombre que me cae bastante bien. No me gusta que me toquen la cara ni para saludarme, pero así y todo me alegré de verlo y hablar un rato. Creo --aunque últimamente suelo equivocarme en lo que creo-- que Enrique Jímenez releva con solidez a Isaac de Vega como escritor de Igueste de San Andrés. Y es bueno tener un amigo en Igueste. --Hoy me acordé de ti... estaba hojeando uno de los libros de tu colección. (Cuando regresé a la isla Mosca Verde, después de los viajes por el mundo exterior, un escaparate de la librería del Cabildo (en la avenida General Mola) lo poblaba la colección de libros de Idea "Escala en Tenerife". Buen ejército, bien armado; tentadora colección dirigida por Juan Enrique Jiménez Fuentes. Canté si yo fuera rico y me encogí de hombros. Mas tarde, cuando lo visité en la sede de Idea le ofrecí El negro, Samurai, la entonces inédita Agosta escribe y un ejemplar único del Marlou Diésel. Él, enternecido por mi elogio a su colección, me regaló buena parte de ella. Curiosamente tres ejemplares que andaban autoprestado fueron devueltos desde San Borondón y ahora están de nuevo en San Andrés. Abro a Olivia Stone, que viajó por las islas durante seis meses a lo largo de 1883. El planeta Tenrife. Dichoso encuentro con la dama inglesa, cuando la Tenerife era un planeta, y no una mosca verde y canalla. (Estupendo trabajo de Orlando en el ordenador grande. Buen ron me regaló mi padre. Ven a verlo, amigo.
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