martes, 2 de mayo de 2023

caminando

 Sé que esto lo lee Pamela, Juan y Marcelino. Belén cuando le digo que la nombré aquí. Y ahora no sé quién más. Escribir es como hablar, depende del receptor, del oyente. Que a la vez puede convertirse en transescritor, en comentarista o replicante de lo que uno ha dicho, ha escrito. 

Quien no sé si seguirá leyendo es Ignacio.

Nuestros afectos y desafectos quizá merecen un cuento, y tal vez él mismo ya lo ha contado: en El rejo de la máscara.

Si yo lo contara recurriría al cuadro de Duchamp La novia, la máquina de chocolate y los nueve solteros. El gran vidrio. Estar entre los nueve solteros, a espensas de la novia, no lo admitió mi vanidad a pesar del chocolate, costillas con papas en Casa Tomás.

Trabajos de negro hice algunos en Júcar, con la suerte de que uno fue para un alto cargo del periódico de la ciudad y me contrató como corrector. Trabajo fijo, sueldo fijo. Hasta que lo tiré todo por la borda. Locuras de fiebre banal.

*

Hoy me sacudí el letargo y bajé al parque a la feria del libro. Hice la crónica en fb. Aquí poco que añadir. Maite me regaló la antología poética que le hizo Fabio Carreiro. Su poesía me interesa bastante. No me da de lleno en el plexo solar, como la de Candelaria Villavicencio, pero la tengo mucho en cuenta. 

Estoy con el cuerpo a medio gas. Lo dejo aquí.

  

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